lunes, 21 de diciembre de 2020

Dame la F. Dame la R. Dame la A. Dame la U. Dame la D. Dame la E. ¿Qué dice?, No se escucha.

 ¿Dónde estamos? Ya no lo sé.

Declaro que, para seguir el ritmo de la información, las declaraciones, las presentaciones de errores, irregularidades, declaraciones juradas de testigos, pronunciamiento de los colegios de cada estado, decisiones de las cortes, aparentes fraudes, despidos, renuncias, opiniones de los medios, TV y prensa, a todas luces inclinados más hacia un lado, etc., habría, me parece, que dejar de trabajar y dedicar a esto de las 24 horas que tiene el día, al menos 29 horas.

A mí, y lo digo con dolor porque el tema me interesa, me ha sido imposible seguir el ritmo, escuchar a todo el mundo que ha hablado, para luego sacar mis propias conclusiones y entonces, como en otras muchas ocasiones, el cerebro, quizás un poco atiborrado de información de todos tipos, tamaños, colores, al parecer para protegerse, se desconecta.

Para mí, nada conocedor, con lo poquito que he podido seguir, existió un enorme fraude y más que fraude señalo la palabra enorme. Tan grande como el que estamos acostumbrados a ver y es típico de muchos otros países.

Tengo, antes de estas, tres tipos de experiencias en elecciones.

La primera de ellas, la aprendí en el inigualable programa humorístico de la TV cubana, “San Nicolás del Peladero”, donde se trataba de reflejar satíricamente, con saña y alevosía, lo que dicen ocurrían en las elecciones de la llamada por la historiografía cubana, Seudo República.

Etapa donde, según los conocedores, parece que votaban los muertos, los fantasmas, algún que otro animal. Donde no sólo se compraban los votos, sino que se obligaba a votar a punta de pistola, donde, no todos, pero una parte de los políticos y politiqueros convirtieron la política nacional en su negocio personal, con sobradas muestras de caciquismo, regionalismo, machismo y al parecer mucho dinero.

La segunda, bueno, esas las viví en Cuba, durante el tiempo que viví allí, donde no hacía falta el gran fraude, porque las votaciones, el partido que se proclamaba como candidato, la figura candidata, los colegios e incluso los votantes, eran propiedad del gobierno. Toda la estructura estuvo siempre cuadrada, bien diseñada. No puedo asegurar que los muertos votaban, pero si puedo asegurar que personas aún vivas porque su corazón, aunque muy lento, aun latía, pero ya sin cerebros, emitieron sus votos, ayudados “un poquito” por familiares que decidían dónde poner la cruz.

Experiencia deformadora. No se hacían elecciones, las constituciones se cambiaban a gusto y conveniencia de algunos. Los llamados candidatos eran los mismos y respondían, al menos formalmente, a la misma idea.

Momentos donde no ir a votar se convirtió en un suicidio, en una autoanulación. No votar significaba quedar marcado con una “letra escarlata”, como en la película de mi novia secreta Demi Moore, que te denunciaba donde quiera que estuvieras. No votar era para los más bravos, el resto se conformaba con anular silenciosamente las boletas, convencidos de que no significaría mucho para los resultados finales. La propia ley electoral, hecha a conveniencia, preveía el ganar sin necesidad de contar las boletas anuladas “por error”.

Cuba, el país donde casi todo, casi siempre, fuera lo que fuera se aprobaba por unanimidad. Cuba, el país donde por muchos años jamás se preguntó por los que se abstenían o estaban en contra. Cuba, país de un único e irrevocable partido comunista, asegurado como una receta de cocina por la última constitución. El país que en 61 años ha tenido sólo tres presidentes, donde el primero dejó al segundo y luego el segundo dejó al tercero.

Mi tercera experiencia fue en un país capitalista, donde pensé yo que la cosa mejoraría, lamentablemente no fue así. República Dominicana, ese lindo país es pobre, aunque muchos de ellos lo imaginan rico, de bajo nivel cultural de forma general, donde los males recreados en San Nicolás del Peladero y más, se viven en realidad.

