miércoles, 24 de septiembre de 2025

629.- ¿Pueblo Unido? (Segunda Parte)

 Y entonces llegó el Doctorrrrrrrrrrrr
Manejando su cuatrimotorrrrrrrrrrr
¿Y sabes lo que pasó?
¿Y sabes lo que pasó?

A veces, no hay nada mejor que una canción infantil para analizar un serio tema.

Al día siguiente de la caída del llamado Campo Socialista, por cierto, sin guerras, sólo por cansancio y extenuación de los habitantes, Cuba, que había disfrutado de pintar un techo, se quedó colgada de la brocha. Día a día fuimos perdiendo aquello que teníamos que nos daba la sensación de ser una gran potencia mundial.

Aparecieron los apagones que siempre tuvimos, pero ahora de forma programada, 8, 10 y hasta 12 horas cada día, comenzó más que antes a escasear el agua potable, prácticamente desapareció el transporte público en todas sus variantes por lo que hubo que apelar a bicicleta o caminar muchos kilómetros. Se hicieron comunes las largas horas, tres, cuatro, de espera para poder coger una guagua o un camión. Ni los almendrones, aquellos carros de antes de 1959 transformados por la iniciativa y creatividad del cubano que los hacia andar, alcanzaban.

Despareció la comida y comenzaron también los inventos en ese rubro. Se comenzó a repartir un pan diario, a veces el jueves el del pasado lunes, a veces mojado, muchas veces incomible.

La azúcar comenzó a escasear, la sal se acabó, las gallinas dejaron de poner huevos, el tabaco no alcanzaba ni para que los jefes lo continuaran fumando.

No teníamos nada, porque en realidad nada tuvimos. El gobierno cubano, fácilmente se dedicó a dilapidar lo que nos llegaba de afuera en eventos políticos, deportivos, guerras en el exterior, caprichos en el plano de la ciencia que no se podían luego ejecutar, apoyo a cualquier causa, incluso la terrorista, etc.

A nadie durante todo el tiempo de “bonanzas”, 30 años, o como lo recoge nuestra historiografía, “vacas gordas” o al menos aparentemente gordas, se le ocurrió sembrar boniatos y yuca, mantener la vaquita criolla de tres o cuatro litros diarios, mantener los centrales azucareros, etc. ¿Qué decir de los peces y su captura? Todo aparecía como funesto, el mar se secó, las presas se vaciaron, los peces de plataforma se mudaron de país, la caña se puso flaca y seca, al tabaco le cayó moho, las matas de café y el cacao se convirtieron es estériles, los edificios envejecidos, más los construidos por la propia revolución se cansaron de estar de pie y se empezaron a caer, las calles se convirtieron en piscinas populares con sus baches, capaces de tragarse a una guagua entera. Los cubanos comenzamos a adelgazar involuntariamente y a enfermarnos.

Entonces apareció el Doctor y con tal de salvar sus nalgas, para no escribir aquí la palabra que en cubano va, se acordó que tenía un laboratorio humano al cual explotar, no importa si dividiendo más a la familia y como consecuencia al pueblo cubano. Y muy rápido, con aquella cara sentimental que ponía, llamó a los emigrados. Los mismos emigrados que se habían marchado por no soportarlo, los mismos emigrados que habían sido echados.

El Doctor cambió de la noche a la mañana. Los dólares del enemigo no sólo prohibidos, sino sancionados hasta con privación de libertad, fueron llamados a formar parte del juego. Los ciudadanos cubanos, que se habían marchado, llamados siquitrillados, gusanos, escorias, ahora eran necesarios y se les llamó, se les endulzó, se les engañó y fueron recibidos como mariposas. La idea era tan genial como absurda e increíble, el gobierno y Fidel que era el gobierno, diseñaron en ese momento construir un país comunista, con los dólares norteamericanos enemigos.

Poco faltó para que el Doctor orientara a sus seguidores caerle atrás a los dólares y reanudar contactos con las familias enemigas, a lo mejor lo hizo muy sutilmente y lo tradujo como que estaba interesado en ese momento en defender a la familia cubana.

El Doctor se las agenció, una vez más, para que sus seguidores no se extrañaran por la medida de dolarización de todo y se prestaran nuevamente a seguirlo. En ese momento ser revolucionario significaba tener dólares en el bolsillo, cosa que habla muy bien de la capacidad de esos revolucionarios para cambiar y cambiar. Dólares enemigos, dólares amigos.

Las calles de Cuba, las cuadras, las familias, entendible desde el punto de vista sentimental, recuperaron a sus familiares, ahora de forma autorizada, a muchos de los cuales no veían hacía 10, 20, 30 años. Y los familiares “Yumas” se prestaron también con tal de pasear por las calles de su infancia y ver de cerca a su familia, mucha de la cual no conocían. Las lágrimas fueron secadas con la moneda del enemigo.

Paralelamente el Doctor hizo un llamado a los empresarios capitalistas “buenos”, como él mismo los llamó, o sea, buenos capitalistas porque me apoyan, para que invirtieran en Cuba y sobre todo que aguantaran que no les pagaran a tiempo y completo por lo que vendían. Los primeros incorporados y utilizados fueron aquellos niños que sus padres habían enviado a Estados Unidos bajo el plan "Peter Pan", ya en ese momento, muchos convertidos en ciudadanos norteamericanos y además prósperos.

Cuba se llenó de extranjeros “zapatuos”, diría mi linda Baby, que nos compraron todo. Se instalaron en las mejores casas, se dedicaron a acostarse con nuestras mujeres que como recurso comenzaron a vender, muy barato, sus cuerpos, se comían la poca comida que existía y comenzaron a andar con ilimitada inmunidad e impunidad, siempre por encima de los cubanos para los que se hizo una llamada revolución y peor, sobre aquellos que habían dedicado sus vidas a construirla.

Cuba se dividió nuevamente. Aquellos que tenían y recibían ayuda o mantención desde el exterior, a los cuales poco a poco le fue interesando menos trabajar por un salario estatal y los que no tenían familiares “afuera” o no tuvieron la careta para llamarlos. Las personas comenzaron a valorarse, no por sus estudios, no por sus resultados profesionales, sino por las cadenas de oro que poseían, las meriendas para que sus hijos llevaran a las escuelas, la comida que hacían, las fiestas que celebraban.

Los cubanos comenzamos a temer al vecino porque tomar una cerveza en el portal de la casa o sacar la basura con residuos de mariscos o carne de res, se podía convertir en un conflicto vecinal. Los cubanos una vez más nos dividimos por la raza de nuestros perros y la comida que se les daba. Mientras unos perros o gatos comían lechuga y algo de arroz, otros eran alimentados con pollo, comidas especiales para mascotas, visitaban un peluquero para perros, se les celebraba los cumpleaños con cake y todo, etc.

Una vez más los cubanos nos dividimos cuando mentíamos a nuestra familia y tratábamos de dar una imagen de austeridad, mientras engordábamos y engordábamos por los chocolates comprados en dólares. Los cubanos aumentamos el miedo a nosotros mismos. Cuando un vecino quería demostrar su inconformidad o envidia, sólo te decía: "Oyeeeee, te veo bien" y esa sola frase te podía quitar el sueño ese día.

Se pusieron de moda, para la sobrevivencia, los trabajos en hoteles, porteros y amas de llave vivían mejor que doctores y maestros. Trabajos en gasolineras, los trabajadores de esos lugares se hicieron millonarios. Trabajos en el turismo, donde además de la propina bien ganada, se les vendía por la izquierda a los turistas, tabacos, rones, muchachas, etc. Nunca tuvo Cuba tantos guías de turismo, haciendo zafra con nuestra historia, arquitectura, etc., como en aquellos años. Se puso de moda la prostitución, llamada en Cuba jineterismo de ambos sexos, jóvenes cubanas casadas con su extranjero que enviaba otros extranjeros para "salvar" a sus amigas cubanas. Se pusieron de moda las negras y mulatas y sobre todo las madres que, con tal de defender a sus hijas e hijos, comentaban a sus amigas: Ella no está jineteando, ese extranjero lo conoció en una cola o en una parada de guagua. Faltó poco para jurar que ese extranjero lo habían adquirido por la libreta de abastecimiento. 

