domingo, 13 de diciembre de 2020

Para cubanos, vuelve "El Tavo" con Su Propia Guerra.

Muy pocas veces se tiene la posibilidad de conocer a personas celebres, sobre todo, cuando uno no proviene o vive dentro de las celebridades.

Es siempre emocionante entonces, acercarse en vida a alguien que tiene una obra propia hecha. No importa si es escritor, científico, artista, arquitecto, plomero o constructor. La obra terminada es lo importante.

En mi primer viaje a San Antonio, Texas, allá por el 2013, donde viven mi hija Jennifer, mi nieta Mia y mi yerno Yordan, conocí que éste último tiene allí también parte de su familia. Entonces, como todo recién llegado, un día nos fuimos a casa de la familia, hasta ese momento de Yordán y digo hasta ese momento, porque hoy ya también lo es mía. Su primo hermano Sandor y su esposa Bianca. Él, cubanísimo sin filtros, ella, una joven mexicana que no sabe cocinar para menos de 20 personas, dueña del mejor pozole que se puede consumir y los padres de Sandor, tía María Elena y tío Anthony. Con tía Mary se rompieron todos los cálculos, santiaguera que, a pesar de vivir en la capital cubana por muchísimos años, sigue siendo santiaguera, dueña de la sonrisa, del dominó, del baile, de las cervezas, de las buenas y malas palabras cubanas, dueña de las fiestas y de vez en cuando, hoy escondida de sus familiares por determinados padecimientos de salud, dueña de los cigarritos y tío Tony, una persona gordita, bajita, de cara agradable y una sonrisa maldita, tranquilo y muy familiar.

A los pocos minutos descubrí que Tony era tan conversador como yo y entonces, yo como un perro en busca de cariño, me le arrimé poco a poco. Pues resultó que Tony, por aquellos días, se encontraba trabajando en terminar de escribir un libro, cosa que me atrapó más. Para colmo de bienes el tema del libro era para mi conocido.

Resulta que Tony, viviendo y trabajando en Cuba, fue el coguionista de la famosa serie de TV cubana, “Su Propia Guerra”, donde, a lo mejor si digo que el personaje de Octavio Sánchez Guzman era el protagonista, muchos no lo recordaran, pero cuando se dice el Tavo, no es difícil definir y reconocer que el protagonista, no sólo se convirtió en la figura principal de la pantalla, sino que por muchos meses se convirtió en el protagonista de nuestras vidas. Tanto se convirtió el Tavo en parte de nuestras vidas, que todavía hoy, muchos años después ese sobre nombre significa mucho para los cubanos, con ese sobrenombre, que hubiera pasado sin importancia como otros miles de sobrenombres que usamos, se identifica y sirve para identificar una forma de actuar y proceder. Tavo proveniente de achicar el nombre Gustavo en Cuba es una cosa y otra, a partir de la serie, es el Tavo.

Recuerdo que la serie desde el primer capítulo cautivo a todos, de todas las edades. Hay papeles que marcan la vida de los artistas y este es uno de esos casos. Por aquel entonces Albertico Pujol, hoy al pasar de los años, Alberto, fue el Tavo y por lo menos para mí, cuesta trabajo verlo, incluso interpretando otro cualquier personaje y no pensar en aquella serie y su trabajo en ella. Es así para muchos actores, Marlon Brandon, el más grande de todos los grandes, con una historia en el teatro y el cine de envidia, con decenas de personajes diferentes magistralmente interpretados, es Vito Corleone. Alberto Pujol es tanto el Tavo, que, todavía hoy viviendo en Miami, declara que muchas personas siguen pensando que él fue realmente agente de la seguridad del estado y sonriendo se ve obligado a aclarar que no, que sólo fue un papel dentro de una serie policiaca, tal como si hubiera interpretado otro cualquiera.

Por aquello días, Tony y yo, en nuestros encuentros hablamos de su libro y recordábamos el impacto de la serie en la televisión. Quizás de haber sido otro el entorno, había merecido, como se hace en otras ocasiones, una película en la pantalla grande.

Pasaron los años, seguí visitando a la familia de Yordan, que ha ido creciendo, Sandor y Bianca, hoy tiene dos lindas texanas, seguí participando en las alegres fiestas con tía a Mary a la cabeza, con incluso algunos cigarritos fumados escondidos en el jardín o patio, tal como si todos fuéramos niños que por primera vez nos llevábamos un cigarro a la boca y por supuesto seguí comiendo salvajemente los platos de pozole y hoy, me es muy grato reconocer que aquella idea del libro que tío Tony estaba escribiendo, es una realidad. Ya está, ya se puede comprar, ya se puede leer.

