viernes, 27 de octubre de 2017

Qué bueno, de nuevo el otoño. Estamos vivos.

“La vida es el tiempo, el tiempo es la vida”, es una de las frases más utilizadas por mi amigo Ruso, cuando de resolver algún problema complicado o cotidiano se trata. Y creo que es cierto, no sé, nunca le he preguntado si la tomó prestada de alguien o se la inventó él mismo. Por la fuerza o convicción con que la utiliza, no importa la autoría, porque la he hecho de su propiedad.

Vivimos dentro de un sistema que se mueve cíclicamente, donde los eventos se repiten unos tras otros y dentro de ese repetir, nacemos, vivimos y morimos.

Lincoln es un vivo ejemplo de lo anterior, o sea, de lo del sistema y el ciclo. El lugar ofrece explícitamente los cambios de la naturaleza años tras años. Cada tres o cuatro meses, todo cambia.

Cambian los colores que nos rodean, los olores, el movimiento de las nubles y la forma que adopta el cielo, la presencia de los animales y sobre todo las personas, quienes mostramos en dependencia del momento, diferentes formas de vestir, comer, actuar, etc.

Ahora, mientras escribo, estamos casi al finalizar el otoño, para mi gusto, la mejor de las cuatro estaciones. No calor sofocante, no infernal frío. Vivimos en el exterior de forma general con una temperatura muy agradable que fluctúa entre los 30 grados y los 70 grados F., que es más o menos, entre - 1 grado y 21 grados C., y aunque este año ha llovido más que los anteriores, la lluvia no es lo característico. Vamos caminando hacia la temporada seca y fría.

Son dramáticamente visible los cambios, por ejemplo, en las plantas. Todo va pasando de un verde intenso a colores amarillo, carmelita, medio dorados, medio rojo oscuro, incluso púrpura, hasta que la mayoría de los árboles quedan pelados, salvándose sólo los pinos. El césped se quema y muestra ese color medio amarillo clásico y las calles y jardines se llenan de hojas que el viento mueve a veces armónicamente y otras sin ninguna armonía. Mucho viento, lo que complica un poco el tema de la temperatura, porque el cuerpo recibe siempre 4 ó 5 grados menos de lo que marca el termómetro.

Adoro yo los colores del otoño, muchos de ellos solo los conocía a través de las famosas imágenes de las películas, nunca los había visto personalmente hasta que me mude para esta ciudad. Cuba es un eterno verano. Lo lindo o curioso es que los colores sobre el amarillo oscuro, el beige, el carmelita, etc., no son colores de vejez y muerte, olvido o descuido, por el contrario, nada muere, solo se cambia por unos meses.

Los pájaros vuelan sobre Lincoln en dirección al sur. Miles. Las ardillas, como locas y como si supieran lo que les viene para arriba, guardan comida, enterrándola en la tierra.

No sé por qué el otoño se me antoja nostálgico, silencioso, quizás debe ser por lo de las películas.

 Y con octubre y el otoño llega Halloween. No creo que hoy muchos conozcan, ni les interese el origen de esta fecha y la explicación de por qué se celebra, pero lo cierto es que un por ciento muy alto de la población se dedica a celebrar, por lo que el 31 de octubre es un día de grandes fiestas.


En realidad, las fiestas y los preparativos comienzan días antes. Años tras años las tiendas venden disfraces y todos tipos de adornos y muñecos vinculados a la fecha Halloween. Esqueletos, trajes de brujas, caretas de diablos y caras ensangrentadas y desformadas son los preferidos. Muchas personas adornas los jardines, las puertas de las casas, los carros, etc., por lo que se crea como una especie de festival espontáneo. Aunque hoy se puede utilizar cualquier disfraz, la más ortodoxa tradición obliga a vestir algo que de miedo.

Acabado de llegar, lo de Halloween me parecía una gran tontería. Hoy, con el paso del tiempo de Ruso, logro entender y disfrutar.


Los niños tienen el protagónico en estos días. Es una fecha muy esperada. Se disfrazan y hacen fiestas en las escuelas, donde cada uno exhibe el disfraz del presente año, probablemente diferente al del año anterior. No tiene gracia disfrazarse siempre de lo mismo, para eso existen los padres, el marketing y las tiendas. En la noche del 31, salen a caminar y tocar las puertas de sus vecinos, los que al abrir tienen que regalarles caramelos, chocolates y dulces a cada uno de los que participa. De ahí las famosas palabras de “Truco o Trato” Si al tocar la puerta el vecino da caramelos, se hace el trato, si no da caramelos, entonces los niños pueden hacer un truco o maldad como cobro.


Mia. De cumple ayer 26 de octubre. 5 añitos
Con disfraz de princesa, calentando los motores para su Halloween 
Es excitante al final de la noche cada niño ha colectado libras de caramelos, que luego comen durante varios días. Los papás se divierten comprando y viendo a sus hijos divertirse.

Los jóvenes y no tan jóvenes se disfrazan, algunos centros de trabajos aceptan ese día la diferencia en la vestimenta. Hacen fiestas, los bares en Lincoln, que generalmente están llenos, ese día se desbordan.

Para los niños nacidos aquí, forma parte de la tradición de su país. Compran y cambian disfraces cada año. Mientras más extraños, mejor.

Lo típico de esta fiesta, además de los adornos con forma de brujas, diablos, esqueletos, etc., son las calabazas. Para estos días se venden, por única vez en el año, unas calabazas de un color naranja muy fuerte, que las personas utilizan para decorar. Las hay de todos los tamaños, desde pequeñitas como una pelota de baseball, hasta inmensas, más grandes que las clásicas pelotas de playa.

No creo que se las coman, existen otros tipos de calabazas para comer. Dicen que tienen muchas semillas y parece que el sabor no es nada especial. En todos los supermercados, servicentros, ferreterías, etc., las venden y entonces las personas las compran, las vacían y les abren unos huecos imitando ojos, narices y bocas, algunos le ponen una vela adentro y las depositan días antes en los jardines, balcones, puertas, portales, etc., generalmente en y hacia el exterior. La leyenda dice que sirve para espantar al Diablo.

No tengo idea de cuántas calabazas de este tipo se pueden vender por estos días, pero estoy seguro de que el número debe ser impresionante, quizás billones, como muchos otros productos en este mercado.

Lo de la calabaza con ojos, nariz y boca, que la llaman “Jack o lantern”, o sea, la Linterna de Jack, es una adaptación norteamericana a una tradición celta, de la antigua Irlanda e Inglaterra, cuyo origen se pierde en el tiempo. Lo de Jack y el uso de un nabo con una vela adentro para iluminarse y, sobre todo, engañar al Diablo, tiene varias leyendas, pero de una forma u otra, la historia pasó a Norteamérica con los inmigrantes primeros y hoy forma parte de esta vida.

Cada pueblo tiene su historia y costumbre, eso me recuerda aquello tan trído y llevado de que los Estados Unidos es un país sin historia, si cultura, que lo que prima es el consumo por el consumo, etc. Idea que debe provenir de los conflictos y competencia con la vieja Europa y que fue muy utilizada por la ideología marxista para demeritar a la Unión. Mal intencionada y tonta idea. Claro, si todo lo comparamos con China y su antigüedad e incluso con Europa, es difícil competir, pero al vivir aquí, uno descubre que sí, tienen sus tradiciones culturales claras, mantenidas y desarrolladas, sus comidas, su patrimonio, sus museos, su historia, etc., tal como otro cualquier lugar, además del consumo, tal como otro cualquier lugar. Sólo que hay que vivir aquí.

Halloween, celebración que nadie coordina y dirige es un ejemplo de eso.

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