Lo de votar los muertos era lo de menos, allí votaban y quizás aún voten, los que nunca nacieron. Los votos se compran, se venden, se regalan, se cambian por comida, se entregan por favores de todos tipos, incluyendo los sexuales, etc. Sobre esas elecciones, mi asombro, lo que vi y viví, escribí mucho en mi antiguo blog “Dominicaneando”, por lo que no voy a repetir aquí todas aquellas ideas. Pueden leer y me es agradable recomendarme a mí mismo, en:

1.- La política en República Dominicana. Miki vs Papá. (17 de marzo de 2011) https://dominicubano.blogspot.com/2011/03/la-politica-en-republica-dominicana.html

2.- Elecciones Presidenciales en República Dominicana. (primera parte) (23 de mayo de 2012) https://dominicubano.blogspot.com/2012/05/elecciones-presidenciales-en-republica.html

3.- Elecciones Presidenciales en República Dominicana. (segunda parte) (26 de mayo de 2012) https://dominicubano.blogspot.com/2012/05/elecciones-presidenciales-en-republica_26.html

4.- Elecciones Presidenciales en República Dominicana, 2012. (tercera parte) (26 de mayo de 2012) https://dominicubano.blogspot.com/2012/05/elecciones-presidenciales-en-republica_9918.html

5.- Elecciones Presidenciales en República Dominicana, 2012. (final) (30 de mayo de 2012) https://dominicubano.blogspot.com/2012/05/elecciones-presidenciales-en-republica_30.html

Ahora les puedo garantizar que la imagen de un político, presidente de un partido o aspirante a la presidencia del país, encaramado en la cama de un camión, tirando gallinas o cerdos vivos a los congregados que pedían otro, otro, son reales, yo las vi con “estos ojos que tengo aquí en la punta de la nariz”. La imagen de batallas callejeras donde políticos de diferentes bandos se entran a tiro, no son películas, son una realidad cotidiana de ese agradable pueblo, al que obviamente les gustan las elecciones de cualquier tipo y en cualquier momento, porque al decir de muchos dominicanos, en esos momentos “el dinero corre y corre cantidad”.

Entonces en medio de todas estas experiencias, para mí, que siempre quise vivir aquí, aparecía la imagen de los Estados Unidos. País altamente desarrollado, país altamente influyente en el plano económico, político, militar, diplomático para el planeta Tierra. Estados Unidos, país con una constitución moderna, sólida, bien estructurada a pesar de los años que la tiene, que ha servido y sirve de ejemplo a muchísimos países y constituciones del mundo. País con un sistema político sólido, con estructuras de gobierno bien diseñadas, donde las palabras libertad, seguridad, patria, derechos, son de consumo diario y diseñan y marcan la vida práctica de cada ciudadano.

Estados Unidos el país iluminado y que ilumina a aquellos que piensan en democracias, donde las leyes son fuertes, se cumplen para todos por igual. Estados Unidos que, además, desde hace muchos años, da clases y consejos.

Pues resulta que con todo eso que existe, que no es perfecto, pero existe, hoy, para mi modo de ver y entender, está enfrentando, según muchos expertos, el mayor fraude electoral de toda su historia. Y en realidad, yo, que comencé diciendo que no puedo seguir el ritmo de lo que está pasando en cada estado, en cada corte, que llegué ayer, que no conozco al detalle absolutamente nada, que no tengo experiencias anteriores, que mi inglés en realidad me permite entender sólo la mitad, puedo asegurar que los errores, las irregularidades, los problemas, las cosas nunca antes vistas, los defectos, etc., son gigantescos, son enormes, son incalculables, son hasta cierto, no sólo difíciles de contabilizar, sino hasta de creer.

