554.- El estreno del presidente, ahora como presidente bodeguero.

Bueno, no contento con todos los papelazos, con todos los fracasos mantenidos, con todas las medidas propuestas que sustituyen a otras medidas tomadas y que todas juntas sólo han logrado acentuar más la crisis y caída libre de un país entero, desde cualquier ángulo que se analice, ahora el presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, se estrena como bodeguero.

En realidad, a no ser por su extrema subordinación e incondicionalidad a Fidel y Raúl, a no ser por su descerebrado actuar y su más que demagógica y oportunista vida, ese hubiera sido el puesto que más hubiera alcanzado, “presidente” de una bodega cubana.

Y quiero aclarar que no estoy para nada denigrando a los bodegueros. Por el contrario, ser bodeguero en Cuba fue y aunque muy mal hoy, debe ser, una profesión comparada con la de cualquier profesional de la academia o de la mano. Ser bodeguero fue una aspiración de muchos, por lo que incluso se pagaba para obtener tal denominación. Ser bodeguero siempre garantizó estar bien, de comida y dinero. No importa si hay mucho o poco a repartir, los bodegueros siempre se las arreglaron, porque todo lo que entraba a la bodega paría dinero. Llegó a existir por años una cierta tendencia “nepotista”, Cuba tiene familias enteras de bodegueros, puestos heredados o resueltos como los de los nobles en las cortes feudales. Dinero para ellos, pero también dinero para los que estaban por encima y era necesario mantener contentos para que se hicieran de la vista gorda. Pero, además, para el ciudadano común, o sea, yo, tener un amigo o amiga dentro de la bodega garantizaba el “éxito”. Se resolvía cuando llegaba y cuando no llegaba. Se obtenían mejores calidades, dentro incluso de las malas calidades. ¿Qué decir de los carniceros en la época de la carne, el pollo, los derivados, la carne de perro, etc.?

Bodega cubana en cualquier esquina
del país antes de 1959

Claro, el “puesto a dedo” excepcional conocedor de la malísima imagen que tiene dentro del pueblo que dice representar y dirigir, dirá que su padre y gran líder político un día se convirtió en el “presidente eléctrico” y pasaba horas en la TV nacional repartiendo a punta de lápiz los mega watts, los kilowatts, los cables, postes y transformadores eléctricos, más hacer él mismo la programación de los apagones, o sea, a cuál municipio, barrio, cuadra y casa, le tocaba la electricidad y cuándo, entonces qué puede tener de malo que él invierta parte de su tiempo, así además aparenta que está trabajando, en repartir los huevos, el arroz, los frijoles, que supuestamente el pueblo debe recibir, porque el gobierno cubano así lo decidió desde hace varias décadas, cuando en marzo de 1962 el mismísimo adorado Fidel Castro implantó la más que famosa libreta de abastecimiento, bajo el criterio de ser equitativo, cuando en realidad lo que estaba era administrando el hambre.

A partir de esa fecha, que ya tiene 62 años, Cuba nunca volvió a comer igual. El gobierno durante todos estos años, con diferentes justificaciones, ha regulado a su criterio, lo que se reparte, que mientras que tuvo financiamiento, o mejor, mantención externa, fue algo más y que hoy, sin ese apoyo es sencillamente nada o casi nada, que como dice el poeta, “no es lo mismo, pero es igual”

Tanta fue la aberración que el gobierno, ya no digamos que, a los habitantes de las ciudades y realizadores de acciones profesionales o sencillamente proletarias, sino al mismísimo campesino, trabajador del campo, que debía haber mantenido la condición para él creada desde la antigüedad de productor de alimentos, comenzó a depender de la bodega.

Nuestro máximo líder se las gestionó para que el productor de café tuviera que esperar por el paquetico de mal café de la bodega cada 15 días, que el trabajador avícola se conformara con hacer una tortilla de un huevo para toda su numerosa familia, que el vaquero no sólo no comiera carne de res, sino que se conformara con esperar la masa cárnica, el perro sin tripa, el picadillo de soya que llegaba o debía llegar a la carnicería y que admitiera alegremente que a sus hijos le quitaran la leche a los 7 años, que el pescador no tocara una langosta, camarón, cangrejo, etc., y se sintiera feliz comiendo pescado que había sido enlatado en Chile. El máximo líder se las arregló para que el trabajador del porcino mirara a los cerdos como a vírgenes intocables que ni para el sexo se podía pensar en ellas y que los chicharrones desaparecieran de la tradición culinaria cubana porque afectaban los dientes y muelas.

Si, Fidel implementó la libreta de abastecimiento para el pueblo, porque inmediatamente todos sabemos que también implementó la cuota aparte para los altos integrantes del gobierno, con el buen café, los miles de huevos, la carne de res y cerdo y todos los mariscos conocidos, todo de primera calidad, cosa que, si han sabido mantener a pesar del “bloqueo”, entonces, se preguntará el Díaz K, ¿Por qué yo no puedo dedicarme a repartir los alimentos?, ¿Qué tiene esto de malo?

Hay que ver eso. Una ministra que va a la TV a hacer el cuento de lo que no se ha dado, o sea, desde enero no se dan huevos, desde el año pasado no se entrega el aceite, este año no hemos podido cumplir con el azúcar y el arroz, sólo hemos podido entregar la mitad de las libras, tenemos problemas con la sal porque antes teníamos cuatro o cinco salinas y hoy tenemos una sola funcionando que está en el extremo oriental del país, lo que hace más difícil la distribución porque no tenemos camiones, no tenemos combustibles, se espera un barco que debe llegar, …, casi la faltó decir si Dios quiere en el mes de …, etc.

El presidente bodeguero repartiendo los huevos,
el arroz, los frijoles y el azúcar por provincias,
municipios y  barrios frente a las cámaras
de la TV nacional. 

Cuentos que deben horrorizar a la mitad del mundo, pero que resulta inadmisible para los cubanos porque ellos son los que están sufriendo diariamente las carencias. Podremos dar ahora las libras de arroz que debemos desde enero, gracias a un barco que … nos donó... Esperamos cumplir con las compotas de los niños que desde hace seis meses tuvo afectación, etc.

No lo puedo ocultar, veo el video y no puedo dejar de imaginarlos colgados de aquellas cruces típicas con que los romanos “adornaban” las avenidas como enseñanza de lo que significaba traicionar. Sé que la imagen es dura, pero es lo que se me ocurre. Verlos colgados unos frente a otros, repartiendo antes de que la vida los abandone, los huevos de la canasta básica por municipios y, por supuesto, hablando en susurros sobre el daño del bloqueo americano ocasionado especialmente en las gallinas ponedoras.

65 años de una revolución, dicen comunista, que no sólo ha mantenido la libreta de abastecimiento para repartir la comida, la poca comida, sino que ahora se dedica a repartir lo que se dará dentro de esa famosa herramienta de control. 

¿Y que hay del pan?