Esto es de PINGA queridos amiguitos.
Para las personas que como yo tanto sufrimos con la
burocracia cubana, es frustrante chocar con ella también en los Estados Unidos.
Viví muchos años en Cuba, en realidad más de los que hubiera
querido vivir y recuerdo que con tan sólo poner un pie fuera de mi casa, chocaba
con esa cultura laberíntica, tortuosa torturante, limitada, alocada, etc.,
etc., cada vez que necesitaba conseguir algo.
Cuba llegó a implantar muy bien el mecanismo filosófico de, si
lo puedes hacer difícil, porque lo vas a hacer fácil, heredado al parecer de
las orientaciones “desinteresadas” de nuestros hermanos soviéticos. No
importaba cuál o qué cosa necesitabas, daba igual si buscabas un certificado
de nacimiento, un turno para el médico o aumentar la cantidad de coronas de
flores para uno de tus muertos, que inexplicablemente algún burócrata imbuido
por aquello de lo equitativo había definido en 2, siempre te cogía la sólida
traba de no saber nunca el camino exacto para obtener algo.
Y entonces, entre otros muchos males, según
recuerdo, padecimos del mal de la burocracia, con la mágica palabra “compañero”
incorporada.
Un día me mudé a República Dominicana, donde la burocracia
llega a tener connotaciones enormes. Más complicado aún porque, a mi parecer,
el nivel cultural de la mayor parte de los dominicanos es inferior a la que se
tiene en mi lugar de origen, por lo que además de complicado, tortuoso, largo y
denso, se hace más difícil en el más elemental sentido de la comunicación
interpersonal.
La burocracia cubana, con más nivel académico y cultural,
llega incluso a ese lugar. Recuerdo que cuando estábamos en los trámites para
sacar a Martica y a Jonathan de Cuba, fui al Consulado Cubano, no al de
Mongolia, ni al de Guinea Ecuatorial, sino al Cubano, para que me orientaran
qué papeles necesitaba. Entre otros documentos el Vice Consul, me orientó que
era imprescindible un poder que autorizara a Jonathan a viajar. Poder, que no
es más nada que una hoja de papel con un texto impreso en una computadora, un
cuño y una firma que tiene el módico precio de 100 dólares norteamericanos, en
dólares norteamericanos, a pesar del Embargo. Pues sin remedio, pagué por
adelantado y a los dos días recogí el documento, que después de enviarlo por
nuestra cuenta a Cuba, Martica presentó en la Oficina de Emigración. Para su
asombro y luego el mío, allí le dijeron que el famoso y nada barato Poder no hacía
falta.
Conocida la noticia me presenté en el mismo Consulado y me
atendió el mismo Vice Consul y al decirle que no entendía como dos organismos del
mismo gobierno, donde además todo es del gobierno, tenían una información tan
diferente, el tipo me miró y me dijo que él tampoco sabía el por qué.
Reclamé mis 100 dólares norteamericanos en dólares norteamericanos y el tipo que
no sabía el por qué de las diferentes orientaciones me respondió que no podía
devolverme el dinero porque ya mis dólares habían salido para Cuba. De más está
que cuente aquí lo que le dije, pero es fácil de imaginar. Sin embargo
el compañero dando muestra de su madurez revolucionaria, aguantó, pero al final
no me devolvió mi dinero. Burocracia o delincuencia?
Sin embargo, Cuba y República Dominicana, a pesar del pesado
burocratismo, pesado de peso, tienen algo positivo en común. En ambos lugares
la burocracia es caribeña, por lo que siempre se encuentra una grieta donde
aparecen los dos elementos más importantes en la lucha contra lo absurdo, los
amigos y el dinero.
Amigos y dinero o la combinación de ambas cosas, me ayudaron
y seguro a muchos de ustedes también, a vencer, siempre con la idea de que en
Estados Unidos la cosa era bien diferente.
Entonces para probar, JAJAJA, me volví a mudar y un día llegué a Estados Unidos, el
país de la tecnología, de los sistemas, del pragmatismo y la objetividad, de la
agilidad y rapidez en los procesos, de los súper hombres súper preparados y
para mi asombro, por encima de lo anterior que es cierto, descubro que se
levanta y vive el burocratismo.
Mi última experiencia trata sobre esto y data de muy pocos
días. Mi licencia de conducción se vence el próximo día 10 de diciembre, ya el
año pasado tuve problemas para renovarla y manejé 3 meses con ella vencida.
Ahora, confiado de que no tendría problemas pues ya soy
Residente Permanente en la Unión y dando una vez más muestras de organización, el
día 30 de noviembre me fui a la Oficina de la Licencia, DMV por sus siglas en inglés. Afeitado, papeles en regla.
Turno, pequeña espera, joven agradable. Chequeo de documentos, intercambio de sonrisas y comentarios
sobre emigración pues el tipo está casado con una joven alemana. Fotos y prueba
de la vista. Cuando yo pensé que lo tenía, que ésta vez sí lo había logrado,
apareció el mismo inconveniente de la vez anterior, necesitaba una verificación
de la Oficina de Inmigración.
