Cualquier constitución es un papel o varios donde se recogen un grupo de ideas, supuestamente importantes, para organizar luego la vida de determinado grupo de personas en un momento y lugar específico. Es un documento hecho por los hombres, para los hombres, por lo que va a responder siempre a los intereses humanos de cada momento.
Se supone un documento general, que luego da pie a un conjunto de leyes, normas, regulaciones, que trata de organizar, hoy en la vida moderna, la vida. Siempre en su arreglo, trabajan un grupo de personas, que se supone, sean los representantes de todos los demás, porque sería imposible invitar a todos los demás, ya que el proceso de redactarla se haría interminable. Lo de representantes de todos los demás, se supone nada más.
Redactada por un grupo de conocedores ilustrados, trata de dar pie a la organización de la vida en todos sus aspectos, lo que no quiere decir que cada uno de los que vivirán debajo de ella, tengan que estar de acuerdo 100% con sus postulados.
En los ejemplos cubanos más lejanos, descontando las propuestas españolas, tenemos que, en la Asamblea Constituyente de Guáimaro, Camagüey, 1869, que dio como resultado después a la primera Carta Magna por la lucha de la independencia cubana, participaron 16 personas de las provincias Oriente, Camagüey y Las Villas, ninguno era obrero, ni campesino, menos esclavo. Todos los participantes eran intelectuales, abogados, poetas, militares, etc., unidos por la idea de la libertad. En contra, como es de suponer, estuvo la Corona Española y toda su administración en Cuba, los grandes hacendados esclavistas, los latifundistas y todos aquellos que consideraban que Cuba debía seguir siendo colonia de España.
Después de la Constitución de Baragüá, 1878, pequeño intento por mantener la lucha de independencia, ya improcedente, Cuba volvió a un nuevo intento, la Constitución de Jimagüayú, 1895, donde se trató de volver a organizar a esa parte de Cuba que intentaba seguir luchando por conseguir la independencia. En esta ocasión la constituyente estuvo integrada por 20 personas, parecidas a las del primer intento, intelectuales, doctores, abogados, aunque se habla de la independencia, no están dentro de este grupo representados aquellos jornaleros, descendientes de esclavos, negros libres, etc. Fue, como toda constituyente, una labor de personas de prestigio dentro de la sociedad cubana libertaria. Oponentes, casi los mismos que a la primera, todas aquellas personas que por intereses o sentimientos estaban vinculadas a España, más otros muchos que no entendían de guerras, muertes, etc. y que, si es cierto que ya el dominio español, no representaba sus intereses criollos, tampoco estaban dispuestos a sumergirse e invertir sus pocas o muchas riquezas en una guerra agotadora y eterna.
Luego pasamos por varias constituciones en la etapa
republicana, 1092 – 1959 y varias en la etapa revolucionaria, 1959 – hasta hoy.
Salvo en las dos últimas, 1976 y 2019, en ninguna de las anteriores, los
asambleístas y por tanto las cartas magnas resultaron como dueñas absolutas de
la sociedad cubana, menos condicionan la vida entera de un pueblo, hoy con más
de 11 millones de personas físicas en Cuba y casi 4 millones de cubanos en el
exterior, a la existencia bajo un solo partido, único, el Partido Comunista y
bajo un sistema socio, político y económico, que no puede ser cuestionado,
menos cambiado.
Jamás las constituciones dicen este documento es eterno, porque de decirlo, volverían a las etapas donde ellas no existían, por tanto, no deberían existir. Jamás, incluso en las constituciones más tontas o, por el contrario, más extremistas, se habla de eternidad, porque la eternidad no existe, porque el propio desarrollo humano, visto por el buen camino, hace que esa constitución se ponga vieja, se quede corta y al no responder a los intereses de determinados grupos, en determinado momento, tenga que ser cambiada.
Mucho se habla hoy en Cuba y fuera de ella, de la necesidad de restaurar la Constitución de 1940, última realmente votada democráticamente o al menos debajo de un sistema de derecho, conocido, aunque con muchísimos problemas, como democrático, y eso es cierto, pero alguien puede pensar que sería tan fácil como cogerla, cambiarle la fecha y ponerla en vigencia. La Cuba de hoy, no se parece para nada a la Cuba de los 40 y los 50, por lo que habría una vez más que sentarse, estudiarla y, quizás aprovechando su estructura, redactar un nuevo documento adaptado a las necesidades del siglo XXI y sobre todo de los cubanos de hoy.