Yo no tengo ni una prueba para decir que existió el FRAUDE, no las puedo tener, el juego está a un nivel que ni soñando yo puedo entender, pero desde mi silla, con lo poquito que he podido ver y entender, no fraude, sino un ENORME FRAUDE es lo que ha existido. Y lo más inentendible de todo esto, es cómo los interesados y responsables no lo ven, no lo definen, no lo nombran y lo acaban de declarar.

Es cierto, puede ser fuerte, porque la historia ha pasado de ser una batalla política entre dos candidatos por los próximos cuatro años de presidencia, a convertirse en un análisis de la fiabilidad y confiabilidad del sistema electoral de la “gran” nación. El asunto ha pasado al cuestionamiento de estados, de leyes, de procedimientos, de políticos y gobernadores, de partidarios del partido demócrata y del partido republicano.

La idea, cosa que no tuviera mayor relevancia, ha dejado de ser por un puñado de votos para saber quién ganó o perdió, para hablarse de complot internacional, injerencia extranjera, corrupción y sobre todo traición, ya no a una persona u otra, sino a la Unión.

La idea ha cambiado radicalmente. Hasta ahora el Presidente Trump, candidato competidor por el partido republicano para un nuevo período de gobierno, que había sino catalogado con todos los adjetivos negativos que se han inventado para un humano, o sea, prepotente, mentiroso, corrupto, machista, racista, ladrón, mal marido, mal padre, hijo de una mala madre, tramposo, ahora es reconocido y nombrado “patriota” y es que esa categoría se la ha ganado porque ha enunciado y mantenido una defensa, no para él, sino para la patria, o sea, para los Estados Unidos, demostrando que ese interés es el más grande.

Si estamos de acuerdo que Trump, no necesita de ser presidente para vivir bien, que su dinero no dependió, ni depende de su paso por la política. Si acordamos que ahora mismo podría tirarlo todo a la mierda e irse a vivir cómodamente, sin la menor preocupación, creo debe tener dinero para comprarse una isla, un pedazo de un país y incluso la tan moderna idea de comprarse una parcela de tierra en la Luna. Si entendemos que precisamente su paso por la política no está basado en compromisos históricos con los “viejos” y que no parece fácil comprarlo o comprometerlo. Si reconocemos que fue sometido a un juicio político, donde los demócratas la tiraron con todos los hierros y no pudieron probarle nada, menos destituirlo o sacarlo de la Casa Blanca, entonces el fácil reconocer que, primero, se ha portado bien, sólo ha apelado a los derechos que tiene, dando paso por paso, sin violar absolutamente nada y segundo, que lo de patriota está bien ganado. Es un patriota, es un norteamericano, que está defendiendo a su país y quiere probar, a lo mejor puede, ojalá pueda, la corrupción histórica, tradicional, quizás silenciosa o silenciada por los intereses, que desde hace muchos años existe.

Precisamente el patriota, seguido de un grupo de personas honestas, también reconocidas como patriotas, quieren poner al relieve lo que pasa, lo que se domina en los pasillos de la política y lo están haciendo, aunque con eso destruyan la imagen de solidez que tiene el país, sobre todo para el resto del mundo. Ellos están diciendo, hubo un enorme fraude, que no debía haber pasado, pero que pasó y entonces hay que descubrirlo. Ahora los llamados patriotas, se han vestido de lujo, porque han dejado de ser lo que eran, para convertirse en los defensores de los mayores derechos, logros y seguridades de Estados Unidos.