Lo siento, es la frase más repetida en Estados Unidos. A
veces pienso que los norteamericanos creen que con su “lo siento” repetido
varias veces, todo se resuelve. A estas alturas no sé exactamente si lo sienten
de verdad o tratan de hacerte creer que lo sienten o sencillamente es parte de
un protocolo que les enseñan a seguir, pero en realidad no es nada más que una
puerta de salida y escape.
Al final no parecía tan malo, sólo tenía que esperar de 7 a 10
días a que me llegará a través del correo la más que verificada verificación.
A los 5 días recibí
el papel que me garantizaba obtener la renovación de mi licencia en el DMV, la
rapidez me hizo sentir que no me había equivocado de país a la hora de escoger.
Entonces ni corto, ni perezoso, el lunes pasado, o sea, el 7, afeitado de
nuevo, volví al lugar indicado.
Nuevo turno, nueva espera, nuevo joven agradable. Todos mis
papeles en regla, ahora más seguro porque tenía en mi poder la verificación que
todo lo resuelve.
Risas, saludos, sistemas, y de pronto cuando volví a pensar
que lo tenía resuelto, el tipo me pide la Residencia original, o sea, la tarjetica
plástica. Explicación. No tengo la residencia original porque me la enviaron
con un error y tuve que devolverla para que me la arreglen, pero como soy un
tipo organizado y previsor, tengo una fotocopia. Estoy esperando por la
original desde el mes de mayo, o sea, hace 7 meses.
Fotocopia? El tipo me miró y casi sonríe. Su cara poco a
poco se fue transformando. Miradas a mis papeles, a la pantalla de la PC y a mi
cara, que imagino que poco a poco también se fue transformando. Sonrisas de
esas que no quieren sonreír, llamadas por teléfono a superiores, ayuda de otros
especialistas que también llegaron sonriendo. Papeles que iban y venían. Inglés
todo el tiempo. Fin del cuento. La verificación verificada no sirve para
nada y necesito la Residencia Permanente original, o sea, la tarjetica
plástica.
Pero, cómo va a ser? El funcionario anterior, hace sólo una
semana, me dijo que con este papel resolvía. Lo siento, lo siento, lo siento,
pero no puedo hacer nada.
Pero, cómo va a ser? Ésta es mi segunda renovación y
siempre, más tarde o temprano, he resuelto. Lo siento, lo siento, lo siento.
Pero, la residencia puede llegarme mañana o dentro de 3
meses, porque Inmigración tiene mucho trabajo. Lo siento, lo siento, lo siento.
Ya casi cuando me iba a poner totalmente bravo, o sea, más
bravo, recordé mis 52 años, mi largo historial con la burocracia cubana y
dominicana, recordé lo feliz que soy aquí, recogí mis papeles y me fui, llevándome
conmigo el “lo siento” del funcionario. Sentimiento parecido al que sentí
cuando salí del Consulado Cubano en República Dominicana.
Lo paradójico de este
asunto es que Jonathan, que ha seguido los mismos pasos míos y tiene mi mismo
status, la última vez que renovó su licencia de conducción, sin afeitarse, le
costó 15 minutos y se la dieron por 5 años, lo que me hace pensar que todo depende de la
burocracia y también de los burócratas y que eso de los procedimientos es
verdad y mentira a la misma vez.
Lo que he visto hasta hoy es que los norteamericanos, sobre
todo de las entidades de gobierno, siguen un protocolo frío y rígido, sin la
más mínima posibilidad de cambios. El sonreír no siempre es sinónimo de calor. . Ejemplo, ellos están preparados para que un párrafo tenga dos comas y un punto y final. Si todo está en el párrafo, pues no hay
problemas, la solución es inmediata. Si al párrafo le falta el punto final, pues no funciona y todo se
traba. Cosa que para nosotros sigue resultando un poco difícil, porque de comas
y puntos finales no sabemos nada y nos resulta muy fácil, porque la necesidad
hace parir hijos varones, coger un lápiz o un bolígrafo y poner el signo donde
debe estar y no está.
Hemos aprendido a agenciárnosla para poder sobrevivir y
esto, indiscutiblemente, crea genialidades. Digamos hemos aprendido a cocinar
con cebollas, ajos, aceites, especias y sal, pero también cocinamos sin
cebollas, ni ajos, incluso sin sal y lo más curioso es que nos queda bien la
comida, que a veces, como sabemos, no es comida. JAJAJA. Resolvemos y
adelantamos.
Para estar bien con aquellos que no han pasado ningún
trabajo aquí y todavía tienen la imagen idílica que obtuvieron de una revista,
película, un familiar o amigo mentiroso, quiero decir que estoy de acuerdo con
los protocolos y procedimientos, gracias a ellos se organiza todo dentro de una
nación y que no pienso regresar voluntariamente a vivir a Cuba, pero creo que
los procedimientos rígidos y fríos, o sea, procedimientos por procedimientos,
matan al hombre en vez de ayudarlo.
Pregunta final. Ya casi antes de salir del DMV, le pregunté al joven que había pensado que ya había salido de mí y si me para
la policía? La respuesta ya la conocía porque la había hecho hace un año atrás.
Respuesta. Lo siento, tienes que manejar con mucho cuidado, porque si te para
la policía y tienes la licencia vencida, es casi seguro que te pongan una multa
americana en dólares americanos. Lo siento.
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