Todo se convirtió en un negocio, incluso la religión, aquellas religiones de origen afrocubano, tradicionalmente de pueblo, pasaron a convertirse en religiones de poderosos. Hacerse santo se convirtió, por una parte, en la necesidad de todos los trabajadores en el área dólar, tiendas, hoteles, firmas o empresas extranjeras y en la especulación de los padrinos y babalaws. Nunca tuvo Cuba tantos santeros, paleros, ñáñigos. Los masones y espiritistas aumentaron exponencialmente, junto con los parqueadores y cuidadores de automóviles que se apropiaron de todos los contenes de las aceras de las ciudades.

Si ya éramos desunidos, la dolarización bien orientada y estimulada por el Doctor, nos desunió más. Mientras una parte de los cubanos seguíamos utilizando el periódico, la revista, para limpiarnos, otros preferían, como diría mi suegra, no dar de cuerpo si les faltaba el papel sanitario olorizado. Mientras uno nos seguíamos lavando los dientes y peor, obligando a nuestros pequeños hijos a lavarse los suyos con bicarbonato, sal, jabón, otros no entendían cómo se podía vivir sin Colgate. Mientras una buena parte de ese pueblo no podía pasarse un día en la playa, otros comenzaron a pagar, 50, 70 y hasta 100 dólares diarios por una pequeña casa cerca del mar donde pasar las vacaciones, cifras que podían ser cinco años de un cubano trabajador estatal.

Y esta diferencia no estaría mal, todo lo contrario, lo que pasó es que ninguno de esos privilegios fue obtenido honestamente. Ellos se basaron en lo que los cubanos hemos definido como “lucha”, que es sinónimo de robar, coger por la izquierda. El gobierno y al Doctor no les importó, se hicieron los de la vista gorda con tal de que los dólares entraran a las cajas.

Paralelamente los militantes de la UJC y el PCC, la élite ideológica, los más confiables, se seguían reuniendo para hablar de revolución y pueblo sacrificado decidido a morir por su revolución, también tuvieron que entrar en la “lucha”, a veces con sus caras, otras utilizando a testaferros. Todos mentían, todos ocultaban, todos negociaban para ver cómo ganar más, comprar por la izquierda casas, carros, tarecos capitalistas, con la más que conocida acción de resolver, corromper, sobornar, tocar, empapar a otros.

Entonces los maestros que quedaron frente a sus aulas comenzaron a aceptar regalos “ingenuos”, propiciados por padres ingenuos, comenzaron a vender las pruebas. Los médicos comenzaron también a aceptar regalos o resolver ingresos, estudios, medicinas, etc., convirtiendo muchos sus hospitales y clínicas estomatológicas en negocios privados en secretos que todo el mundo conocía. Los médicos y dentistas comenzaron a atender cubanos ”Yumas” a los que les pedían que se vistieran de cubanos de Cuba para asistir a hospitales y clínicas. Los del partido, los de la juventud, los policías, los “segurosos” encargados de controlar, se hacían los ciegos, ellos también disfrutaban de esas llamadas “deformaciones”.

Se puso de moda, que todo el que entraba a un hospital llevaba un regalo, para “ayudar” al pobre médico, que recibía lo mismo una caja de jabones, unas cajas de cigarros, que un aguacate o unas galleticas de sal. Muchos policías comenzaron, a la vieja usanza de la mafia, a cobrar impuestos por salvar una multa, por dejar ir a una prostituta sin levantarle una carta de advertencia y mandarla de regreso a su pueblo natal o ponerla presa. Los de la Seguridad del Estado advertía a sus controlados que los estaban controlando desde más arriba, a cambio de cigarros, cervezas, comidas, etc.

Los ministros, los altos militares, los altos funcionarios del gobierno, no mezclados con la plebe, no eran corruptos para nada, sólo tenían que llamar por teléfono a otro ministro u otro alto militar, lo mismo para resolver una casa, un carro, una casa en la playa, un televisor, una plaza de trabajo en una embajada o en una firma extranjera. Esos mismos altos funcionarios que juraban vivir como el pueblo trabajador, muy rápido se adaptaron a algo que venía funcionando desde el mismísimo principio de la revolución.

Ese mal llamado “Período Especial” terminó sembrando o anclando la división.

domingo, 21 de septiembre de 2025

628.- ¿Pueblo Unido?

En muchas ocasiones ya, es un tema recurrente en mí, he hablado de la familia cubana y, sobre todo, de quién dividió y divide a esa familia y como consecuencia, a los cubanos.
Dejo claro, al menos para mí, que cuando queremos somos un pueblo agradable, a veces divertido en excesos, quizás preparado para sobrevivir en los peores escenarios y a pesar de todos los pesares, solidario, pero paralelamente, pasaremos a la historia como un pueblo extremadamente dividido, tan dividido a veces que no somos capaces de ponernos de acuerdo si el Sol aparece por el oeste con el movimiento de la Tierra o si nuestro planeta es plano o esférico.