Y entonces, al no poder esperar al próximo encuentro, cogí mi celular y llamé a Tony. Tres ideas. Una las más que merecidas felicitaciones. Cualquiera que piense que escribir es fácil, está en un craso error. Segundo, enterarme cómo y dónde lo podía adquirir, quería leerlo por Tony y por mí. Tercero, la duda que siempre tuve, Tavo y su Propia Guerra, ¿no resultaba una apología a la Seguridad del Estado cubana?

“El Tavo” de esta, por llamarla de alguna forma, novela policiaca, no es la biografía de alguien en específico, o sea, Gustavo Sánchez Guzman nunca existió, sin embargo, ella es el resumen de muchas horas de investigación, sobre los miles de Tavos, que los cubanos sabemos que, si existieron y deben aún existir, como parte de las armas que la Revolución Cubana ha utilizado desde 1959.

Yo, en mi experiencia personal conocí a dos. Quiero dejar las historias.

Un día, siendo yo muy joven, tan joven que comenzaba a explicarme por mí mismo la vida, me fui a hacerle “la media” a mi amigo Robertico. Él tenía que ir a ver a una compañera de trabajo, ahora no recuerdo por qué. Ambos montamos en la moto que él tenía, una Júpiter del trabajo y nos fuimos a Mantilla, bajamos por la avenida que está al lado del cine Martilla y casi al final, en una casa metida para adentro, que para llegar había que caminar por unos angostos pasillos entre paredes de otras casas, nos encontramos con la amiga de mi amigo, una negra gordita cubana, de esas que se parecen a la clásica imagen puesta en las etiquetas de la mayonesa Doña Delicia. Inmediatamente vasos con ron.

En aquella casa, estaba, además, un tipo para mi gusto extraño. Peinaba uno de aquellos peinados clásicos de los llamados “guapos” cubanos, muy rebajado atrás y con prominentes motas sobre las orejas, tenía muchos dientes de oro y varios tatuajes, de aquellos que se hacen en las cárceles, diferentes a los que hoy se exhiben como arte en los cuerpos. Allí estuvimos un corto tiempo y al anunciar que nos marchábamos, el amigo con tatuajes, dientes de oro y “fleitó”, nos pidió una “botella” hasta la Calzada de Mantilla.

Robertico manejaba, el para mi delincuente se sentó detrás de él y a mí me toco el sidecar de la moto, por lo que mi cabeza quedaba a la altura de la cintura de los amigos. Entonces cuando giré mi cabeza a la izquierda, descubro que el amigo “delincuente” llevaba en la cintura una pistola Makarov y casi muero. Crecí en un país donde no se veían las armas, ellas sólo eran portadas por los agentes de la seguridad del estado, muy bien camuflajeadas y por los policías cuando estaban de servicio. La idea de un delincuente clásico, todo tatuado, con muchos dientes de oro, que había contado que había estado varias veces preso, en varias cárceles cubanas y una pistola Makarov en la cintura, no me eran comunes. Yo era muy joven. El tipo se bajó, nos despedimos de él y en nanosegundos le pregunté a Robertico, que sonriendo me respondió: _ "es un Tavo". El tipo era uno de aquellos agentes encubiertos que pasaban su vida infiltrado en grupo de delincuentes, incluyendo dentro de las cárceles.

Mi segunda historia no es menos impresionante. Estaba yo con mi hermano Iván resolviendo un tema de ponche en una goma en el servicentro que está en la esquina de mi casa en Víbora Park. Ya saben, ponchero, palancas, golpes que al final terminan destruyendo las llantas, suciedad casi mortal. Entretenido estábamos, vigilando al ponchero poco diestro, cuando apareció un cubano bajito, delgado, rubio, que dijo venía empujando la rueda de una moto Ural desde La Palma, o sea, más menos 10 cuadras.

