lunes, 11 de octubre de 2021

Manifestarse constituye un derecho constitucional en Cuba. ¿Pero, hasta dónde es el descaro?

El día 11 de julio, a partir de un levantamiento popular espontáneo en el poblado de San Antonio, muy cerca de la capital cubana, a lo que se sumaron otras ciudades y pueblos del país, la historia de nuestra isla comenzó a ser diferente.

Por más que el gobierno se ha empeñado en demostrar, como siempre, que esas manifestaciones estuvieron pagadas y organizadas desde el exterior y que sólo fueron pequeños grupos de “enemigos” internos que lograron sumar a miles de cubanos, que, según el propio gobierno, están confundidos, Cuba es un barril de pólvora que ha seguido reventando en pequeñas manifestaciones por el descontento sobre la realidad que se están viviendo, falta de comida, falta de medicamentos, apagones constantes, imposibilidad de resolver hasta las cosas más sencillas y que seguirá reventando en la misma medida que el gobierno paralizado no resuelve nada.

Desde el 11 de julio hasta hoy, se han seguido dando manifestaciones, protestas, cacerolazos, que, “confundidamente” piden: abajo el comunismo, abajo el partido comunista cubano, fuera Díaz Canel y Raúl Castro del poder, abajo la dictadura, la narco dictadura, la castro dictadura, etc., acompañados de los gritos de libertad y Patria y Vida.

Al parecer por los videos que se han visto, los marchantes, no parecían confundidos, ellos estaban gritando aquellas ideas que desde hace mucho se manejan en Cuba y dudo que todos fueron pagados por la CIA, los partidos y grupos de oposición que existen dentro de Cuba, el gobierno norteamericano y la “gusanera de Miami”. Se han visto muchísimas declaraciones de personas que aseguran, contradiciendo a la opinión oficial, de que ellos no están pagados por nadie.

Es bueno recordar que las protestas populares fueron pacíficas en un primero momento, las personas marchaban con sus celulares, gritando consignas, dándose ánimos unas a otras, pidiendo a aquellos que observaban desde balcones, portales y aceras que se sumaran a las marchas y en cada uno de los casos, o sea, pueblos y ciudades, el objetivo era marchar hacia los centros, frente a las delegaciones del partido comunista, etc.

Las protestas cogieron a muchos por sorpresa, a parte del mismo pueblo cubano, al gobierno norteamericano, a la nombrada enemiga gusanera de Miami y por supuesto al propio gobierno cubano, lo que hiso posible que los manifestantes avanzaran con sus objetivos, porque las fuerzas represivas, policía, seguridad del estado, militares, no tenían ordenes de qué hacer. Es cierto Cuba, por tanto, los cubanos, no estamos acostumbrados a que esto pase, las movilizaciones y marchas siempre han sido organizadas por el gobierno en favor del gobierno.

La respuesta no se hizo esperar. Díaz Canel, en su papel dual de presidente del gobierno y secretario general del Partido Comunista de Cuba, salió en la televisión y muy nervioso repitió que las calles eran de los revolucionarios y que la orden de combate estaba dada, con esto llamó a la sofocación y represión abierta contra esa parte del pueblo que valientemente salió a las calles a gritar que se han cansado de vivir como viven y quieren, después de 62 años de la misma forma de gobierno, un cambio total.

Lo que vino después también se ha visto gracias a los videos grabados por parte de ese pueblo. La policía, los militares, los miembros de la seguridad del estado, obreros y estudiantes fueron movilizados y armados con palos para obviamente golpear a mansalva, jóvenes que están pasando el Servicio Militar, llamado hoy “General”, pero que conserva su condición de obligatorio, también fueron movilizados.

Díaz Canel dio la orden directa y absoluta de reprimir y entonces las fuerzas del gobierno, ya no sé si convencidas o no, comprometidas o no, también pagadas o no, salieron en racimos, en grupos desequilibrados en número, a comerse, sin distinción, a todos los cubanos que les diera la gana o sencillamente estaban identificados como marchantes.

Tiros sin dirección, palos, tonfas, escudos y cascos, bombas de humo, etc. frente a algunos marchantes que como única arma tenían piedras que precisamente se fueron encontrando en los caminos. Algunas tiendas fueron vandalizadas y algunos carros de policías fueron virados. ¿Qué más podía hacer ese pueblo desarmado, desorganizado, que marchaba gritando consignas?

Luego, paralelamente, día a día, cuadra por cuadra, los miembros del gobierno salieron a cazar a los manifestantes, los recogieron en sus casas, sin órdenes de arresto, sin delitos. También se han visto las imágenes de 8, 10 policías arrastrando casas afuera a jóvenes, meterlos en camiones, carros de policías e incluso en carros privados o civiles. Personas arrancadas de sus casas sin que sus familiares sepan a dónde fueron a parar.