Si algo recuerdo de los cuentos de mis abuelos y viejos cubanos es que la familia era intocable, sagrada, en la casa no se hablaba de política, ni de religión, no se discutía en alta voz, no se ofendía a las personas, se respetaba a los viejos sólo por sus canas. Se podía ser pobre, se podía tener un solo vestido o par de zapatos, pero el respeto, la consideración, y, sobre todo, la unidad familiar era una tradición inamovible. Se podía ser pobre, de esos de andar a pie y no tener para comer tres veces al día, pero no se podía robar, no se podía prostituirse, cualquier trabajo era bien visto.
Daba igual si la familia fuera blanca o negra, nuestra tradición fue mayormente española y durante muchos años conservamos la tradición casi feudal de mantener a la familia y por tanto sus integrantes a salvo. Al considerar a la familia de donde se formaba parte, se terminaba considerando y respetando a las otras familias. Dios te cogiera confesado si faltabas el respeto a un anciano, a un vecino, a un maestro. Existían contradicciones, siempre han existido, pero ellas no agredían al respeto. Tantos eran los códigos que se desarrollaron, que a veces una mirada bastaba para explicar o dar una orden.
Entonces llegó la revolución y digo llegó porque es mentira que todo el pueblo cubano la hizo, y lo primero que planificó fue cambiar esos códigos.
Hace poco escuché a una persona, mujer, mulata cubana, decir que estábamos pasando lo que pasamos como pueblo, porque expulsamos a Dios de nuestras casas y peor, lo sustituimos por la imagen de Fidel Castro y sin ser yo religioso y apartándome de todo análisis profundo al respecto, le encuentro cierta lógica al asunto porque, entre otras cosas, fui testigo.
La religión, la buena, sea de la denominación que sea, trata de mantener valores humanos y familiares, trata de concebir y defender el bien, la honestidad, el respeto, la responsabilidad. Las famosas y conocidas imágenes de “El Corazón de Jesús” tan común en nuestros hogares, fueron sustituidas por fotos de Fidel Castro, el Che Guevara y otros más. Los más destacados llevaron esas fotos ridículamente a los portales y balcones, ellas eran por sí solas, una declaración.
La revolución que se vendió como verde como las palmas, pero muy rápido torció a exclusivamente roja, se impuso no como ideología, sino como una doctrina de fe.
Entonces muy bien planificadamente se dirigió la oposición dentro de la propia familia. Nuestros padres primero fueron llamados a combatir a sus padres, que era más que claro que muchos no podían entender todo lo que pasaba diariamente. Nuestros padres actuaron como represores de sus padres en nombre de esa revolución que poco a poco dejó de ser real para convertirse en imaginaria. Nuestros padres fueron los que descolgaron los cuadros de Jesús debajo de los cuales habían crecido bien, sanos y educados. A los abuelos y los viejos se les calló, se les prohibió opinar y defenderse, bajo la justificación de que ellos no sabían nada. Eran el pasado.
Luego esos mismos padres fueron los represores de sus hijos. A ellos se les orientó ser la primera barrera de contención. Nuestros padres no nos escucharon, se negaron a entender nuestros argumentos, se aferraron a aquellas ideas de cuando la revolución se nombró verde y no les importó reconocer errores, fracasos, descalabros, caprichos, sólo cambiaron y trataron de imponer otro color. Su revolución no hacía falta verla, no hacia falta criticarla, ella existía y ya. La máxima casi fue, si existes tienes que estar a favor, sino cállate y dejarás poco a poco de existir.
Con ese ajiaco crecimos muchos. Nuestras abuelas hablándonos bajito por miedo a ser escuchadas y requeridas por sus hijos, enseñándonos a rezar casi a escondidas, nuestros padres tratando de imponer sus ideas y sobre todo silenciando a su joven descendencia. Las abuelas podían cocinar, lavar, limpiar, cuidar a sus nietos, para que sus hijos “integrados” hicieran revolución, pero no podían ni hablar del pasado y menos cuestionar al presente. Los que sabían del presente, dejaron de ser científicos y lógicos para abrazar y seguir sin pensar lo que otros decían hasta lo brutalmente ilógico.
Con esa familia descojonada, se comenzó a vivir en comunidad y entonces todos nos vigilábamos. Bajo el rubro de revolucionarios se orientó estar al tanto y delatar cualquier conducta que estuviera fuera de lo que unos pocos habían definido como conducta y entonces comenzaron a destacarse los “combativos”. Cada familia, cada casa, tenía un expediente de quién entraba, quién salía, a qué se dedicaban, quiénes eran más entusiastas y quiénes no. Se declararon a familias enteras como “enemigas”, aquellas tibias, poco incorporadas, religiosas, con relaciones con el exterior, etc. Se conocía y manejaba con quién te acostabas, se llevaban las cuentas de los divorcios y la forma en que se criaban a los hijos.
Los que emigraron, fueron declarados muertos. No existían, quizás jamás existieron. Se les orientó a los hijos, que lo impusieron a sus padres e hijos, que el “norte” era enemigo y todos aquellos que vivían allí lo eran también. Se orientó dejar de querer a un hermano, a un padre, incluso a un simple amigo que se había mudado de país y nos entregaron nuevos hermanos y padres a los que de la noche a la mañana nos exigieron que teníamos que amar.
Con este caldo entonces llegábamos a estudiar y desde la primera adolescencia se nos obligó a criticarnos públicamente en asambleas, con aquello de: no hice la tarea, converso demasiado, llegué tarde y peor, se obligaba a los compañeritos de aula, a los amiguitos de juegos, para criticarte, con aquello de no hace la tarea, conversa demasiado, llega tarde. Semanas por semanas, meses por meses, años por años aquellas desbastadoras asambleas con nombres simbólicos de críticas y autocriticas. Así fuimos sancionados por nuestros propios compañeros, incluso por aquellos que tenían mucho menos rendimiento académico. El aprendizaje no era tan importante, se podría ser un burro, sólo que había que ser un burro revolucionario.
El largo del pelo, una música, un pantalón más apretado, una goma de mascar, a veces original, otras fabricadas con la resina de frutas y saborizadas con pasta de dientes puestas en el refrigerador sobre todo para los sábados de fiesta, ciertos tipos de lecturas y películas y por supuesto no ver lo que no existía, pero muchos decían que sí existía, ser sencillamente amanerado, ya no homosexual, ocurrírsete creer en algún dios, incluso uno inventado por ti mismo, no hacer una guardia, no cumplir o sobre cumplir una norma agrícola, negarte a comer chícharos, etc., fueron actos y eventos que marcaron a muchas personas.
Así llegamos a los trabajos donde nos sabíamos vigilados. Los sindicatos, de una profunda tradición en Cuba, dejaron de cumplir su misión histórica y sólo existían para garantizar a la administración que hiciera lo que le daba la gana. Con la deformación que ya traíamos, comenzamos a vivir dentro de aquello de “asambleas de méritos y deméritos” y comenzamos a fajarnos, a veces más que a las palabras, con nuestro compañero más cercano, por un ventilador plástico soviético, por una batidora también soviética, por una semana en una casa en la playa.
Todo consistía en guardar la información negativa para sacarla oportunamente, cosa que lejos de ser criticada, se valoraba. No es de ocultar que se crearon verdaderos especialistas en almacenar información negativa para exponerla tan pronto hiciera falta. Paralelamente todo era un reguero, del cual no se hablaba, sólo se reunía a las personas para levantar la mano y aprobar cosas. Se estableció algo llamado “Centralismo Democrático” que estableció que, aunque no estuvieras de acuerdo, tenías que cumplir lo que decidía la mayoría; mayoría que siempre estuvo comprada, chantajeada, utilizada, etc.
Conspiraciones para subir de puesto, conspiraciones para poder acceder a un viaje de trabajo, conspiraciones para obtener una mejor silla o una computadora más moderna. Se evaluaba poco el resultado laboral, eso podía esperar, lo importante era el resultado como revolucionarios. Cuántas guardias, no importaba si te quedabas dormido; cuántos trabajos voluntarios, no importa si “casualmente” te ponías a repartir el agua; cuántas misiones internacionalistas, aunque hubieras ido a traficar y/o tener novias y para eso hubieras dejado a tu familia “a la bartola”. Siguiendo el ejemplo del Che que le dejó los cuatro hijos a su esposa y sobre todo a la revolución de Fidel o a Fidel con su revolución, se valoró a aquellos que se fueron a resolver los problemas a otros que ni conocían, dejando sus problemas para que otros se los resolvieran.
Así, un día, sin previo aviso oficial, caímos con el campo socialista, a pesar de lo lejos que nos quedaba. Así comenzaron las diferencias abismales entre aquellos que tenían dólares y aquellos que no. Así caímos en aquellos mítines de repudio dónde la diversión de los llamados revolucionarios fue torturar a sus vecinos o compañeros de escuela y trabajo. Golpizas, semanas con el agua y la electricidad cortadas, destrucción de casas, tiradera de cualquier cosa, incluyendo huevos y un ejército apostado delante de las casas gritando, burlándose, agrediendo, sacándole trapos sucios a aquellos que durante años habían sido sus más cercanos y se habían cansado de resistir.
Familias enteras, niños y ancianos incluidos, que fueron marcados a “interés popular”. Tal como con la letra escarlata “A” con que dicen se marcaba a las mujeres adulteras en el siglo XVII o con la estrella amarilla con que se identificaba a los judíos durante el Holocausto, en Cuba se impuso el término “Escoria”, o sea, residuo o despojo.
Entonces los cubanos aprendimos a mentir y convertir a la mentira en nuestro modo de vida. Comenzamos a tener dos vidas, una dentro de la casa, dentro de la escuela, dentro de los trabajos y otra, a veces sólo comentada con los muy íntimos e incluso no comentada, con nuestras verdades.
Con sólo esto: ¿Cómo vamos a poder ser un pueblo unido?, ¿Cómo vamos a poder vencer nuestras diferencias, si cada uno de nosotros, es la diferencia.

miércoles, 17 de septiembre de 2025

627.- Hay cosas que entiendo y otras que no quiero entender.