El ponchero lo miró, como se mira a una rata que cruza cerca y le respondió que no podía hacer nada por él, en aquel servicentro sólo se podían trabajar gomas de automóviles. El motociclista, comenzó casi a rogarle y le dijo que él era el administrador del servicentro famoso que está en la esquina de la calle Perla con la Avenida 100, tratando de motivar a mi ponchero por pertenecer al mismo sindicato. El ponchero, que seguía mirando a una rata, a pesar de que eran compañeros de trabajo, le respondió que, si él sacaba la cámara, entonces podría cogerle el ponche. ¿Sacar la cámara? Respondió el amigo sudado, dejando claro que no tenía idea de cómo hacerlo. Entonces Iván y yo, que presenciamos la conversación entre dos trabajadores del mismo ramo pero que no se ayudaban, solidarios, le pedimos al ponchero sus medievales instrumentos de trabajo y comenzamos a sacar la cámara de la llanta de la moto, tal como si fuéramos aquellos herreros de las películas. El sudor entonces cambio de cuerpos.

En uno de los baja y sube, al amigo rubito, que hasta ese momento era el administrador de un servicentro de Ciudad de la Habana, se le subió la camisa y entonces apareció clavada en la cintura una pistola Makarov. Mi cara de asombro fue tal, cosa que durante muchos años me ha traído problemas, o sea, eso de no poder esconder mi cara, por la idea de un administrador de servicentro con pistola, que el amigo ya menos sudado, sonrió y nos comentó con mucha discreción, que no nos preocupáramos por la pistola y para mayor seguridad, nos enseñó su billetera, dentro de la cual estaba su carné, su “boniato”, su identificación del G-2. Entonces entendimos, era un Tavo.

A partir de estas dos historias y luego de vivir, conozco que todo el Cuba, cada centro de trabajo, cada cárcel, cada institución no gubernamental, incluyendo a la iglesia, cada partido o grupo de los llamados disidentes con muchos o menos integrantes, cada misión, incluso ahora en muchas de las calles del exterior, sobre todo en Estados Unidos, existen muchos, muchísimos Tavos. Unos trabajan por amor, por compromiso, otros imagino por dinero y beneficios y los que Tony con su serie primero y luego libro describe, por chantajes.

Tony, por suerte, está vivo, entonces no creo que yo pueda superar lo que él mismo ha dicho junto al lanzamiento del libro. No vale la pena que me convierta en su traductor, menos en su interprete. Les dejo la reseña oficial que se ha hecho y la entrevista que se le hizo, ambas cosas para celebrar la llegada de su obra. Sólo quiero ratificar que, si quieren recordar para los que “el Tavo” fue conocido, pero además si quieren conocer cómo funciona en la realidad parte de ese sistema de gobierno, quizás su parte menos visible y hasta oscura, si quieren pasar un buen momento leyendo, no dejen de comprar el libro.

https://www.amazon.com/propia-guerra-tavo-Caligrama-Spanish/dp/8418104104

 

Antonio Joaquín González (Tony, La Habana, Cuba, 1948). Se desempeñó como escritor para radio y televisión desde 1969. Entre sus guiones destacan los creados para las series policíacas Día y nocheSu propia guerraMiami special teamCódigo 357XPedientes Cold CaseNieve en Miami, entre otros. Su primera novela literaria, Apuntes para un dossier, escrita en 1978, desapareció misteriosamente de una editorial cubana sin que llegara a publicarse. Cuatro décadas más tarde, estalló el escándalo de los «ataques acústicos» contra personal diplomático en algunas embajadas de La Habana mediante un método muy parecido al concebido por la imaginación del escritor en la novela raptada. A finales de 1980 publicó la trilogía policíaca Arenas blancasLa hidra de Lerna y Talco alegreSu propia guerra es su última novela.                                                                                        Caligrama, octubre 2020

“Llega la novela basada en la serie de televisión cubana que cosechó éxitos en más de veinte países: Su propia guerra.

El escritor y guionista Tony Joaquín González versiona y moderniza el thriller policíaco y consigue una obra capaz de exponer las sombras del régimen cubano.

La editorial Caligrama publica Su propia guerra. El Tavo. Tony Joaquín González versiona el guion que escribió en los 80 y que resultó ser la serie con mayor éxito de la televisión cubana. El resultado es un thriller policíaco repleto de intrigas, con un trasfondo que expone las sombras del régimen castrista. «Pasar de un estilo a otro conlleva sus riesgos. Con el guion solo tienes que pensar en imágenes, la escenografía, la acción, el drama están ahí a la vista. Pero en la literatura tienes que narrarlo y hacerlo de una forma tal que atrape al lector. Me fascina ese reto y confío mucho en la imaginación de los que tienen el hábito y la paciencia de leer. De manera que le he dado una estructura a la novela que recuerda los cortes y elipsis de la televisión y el cine. Mi idea es que el público lea como si estuviera viendo el capítulo de una serie o una película», cuenta el autor de varias novelas y series transmitidas por la TV cubana, venezolana, norteamericana y europea.

