Dos de los temas más populares hoy en las redes sociales, sobre todo en FB, son los desastres naturales ocurridos en esta parte del mundo, la afectación y posible recuperación de los países y ciudades dañadas, la ayuda de los gobiernos, instituciones y personalidades, junto con la independencia o no de Cataluña.
Del asunto catalán no me arriesgo a decir mucho, a pesar de que soy convencido seguidor y admirador de la vida y la obra de Joan M. Serrat y apoyador del equipo Barcelona dentro de la Liga Española. Es para mi entendible, hasta cierto punto, que los catalanes y el resto de España tengan mucho que decir, incluso que discutir, porque los españoles siempre se han estado fajando entre ellos mismos. Nada nuevo. Lo llamativo en este caso, al menos para mí, es la cantidad de cubanos, algunos viviendo en España y otros no, que tienen una opinión pública absoluta de cómo se debe resolver el conflicto.
Me llama la atención porque no recuerdo tanto activismo cívico y político en Cuba. De haber existido con el mismo fervor, a veces furia, a lo mejor, el pasado reciente y presente de ese país hubiera sido otro.
Es llamativo, porque pienso que mucho de nosotros, los cubanos, descubrimos el ejercicio de la opinión, cuando nuestro avión despega las ruedas del hasta ese momento amado, al menos en apariencias, entorno cubano. Entonces no pudimos resolver, ni al menos tratar de resolver el problema en Cuba, pero si estamos prestos un conflicto cualquiera, por ejemplo, el que existe ahora entre catalanes independentistas e ibéricos que siguen deseando la unión o al menos la no fractura. No pudimos tratar de resolver el tema Cuba, e incluso hoy nos cuesta trabajo opinar públicamente, porque no sabemos en realidad si esto puede traernos consecuencias futuras y tenemos miedo no poder visitar a nuestra familia que aún está allí, o tengamos que privarnos del disfrute de unas buenas vacaciones con dólares en las playas y hoteles lindos cubanos, que no pudimos conocer mientras vivimos en aquel “adorado” país. Ya dije que no me metería en el asunto catalán, pero como me conozco, puedo casi, y con esto trato de no ser absoluto, decir que lo más seguro es que estuviera apoyando a los que desde hace años quieren separarse por estar cansados del gobierno español, de los reyes, los impuestos, la burocracia, etc., etc., etc. Ahora mismo, mientras escribo, no sé si esto sería bueno, correcto, pero como me conozco, pues puedo asegurar que la pasión que se apodera de mi cíclicamente, me hubiera llevado a apoyar ese bando.
Este año, mucho más importante y cercanos han sido los terremotos y los huracanes y lo que ellos han ocasionado desde el punto de vista material y por supuesto, desde el ángulo de los sentimientos y pasiones.
Recientemente hemos tenido fenómenos atmosféricos muy fuertes, ocurridos uno detrás de otro por pocos días en el tiempo. Houston, Texas, donde las imágenes que vi realmente metían miedo. Parte de la Florida, donde muchos productos se agotaron en los supermercados por la acción de compra “previsora” de los que allí viven. Puerto Rico, donde el huracán pasó y acabó con todo. México y sus continuos terremotos. Cuba donde el huracán de turno no entró por suerte, pero lo que trajo de agua a su paso y la acción del mar dentro de las ciudades y pueblos, creó enormes problemas, que se suman a los enormes problemas que como clásicos, ya tiene la Isla.
Houston, la Florida y Puerto Rico, más allá o más acá estarán a salvo, su status dentro de la Unión los protege, por lo que el gobierno se ocupará y no es nada nuevo que éste gobierno tiene los recursos. Las grandes afectaciones, días más o días menos se resolverán y las pequeñas afectaciones seguirán presentes como siempre. México es otro lío, aunque he visto que se movilizaron muchas personas y ayuda material para tratar de disminuir el daño, incluyendo a Sir Paul McCartney y Bono.
Más allá de la imagen de nuestro Presidente tirando papel toalla a los que se reunieron frente a él en Puerto Rico, acción para mi gusto desacertada y que no tiene nada de cómica, pues no lo vi tirando papel toalla o sanitario en Houston, ya que a los texanos no se le puede ir con estos jueguitos, allí nuestro Presidente no puede presumir de amar el basquetbol, el gobierno y muchas otras instituciones han puesto y pondrán el dinero para resolver. A nadie le conviene que el país permanezca mucho tiempo fuera de su vida normal, sobre todo el consumo.