Pues entonces los “faraones cubanos”, los reyes Sol, se han inventado una constitución extremadamente larga, 229 artículos llenos de incisos, por gusto. Dentro de ellos existen cuatro artículos principales para hacerse eternos en el poder, o sea, esos artículos hacen que el resto sobre. Esos artículos dicen que ellos, podrán hacer y deshacer a sus antojos, como siempre lo han hecho después de 1959 y casi cómico, es que nadie puede intentar cuestionarlos, menos tratar de quitarlos. Eternos como el Sol, los planetas, los océanos, e incluso más, porque todas estas cosas pueden cambiar y desaparecer, de hecho, cambian y desaparecen o se transforman.
Veamos:
Artículo 4. La defensa de la patria socialista es el más grande honor y el deber supremo de cada cubano. La traición a la patria es el más grave de los crímenes, quien la comete está sujeto a las más severas sanciones. El sistema socialista que refrenda esta Constitución es irrevocable. Los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución.
Artículo 5. El Partido Comunista de Cuba, único, martiano, fidelista, marxista y leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, sustentado en su carácter democrático y la permanente vinculación con el pueblo, es la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado.
Artículo 45. El ejercicio de los derechos de las personas solo está limitado por los derechos de los demás, la seguridad colectiva, el bienestar general, el respeto al orden público, a la Constitución y a las leyes.
Artículo 56. Los derechos de reunión, manifestación y asociación, con fines lícitos y pacíficos, se reconocen por el Estado siempre que se ejerzan con respeto al orden público y el acatamiento a las preceptivas establecidas en la ley.
Claro, estos cuatro artículos, que repito, tienen la intención pública y de forma explícita, nada oculta, están construido por una comisión constitucional, digamos asamblea, presidida, nada más y nada menos, que por Raúl Castro. ¿Qué se podía esperar?
El Partido Comunista de Cuba constitucionalmente es definido como único “in seacula saeculorum”, lo que en latín quiere decir por los siglos de los siglos y más, define que no se permitirá en Cuba que exista otro partido, tan siquiera ni uno tan necesario como puede ser un partido que defienda las matas de aguacate.
El articulo cuatro, juega con las palabras para pasar o meter la idea, cuando dice la defensa de la patria socialista es el deber supremo de cada cubano y no la defensa de la patria solamente, por lo que desde aquí mismo está sembrando la idea e inmediatamente a continuación define como traición a la patria como el mayor crimen, pero, ¿a cuál patria? A la primera socialista o a la segunda como sólo patria.
El socialismo en Cuba es irrevocable dice el artículo, por tanto, eterno, lo que asegura la vida eterna de sus dueños, que no por gusto fueron los mismos que redactaron el texto constitucional. De haber sido igual de eterno el esclavismo en Cuba, todavía estuviéramos importando negros esclavos desde África. Claro, de haberle hecho caso a los esclavistas, cómodos, ricos, estuviéramos todavía fabricando azúcar con trapiches movidos por bueyes y los negros seguirían siendo considerados animales que se compraban y vendían en los mercados o sencillamente tendrían que haberse conformado con nacer y morir esclavos.
Luego, antes de terminar el artículo, el autorizo. Los cubanos o la parte de ellos que sigue apoyando al gobierno de verdad, por miedo, por oportunismo, por tradición, etc., están más que autorizados a reprimir, golpear, maltratar, encarcelar, desaparecer a sus coterráneos, porque la constitución autoriza, o mejor, llama a combatir incluyendo con armas a todo el que intente cambiar lo que es más que necesario cambiar, pero para los del poder no quiere ser cambiado.
De aquí el presidente Díaz Canel sacó su mensaje u orden de combate. Es precisamente esta simple oración, así nada más, la que permite la represión desatada a raíz de julio del 2021 y que hoy se mantiene. Es más, de esta simple oración, sale la autorización, para el gobierno legal y necesaria, de crear batallones de gente de ese llamado pueblo, para reprimir a los que intenten salir a marchar nuevamente. Es tan sencillo para el gobierno, que, de esta sencilla unidad de pocas palabras, hoy exhibe a través de los medios de información a personas con palos, cabillas de acero y armas potentes de fuego, utilizadas por los ejércitos regulares en las guerras, que dicen estar preparadas para aplastar a los cubanos que piden cambio y que están anunciando una marcha pacífica y organizada. Así, como todo imperio anterior, hoy Cuba exhibe sus fuerzas, sus ejércitos, sus grupos paramilitares, primero con el objetivo de intimidar y de meter miedo. Segundo mostrando tropas autorizadas e inyectadas con ese veneno ideológico del comunismo, que puede lograr un choque sangriento, nada más y nada menos, que entre los mismos cubanos. No existe un enemigo externo, está más que demostrado que a Estados Unidos como gobierno, el histórico enemigo, no le interesa el tema de una invasión, nadie quiere anexarse a ese pedazo de tierra desbastado llamado Cuba. Hoy el enemigo a aplastar es el mismo pueblo, quizás parte de ese pueblo que incluso hasta hace dos años aprobó la constitución vigente, pero que hoy cambió, se dio cuenta y no quiere seguir viviendo como vive.