«Marginal se nace, delincuente se hace», dice el protagonista de la trama, Octavio Sánchez Guzmán, conocido en los bajos fondos como Tavo el Quieto, «quien desde el primer contacto con la policía demostró, no solo su potencial, sino que libraba en su interior una guerra particular para no convertirse en delincuente y ser un hombre de bien», cuenta el escritor. Los personajes pertenecen a la ficción, pero están inspirados en gente real a partir de entrevistas que el autor realizó a «agentes, exagentes, chivatos, delatores de oficio y cuanta cosa rara uno se encuentra en ese mundo subterráneo».

Las contradicciones y los antagonismos se vierten en un texto trepidante en el que los conflictos avanzan sorpresivamente. Las luchas interiores y exteriores caracterizan a los protagonistas de una historia que, más allá de la ficción, posee credibilidad y autenticidad. Su propia guerra es una novela audaz y palpitante, que sacude y que da voz a los que pocas veces se les brinda la oportunidad”.

Entrevista a Tony Joaquín González.

1. Eres escritor de guiones televisivos, muchos de los cuales han tenido enorme éxito. Además, has publicado varias novelas, ¿cuál de tus facetas de escritor prefieres? 

Definitivamente, y sin pensarlo, prefiero la literatura, a pesar de que ser guionista ha sido por años la manera de ganarme la vida. Creo que fue Gabriel García Márquez quien definió el trabajo de escritor como el más solitario del mundo y esto aplica para ambas facetas. Nadie puede ayudarte a escribir lo que tienes en mente. Sin embargo, crear guiones para radio o televisión tiene una regla básica para el escritor: estar blindado contra los resultados del oficio. De manera que tienes una idea, tuya o por encargo, como sea, comienzas a desarrollarla, creas los personajes, los puntos de giro, los conflictos que hacen avanzar la trama, en fin, la dramaturgia. Por supuesto, si eres un profesional. Entonces aparecen los inversionistas, ejecutivos, directores, productores, actores y todo el que se cree con derecho a opinar y decir cómo debía haber sido. Ya no es tu idea y no estás tan solo, pero en muchos casos mal acompañado. Es lógico, la televisión no es un medio cultural, sino un transmisor de productos para el consumo. Y el guionista no es más que la base de una pirámide invertida.

De todas formas, pasar de un estilo a otro conlleva sus riesgos. Con el guion solo tienes que pensar en imágenes, la escenografía, la acción, el drama están ahí a la vista. Pero en la literatura tienes que narrarlo y hacerlo de una forma tal que atrape al lector. Me fascina ese reto y confío mucho en la imaginación de los que tienen el hábito y la paciencia de leer. De manera que le he dado una estructura a la novela que recuerda los cortes y elipsis de la televisión y el cine. Mi idea es que el público lea como si estuviera viendo el capítulo de una serie o una película. 


2. ¿Cómo surge tu obra Su propia guerra, El Tavo?

Es la versión literaria de una serie de televisión que se transmitió en Cuba a finales de los años 80 y que marcó un antes y un después en la concepción televisiva del policíaco cubano. La historia trata sobre un joven nacido en un barrio marginal que es comprometido a colaborar con las autoridades mediante un supuesto chantaje dado a partir del contexto social donde nació y se crio. Su familia había probado los rigores de la cárcel y eso bastaba para que fuera tildado como un delincuente en potencia. Pero Octavio Sánchez Guzmán, conocido en los bajos fondos como Tavo el Quieto, estaba muy por encima de las expectativas. «Marginal se nace, delincuente se hace», decía, y desde el primer contacto con la policía demostró, no solo su potencial, sino que libraba en su interior una guerra particular para no convertirse en delincuente y ser un hombre de bien. El personaje es ficción, pero está concebido sobre bases ciertas porque fue diseñado a partir de una serie de entrevistas que tuvimos con agentes, exagentes, chivatos, delatores de oficio y cuanta cosa rara uno se encuentra en ese mundo subterráneo. El conjunto formaba parte de la realidad nacional. Igual sucedió con los casos tratados y el resto de los personajes. Todos tienen origen real.


3. ¿Por qué una versión literaria de la serie?