Por la cuenta mía, sólo lo que he podido escuchar y ver, los llamados “errores” y las “irregularidades son:

  • Muchos muertos votaron en varios estados.
  • Estados enviaron boletas por correo a personas que nunca lo solicitaron.
  • Envío de boletas a jóvenes menores de edad que no tienen derecho a votar.
  • Personas votaron en varios estados, ciudades o colegios electorales a la misma vez, duplicando así el voto.
  • Boletas que fueron pasadas para contarse cuatro o cinco veces, lo que quiere decir que dieron cuatro o cinco veces el mismo voto a un candidato.
  • Personas que cuando llegaron a votar, ya su voto se había realizado por ellas, sin que nadie pudiera explicar.
  • Suspensión del conteo de los votos cuando un candidato ganaba y luego de una madrugada, donde se introdujeron miles de boletas por la izquierda, el ganador perdía.
  • Introducción de miles de boletas, provenientes de cajones escondidos, camionetas de carga, etc. que han quedado registrado en los videos de las cámaras de seguridad de los centros de conteos.
  • Declaraciones bajo juramento de personas que fueron entrenadas para participar en los conteos, donde aseguran que sus supervisores los conminaron a mentir.
  • Boletas llegadas por correo contadas, cuya fecha de emisión estaba fuera de los rangos de fecha permitidas por la ley electoral.
  • Boletas contadas sin comprobarse si el que la emitió, firma y sobre, era una persona real o no.
  • Estados que cambiaron las leyes de votación días antes, sin estar autorizados para hacerlo.
  • Máquinas y programas para contar votos que estaban conectadas a internet y que cuyo conteo fue cambiado de un candidato a otro que fueron utilizadas en varios estados del país. Máquinas y software que se sabe se fabricaron y utilizaron para cambiar otras elecciones.
  • Conteo de los votos en otros países, que nada tienen que ver con las elecciones norteamericanas.
  • Observadores legales, en este caso republicanos, a los que no se les dejó observar nada y no pudieron cumplir con sus funciones de garantizar la honestidad de los conteos.
  • Trabajadores de correo con cajas de boletas “olvidadas” en el maletero de sus carros.
  • La prensa y los medios de comunicación, conocedoras del caso Hunter Biden y sus “acuerdos” con Rusia, por los que recibió dinero, millones de dólares y que según se plantea su padre Biden, uno de los candidatos competidores formaba parte y sabía, ocultó toda la información antes y durante las votaciones.
  • Demócratas que ha declarado el fraude en contra de Trump.
  • Decenas de personas que han declarado bajo juramento, en varios estados del país, donde han evidenciado el mal manejo con las boletas, el permitir a votantes votar sin presentar ningún documento de identificación.
  • Votos por correo con más que evidentes violaciones.
  • Trump diciendo desde 2018, con una ley incluso firmada, que sabía que se estaba montando un enorme fraude, desde el 2018 hace dos años, por lo que llamó a las personas a votar de forma presencial, en lo que los demócratas hacían énfasis en lo conveniente de las votaciones por correo, que son precisamente donde aparecen la mayor parte de los problemas demostrados.

Entonces, si esto pasa en República Dominicana o algún país de África o América Latina, todos gritaríamos FRAUDEEEEEEEEEEEEE, sin embargo, estas mismas “irregularidades” aquí son vistas de forma diferente, lo que me parece poco explicable. Los demócratas y sus acompañantes están diciendo que no pasa nada, que ellos no saben por qué las quejas, que Trump está dando una perreta de niño malcriado, que sus seguidores, todos, son locos o mongos. Los medios de comunicación han censurado casi todo, han eliminado canales informativos, no se puede mencionar determinadas palabras, entre ellas Trump, Biden, fraude. Los organismos que se supone investiguen, han investigado poco, me refiero al FBI, a la CIA, a no ser que se están guardando el resultado para hacer un carnaval. Las cortes estatales, los gobernadores, los senadores, muchos, se ha pasado con fichas.

A mí me parece entonces que el fraude es sólo evidenciable y gozable por todos, en los países pobres, en aquellos lugares que a nadie les interesa. En República Dominicana se hace fraude, aquí en Estados Unidos son irregularidades, errores, insignificantes, que no cambian nada, que no pasan a las ligas mayores, por lo que todo sigue igual, el país sigue caminando viento en popa, no hay nada que revisar, ni dudar, menos cambiar. Y es ahí, más allá del candidato que gane, donde estaremos jodido a futuro.

¿A dónde vamos ahora?

 

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