Ese partido único y comunista, por definición, está por encima de la sociedad y el Estado, entonces por consecuencia, por encima de la mismísima constitución. El partido comunista puede examinar y cambiar la constitución a su antojo o interés, no así lo contrario, la carta magna no podrá jamás por esta vía hacer nada con, ni hacia el partido comunista.
El cinco sigue definiendo que el derecho de las personas está condicionado a los derechos de los demás, definiendo de esta forma que no se admiten los intereses de grupos, por pequeños o grandes que sean, sino que se sigue apelando o ratificando aquello de la dictadura de la mayoría, concluyendo por mayoría aquellas definiciones del “proletariado”. Este artículo sigue apostando por ese apoyo, cada día menos real, cada día más ridículo, de que la revolución o el gobierno cubano sigue contando con la mayoría dentro de los millones de habitantes.
Adiós las minorías, adiós los que difieren, adiós, por supuesto, los que están en contra. No existe por el artículo cinco la posibilidad de estar en contra o al menos la posibilidad de ser reconocidos. El gobierno se inventa la mayoría y entonces habla de un bienestar colectivo, de un respeto al orden público y las leyes. Bienestar colectivo, orden público y leyes todo metido dentro del mismo sombrero de mago que el gobierno utiliza a su conveniencia.
Por otro lugar de la constitución, en el Titulo XI: Reforma de la Constitución, se declara quiénes pueden cambiar el documento y en último lugar dice que: f) los ciudadanos, mediante petición dirigida a la Asamblea Nacional del Poder Popular, suscrita ante el Consejo Electoral Nacional, como mínimo por cincuenta mil electores.
Esto ya lo vimos, ya los cubanos lo experimentamos, con el proyecto dirigido y encabezado por Payá, que si logró reunir la cantidad de firmas de ciudadanos que en aquellos momentos se exigía y que al darse cuenta el gobierno de que había ocurrido lo que jamás pensaron ocurriría, cuando detectó que eran ciertas las firmas que jamás pensaron se recogerían, pues Fidel a la cabeza, cambiaron la constitución de la noche a la mañana, elevaron el número de firmas a recoger y el proyecto pasó a nada. Paya muerto, la constitución cambiada y las firmas recogidas una a una, quedaron obsoletas, no alcanzaron para el nuevo numero propuesto. Ahora el número es de 50 000 electores que tienen, según la constitución, que elevarlo a la Asamblea Nacional del Poder Popular, o sea, la gran burla. Es como escribirle al Papa y decirle que estamos convencidos que Dios no existe, por lo tanto, le estamos proponiendo dejarlo cesante o sin trabajo. Es como pretender que en África, un colectivo de cebras, vayan a tratar de convencer a los leones y leonas para que no se las coman cuando le pasan por el lado y que se conviertan en vegetarianos.
El artículo 56, es uno de los más formales, pues reconoce el derecho a la “reunión, manifestación y asociación” siempre que se acaten las leyes, o sea, en resumen, no se permiten. Es uno de esos artículos puestos para cumplir con los formatos internacionales modernos, es entonces uno de los más descarados, porque si algo ha estado prohibido, censurado, perseguido y encarcelado es el derecho a crear una organización independiente a la que el gobierno organiza y dirige y lo de expresar idea es un chiste. Si es cierto, las ideas pueden ser expresadas para hacer apología a los dirigentes y al gobierno, de ahí en fuera, caen en el saco de problemas ideológicos y por consecuencia enemigas. No han sido pocas las personas que, durante estos últimos 60 años, han padecido abusos, discriminación, persecución, cárceles, destierros y muertes, sólo y sencillamente por expresar una sola idea contraria a lo que ellos consideran permitidas por las leyes que ellos han diseñado para ellos exclusivamente. La sola expresión de una idea de las no autorizadas lleva muy fácil a la categoría de traidor a esa parte o formato de la patria que ellos también se han inventado.
No hace falta entonces conocer más. ¿De qué nos sirve la constitución vigente? No yo, según Nelson Mandela, no sirve de nada. La constitución, mejor definición imposible es una “cascara vacía” aunque e incluso los ciudadanos la hayan votado. La Carta Magna se convierte en una camisa de fuerza que lejos de ayudar, favorecer, desarrollar, se convierte en una traba y oprime.
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