Como en otras ocasiones, me resultas difícil tomar una posición única, creo que, por momentos, la vida suele presentársenos así. Es fácil cuando fácilmente se puede escoger entre blanco y negro, lo claramente bueno y malo, el problema suele presentarse cuando aparecen los grises, o sea, lo no tan malo o lo no tan bueno. Es posible entonces que este escrito sea más que todo una catarata de ideas, incluso aparentemente contradictorias, sobre las cuales habría que volver a analizar con calma.
Como todo buen humano, hay cosas que no entiendo, o que en realidad las entiendo, pero no las quiero entender.
Trump, haciendo legitimo uso de su cargo de presidente de los Estados Unidos, acaba de prorrogar por un año más, o sea, hasta el 2026, la posibilidad de que el país, sus compañías y empresas, continúen vendiendo, lo que ya está autorizado, al gobierno de Cuba, siempre y cuando el gobierno de la isla pueda pagar en efectivo en dólares americanos.
Lo que se vende, bajo excepciones de licencias y compra no es poco o limitado, sólo dependerá de la capacidad del comprador para pagar. Entre lo que está autorizado y en ejecución, no sólo está el pollo, aunque es honesto decir que esa ave, para este caso, muerta y congelada, se lleva el protagónico, sino que existen más renglones y productos, entre ellos:
productos agrícolas y alimentos, artículos médicos, aparatos para cirugías, automóviles y sus partes, abono, herramientas, tractores, leche, café, aparatos para de escaneo ultrasónico, equipos para cirugías dentales y oftálmicas, penicilina e insulina, camiones, scooters, porcelanas, extintores.


De más está decir que tengo familia cercana y querida en Cuba, además de un racimo enorme de amigos que gracias a estas medidas podrán comerse la mitad de un muslo de pollo y quizás un pescuezo una vez al año. Gracias al todavía llamado enemigo imperialismo norteamericano, los míos reuniendo todo el pollo que reciben podrán hacer una sopa y eso está bien, pues podrán comer algo más que el arroz donado circunstancial y puntualmente por Viet Nan.
Gracias a la prolongación de esa medida, quizás podrán comprarse, luego de pagar miles de pesos cubanos, un búcaro de porcelana para poner flores a los muertos o tener la suerte de que le realicen una investigación cerebral, aunque sea dentro de 10 años, aunque sea después de muertos.
No obstante, siguiendo la lógica, esto me parece una locura. Trump en su campaña presidencial aseguró que el comunismo o como se llame, al menos en el hemisferio occidental, desaparecería, no todo de un viaje, es iluso pensarlo, pero si poco a poco. Trump aseguró que apretaría la tuerca tratando de limitar a los gobiernos que oprimen y reprimen a sus pueblos, o sea, hablaba exactamente del gobierno cubano.
Esto le ganó una enorme cantidad de adeptos convertidos en votos que lo ayudaron a alcanzar, arrasadoramente, de nuevo, la Casa Blanca. Los cubanos, al menos los nacidos después de 1959, desconocedores de sistemas democráticos en nuestra reciente historia, desconocedores de la verdadera importancia del voto, nos motivamos a votar por una persona que entre otras cosas nos prometió colaborar al menos para debilitar el gobierno que por casi 70 años, con desastrosos resultados mantenidos, tenemos en Cuba. Los cubanos votamos republicano y Trump, no sólo por eso, pero con eso, se coronó ganador.
Está claro que a los norteamericanos no les corresponde quitar al gobierno en Cuba, ese no es su problema, pero no se puede desconocer que la sola idea de ayuda resultó ilusionadora. Un pueblo como el cubano, acostumbrado a protestar para adentro, o sea, en muy baja voz o en silencio, no puede luchar solo contra un gobierno que está armado hasta los dientes, que ha practicado por décadas las represiones y que está demostrando estar en disposición de salir a aplastar la mínima manifestación que les haga daño.
Entonces mientras el ala radical de la emigración cubana, sobre todo en Estados Unidos, que debería ser reconocida como ala progresista, no sin problemas, errores, etc., con relación al atraso que significa apoyar y mantener al gobierno de Cuba, está luchando por lograr recortes de ayudas, viajes, remesas, paquetería, etc., que lleguen al gobierno de la isla, mientras que los tres congresista con que supuestamente contamos, dicen estar dando la pelea para liberar a Venezuela y a Cuba, mientras que muchos cubanos, convencidos de lo que el envío de dólares significa para el gobierno cubano, están a favor de apoyar cualquier medida a corto plazo que por lo menos melle el poder económico del gobierno y con eso el poder político, Trump mantiene la posibilidad de vender a Cuba, que no es a Cuba, sino a su gobierno.
Y aquí lo inentendible, Trump metió al gobierno cubano en la lista de países terroristas y en otra lista de países que no colaboran claramente con atacar al terrorismo internacional, como consecuencia Trump está clasificando al gobierno cubano como enemigo y por otro lado apoya, soporta, colabora con la permanencia de ese gobierno en el poder, imagino que, envestida esta colaboración con cierta lógica humanitaria, o sea, el pollo dirá Trump, no es para el gobierno, es para que el cubano, o sea, mi familiares y amigos puedan hacerse una sopa. Entonces me parece que el presidente no escucha, o se está mandando un mensaje incorrecto o los mensajeros escogidos, digamos los congresistas, no llevan bien el mensaje. Quizás todo quede en un chisme. Quizás el mensaje y los mensajeros deben ser cambiados.
Cuba compra y no compra más porque no tiene dinero para pagar más, de lo contrario, o sea, de poder pagar, podría comprar, por ejemplo, todo el pollo que quisiera, que aquí en Estados Unidos sobra, como para que cada cubano pudiera comerse un pollo entero cada día del año.
Ignora Trump y su equipo y quizás no, que, de ese pollo, al cubano llamado de a pie, o sea, ese que integra una parte de eso que se llama pueblo, le llega la mitad de un muslo y quizás el pescuezo en marzo y luego en septiembre. La gran cantidad de ese pollo primero llega al gobierno de forma oficial y luego al gobierno de forma extraoficial, secreta y escondida, dentro de las facturas que mensualmente reciben, luego llega a todas las unidades militares, policías y de la Seguridad del Estado, instituciones que tienen que estar bien alimentadas, porque son ellas las que reprimen, llega además a los hospitales que venden sus servicios en dólares, llegan primero a los eventos que el gobierno cubano utiliza para luchar y crear conciencia contra el mismismo gobierno norteamericano o para lavar su imagen como los fastuosos festivales de comida gourmet que organiza la Primera Dama, que dicen no es primera dama.
A los norteamericanos que no se ven, a esos de la “America” profunda, a esos grandes productores de alimentos, medicamentos, autos, camiones, equipos agrícolas, etc., que mantienen entre otras cosas al gobierno y los políticos, esos que en silencio ponen y quitan hasta a los presidentes, tienen evidentemente otra lógica. Esos norteamericanos, senadores, congresistas, agentes de influencia, ricos todos, son no sólo los que ponen los votos, sino toda la inmensa cantidad de dinero necesario, a veces públicamente, la mayor de las veces, en silencio y obvio, Trump como presidente tiene que respaldarlos, no digo obedecerlos, pero sí respaldarlos.
A esos norteamericanos no les interesa el tema Cuba, ni los cubanos, porque sencillamente no los afecta. La acción de venderle a Cuba no es un tema humanitario, menos de solidaridad, es sencillamente negocio y Trump es un negociante. Si el dinero entra en la caja, todo está bien, después hablaremos de democracia y libertad. Más práctica y pragmatismo, menos teoría.
En 2023 Estados Unidos vendió más de 350 millones de dólares y no fue más porque el comprador no puede comprar. No es mucho, pudiera pensarse, pero es muchísimo, sobre todo porque el comprador, una vez con dinero, es fácil de convencer. Hay poco que negociar cuando el cliente está desesperado.
Repito, que el cubano pueda comer pollo, aunque sea dentro de una sopita, es bueno, pero porcelana e incluso carros de lujo que aquí cuestan mucho trabajo comprar y mantener, es difícil de entender.
Poco falta para que Cuba pida comprar carros para la policía y productos para la represión, que también encontraran aquí hábiles productores y vendedores.
Hay cosas difíciles de entender. Mientras el gobierno cubano sigue incendiando las ideas con aquello del imperialismo norteamericano asesino, levantando las banderas para apoyar cualquier cosa que esté en contra de los Estados Unidos, mientras que este país se llena de agentes encubiertos y agentes públicos de influencia, más empresas que a la cara trabajan para el gobierno cubano, que están jugando con los cubanos de allí y explotando a los cubanos de aquí, probablemente con dinero del gobierno cubano, mientras que Cuba apoya abiertamente a Nicolás Maduro y a todos los locos que existen o aparecen en el mundo, declarados enemigos de los Estados Unidos, mientras terroristas se han formado en Cuba durante todos estos años y se mantienen allí escondidos a buen recaudo, el gobierno norteamericano autoriza la venta de productos a Cuba, carros y camiones que no son comida y medicinas.
¿Alguien le habrá dicho a Trump que en no pocas ocasiones ese pollo que se compra, va a parar a las tiendas en dólares donde el mayor por ciento de la población cubana no puede comprar o tiene que pagarlo como si fuera langosta?
Hay cosas que entiendo y otras que no quiero entender. Me da repugnancia ahora escuchar a los de allá y a muchos aquí, que se está defendiendo a la familia cubana.

lunes, 15 de septiembre de 2025

626.- Gracias a las necesidades, somos los cubanos grandes inventores.

