sábado, 26 de diciembre de 2015

Natividad. Nacimiento de Jesús y mi profe de la Universidad.

Bueno, la Navidad.

En realidad, aunque parezca muy común y conocida la palabra, su significado está inexacto hasta hoy en la historia. Si, tiene que ver con el nacimiento de Jesús, pero lo cierto es que ni eso está totalmente definido. Al parecer la iglesia adoptó, por pura conveniencia y tradición dicha fecha que es la que nos llega hasta nuestros días.

Nada en la vida de Jesús es 100% cierto, asumiendo que en realidad nació, vivió e hizo lo que hizo, porque él mismo no dejó nada escrito, ni tan siquiera un papelito con unas ideas y lo que se conoce de su vida son versiones que algunos de sus contemporáneos se dedicaron a contar y de otros que han investigado y escrito sobre su vida, muchos, pero muchos años después.

Está claro que la Biblia recoge una serie de pasajes contradictorios entre las fuentes mismas y que aquello de caminar por encima del agua, multiplicar panes y peces, sanar a casi muertos, estar días y días sin comer, ni beber, etc., y la más genial de todas, aquella de resucitar después de haber sido torturado hasta el infinito y crucificado, es más producto del fanatismo que de la real posibilidad. Digamos, se me ocurre que podría también ser señalado esto como el origen del marketing moderno. JAJAJA.

Pero lo cierto es que naciera o no el 25 de diciembre, cosa que también está cuestionada, una gran parte del mundo celebra está fecha como algo importante, muchos cristianos, otros no tan religiosos y otros para nada religiosos, por lo menos intentan convertir la celebración en un momento familiar y de amigos.

En realidad, para mí consideración, la fecha es más famosa porque, independientemente de que creas o no, en muchos lugares los días se convierten en  días de no trabajo, por lo que incluso los que no conocemos nada sobre Jesús, estamos desesperados porque llegue el día del famoso nacimiento.

Recuerdo que en República Dominicana, la Iglesia Católica hacia un llamado “oficial” a la población para que estos días fueran para reflexionar, ir a la iglesia, etc., en contraposición con el verdadero gran interés de la mayor parte de la población que lo que quería era los días sin trabajo para tomar cervezas, comer y bailar. En realidad esa mayor parte de la población, que además está bastante cerca de la pobreza, tiene el resto del año para reflexionar sobre cómo resolver los problemas de la cotidianidad.

De una forma u otra y, para creyentes o no creyentes, la fecha es linda. La gente se dispone a reunirse, a veces de forma organizada, a veces sin la más mínima organización. Se entregan y se reciben regalos. Se adornan las casas. Y junto a la satisfacción que crea el no tener que ir al trabajo y que te lo paguen, la gente es feliz.

A mí en particular, lo de la Navidad o la Natividad, me recuerda a una profesora que tuve en la Universidad porque ese era su nombre. He hecho el esfuerzo por olvidarla, pero me doy cuenta que no lo he logrado aún. Y esta es una historia que seguro mis compañeros de estudio recuerdan. Esa profesora, Natividad, era una de aquellas jóvenes que habían estudiado la carrera de Filosofía Marxista en la desaparecida URSS y con dicho aval enfrentaba la enseñanza de esa forma de pensamiento en la Facultad de Filosofía e Historia de la UH. No está de más decir que formaba parte activa del ala radical y patriótica que allí existía. Recuerdo que por aquellos años noviaba con un no menos radical personaje, gordito, de nombre Bruno, que con el paso del tiempo, creo que  llegó a ser Viceministro de Relaciones Exteriores. Normita podrá rectificarme si me equivoco. Pues en una movilización al campo en las vacaciones, que no era obligada pero contaba para la evaluación final,  la mismísima Natividad y el gordito Bruno, fueron cogidos “infraganti” haciendo el amor en un matorral, mientras ponían por la TV un discurso del Comandante en Jefe, que se suponía que todos, con ellos a la cabeza, deberíamos estar viendo.

Aquello en boca de los estudiantes, se convirtió en un acontecimiento tan importante como el propio nacimiento de Jesús, acontecimiento que, con la crueldad típica de aquella edad, casi se le gritaba a la cara a la profe cada vez que pasaba por delante del grupo. Al parecer junto a sus estudios en la URSS, había  aprendido también aquello de “hagan lo que yo digo  y no lo que yo hago”. Entonces a pesar del tiempo pasado, estas historias me sirven para seguirme divirtiendo, debe ser por eso que no he podido borrar a Natividad y a su compañero Bruno de mí memoria. JAJAJAJA


Ahora creo que lo importante es pasarla bien. Como demuestra la historia no importa si se es pobre o rico, si se está en República Dominicana, en Estados Unidos o en Cuba. En una iglesia o en un matorral. Si se está cerca o lejos, pues hay muchas formas de estar. La idea de compartir, sobre todo con familia de verdad y amigos buenos, es lo que hace la diferencia.

Y como lo importante está precisamente en la diferencia, les dejo, para mí, la mejor muestra de las fiestas por la Natividad o Navidad de este año. Si esto existe, lo demás es prescindible. 


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