Las figuras conocidas de la oposición fueron levantadas de sus casas, hubieran participado o no, hubieran gritado o no. Muchos jóvenes intelectuales comenzaron, algunos continuaron en sus casas presos, vigilados 24 horas del día, imposibilitados a salir o recibir visitas, porque sencillamente al gobierno, sin ley, sin causa, sin delito, no le da la gana de que salgan o sean visitados.

Todavía hoy, 10 de octubre, existen miles de detenidos, algunos sin haber sido llevados a juicios, otros han sido sancionados hasta 10 años de privación de libertad con delitos inventados, sin real defensa y todavía hoy a tres meses de los sucesos del 11 de julio, se siguen, sin causa real, recogiendo personas y llevándolas detenidas.

Durante todos estos meses, los del gobierno, protagonizado sobre todo por Díaz Canel, han tratado de inventarse una versión de que en Cuba nadie fue reprimido, nadie fue agredido, no hubo golpes, ni tiros, menos heridos y muertos. El gobierno sigue insistiendo que los que salieron a defender las calles fueron cubanos “espontáneos” que apoyan a lo que ellos, ahora ridículamente, siguen llamado revolución.

Claro, todo esto, todas las intervenciones, tienen un solo objetivo, el exterior, el panorama internacional, porque sabemos que lo que piensan los cubanos al gobierno no le interesa. La medida de reprimir brutalmente al pueblo llegó a impresionar incluso a los antiguos amigos internacionales y el gobierno, sobre todo la figura de Canel más desprestigiada no puede estar.

Díaz Canel se complicó al públicamente dar la orden de reprimir. Los represores, hasta esos momentos contenidos, se desbordaron. Les habían dado una patente o licencia para matar.

A los pocos días, inexplicablemente para cualquier lógica, Canel aparece como invitado especial del presidente de México para participar en las celebraciones de la independencia de su país.

Objetivo. Lavar la imagen del presidente cubano. La intención entre colega puede haber sido buena. Nada mejor que un presidente electo democráticamente, reconozca frente al mundo a un homólogo.

Resultado. Fatal. A pesar de haber sido oficialmente invitado, Canel y el propio presidente mexicano, recibieron una gran repulsa. Muchos mexicanos, periodistas, senadores criticaron al segundo, al primero le dijeron que no era bien recibido y lo conminaron a largarse. Si, a largarse.

México, sede de la reunión anual de la CELAC, momento donde a Díaz Canel le dieron con el sartén, la escupidera y con todo lo demás que sirve para golpear. Varios presidentes, mirándolo a la cara, le dijeron dictador, asesino, frente a lo cual, Canel, casi al borde del ataque de nervios, respondió, una vez más, con unas palabras ridículas, las mismas que siempre utiliza el gobierno cubano para victimizarse y esconder sus problemas dentro de las acciones o no acciones de otros. La transmisión en vivo por la TV cubana, en el preciso momento en que algunos presidentes atacaron a Canel fue cortada y sacada del aire, para evitar de esta forma que el pueblo cubano, sentado frente a la TV, pudiera consumir lo que le estaban diciendo a su presidente.

Por menos que eso, con un poco de honor, a Canel le quedaban dos únicos caminos: darse dos tiros por si el primero fallaba o renunciar, montarse en un avión y desaparecer como Camilo o pidiendo VISA quizás en Corea del Norte.

Pero no, el miedo a tener que pagar, porque no es valentía, lo hizo regresar y establecer dos estrategias: por un lado, discursos democráticos con palabras lindas, limpiezas de imágenes, movimientos en secretos de las fichas que tienen en el exterior, incluyendo dentro de los propios Estados Unidos, creación de imágenes bajo inconmensurables mentiras sobre la tranquilidad que existe en Cuba y del enorme apoyo popular con que hoy, más que nunca, cuenta la revolución y por otro lado el aumento sistemático de una brutal represión, ahora con las llamadas “técnicas profilácticas” de las cuales Fidel Castro fue un experto.

Apagones constantes, corte, recorte y más recorte del servicio de internet, bloqueo de las cuentas de aquellas personas que ellos consideran peligrosas, reuniones para meter miedo, intimidar, chantajear, prisiones domiciliarias a muchos que, sin haber cometido delitos, ni haber sido sancionados por algún tribunal, están confinados dentro de sus casas, búsqueda y captura, más incomunicación de muchas de las personas reconocidas como líderes en contra, pero además intelectuales, artistas y ahora, otra vez, la deportación de algunos, o sea, VISAS y pasajes bajo intimidación y fuerza, para que muchos no estén más dentro de Cuba.