Cuba no, Cuba es sólo un pedazo de tierra sobre el mar, lo cubanos todos tampoco, una parte de ellos, quizás grande, pero sólo una parte, sufre diariamente las inclemencias, las inoperatividades y las incapacidades de un gobierno que se prolonga por casi 70 años.
Podría parecer poco, algunos dirían que siete décadas no son nada en comparación con la historia de la humanidad, pero habría que pensar en las personas que nacieron y murieron dentro de ese sistema de gobierno, sin conocer otra cosa, o en las personas que arriesgando incluso sus vidas han salido del país, por sólo la necesidad de vivir como humanos.
Recuerdo con desagrado que frente a la caída del Campo Socialista que nos mantuvo y nos hizo vivir una vida de mentiras, con logros y regalías que no eran nuestros, el gobierno cubano, siempre hábil, declaró un llamado Período Especial, anunciando que sólo sería una medida coyuntural para reorganizar el país. De ese mal llamado Periodo Especial, que confunde al que no lo vivió, han pasado 35 años y lejos de arreglarse algo, se está peor.
Peor, porque hoy al gobierno sólo le queda el consuelo de contarle al cubano lo mal que se está, o sea, contarle al que está pasando los trabajos, los trabajos que está pasando. Por ejemplo, diariamente, alguien, imagino que no le queda otro remedio, se para frente a las cámaras de TV para explicar los apagones, la falta de generación de electricidad, al pueblo que vive 50 horas sin fluido eléctrico, al que como remedio la ponen la luz dos horas, para volverle a meter otras 45 horas sin luz. Otro funcionario sale a explicar que hay problemas con la distribución de alimentos, que ahora mismo se está haciendo un gran esfuerzo para repartir el arroz de marzo o el pollo de enero, a ese mismo pueblo que no se come ni un pescuezo de pollo hace más de 10 meses. Otro funcionario explica los problemas con el abasto de agua, bombas inservibles, conductoras rotas, no electricidad para echar a andar los motores, frente a un pueblo que pasa 4, 5 o más meses sin agua. Conozco muy de cerca a una familia que lleva un año comprando pipas de agua por la izquierda para al menos resolver de forma muy limitada las necesidades. Un añooooooooooo.
No hay solución a corto plazo, no hay mejorías, nadie puede decir cuándo se acaba el otro sobrenombre inventado para hacerse los creativos de Continuidad.
Es verdad los cubanos sobrevivimos, a veces de forma tan inexplicable que nosotros mismos no podemos avalarla, quizás únicamente basándonos en aquella idea atribuida a Platón de “la necesidad es la madre de las invenciones, la cual, llevada a nuestra más rancia tradición, pues el filósofo griego nos queda muy lejos, hemos traducido como “la necesidad hace parir hijos machos”
Los cubanos, hemos creado y creado a tal punto que nos podrían considerar grandes científicos innovadores, cuando en realidad no nos ha quedado más remedio que crear para sobrevivir. Eso como no nos ha matado, nos ha hecho fuertes.
A veces veo fotos y videos que las cosas que hoy pasan en Cuba y aunque no me sorprenden fui un gran creador sobreviviente, no sé si reírme, sentirme orgulloso o sencillamente llorar y cagarme en la madre de alguien o de algunos.
Resulta increíble cómo se está viviendo, la situación existente podría dar pie a un suicidio colectivo a sencillamente a darle candela a ese país desde el cabo de San Antonio a la punta de Maisí. Queda poco que perder.
Y lo increíble es que esto ocurra estando Cuba o una parte de ella, a 90 millas del país más rico y poderoso del mundo desde el cual si te paras en uno de los cayos norteamericanos puedes tirar un melón hacia La Habana y llega en minutos. Desde donde en avión el viaje no dura más de 30 minutos, desde donde un ferry cargado hasta los c… demoraría menos de 10 horas en llegar.
Qué manera de desaprovechar la condición excepcional que tenemos los cubanos. Qué manera de combatir a alguien que hoy sería el único real que podría sacarnos de la miseria. Qué manera de hablar de soberanía e independencia, apelando a ideas fuera de contexto, a cambio de matar de hambre y necesidades a aquellos que deberían ejercer esa soberanía e independencia.
¿Estados Unidos, su gobierno, sus ciudadanos, quieren apoderarse de Cuba? De verdad, pero si es que la mitad de ellos no saben ni dónde queda ese lugar que, para nosotros, sólo para nosotros es famoso No acabamos de entender que Cuba cabe aproximadamente 222 veces dentro de Estados Unidos y que no tiene absolutamente nada, más allá de una ubicación geográfica, que podría interesar a los “rubios”. Sólo imaginar que California, uno de los 50 estados que tiene la Unión, puede competir en el quinto lugar de la economía mundial, para darnos cuenta de que Cuba país agrícola por excelencia desde antes de 1942, hoy no tiene azúcar, ron, ni tabaco, ni mariscos, ni papas, ni cebollas, ni nada para inundar el mercado americano de más de 340 millones de personas y dejar una huella. ¿Hasta cuándo el cuento de que Estados Unidos quiere apoderarse de Cuba? De haberse querido quedar con nuestro pedazo de tierra, por la fuerza incluso, hoy un avión de combate recorre la distancia entre ambos países en siete minutos y es más que conocido que Estados Unidos tiene aviones, que puestos uno al lado del otro en el cielo, no dejarían ver el Sol a los habitantes que aún quedan en esa isla.
La necesidad es la madre es la de las invenciones, bien dicho por Platón que murió en 348 D.C., pero ni el mismísimo famoso filósofo pudo imaginar que su proverbio pudiera llegar, ser válido y útil en el 2025.
La primera necesidad de los cubanos, unos por inocencia, que cuesta trabajo de creer, se puede ser inocente, pero, no tan inocente, otros por manipulación, fue más fácil hacerse los ciegos, sordos y mudos y obedecer, otros por demagógia y oportunismo, fue una fácil solución para que algunos durante todos estos años hayan vivido muy bien, fue inventar a los líderes y sí, aunque pueda parecer una afirmación alocada, ese fue el gran invento, que a muchos aún nos está pesando.

viernes, 12 de septiembre de 2025

625.- Los encargados de aplicar la pena de muerte, tendrán mucho trabajo.

Me gustaría decir para los posibles nuevos lectores y para los viejos muy sensibles, que este artículo no trata de colores.
Los que me conocen pueden apoyar que no soy un tipo racista, aunque paso como blanco, salvo si me mudo para Suecia, Noruega, Dinamarca, por ejemplo, donde el blanco de la piel es muy blanco al borde de la transparencia, nadie puede confundirme con un negro. A pesar de eso, admiro a muchos negros, buenos negros, no por el color de su piel, no tiene ningún mérito, sino por cómo viven, lo que hacen, etc. Tengo amigos negros que se parecen a mí y no tengo amigos blancos por el sólo hecho de tener la piel clara.
El tema no es de colores. Hago rechazo al rosado, quizás porque en el momento que estaba definiendo los colores para vivir, en la Cuba donde crecí, el rosado era un color muy complicado y por qué no, mal visto para varones. No me gusta el amarillo pollito, no va bien con mi color de pelo.