El gran problema es Cuba, como siempre, Cuba.
Para nosotros los cubanos no son nada extraños los huracanes. Conocemos que suceden y durante muchos años creamos, junto a las instituciones de gobierno, una conciencia, una experiencia, un conocimiento de lo que significan, el daño que ocasionan y cómo proceder en cada caso para salvar nuestras vidas y muchas de nuestras pertenencias. Cuando fui niño me encantaban los huracanes. La posibilidad de asomarme por la ventana y ver los árboles caídos, el viento que movía hasta las cosas más pesadas, caminar mi reparto contabilizando los desastres y sobre todo estar varios días sin ir a la escuela, era para aquellos años, inigualable. Hoy me sigue gustando lo del aire y los árboles caídos, pero ya más grande, no los deseo.
Como todo lo que se refiere a Cuba, los huracanes, también terminan polarizando a una gran parte de los cubanos e inevitablemente el asunto pasa de ser un asunto atmosférico para convertirse en un tema político, dividiéndonos, una vez más, en grupos, los que están dentro de Cuba, sufriendo o disfrutando y los cubanos que estamos fuera del país.
Muchos hablamos del pueblo cubano, pero en realidad no nos interesa para nada, el argumento pueblo, es uno más que se utiliza para pasarle la cuenta a un gobierno que, si es cierto no nos echó a muchos, también es cierto que hizo todo lo posible para que nos desencantaramos y nos fuéramos “voluntariamente”, en busca del sueño que, no sólo no teníamos, sino que no podíamos soñar con tener.
Cuba, los huracanes, la destrucción violenta que se suma a la destrucción pausada y sistemática, la necesaria y a veces urgente ayuda. Y entonces aparece la mayor de las preguntas, por qué los cubanos de afuera no ayudan a los cubanos de adentro, tal como ocurre en el resto de los países que en determinado momento sufren una destrucción, cualquiera que ésta sea.
Y es cierto, es una buena pregunta. Pensemos que somos dos millones de cubanos regados por todo el mundo. Si cada uno de nosotros enviara un dólar cada mes, un solo dólar, pues el gobierno tendría algo con que trabajar. No resolvería del todo el problema, recordar que existen personas albergadas hace más de 20 años, que perdieron sus casas y todo lo que tenían y aún están a la espera de la solución prometida, pero de seguro ayudaría.
Sin embargo, la solución me parece injusta y fácil en primera instancia, porque se sigue presionando “amorosamente” a la emigración, cuando la realidad a mi consideración debería ser otra.
1.- La primera responsabilidad la tiene el Gobierno Cubano y sus integrantes. No se puede reconstruir con urgencia hoteles para el turismo internacional, mientras exista un cubano sin casa, sin techo, sin muebles, sin comida, etc. Cada dólar debe ser empleado para resolver a los que allí se están metiendo el hueso y este año, pues al carajo los turistas. La tan prometida “locomotora sin humo”, o sea, el turismo, que resolvería el problema a los cubanos, se quedó en eso, jamás dio el trigo que se esperaba, digamos que la famosa locomotora nunca salió de la terminal de trenes.
Los integrantes de ese gobierno, que por todos es sabido que viven a la par de los ricos en cualquier parte del mundo, deberían empezar a donar, entregar, repartir, regalar y compartir a nombre propio, lo que tienen. Si, es cierto, no podrán resolverles a los 11 millones de personas que allí viven, pero si le resuelven a uno solo, se ha logrado algo para ese uno.
El gobierno debería acabar de perder el pudor y abrir las puertas a todo el que quiera ayudar, sin importar si salió por Camarioca, se fue en una lancha o se quedó gracias a una misión de gobierno. Lo que se necesita es ayuda, pues bendita sea desde donde ésta venga. No pueden seguir con ese falso orgullo de tener el culo roto pero la cabeza erguida. No se puede seguir apelando a lo de “Socialismo o Muerte”, porque cada día que pasa se va más a lo segundo. No es el momento de presumir. Deben quitar los aranceles aduanales, suprimir restricciones menos para la droga y armas, crear mecanismos e instituciones serias, organizadas, agiles y hábiles de gobierno claro está, que reciban y canalicen las ayudas. Deben pedir sin pudor, sin pena, que se les ayude. Eso haría un gobierno que prioriza a su pueblo.
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