El gobierno y sus más destacados funcionarios se muestran preocupados por cualesquiera cosas que pase fuera de Cuba, da igual la noticia que una mujer parió trillizos en Australia, o que ha aumentado a nivel mundial el número de personas intolerantes a la lactosa o que no puede comer gluten, o que lamentablemente murió asfixiada una ardilla en Lincoln, mientras trataba de comerse una semilla de aguacate. No importa, la idea es desviar la atención y envenenar la opinión de esos doble pensadores dentro de Cuba.

A pocos días después de los hechos del 11 de julio y en medio de la enorme represión, nunca vista en Cuba, en el mismo momento en que las fuerzas de la policía, la seguridad del estado, se encontraban llevándose detenidos sin tan siquiera orden alguna, el gobierno envía a tres funcionarios, relacionados con las leyes y los juicios a dar una conferencia de prensa para, con un enorme manejo de tecnicismos, limpiar la imagen de las leyes, los procesos, los juicios, las sanciones, etc. Cada funcionario con un guion bien redactado y orientado trató de limpiar la imagen del Estado y el gobierno y por supuesto para justificar el procedimiento en algunos casos, apelaron a lo de siempre, la comparación con otras leyes, procesos, etc., en otros países del mundo, como para decir que Cuba no estaba haciendo nada fuera de lo normal. Un circo bien montado para un país donde la opinión del gobierno, no se cuestiona, por lo que los payasos pueden decir y hacer los chistes que les vengan en ganas.

Dentro de esas asquerosas maniobras, hay que destacar por su incoherencia, la intervención pública del Presidente del Tribunal Supremo, Fiscalía General y Bufetes Colectivos de la República de Cuba, el sr. Rubén Remigio Ferro, quién sin el más mínimo escrúpulo, en medio de arrestos, golpizas, desaparecidos temporales, etc., dio una conferencia de prensa para analizar o dar a conocer al mundo, ya dije que los cubanos no importan, los artículos de la constitución cubana que se refieren a la libertad de expresión.

Es bueno destacar que, al menos para mí, la constitución para los cubanos, más allá de estudiosos y profesores, tiene menos importancia que un libro de recetas de comidas. En estos 62 años siempre ha sido así.  La constitución es algo que no conocemos, no utilizamos, no sabemos para qué sirve y no nos importa. El gobierno tiene una Carta Magna tal como yo tengo un solapín o identificación de mi trabajo tirado en algún lugar que no utilizo, ni me sirve para nada.

A la cara, sin escrúpulos, sin salto en el estómago, que es algo más que ser mentiroso de oficio, sin el menor rubor y enviado por el gobierno, con el guion que tenía que seguir, este personaje afirmó lo siguiente que reproduzco textualmente:

“Las opiniones diversas, incluso de sentido político diferente al imperante en el país, no constituyen delito. Pensar diferente, cuestionar lo que se está haciendo en sí mismo no constituye delito. Es más, manifestarse más que constituir un delito constituye un derecho constitucional de las personas. La libertad de opinión, la libertad de prensa, de creencias incluso de filiación política e ideológica, es no constituye delito. La cuestión aquí no ha estado en irse a manifestar, algunas de las inconformidades van por ahí, no sé si tendrán razón o no”.

Yo me quedo sin ideas y por supuesto sin palabras, cosa que en mí es bien fuerte.

No sé exactamente qué puedo decir después de esta afirmación. Dejo a cada uno de mis lectores, que puede tener diferentes edades, sexos, inclinaciones políticas e ideológicas, incluso pueden tener posiciones, más o menos radicales que les mías, que lean varias veces esta afirmación, que ha sido copiada aquí por mí textualmente de la intervención de este funcionario y díganme qué se puede pensar.

Los cubanos salieron a la calle de forma espontánea, nadie ha podido probar que estaban pagados y lo de pagados tampoco cambiaría lo que pasó, sólo les pudiera cambiar la denominación de “enemigos gusanos” a “enemigos mercenarios”. A continuación, el presidente del gobierno y máxima autoridad del partido comunista dio la orden de reprimirlos, de pasarle por arriba. Eso ha desatado hasta hoy centenares de detenidos, desaparecidos temporalmente en la misma medida de que han sido sacados de sus casas y llevados a centros de investigación, muchos de ellos no convencionales o conocidos por la población en general, muchos sancionados hasta a 10 años de privación de libertad. Mujeres jóvenes separadas de sus hijos, menores de edad detenidos, golpes, heridos. Y este funcionario asegura frente a las cámaras y grabadoras de los periodistas, sobre todo extranjeros, que, en Cuba, ha sido y es en la actualidad un derecho emitir criterios diferentes a la oficialidad e incluso manifestarse públicamente.

¿Alguien puede ayudarme a entender?, ¿Cuántos serán los culpables el día del juicio final?, ¿Por dónde habría que colgar a este tipo?




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