Hace unos pocos días aun, un afroamericano, negro, hijo de puta, mató con un cuchillo a una joven. Digo un afroamericano negro, porque el esquema no nos puede hacer olvidar que existen afroamericanos, incluso africanos, blancos, rubios de ojos claros y repito el tema no es el color, sino la acción. En este caso coincide que el afroamericano es negro y además hijo de puta.
La chica sentada tranquilamente en el asiento de un tren, quizás el tren que cogía todos los días, no lo había mirado, no lo estaba discriminando, menos lo estaba ofendiendo. Ella sentada, quizás no sabía y no se había fijado quién estaba detrás.
Quizás su única falla fue ser blanca, rubia, menudita, mujer o quizás, nada de eso, sino que tropezó con el hijo de puta de su vida.
Pues el tipo se levantó, la acuchillo en el cuello dos veces, se bajó del tren y aquí no ha pasado nada.
¿Afroamericano, negro, hijo de puta, loco? No lo sé, no lo creo, por demás portaba un arma blanca, para …A mí jamás se me ha ocurrido salir de mi casa con un cuchillo, ni tan siquiera con una tijera.
Lo cierto es que buena persona no es, estaba suelto no sé a por qué consideración de las leyes y jueces, pues tiene un expediente súper abultado de delitos. El tipo es una amenaza pública desde hace años. Es quizás uno de esos errores, que luego crean grandes problemas.
La historia no fuera complicada para mí, o sea, un asesino que salió a asesinar, sino que, en ese mismo lugar, había, desde el ángulo tomado por la cámara, como mínimo cuatro personas más, por casualidad también afroamericanos negros, entretenidos como suele pasar hoy, mirando sus celulares y nadie se inmutó. El malo acuchillo a la joven, se levantó de su asiento, se bajó en la parada y a nadie se le ocurrió, por lo menos gritar para delatar su actuación y fuera perseguido. Es como si le hubiera regalado una flor. Los testigos del horrible e injustificado asesinato, sólo se dedicaron a apartarse mientras la joven cayó desplomada.
Que reacción más extraña. Eres testigo de un asesinato y no socorres a la víctima, menos tratas de capturar al loco asesino.
Qué nivel de frialdad, o sea, ese no es mi problema, yo no soy la víctima, ni el agresor, no conozco a ninguno de los dos. No es mi problema. Tenemos muchos problemas que resolver en la sociedad norteamericana, más allá de los indocumentados y los productos chinos.
¿Cómo se puede ver matar a alguien y no inmutarse? Quizás algún código de silencio, por miedo o complicidad. Quizás por entendimiento de la delincuencia.
La chica sólo era blanca y rubia. ¿Es eso un delito en este país para algunos?
Como todo, el asesino, ha comenzado a hablar y en una llamada a su hermana desde donde lo tienen detenido, le dijo que él era buena persona, que el problema es “la materia” que se apodera de él y le hace cometer cosas como esa.
El tipo se está preparando una coartada, o sea, no soy yo, no es mi cerebro, es que por momentos soy poseído por algo que me hace matar y no lo duden, aparecerán los abogados y médicos del cerebro que se agarrarán de esto para el momento de la defensa. Su mamá declaró que buscó para él un internamiento involuntario después que se volviera violento en la casa y los médicos le habían diagnosticado con esquizofrenia. 
Lo cierto es que no se tiró él delante de un tren, ni de un puente, cosa que hubiera sido mejor, lo que me dice que no está tan enfermo. Salió ese día a matar y mató a una inofensiva joven y no la cogió con otro negro afroamericano que quizás también pudiera poseer un cuchillo o, peor, un arma de fuego. "La materia" que lo posee por momentos, es muy selectiva.
El afroamericano negro e hijo de puta, ahora está tratando de hacer entender que, por momentos, es poseído por un Demonio al cual llama “la materia”, que lo obliga a hacer cosas, quizás sin pensar.
Decarlos Brown Jr., fue el encargado de cometer el asesinato, de la forma más grave que puede ocurrir, o sea, acusado hoy de asesinato en primer grado, lo que significa causar la muerte de una persona de forma intencional, premeditada y deliberada, quien estaba en la calle a pesar de tener 14 casos criminales previos, o sea, de buena persona tiene poco. La víctima, una joven de 23 años, ucraniana, Iryna Zarutska, que estaba aquí bajo la condición de refugiada política. El lugar un tren cualquiera en Carolina del Norte. ¿Quedará algún lugar seguro en este país?
Creo que, sumando este atroz asesinato, al otro reciente ocurrido en Utah donde la víctima mortal fue Charlie Kirk, los que se encargan de la ley y su aplicación, o sea, la pena de muerte, que es lo mínimo que merecen estos asesinos, van a tener mucho trabajo.
A ambos asesinos no vale la pena mantenerlos vivos, no lo merecen. ¿Pueden reformarse? Si, claro, que lo vayan a hacer en la otra vida, les sobrará tiempo.


Reflexión en silencio.
Ya dije que el asunto no es de colores, aunque no es de desconocer que, a veces, los colores tienen su importancia.
Imaginemos por un minuto la historia al revés. Brown Jr. se encontraba viajando en un tren, disfrutaba tranquilamente mirando videos en su celular. Venía del trabajo, estaba cansado. Su familia lo esperaba.
Detrás de él, una joven, blanca, con certificado médico oficial de locura, vestida con un hoodie rojo que le tapaba la cabeza y parte de la cara, era una talla mayor que la que necesitaba, pero estaba de moda vestirse así, esperando oportunamente la cercanía de la próxima parada del tren, se levantó violentamente y le dio dos puñaladas en el cuello al pasajero delantero. La intención era matarlo. Mientras que éste se desangraba, se bajó del tren, como si nada malo hubiera pasado, o peor, como si nada malo hubiese hecho.
¿Qué habría pasado? Bueno, Estados Unidos estaría en candela de punta a cabo o de cabo a rabo. No alcanzarían los bomberos para controlar el fuego. 
Probablemente los afroamericanos negros, los mulatos y los albinos, más todos los movimientos que los representan y defienden, estarían en las calles.
Estarían también los defensores de los indocumentados, que no tienen vela en este entierro, pero cualquier ocasión y pretexto es bueno para salir a protestar, más los aburridos, más los delincuentes que siempre están al asecho, más los que fueron engañados por sus parejas, más los que perdieron el trabajo por vagos, más los jóvenes que suspendieron el último examen, más lo que no han encontrado el "sueño americano" en tres meses, por supuesto los que no soportan a Trump haga lo que haga, todos estarían en las calles del país.
Se romperían vidrieras, se quemarían pequeños negocios, se bloquearían las calles, se virarían los automóviles. Brown Jr. sería el héroe de esta historia y la joven, además de asesina, sería acusada de extremista blanca, de racista y probablemente la machacarían con un bisabuelo que perteneció al Ku Klux Klan hace más de 100 años, que ella no conoció.

En la verdadera historia, el asesino merece la pena de muerte, si estuviera en mis manos ya lo hubiera procesado y le escribiría un mensaje al Papa diciéndole, no te preocupes, todo va a estar bien, pero, ¿dejaremos de vivir semanalmente incidentes como éste, donde pierdan la vida inocentes a manos de delincuentes y locos?
Ahí se los dejo.



miércoles, 10 de septiembre de 2025

624.- A hierro tiene que morir.

El arma no mata al hombre, dicen los expertos y es verdad, el arma, a no ser por un accidente, cada día más difícil de que ocurra por la seguridad de la tecnología, no se dispara sola. El hombre está matando al hombre.

Creo que tenemos muchos problemas, que no vemos o no queremos ver, pero lo cierto es que casi todas las semanas, desde hace algún tiempo para acá, aparece un hecho donde una persona mata a otra o, peor, mata a varias personas, incluyendo a niños.

