jueves, 1 de diciembre de 2016

Holy Family Shrine. (Santuario de la Sagrada Familia)

Estas fotos nos las tiramos nosotros. Nuestro paseo fue de día, pero resultan tan lindas las imágenes
de la iglesia en la noche que me arriesgo a ponerlas aquí para que puedan apreciarlas.
Entrada al área de recepción desde el parqueo
Retomo mis escritos sobre nuestras historias aquí en USA, estos fueron interrumpidos por el acontecimiento, pero …, la vida sigue.

Finalmente, el pasado 20 de noviembre, tuvimos un lindo encuentro con nuestro señor Jesús y con el Santuario de la Sagrada Familia. Digo finalmente porque desde que nos mudamos para Lincoln, hace casi 4 años ya, y descubrí la iglesia de la cual les contaré, estoy planificando visitarla, pero por una cosa o la otra, dicha visita no había ocurrido. Hemos priorizados otros lugares para conocer y hemos dado el protagónico a los que son para comer. JAJAJA

Área de recepción. Detalle del a estructura metálica por donde cae el agua que luego va a la Iglesia.

Salida del área de recepción para la iglesia. Detalle del piso

Omaha y Lincoln son dos ciudades muy emparentadas, antigua y actual capital del estado de Nebraska, por lo que los viajes entre ambos puntos resultan frecuentes. Al viajar en ambas direcciones, casi en el justo medio del camino, no puedes dejar de ver en la cima de una alta colina una construcción totalmente atípica, al menos para mí. Construcción que hoy parece que preside o cuida a la autopista que conecta a las dos ciudades más importantes del estado.


Frente y fondo 



 Me gusta la arquitectura, el diseño, la construcción, las cosas viejas, los tarecos, etc. Las edificaciones civiles, militares y religiosas antiguas, me matan, la piedra de cantería me enloquece, entre otras cosas, porque me recuerdan con agrado mi etapa de historiador en Cuba. Etapa de mi vida que me tomé muy en serio.

Como acabo de decir, durante todo este tiempo aquí he deseado y programado la visita y no he encontrado muchos seguidores para acompañarme en la excursión. Jonathan, mi hijo, el cual me ha complacido siempre en todo, para variar no me ha hecho caso en esto y entonces cansados de esperar, Martica, mi más fiel lugarteniente, y yo decidimos irnos solos. En realidad, fue un acierto. No sólo un acierto, sino que, desde todos los puntos de vista, valió la pena. Fue un día para descubrir algo nuevo y lindo, admirar, conversar, recordar a los nuestros, muertos y vivos y a lo nuestro.

Tengo la suerte de tener dos cuñadas, más que eso, dos hermanas que son arquitectas de profesión, Lourdes y Baby y en ellas pensé ese día más que nunca, pues las conozco bien y sé lo que hubieran disfrutado del paseo. Al ser expertas en la materia, seguro hubieran descubierto muchas más cosas que yo en el ingenioso diseño y trabajo de construcción y una vez más, como siempre, me hubieran enseñado a gusto. Ellas, con las que empleé tantas y tantas horas hablando y aprendiendo de arquitectura, y con las que compartí tantos y tantos trabajos de construcción y remodelación, cemento, arena, ladrillos, bloques, cabillas, inventos y más inventos, reparaciones y más reparaciones, etc., estuvieron todo el tiempo conmigo. A ellas en especial va dedicada esta historia. No tengo que escribir lo que lamento, pues ellas lo saben.

Pues sí, la singular iglesia, creo que es única en los Estados Unidos, aunque Martica me dijo que le parecía haber leído sobre otra más o menos con la misma estructura en otra ciudad de este país, cosa que no puedo asegurar.

A groso modo, la descripción es muy sencilla. La estructura está formada por vigas de metal, que para mí son los huesos, luego aparecen las vigas de madera, que podríamos entender como los músculos y al final, todo, de piso a techo, aparecen las paredes de cristal como la piel fina que cubre todo lo anterior descrito. Sencillamente inimaginable. Admiro ante todo la ingeniosidad del arquitecto y el ingeniero que diseñaron ésta edificación en lo alto de una montaña, quizás la valentía y osadía, pues el territorio donde está construida es paso de frecuentes tornados.

Cuando se mira desde afuera, sólo se puede ver la estructura metálica y la madera como nervios que soportan el techo, por lo que se puede atravesar con la vista la edificación y ver del otro lado de ella. Cuando estás dentro, el espacio se convierte en algo enorme pues puedes mirar toda la panorámica exterior con solo dar una vuelta a la redonda. No hay límites. La sensación, termina por convertir el enmarcado espacio, en infinito.

No se llega directo a la iglesia, la visita comienza en un salón que funciona como recepción que tiene en el medio colgada del techo una estructura metálica, como suerte de canal en forma de espiral, por la que cae de forma continua una gota de agua dentro de una pequeña alberga que está en el piso, todo de piedra blanca.

De esa alberga el agua se mueve por gravedad hacia el exterior dejando el centro del área de recepción y atraviesa un pequeño patio ligeramente inclinado, también de piedra, que conecta al salón con la iglesia. Cuando se llega al frente de la Iglesia, donde aparecen las únicas piedras en forma de ladrillos de la construcción, el agua desaparece y entra a la iglesia a ambos lados del pasillo central, por donde se mueve pegada a la línea de bancos de madera, hasta que llega por la izquierda y derecha frente al altar principal, que es además el único altar. Como saben, el sonido del agua en su movimiento crea una sensación de tranquilidad y bienestar enormes. Los más ingeniosos podrían ver a Dios.

Acostumbrado yo a las iglesias católicas en Cuba, más o menos parecidas a las que luego vi en República Dominicana, sin que exista allí nada mejor a lo que tenemos en la isla grande, es difícil en un primer momento entender. Este Santuario de la Sagrada Familia en nada se parece a lo que tenemos como tradición. No paredes de piedras, no imágenes religiosas por donde quiera, no oro ni plata, no pinturas en las paredes. Es sencillamente la estructura, los cristales y una muy simple imagen de la crucifixión. El triunfo, lo genialmente diferente es eso, el diseño y su vínculo con el entorno.

La iglesia tiene un solo salón, sin paredes, ni columnas interiores que lo segmenten. No hay capillas extras, no se mantuvo la famosa construcción es forma de cruz latina, etc. Es un salón rectangular con las mismas dimensiones de principio a fin que termina con una pequeña mesa, que debe tener un nombre religioso que no conozco y detrás de ella, una escultura en madera de Jesús en la cruz. Detrás de esa imagen el inmenso e infinito cielo a través del cristal.

Como ya dije, he visto iglesias fabulosas, en Cuba, en República Dominicana y en mi paso por México acompañado de nuestra querida Normita, donde la opulencia, la majestuosidad, lo extraordinario de las paredes y techos, el oro, etc., termina por hacerlo a uno sentir aplastado. He visitado también algunas iglesias en Lincoln, lindas, pero la belleza es de otro tipo, digamos que es alrededor de la belleza tradicional. Altares, vitrales, adornos y caras de Santos en las paredes, etc. Sin embargo, éste Santuario de la Sagrada Familia es un lugar fuera de serie y es precisamente por la singularidad y sencillez de su diseño y construcción.

Les dejo las fotos. Ellas por sí solas podrán explicar mejor que yo de qué se trata. En algunas aparecemos Martica y yo, porque como saben no podemos desaprovechar oportunidades, no sabemos hasta cuando dure el “sueño en una noche de verano” y así aprovechamos para que nos vean.

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