A estas alturas de la vida y más de treinta años después, te puedo decir que todavía no sé cómo esa serie pudo pasar la férrea censura de la televisión cubana. Su argumento desmitificaba por completo la teoría del «hombre nuevo» que preconizaba el régimen. Por primera vez el cubano se vio reflejado realmente en una pantalla.  El público se quedó con deseos de más y yo sentí que tenía una deuda doble. Primero, con el personaje: había que reivindicarlo para llevarlo a su justa dimensión mucho más allá del marco local donde se desarrollaba. Segundo, con el actor Alberto Pujol que le dio vida al Tavo y a partir de ahí también se le complicó la existencia. A pesar de ser un gran actor y tener en su haber series, novelas y películas internacionales, Alberto Pujol es Tavo el Quieto. Solamente este hecho ameritaba retomar la obra y llevarla por un camino tan cercano a la verdad que ni las propias autoridades podían sospechar. Hicimos varios intentos para televisión, incluso en plataformas streaming actuales, pero fueron infructuosos. El factor económico mezclado con intereses personales predominaba. Mi hijo Sándor siempre me decía: «Tú no tienes que depender de nadie. Escribe un libro». Entonces tomé la decisión de contar una historia a partir de mi concepción de lo que debió ser el Tavo y plasmarla en una novela literaria donde yo soy el dueño de lo que digo y el amo de lo que callo.  Así comenzó la verdadera historia de Su propia guerra, que, sin proponérmelo, cobra muchísima actualidad en este momento exacto que se está viviendo en el mundo y especialmente en Estados Unidos, donde la izquierda anda como desenfrenada buscando formar un nuevo orden mundial. De manera que mezclé hechos reales con algunos toques de ficción en un intento de universalizar la obra. Le envié un primer borrador a mi amigo Alberto Pujol y le gustó. Después escribí a varias editoriales y Caligrama me respondió enseguida.  Hubo una comunicación sincera y fluida con la asesora editorial y estamos a punto de ver el resultado. El lector tendrá la última palabra, que espero sea satisfactoria.

 

4. ¿Qué tiene que tener una novela policíaca para enganchar al lector?

Credibilidad. Más allá del caso que se trate, el ambiente donde se desarrolle la trama debe ser reflejado con la mayor veracidad posible. Además, por supuesto, no se pueden perder de vista las intrigas y situaciones peligrosas por donde transita el protagonista.


5.La trama de esta novela sucede en La Habana, ciudad en la que naciste. ¿Qué visión muestras de tu país y su historia?

La Habana fue una ciudad increíble hasta mediados de 1959 cuando comenzó a fenecer para convertirse en lo que es hoy: una ruina social, política y económica. En la novela intento mostrar esa etapa de transición entre el esplendor y la decadencia. Por supuesto que hay un balance en los puntos de vista del enfoque. Unas veces prima el concepto marginal y en otras los hechos se narran como debieron suceder, en ambos casos es el Tavo o sus acólitos reflexionando a partir del mundo que los rodea.

La Habana se perdió y su composición social mutó hacia valores paupérrimos. El delito y la mentira se convirtieron en una forma de vida que atrapó la colectividad nacional que no formaba parte de la superestructura. Es decir, esa gran masa irredenta que ciñe las bases de una sociedad. No sé si algún día se pueda rescatar. El daño social ha sido muy grande

6. ¿Quiénes son los personajes y con qué características los has construido? 

Los personajes son contradictorios, antagónicos en algunos casos y en otros conflictivos. Pero te puedo asegurar que no hay ningún plano. Todos tienen sus luchas exteriores e interiores. El Tavo nació marginal y, sin que lo supiera, ya tenía un enemigo mortal en el momento de su alumbramiento: el Pury, cuyo padre fue asesinado por el progenitor de Octavio dos días antes de que este viera la luz. Gustavo, el babalao, padrino de religión del Tavo, es un tipo lleno de contradicciones que le da actualidad al relato. Toña el negro, es un joven, babalao también, homosexual, buena persona y amigo incondicional de Octavio que vive inmerso en su mundo fuera del armario, pero poniendo sus creencias religiosas sobre todas las cosas. Botaperro, es el backup (respaldo) de Octavio, una categoría de agente encubierto que no se ha dado mucho a conocer, pero que existe en realidad. También hay dos muy notables por esa época, el capitán Pablo Bermúdez y el oficial operativo Omar. Tengo que destacar dos figuras cuya construcción bordea el tono de la farsa: Emigdio Nelson Rodrigo Ríos y Camilo Lemus Torrada, son dos policías que, si no fuera por lo triste de su contenido, podría decirse que su proceder es histriónico. En realidad, reflejan el estereotipo de una suma de actitudes ambiguas, donde se destacan el oportunismo, el crimen, la mentira y otros males con el fin de escalar posiciones. Casi todos los personajes, incluso, estos dos, han sido concebidos sobre bases totalmente creíbles porque parten de la realidad. No existen buenos y malos, todo no es más que la consecuencia de una cadena de acciones. En resumen, el lector definirá con quien simpatiza o no. Hay muchas sorpresas, pero no puedo revelarlas porque no quiero exponer de antemano las expectativas de la novela.