Desde hace algunas semanas, nos quedamos impresionados por hechos que supuestamente no están destinados a ocurrir.

¿Qué nos pasa????????

Problemas económicos en las personas, frustraciones e insatisfacciones, depresiones sistemáticas y mantenidas, polarización como nunca antes de la sociedad norteamericana en buenos y malos, vengadores solitarios, enemigos declarados y no declarados pero enemigos del gobierno y la figura del presidente Trump, locos con papeles y otros locos que no tienen papeles, personas que están bien hasta un día y al siguiente están mal, hacen que estemos viviendo, no con miedo, pero si con cierta preocupación, porque lo de los disparos sin justificación lo mismo puede ser en un supermercado, una iglesia, un restaurante, un parqueo o una escuela. Puedes estar sencillamente paseando por el zoológico y si estás en el lugar y la hora equivocados, puedes morir.

Creo que medidas hay que tomar.

Sabemos que no es posible recoger y prohibir las armas de fuego. Para gran parte de los norteamericanos, el arma de fuego está tan arraigada en su historia y cultura, que primero se logra que las personas dejen de tomar Coca Cola o comer mantequilla de maní. El arma de fuego está justificada, primero como hobbie, o sea, para la caza, segundo para colecciones privadas como se coleccionan otras cosas, tercero, para la defensa de negocios, granjas, familias y personas.

Luego los productores y comercializadores de armas, son tan, pero tan ricos e influyentes que a ningún político se le ocurría afectarlos.

Entonces, quizás se impone ser más riguroso a la hora de vender un arma, o sea, mayores investigaciones, mayores requisitos. Así y todo, se resolvería un pedacito, porque además de las armas que se venden legalmente, existen páginas en internet donde venden las partes y piezas para la reparación y además la fabricación casera, por lo que se puede adquirir las partes legalmente y armar un arma en la casa, a precios pagables. Pero, además, lo que suma males, existe un enorme mercado negro de armas. Se habla mucho de la exportación ilegal de armas hacia otros países, pero poco se menciona la venta ilegal dentro del mercado norteamericano.

Entonces lo de recoger las armas y prohibirlas resulta imposible, porque muchas de ellas no se saben dónde están, ni cuántas son. Recuerdo que, viviendo en República Dominicana, donde el portar un arma visible es tan normal como comerse un plátano de fruta en una esquina, mis amigos dominicanos, me decían, no te preocupes por las que ves, esas están legales, preocúpate por las que no ves. Puedo asegurar que estando en un colmado, que es como se les llama a las bodegas que existen en cada esquina, donde además se vende bebidas, se juega dominó y se baila, vi a una persona bajarse de un carro grande, de esos que los dominicanos llaman jeepeta y antes de sentarse a tomar con unos amigos, entregarle un AK47 al dueño del colmado para que se guardara. Y pensé que estábamos viviendo en un país de salvaje, pero es que aquí, casi estamos en lo mismo.

Lo de verificar está bueno, pero es que también sabemos que eres una persona normal, aparentemente alegre, con todos los problemas resueltos y de la noche a la mañana te transformas y te matas o sales a matar. Que hace falta para el cambio, quizás problemas no resueltos ocultos, traumas disfrazados, disgustos a veces con el trabajo, con la pareja, con la política de determinado funcionario, complejos, y alcohol, quizás un poco de droga y una madrugada.

El arma no mata al hombre, es cierto, el hombre está matando al hombre, pero resulta más difícil matar a 15 personas con un cuchillo de cocina, incluso con un machete o matarla a 100 metros de distancia con un bate.

Hace pocas horas acaba de morir un hombre aún joven, que ha dejado a una esposa, dos hijos pequeñitos, imagino que, a otros familiares y amigos, porque un lobo solitario, loco e hijo de puta le tiro con un arma de fuego.

Ese hombre joven no estaba en una guerra, no combatía con nadie, no estaba agrediendo, no estaba violento, no estaba ni tan siquiera en un lugar peligroso, estaba sencillamente sentado en una silla conversando con un grupo de personas.

Sencillamente estuvo en el lugar equivocado, a la hora equivocada, haciendo algo que consideraba necesario, que quizás lo comprometía, que quizás lo divertía, pero con sus palabras no estaba agrediendo físicamente a nadie.

Y esto tiene que parar. No puede ser que tengamos miedo al llevar a nuestros hijos a la escuela o a una iglesia. No puede ser que no podamos estar tranquilos en un parque o en un restaurante. No puede ser que uno o varios locos, con o sin papeles de locos, están deteriorando la salud de millones de personas.

Ahora, como es tradición en el sistema judicial norteamericano, aparecen las investigaciones, el FBI, la policía, los abogados defensores, los psicólogos, los defensores de los Derechos Humanos, los movimientos por la defensa de los toros de lidia y la persona que cometió el asesinato, pasa años viva, comiendo tres comidas diarias, con atención médica, con visitas, televisión, radio, libros e incluso asistencia religiosa. A veces los juicios y las sentencias demoran tanto que a uno se le olvida el hecho.

Si yo fuera el presidente, hablaría con el pueblo americano y le dijera que existen dos caminos, el juicio largo y complicado y una sentencia expedita para la silla eléctrica mañana por la mañana. Estoy convencido que la mayor parte del país apoyaría la segunda opción. Silla eléctrica, inyección letal, fusilamiento, horca, el garrote vil o descuartizamiento, me da igual, pero no perdería ni un segundo en pasar a esa persona al otro mundo.

Como máxima autoridad me daría igual lo que diga el Papa, la ONU, las comisiones sean cuál sean, los defensores de las hormigas gigantes de Brasil y la familia y amigos del que apretó el gatillo.

Si yo fuera el presidente encargado, llevaría el tema a la TV y allí mismo dictaría mi sentencia en respaldo al pueblo norteamericano, que debe estar cansado de ver morir a sus hijos a manos de locos y estoy convencido que ese pueblo me entendería y apoyaría.

Según Mateo (26:52), “El que a hierro mata, a hierro muere”, según yo, a hierro tiene que morir. 

viernes, 5 de septiembre de 2025

623.- A Maduro lo están midiendo y no para hacerle un traje

Bueno, en medio de todo lo que está pasando con Venezuela y Maduro, con el Mar Caribe infestado de barcos de guerra norteamericanos de gran potencia, más los satélites que no vemos, parece y digo parece por lo que luego contaré, un grupo de narcotraficante, dicen que eran 11, aunque no sé cómo han definido el número, se lanzó en una embarcación rápida para trasladar drogas supuestamente con destino final a Estados Unidos.

Si existieron, no sólo son narcotraficantes terroristas como las ha clasificado el gobierno norteamericano, lo de terroristas le da mayor connotación, sino que son unos estúpidos, anormales y locos.

La embarcación no era un gran buque mercante, por lo que la cantidad de droga no debió ser enorme, no obstante, es droga y la mínima cantidad es luego multiplicada y multiplicada en los lugares de destino, por tanto, no es necesario calcular cuánta droga, pienso en cocaína, con una libra es más que suficiente.

El gobierno norteamericano dio la orden, pienso que Trump a la cabeza y la embarcación no fue interceptada como es habitual, sino que fue bombardeada. Como es de suponer todos los ocupantes murieron. Ese fue el objetivo.

Hasta ahora como la tradición señalaba, los embarques que eran detectados eran interceptados, la droga decomisada, las personas puestas bajo custodia, interrogados para ganar conocimientos sobre el negocio y luego sancionados. Cinco, diez años en cárceles norteamericanas, viviendo, a veces mejor, de lo que vivían en sus lugares de origen, bajo el compromiso de los jefes narcos que sus familias serían mantenidas. Muchos se portaban bien, rebajaban sus condenas y luego, a la calle, muchas veces para volver a traficar.

Trump ha declarado que eso se acabó. No quieren más detenidos, porque evidentemente ese método no ha detenido el tráfico por mar. A partir de esta orden, que rompe con todo lo anterior hecho, te detectan y te desaparecen. Ahora si hay que ser guapo frente a la orden de fuego. Yo de acuerdo.

Creo que, si estás tratando de meter drogas en cualquier lugar, es cierto, porque ella se consume y eso alienta el negocio, tienes que estar dispuesto a morir. Creo que siempre aparecerán algunos locos más, pero el ataque exitoso a esta embarcación envía un mensaje. No hay juicios y cárceles, hay muerte.

Bueno, esto ha desatado a los que andan desatados.

Primero. Lo que se trata de argumentar es que el video, donde se ve a la lancha en camino y luego ser destruida, es falso, resultado de la Inteligencia Artificial.

¿Será que el gobierno norteamericano hoy, sabiendo que está constantemente cuestionado, se puede prestar para algo como esto, o sea, mandar a fabricar un video, tal como una película de Hollywood, implicando a muchas personas en su construcción, para sólo justificar la presencia de los buques americanos cerca de las costas de Venezuela? Sería, entre otras cosas, estúpido.

No lo creo. Existen expertos que dicen que sí, que es una mentira y existen otros expertos que dicen que no es una mentira y el video es real. Las autoridades norteamericanas, aseguran que se trató de detener a la embarcación, que primero un dron los detecta, luego un helicóptero le dio varias órdenes en tres idiomas, español, inglés y portugués, para que detuvieran y poder abordar la nave para hacer una inspección y al ver que no se detenían lo que evidenció su culpabilidad, pidieron permiso, recibieron la orden y los aniquilaron. Creo que, de haber sido simple pescadores o turistas, se hubieran dejado inspeccionar, por aquello del “que no la debe, no le teme” y todo hubiera terminado como dice Lucas 2:14, “Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra”, para este caso específico en el mar.

Segundo. Ahora los que siempre están aportados para criticar negativamente hablan de los derechos de esos que viajaban en la lancha. Imagino que algunos peces también deben haber protestado, porque al caer la cocaína, si era eso lo que llevaban, al mar, podrían afectar no sólo al ecosistema marino, sino a alguno que otro pez que consumiera por equivocación o vicio la posible droga.

Resulta que, para los que andan desatados, ahora esos terroristas narcotraficantes, que están invadiendo al mundo de cocaína y otras drogas, con la muy bien definida intención de hacer dinero, mucho dinero, pero además de descojonar a los habitantes, sobre todo a los jóvenes, son las víctimas, a las que hay que considerar.

Creo que si tu país es atacado por otro y tú te encuentras atrapado en una guerra, eres una víctima, creo que si tropiezas con uno o varios violadores eres una víctima, creo que si te muerde un perro callejero, eres una víctima, creo incluso que los campesinos que producen la hoja de coca desde hace siglos, para consumirla como té, masticarla o hacerse una sopita, muchas veces como única posibilidad de sobrevivencia, pudieran ser considerados pobres víctimas, pero los que se dedican a convertir la hoja de coca en cocaína y luego transportarla y venderla en cualquier ciudad del mundo, no deberían existir. Esos saben lo que están haciendo, saben lo que están creando y no reparan en envenenar. Esos tienen que estar al tanto de la cantidad de personas que mueren diariamente por el sobreconsumo de drogar y no les importa.

Entonces, ¿Por qué dedicarle derechos? Esos son asesinos a conciencia. ¿Por qué hay que tener el más mínimo detalle con ellos? Los que dirigen un ataque a una población civil, los violadores y también los narcotraficantes, en cualquier parte de la cadena que se encuentren tienen que morir. Las cárceles no los arregla, sólo los engorda.

Tercero. Incógnitas. ¿Eran 11?, ¿De dónde salieron? ¿Hacia dónde iban?, ¿Quiénes eran los jefes o encargados?, ¿Quiénes serían los receptores?, ¿En realidad llevaban cocaína? Bueno, al menos en este caso, no nos enteraremos mucho. Ya no están entre nosotros para podernos contar, porque está anunciado, Estados Unidos tiene bloqueada a Venezuela por mar para evitar, en primer lugar, que salga droga de ese lugar.

Según los expertos con experiencias prácticas antiterroristas y antidrogas, estos grupos que transportan cocaína por el mar siempre van armados, no sólo con pistolas y fusiles, sino también con incluso con misiles tierra aire, por lo que una vez que se identifican y se está seguro de lo que tratan de hacer, pueden ser eliminados. Existen cientos de estas embarcaciones y aviones que salen de determinados países con contrabando de, por ejemplo, oro, droga, porque el cálculo está hecho por los “jefes”, no importa lo que perdamos, el asunto es pasar. Lo que se puede perder está calculado matemáticamente.

Es de imaginar que el gobierno norteamericano sabe a exactitud cada minuto de los que gobiernan a Venezuela, a lo mejor le dejan un momento de privacidad para que vayan al baño, pero fuera de ahí, los tienen controlados.

Creo que la idea no es matarlos, sería fácil meterles un misil, que ya sabemos puede entrar hasta por el hueco de un desagüe, un ducto de ventilación o una ventana. Eso sería fácil. El objetivo, por lo menos hasta ahora, es cogerlos vivos y demostrar su vinculación con el narcotráfico y la delincuencia internacional que desborda los límites de Venezuela.

Por su parte, como por el manual, el gobierno venezolano, que no es gobierno legítimo, más allá de ellos mismos, se victimiza y habla de ataque al pueblo venezolano, de baño de sangre venezolana e increíble, tratando de ocultar el miedo, defienden a Trump y dicen que las acciones, a las que acusan de dirigirlas a Marco Rubio, van a manchar de sangre el apellido del presidente norteamericano. Maduro, manda mensajes públicos a Trump, diciéndole que no se deje manchar su apellido de sangre, a pesar de que, a todas las instancias del gobierno norteamericano, queda claro y así lo han declarado que el tema no es contra el pueblo de Venezuela, que no están interesados en una invasión que provocaría decenas o miles de muertes, que no le interesa declarar una guerra entre los dos países. Estados Unidos no está interesado en quedarse con algo que Venezuela pueda tener.

Los que andan desatados, ahora, creadores de teorías chinas, aportan que Marco Rubio domina a Trump, que el presidente norteamericano obedece ciegamente órdenes de su Secretario de Estado. Creo que Rubio es un tipo inteligente, con experiencia en estos andares a pesar de su corta edad. Creo que debe tener una vida más o menos limpia de problemas, corrupciones, novias, etc., porque no han podido sacarle uno grande, es de ascendencia cubana lo que me parece mejor, sobre todo por su acercamiento directo a nuestros temas en nuestro idioma, pero de ahí a controlar a Trump va un largo trecho.

A Maduro, su equipo, su narco estado y su ilegalidad en la presidencia, lo viene adobando desde hace años. La inteligencia norteamericana, más los narcos que han sido capturados, incluyendo a los sobrinos de la esposa de Maduro, que inexplicablemente culpables y confesos, bajo negociaciones con el presidente Biden, fueron devueltos a Venezuela, más testigos dentro y fuera de Venezuela, aseguran que el gobierno de Maduro, sus altos militares y algunos principales políticos están, si no es que lo dirigen, relacionados directamente con el tráfico de drogas y personas.

A Maduro llevan años midiéndolo y no para hacerle un traje. Es muy difícil que la información que sobre él se tiene sea toda falsa e inequívoca. Maduro se va quedando sin aliados y sólo le queda apostar el tema “el pobre pueblo dominicano”, tratando de exacerbar el sentimiento patriótico, tratando de, bajo chantajes y presiones, garantizarse un apoyo.

Maduro no se va a dejar capturar luchando hasta el final, tampoco se va a suicidar, para ambas cosas hay que ser loco o valiente. Maduro es un mercenario que quiere disfrutar, está echando con la cara y ganando tiempo, su misión, como muchos otros de su calaña, será huir.

Si quiere ver una corta, pero buena película, que trata seriamente este tema, visite:

https://www.facebook.com/reel/1440757316971831