 

7. Toda novela está poblada de un trasfondo que va más allá del desarrollo de la trama, ¿cuál es en el caso de Su propia guerra?

Exponer una sociedad que ha sido destruida por un maniqueísmo absurdo y en nombre de una doctrina tan aberrante como un genocidio. Y no solo se trata de poner al descubierto los horrores del sistema, sino también sus ideales y métodos de expansión a partir de inculcar un ridículo chauvinismo que lleva ya 61 años de ignominia y prejuicios.


 8. ¿Qué hace de esta una historia única?

La forma de contar o la narrativa, si se quiere ser pretencioso. No existe una historia única o exclusiva porque todo se ha dicho ya desde que el mundo es mundo.


9. ¿Qué te gustaría conseguir en el lector que se adentre en tu obra?

Que se sintiera identificado con alguno de los personajes o situaciones. No es difícil, todos hemos jugado alguna vez a policías y bandidos o a ser un espía exitoso. Seguramente muchos sienten curiosidad por los métodos y las leyes que rigen ese universo. Adentrándose en la novela pueden satisfacer alguna de sus curiosidades.


10. ¿Cómo recomendarías tu libro a alguien?

Cómprelo, hay cosas más caras que no dan satisfacción alguna. Léalo sin prejuicios. No tenga miedo.


11. ¿Suele servirte algún método de trabajo, sigues algún horario o escribes cuando sientes la necesidad?

Primero me documento, investigo, entrevisto, busco fuentes y datos. Defino qué voy a contar y cómo. Me cuesta trabajo comenzar. Es el controvertido miedo a la cuartilla en blanco, entonces pienso mucho en la historia. Tomo nota de frases y sucesos que se me ocurren. Después, un día, me siento y escribo un guion de 54 minutos en unas 20 horas. Claro, eso no puedo hacerlo con la literatura. Este libro ha sido para mí una revelación de que la metodología es necesaria para lograr una buena narrativa. Pensé que podía escribirlo en menos de tres meses. Estaba totalmente equivocado. Narrar no es escribir un guion, aunque el método, el estilo y las elipsis sean similares. Comencé a escribir esta obra en el 2018 y dos años después me parece que puedo hacerle modificaciones y mejorarla. Pero eso quedará ya para una segunda edición, si se produce.


12. ¿Qué aspectos de tu vida te han podido marcar como escritor?

Muchos. «Yo soy yo y mis circunstancias y si no la salvo a ella no me salvo yo», reflexionó Ortega y Gasset en Meditaciones del Quijote.

Todo ser humano está marcado por su época y la que me ha tocado vivir a mí ha sido bastante convulsa y contradictoria. Algo que todavía continúa así. De manera que, si logro escribir otras obras, también estarán definidas por las mutaciones del tiempo.


13. ¿Alguna anécdota a resaltar relacionada con el proceso creativo de esta obra?

Sí, hay varias, pero la más importante es que en medio del proceso creativo sucedió un hecho que volvió a dividir la historia de la humanidad en dos: antes y ahora, porque lamentablemente todavía no hay un después de la COVID-19. A pesar de la pandemia, aquí estamos y con toda honestidad podemos decir a los lectores que para pasar entretenido la cuarentena nada mejor que una buena lectura. Por tanto, le recomendamos nuestro libro Su propia guerra. El Tavo.

 

15. ¿Cómo valoras el proceso de edición?

Como te dije anteriormente, el guionista tiene que estar blindado para recibir opiniones externas y no ceder ante ellas. Esa fue mi actitud desde que recibí el informe editorial. Pero no fue así realmente. Desde el principio todo estuvo enfocado a mejorar la redacción sin obstaculizar el contenido. Nunca había pasado por un proceso igual, sobre todo porque se desarrolló a distancia mediante emails y herramientas de autor. El resultado me parece bueno. Yo estoy complacido, aunque falta la última palabra que es la del lector.


16. Termina la fase: Caligrama es…

…la editorial del futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario