sábado, 22 de julio de 2023

519.- Recreación recreativa, creatividad recreacional, recreactividad, crearecreacióntiva en Cuba.

Acabadito de llegar de Europa, por donde dicen que estuvo bailando con la Machi, ella siempre lo sigue porque sabe que el tipo es un “gran bailarín”, y tiene miedo perderse el baile, el Sr. Díaz Canel, se encontró que la Asamblea del Poder Popular, o sea, “nuestro” parlamento, estaba sesionando en diferentes comisiones de trabajos.

Obviamente como en Cuba todo funciona bien, los problemas están todos resueltos o casi ninguno existe, porque la estabilidad política, económica y sobre todo social es lo que prima, el “Díazka” como también le llaman los revolucionarios, se fue a “trabajar”, o mejor entretener, porque en realidad hay muy poco qué hacer, a la comisión que estaba trabajando sobre la recreación del pueblo cubano. Pensó, creo yo, que se aburriría en la comisión que estaba trabajando sobre economía, donde se discutía sobre los salarios, las ofertas, tampoco le llamó la atención la comisión que discutía sobre agricultura, porque en esa rama si estamos lidereando al mundo y se dedicó a hablar de la vida espiritual, al final él venía de bailar en Europa.

Debo decir, sobre lo cual quedé asombrado, que una persona con la que converso con frecuencia me ha dicho que el Díazka es un hombre de gran espiritualidad, que está muy preocupado por el espíritu y con ese prólogo me dediqué a escucharlo para que no me lo cuenten.

El Sr. en parte de su intervención, la más importante y significativa, con esa voz de seguridad que lo caracteriza, dijo textualmente:

“No podemos esperar a resolver los problemas económicos para trabajar con la espiritualidad de las personas, porque si dejamos que los problemas económicos nos aplasten, si no le arrancamos un pedacito todos los días, si dejamos que los problemas económicos nos den una sensación de agobio y no trabajamos la espiritualidad, terminamos vencidos”.

Esto es demasiado concluyente, el asunto del gobierno, en boca de la persona que ocupa la presidencia, es trabajar con la espiritualidad. Es eso y no la comida, la ropa, la atención en todos los ámbitos o sectores, la basura, los baches, los derrumbes, la insalubridad, la oscuridad provocada por apagones de noche, incluso la oscuridad por apagones de día, lo que hay que reforzar en Cuba.

La espiritualidad de un pueblo que, no se mide, no se toca, no se puede pesar, no se puede envasar, que nadie sabe, o sea, el mismo pueblo que la necesita, según el presidente, sabe qué cantidad de espiritualidad le toca o puede vender, intercambiar o almacenar.

Es llamativo que ahora, a un pueblo que, durante 60 años, no sólo se le destruyó la espiritualidad que poseía, porque se llegó ha hablar mal de espiritualidad en el momento que sólo se habló de materialismo dialéctico y la materia, y cuya espiritualidad se transformó únicamente en una ideología marxista leninista, se retome esta idea, el desarrollo del espíritu.

Es llamativo porque durante todos estos tiempos, Cuba necesitó obreros impensantes, repetidores, donde hasta los “maestros del espíritu”, digo los artistas, los poetas y escritores y los religiosos, ya fueran líderes o seguidores, que trataron de hablar de espíritu, fueron censurados, reprimidos, apartados.

Más adelante en su dinámica intervención, el Díazka dijo, ahora en su verdadero hablar cantinflesco e incluso contradictorio, sigo copiando textual:

“Lo de nosotros es victoria y que cada victoria genere otra victoria y para eso hay que tener espiritualidad y una de las cosas que contribuye a la espiritualidad a fortalecer la espiritualidad, los sentimientos y las emociones, las relaciones entre las personas, precisamente son las actividades que puedan estar alrededor del ámbito recreativo, por tanto, es una prioridad, es algo importante que tenemos que hacer. Yo creo que no se puede tratar de resolver con la recreación las insuficiencias y las carencias que provocan en nuestra población otros grupos de procesos”.

Haber, esto me es complicado de explicar, sin caer yo mismo en la repetición y en el cantinfleo.

El amigo que estuvo bailando en Europa y estoy convencido que pasó por la ciudad holandesa de Amsterdam a meterse lo que las personas se meten en Amsterdam libres de pecados, se bajó del avión y dijo, Cuba es un país donde se vive de victorias en victorias, donde cada victoria, así como con la facilidad y sobre todo la cantidad con que paren las conejas, pare otras victorias y que esas victorias, únicas y multiplicadoras, se basan en la espiritualidad. Para no llevarlo recio, se pasó y merece, tal como dicen los reguetoneros, “darse un respetón”.

Lo de este hombre no tiene precio, su capacidad para crear absurdos es incalculable, recuerden que de este mismo cerebro salió lo de “la limonada es la base de todo”. Ahora, imagino que bajo los efectos de lo que se trajo de Amsterdam, tratando de demostrar su cultura, les recuerdo que está acusado de bestia, habla de temas sociológico, psicológico, filosófico, humanista, porque es capaz de llamar la atención no ya sobre el pensamiento concreto del ser humano, o sea, ese que permite nombrar y reconocer los seres y objetos que podemos tocar, ver, oír, oler, notar, etc., sino que se eleva y va al pensamiento abstracto, aquel que nombra ideas o sentimientos que el hombre no puede percibir a partir de sus cincos sentidos y le permite la creación de ideas originales o plantearse situaciones que lo ayuden a anticipar posibles escenarios, procesos, etc. El tipo habló de espiritualidad. Es notorio que, en el caso de Cuba, ni las mujeres con su llamado sexto sentido, ese que las hace únicas, irrepetibles, capaces de dirigir todo, incluyendo a los hombres, pueden ver desde el punto de vista concreto lo que se tiene.

El Sr Díaz Canel definió que para esas victorias a los que todos deberíamos estar ya acostumbrados, hay que tener espiritualidad, libras de espiritualidad, kilómetros de espiritualidad, olores, sabores, colores de espiritualidad y para los que duden aun, esa espiritualidad se logra con las actividades recreativas y para no torturarlos, los interesados vean la intervención, comenzó a enumerar aquellas actividades recreativas que se debían hacer en Cuba para casi, como es posible en ese cerebro, llegar no sólo a poseer, sino a exportar espiritualidad, ahora que tantos dólares se necesitan y no aparecen.

Quisiera decir que he vivido fuera de Cuba en dos países diferentes, casi en tres, Texas, por ella misma, se considera una nación y puedo asegurar que ese pequeño país debe ser el que más se reúne, para reunirse de nuevo y acordar una nueva reunión, con el único objetivo de traducir la realidad, de dar una idea para que luego los reunidos repitan. Es tan prepotente el gobierno que se siente capaz de analizar desde un monologo para crear un estado de opinión que sabe que luego se va a repetir.

Tal como dijera Reynaldo Arenas, la propuesta o actividad del gobierno cubano desde siempre es “inocular el veneno dentro de las personas y luego dejarlas solas, porque esas personas van a crear su propio veneno y el gobierno ya no es el culpable”. La propuesta del gobierno desde esta óptica ha sido siempre enfermante, donde, según el mismo Arenas, “tenemos que dejar de sentir la mitad nuestra para sentir la mitad del otro, terminando por absorber la mitad de sus miedos y manías”. Ahora, la idea central a repetir es la búsqueda de la espiritualidad, de la recreación y así, como siempre, una vez más, mantenernos entretenidos, quizás con una idea que alguien bajo los efectos de lo que algunas personas se meten en Amsterdam sin pecados, le contó al Sr. Díaz Canel en la barra o el baño de un bar.

Ahora el gobierno en boca de su presidente repito, señala que la recreación del pueblo es una prioridad, algo importante que, en medio de todo, se tiene que hacer. ¿Prioridad?

Donde sí me “rompió los pines”, otra frase muy popular cubana hoy día, fue cuando en la misma idea, a pocos segundos de estar hablando, casi como un punto y seguido, el presidente de ese gobierno dijo, “Yo creo que no se puede tratar de resolver con la recreación las insuficiencias y las carencias que provocan en nuestra población otros grupos de procesos”.

O sea, Canel, ¿Te peinas o te haces papelillos? Es la recreación importante, ya casi me tenías convencido en la primera parte de tu intervención, pero ahora, así como si yo me estuviera tomando una limonada, me dices que no se pueden resolver con recreación las insuficiencias y carencias.¿ La recreación es una actividad priorizada e importante dentro del gobierno, que será capaz de resolver la espiritualidad con la que se han alcanzado y alcanzaran las tantas victorias o la recreación, que en el caso cubano hoy, lamentablemente, se reduce a conciertos, ron y perreo, un poco de playa y Sol, es una mierda que no resolverá nada? , ¿Cuál de las dos ideas debo seguir para seguirte, porque ellas van a diferentes caminos?

Este tipo, quemado por su incapacidad, impopular por su falta de liderazgo, por sus fracasos, por sus meteduras de patas, no tiene nada qué decir, frente a un pueblo que está esperando ver hoy el primer cambio de forma estable que les resuelva, no ahora el pensamiento abstracto, sino el pensamiento super, hiper, mega concretísimo.

Recreación recreativa, que resolverá la espiritualidad y las victorias, al mismo tiempo que no resolverá nada. Que locura.

miércoles, 19 de julio de 2023

518.- El silencio y la paz. (Cuarta Parte)

Bueno, tuve que parar lo de las partes de este tema, porque el cuento de la última visita a una iglesia con mi madre no podía esperar. Ahora retomo lo de la paz como solución a los problemas de Cuba, que de paz tiene poco.

La última muestra grande de no paz, porque las pequeñas existen todos los días, de no reconocimiento, de ofensa, de represión, fue hace dos años cuando el presidente cubano, el Sr. Díaz Canel, dio públicamente una "orden de combate" y sacó a parte de su ejército, a la policía, a civiles dotados de armas, rústicas, pero armas, para reprimir y aniquilar a una parte del pueblo que salió a manifestar, de forma pacífica, su inconformidad.

 

Es de reconocer para los suspicaces que dentro de esas protestas se coló algún delincuente, cosa que pasa en cualquier movimiento masivo, pasaba en los carnavales con carteristas y rescabuchadores, pero las protestas no eran de delincuentes y no pedían delincuencia. Las protestas no pidieron entreguismo, no alentaban o pedían la invasión norteamericana, no eran en inglés, es imposible que cada uno de los que marcharon recibieran dinero. Las protestas en su mayoría no pedían arroz, frijoles, bistec y papas fritas, sobre lo cual también se hubiera tenido derechos a protestar y pedir.


Las marchas en su mayoría pacíficas y espontáneas, lidereadas por mayoría de jóvenes de ambos sexos, pero también por abuelas, niños, de todos los colores que tenemos en Cuba, lo que llama la atención porque la revolución dijo que se hizo para liberar a los jóvenes, a la mujer y sobre todo a los negros oprimidos, pedían libertad, abajo el gobierno comunista, abajo el presidente, con todos sus apodos populares incluidos, abajo el partido comunista, no más patria o muerte, queremos patria y vida. Abajo Raúl Castro y abajo Fidel Castro, lo que me parere exagerado, porque Fidel hace años ya murió, ya estaba abajo, pero el pueblo o esa parte, expresó de esa forma lo que verdaderamente cree y quién es uno de los verdaderos culpables de la realidad que se vive.


Orden de combate, así explícita, para liquidar a un pueblo. Violencia, palazos, tonfazos, tiros, detenidos tal como se carga a un animal, presos bajo largas sanciones por sólo marcha y gritar consignas. Como siempre, una vez más, acusaciones de mercenarios, enemigos, gusanos, para linchar. Golpes a mujeres, jóvenes, sin distinción. ¿Se puede observar la paz en esas acciones?, ¿El gobierno y sus tentáculos, incluidos los militares, demostraron estar a favor de escuchar, analizar, dejar expresarse, busca soluciones, incluso cuando ellas impliquen el cambiar algo o todo dentro del gobierno? Lo que ha primado y prima es la fuerza, desde aquella frase repetida y repetida de “que se vayan, no los necesitamos”, haciendo alusión a los que estaban en desacuerdo, hasta la de hoy, que dice las “calles son de los revolucionarios”, que no deja cabida a otro cubano que pueda pensar diferente. En Cuba, desde siempre, hoy más que nunca, eres revolucionario o eres traidor. No existen términos o posiciones diferentes.

 

Entonces, lamentablemente, no hemos aprendido sobre la paz. Creo que ella no ha estado en nuestras vidas desde hace muchos años, quizás siglos, pero menos, muchos menos en estos últimos años. La posibilidad de entendernos, de comunicarnos, de intercambiar criterios opuestos, de pedir lo que consideramos que es justo, de demostrar lo que nos conviene, fue totalmente exterminada. Se impuso, lamentablemente, una sola idea, aunque muchos se cansaron de pronosticar el fracaso. Se impuso no por la paz, no seamos mentirosos, sino por la violencia, una sola forma, única y excluyente, aunque muchos se cansaran de oponerse y dar otras ideas.

 

¿Cómo entender que los cambios que se necesitan, que, por mi cuenta, son todos, porque todo está mal, porque nada funciona, pueden venir por el camino de la paz?, ¿Tenemos en Cuba un gobierno reflexivo capaz de escuchar?, ¿El gobierno está dispuesto a entender que fracasó, más de 60 años son suficiente para demostrarlo, y ceder su posición para que otros vengan a tratar de hacer algo diferente?

 

Tal como dijera Joan Manuel Serrat, hemos llegado al momento inmóvil donde, así como por arte de magia, vivimos “como si se tratara de una pesadilla de la cual tarde o temprano despertaremos. Espectadores y victimas parecemos esperar que nos salven aquellos mismos que nos han llevado hasta aquí”. Por nuestra incapacidad, imposibilidad o comodidad, estamos esperando que el gobierno, en un arranque de modestia, entrega, desinterés, buena voluntad, se retire él solo.

 

No seamos ilusos, ingenuos, anormales o descarados. No podrá existir la paz entre un pueblo, o al menos, una gran parte de él y un gobierno que está plantado en sus fracasos, cuya única solución que da es al que no le gusta que se vaya. No puede haber paz frente a un gobierno que repite y repite que hay que sacarlo, porque no se van a ir por las buenas, mucho menos por “cancioncitas opositoras de mal gusto”.

 

Vuelvo a repetir que no estoy de acuerdo con la guerra, vuelvo a repetir que no fui capaz de coger un fusil y alzarme en mi Sierra Maestra, creo recordar que mi última acción de violencia física fue en secundaria básica, quizás con 13, 14 años, vuelvo a repetir que no creo que la solución esté en una invasión militar armada de una súper potencia, a no ser que se llegue en Cuba a la matanza masiva de la población, pero de lo que si estoy seguro es que cantando canciones llevamos más de 60 años y el gobierno sólo lo que nos ha dado es palos.

 

Creo que pudiera existir una solución pacífica, o sea, aquella de bracitos cogiditos, cancioncitas de amor y personas repartiendo meriendas, si, quitando a los niños, a los ancianos, a los incapacitados al menos gravemente físicos o de cerebro, Cuba logra poner en la calle a 6 millones de personas a la misma vez. Pudiera existir la paz, si del Cabo de San Antonio a la Punta de Maisí, se despliegan, sin retorno, más de la mitad de los cubanos en la calle. Entonces hablaríamos de una acción pacífica, que disfrace la violencia para tumbar y sacar a un gobierno. Pero eso, amigos, lo veo imposible, al menos hoy. La gran marcha del 11 de julio de 2021, y digo grande porque lo fue, fue totalmente aniquilada, sobre todo, porque al día siguiente, uno a uno, casa por casa, se fueron a apresar a parte de los participantes, muchos de los cuales hoy cumplen largas condenas en cárceles del gobierno.

 

El gobierno cubano, no sólo ha manifestado, sino ejecutado, su incapacidad e interés de conversar con alguien y de aceptar la más mínima variante que lo cuestione, menos que lo haga dimitir. El gobierno cubano, como buena muestra de totalitarismo, está acostumbrado al poder absoluto y a eso es difícil renunciar. Al gobierno cubano le fue, es y será más fácil reprimir, encarcelar, hacer desaparecer y paralelamente “venderle” el país a cualquier otro inversor que no sea el mismo cubano.


No existe la opción de paz, ni las conversaciones pacíficas, ni las carticas, ni las tribunas, ni los reclamos, ni las críticas de los cubanos "de adentro y fuera", menos las de organismos e incluso gobiernos extranjeros, porque el gobierno cubano es sordo y ciego, además de descerebrado.

 

Batista, no perdió una guerra, Batista no cedió el poder y se quedó a construir una Cuba nueva, Batista huyó con su familia y parte de su gobierno, inaugurando un camino de huir que hoy tiene más de 60 años en uso.

 

No creo en que una guerra sea la solución, el pueblo de Cuba, ha demostrado que no es guerrerista, quizás como lo son otros pueblos y que nuestra capacidad de rebeldía nacional, que es más que la rebeldía personal, está muy debilitada, pero por la vía de la paz que hoy los pacifistas modernos están anunciando, tendremos a ese gobierno por 64 mil milenios, como bien dice la horrible canción que ellos mismos se han hecho para su exclusivo disfrute. Díaz Canel se pondrá viejo o se achicharrará y entonces a dedo dejará a su sucesor, quizás su hijo, un amigo de la infancia o un militar de confianza. Métodos que han primado en ese país hasta hoy mismo que escribo. Si alguien está interesado en contradecirme, estoy dispuesto a escucharlo. 


Yo no tengo la solución. Yo, quizás menos que alguien, pero de lo que si estoy convencido es que la paz, las cancioncitas, las manitos cogidas, no van a funcionar hasta que no seamos capaces de sacar sin regreso a sus casas a 6 millones de personas.

 

Como ejemplo les dejo la historia de lo ocurrido en China, en la Plaza de Tiannamen en 1989, cuando el gobierno comunista chino le pasó los tanques por arriba en un amanecer a las personas que allí estaban pacíficamente manifestándose, lo que ocasionó centenares de miles de muertos y heridos, obviamente manifestantes que el mismísimo partido comunista chino llamó delincuentes y enemigos, el mismo esquema. Pero seamos sinceros, qué nos importa los chinos, nada, lo único importante para los cubanos, es que el gobierno que estaba encabezado por Fidel Castro, el mismo que puso a dedos a Raúl Castro, el mismo que puso a dedo a Díaz Canel, todos bajo el mismo partido comunista, todos bajo el mismo lema de “socialismo o muerte”, fue el primero en felicitar al gobierno chino por la “sabia” decisión. Esa forma de actuar sigue presente en la Cuba del 2023, no lo duden.

 

 ¿Paz?

martes, 18 de julio de 2023

517.- No puede ser que esto me esté pasando.

 Cuidado. Este artículo contiene palabras y contenidos para adultos. 😁😂

Mi madre tiene casi 80 años. Ella está aquí ahora en San Antonio, pasando una linda temporada con nosotros, lo que creo que es una suerte, quizás muchos de mis lectores no tengan ya esta oportunidad. Es una suerte para continuar nuestra relación e inevitablemente, por un asunto, quizás de mi personalidad e interés, pasar análisis sobre nuestros pasados, que quizás para muchos parezca una especie de tortura y no es eso, es sólo un repaso.

Debo aclarar que mi madre ha llegado a esta edad con una salud de hierro, no tiene o padece de ningún problema físico crónico grave y las pastillas que le veo tomar, son esas de mantenimiento, o sea, aspirinas, Omega 3, vitaminas, etc. Por lo que de momento nos estamos ahorrando, en tiempo, preocupaciones y obviamente dinero, el tener que visitar a un médico todos los días o aquellos lamentos de me duele aquí, me duele allá.

Luego para colmo de bienes, su cerebro está intacto, ahora no sé si a pesar del mucho estudio por el poco uso en realidades complicadas, una suerte de la naturaleza o la carne de res últimamente comida. Su cerebro constantemente está en producción, evaluaciones, asombros e inventos. Lo que es también una suerte, porque la idea de luchar con alguien que ha perdido el cerebro es de las cosas más fuertes y tristes que le puede pasar a alguien. Sigo pensando, cosa que hago desde joven, que cuando el cerebro no existe, o sea, la capacidad de pensar abandonó a la persona, lo de la vida es más que todo un egoísmo de los acompañantes.

En esta linda temporada, mi madre, me ha impulsado a visitar diferentes museos, bibliotecas, parques e iglesias, sabiendo de mí apego aún al tema cultural, arquitectónico, social, etc. Soy un buen acompañante para estos temas. Entonces me es obligatorio decir que, medio convencido y medio obligado, medio alegre y medio jodido, me he dispuesto a pasear y visitar, entre otros lugares, algunas iglesias de mí ciudad.

Me gustaría decir que mi madre, para no hablar ahora de otros familiares, fue una de las personas más antirreligiosas de todas las religiones que yo conocí. Crecí entre profesores de historia, marxismo leninismo, militante del partido comunista de Cuba, donde lo único que escuché fue hablar mal, a veces muy mal, de la religión. Crecí en una familia ultra atea, donde además de la religión ser el opio de los pueblos, era un enemigo para combatir diariamente.

Creo que de haberse sólo medio que anunciado hacer desaparecer las iglesias de Cuba, mis dos padres, hubieran sido de aquellos cubanos revolucionarios que hubieran ido a destruir con mandarrias, con las manos, quizás con algo de dinamita, todas las iglesias cubanas. Una petición, un recadito, un deseo o sencillamente una sugerencia, por aquellos años que cuento, era una orden.

Crecí escuchando que todos los curas eran unos descarados, muchos homosexuales, demagogos, aprovechados y que las monjas, además de tener problemas personales que las llevaban a cumplir su misión, eran en realidad muchas, unas descaradas y/o putas. Que los conventos e iglesias estaban llenos de los fetos humanos de los abortos que ellas se hacían. ¿Qué decir de las religiones afrocubanas, aquello de santería, paleros, abakua, etc.? Todo aquello no era más que un retraso, un oscurantismo, religiones de negros incultos, etc.

Tengo el gran recuerdo de que mi padre, gran trabajador con las manos, tan pronto algo le salía mal o se daba una cortada o golpe, se cagaba en Dios, cosa que heredé con mucho orgullo. Orgullo de pararme del lado de la ciencia y considerar todo aquello religioso, de cualquier denominación, como un atraso de gente “inculta”. Orgullo de pertenecer a un grupo familiar de avanzada. Orgullo de imitar a mi padre, de repetir sus enseñanzas teóricas y prácticas, de las cuales hoy todavía tengo muchas. Una de ellas es seguirme cagando en Dios, a pesar de lo que he estudiado y aprendido en el terreno práctico de la vida, valoro y respeto a las religiones y a los religiosos. Creo que lo hago, ya no por estar en contra, sino como homenaje y recuerdo a mi Viejo. Cagándome en Dios, lo traigo a mis días y luego siempre me sonrío, porque lo vuelvo a ver.

Pues entonces en esta vida en San Antonio, hace pocos días, mi madre me confesó seriamente, yo manejaba, que ella había recuperado la fe. Debo reconocer que sentí mareos y tuve que agarrarme fuertemente del timón del auto, para evitar salirme de la calle. Creo que esas confesiones, tal como se dice, que lindo está el día hoy, deben escoger otro momento, algunas personas sensibles, como yo, podemos tener reacciones inesperadas.

Pues sí, mi madre ha recuperado su fe, aquella que siempre viene anunciada, con una justificación casi infantil, de que se estudió en un colegio de monjas, se hizo la primera comunión, etc., eventos ocurridos hace más de 70 años, de los cuales antes nunca se habló. Ahora mismo no sé si se ha recuperado seriamente una fe que lleva a creer en algo como solución para todo en la vida o es que al no tener de dónde agarrarse, cuando ya no hay nada que defender, menos imponer, entonces lo que siempre queda es “recuperar la fe”, tal como se agarra un ser humano en el medio del mar a un pedazo de madera que pasa por el lado. Pudiera ser Dios, precisamente ahora, nunca mejor, esa tabla, aunque en medio de la tierra.

Bueno, visitas a iglesias. Este domingo, o sea, hoy, me dispuse. Tan pronto parqueé y caminé hacia el lugar, me vestí de ese hombre medio culturoso y medio educado y sabiendo lo que me voy a encontrar, comienzo a sonreír, dar los buenos días, desear buenos momentos, etc. Casi arrastro a mi madre, ella con su cerebro intacto, camina lento.

Soy lo suficientemente grande y gordo como para que cree un espacio al trasladarme imposible de obviar, así que, todo el que me queda al frente o me pasa por el lado me saluda. No creo que sea por una distinción especial, sino que el saludo agradable, la amplia sonrisa y el agradecimiento por llegar, es lo típico de estos lugares, en realidad, es lo típico aquí en todos los lugares. Cosa que siempre le digo a mi madre: Ojo, nos están dando las gracias por venir. ¿Esto no te parece extraño para nuestra cultura de estas últimas seis décadas?

He logrado, a golpes de ejemplos, que ella entienda que puedo ir en short, estamos en Estados Unidos y a nadie le llama la atención, el short forma parte de nuestras vidas. Las iglesias no son salones de protocolos de gobierno, donde se evalúan a las personas por su vestir, son lugares para el pueblo común. Nadie va en guayabera.

Para mi gusto, cosa que me ha pasado en otras muchas ocasiones, llevaba puesto en este momento un pullover negro que en letras grandes en color blanco dice “AC/DC. Back in black”, haciendo alusión a un disco del famosísimo grupo de rock, letras que en mi cuerpo inevitablemente aumentan de tamaño, por suerte, la tela estira y cuando hicimos la primera parada dentro de la iglesia, nos dirigimos a la mesita clásica que siempre existe. Yo, con tal de cogerle algo de gratis a la iglesia, para tomar agua, mi madre, enemiga del consumismo, para tomar un vaso lleno de café americano, al que me pidió, por favor, que le agregara crema de leche, puro capitalismo, todo gratis obviamente.

La persona de la iglesia que nos atendió, una mujer joven de unos 40 años, siempre sonriendo, me celebró el pullover, me dijo que le gustaba, lo que me hizo contarle a mi madre, la persona habló en inglés, que esa persona, funcionaria de la iglesia me había celebrado un pullover de rockero, música consideraba por años en Cuba como de herejes y que además, ella, trabajadora de una iglesia, funcionaria en su giro como lo fue mi madre en el suyo, me había comentado que estaba casada con un hombre que tocaba trompeta en una banda de rock fuerte. Mi madre me miró con cara de que aquello rompía con todos sus esquemas.

Paseítos y más paseítos por el gigantesco salón de entrada. Ella, fotos a diestra y siniestra, quedando asombrada por encontrar uno o varios bebederos con agua muy fría, un lugar para niños, regalos, pantallas, luces, etc., hasta que decidimos, en realidad decidí, entrar al salón principal para ocupar nuestros asientos.

Como todos estos actos, la cosa siempre comienza con un grupo de música. Jóvenes, que interpretan música moderna y cantan canciones pegajosas, con letras que hablan de Dios, pero también de la vida, del amor, de la amistad, de que no se está solo, de que existe la paz y la amistad. Canciones que llegan a emocionar, hasta el más duro de los asistentes, o sea, a mí.

Entonces como disfruto de la música, sea cuál sea, me levanto, bailo, aplaudo, trato de repetir los estribillos, me siento cautivado o peseído. Aplaudo como todo el mundo, tal como si estuviera en un concierto de uno de mis grupos preferidos. Disfruto mirando a las personas, a los niños.

Cualquiera que me ve, debe quedar convencido que soy un amante de Dios, pero cuando miro para el lado, ya yo casi en trance por la emoción, mi madre está sentada mirando su celular. Entonces me entran ganas de irme para el carajo, pero me aguanto. Yo que no creo en nada, estoy motivado, cantando, aplaudiendo y mi madre que ha recuperado la fe y me ha “oblimotivado” a asistir a una iglesia, está sentada entretenidísima a esa hora con su celular.

Me mantengo, no creo en Dios, pero soy obstinado. Luego de la música que ha dejado caliente el ambiente, llega el pastor y comienza a meter su “muela”. Es agradable, porque no es la biblia a pulso, sino que muy inteligentemente, estamos en el 2023, vinculan los pasajes bíblicos con cuentos y anécdotas familiares, de amigos, haciendo reflexiones sobre la vida que todos llevamos en el plano práctico.

Yo, imaginen, tratando de entender el inglés y, sobre todo, quizás para justificar mi presencia, tratando de encontrar ideas que me sirvan para mi vida, que no es de esconder, por mi imperfección, que son muchas. Hoy el pastor con varios hijos contó riendo que estaba divorciado, a lo que yo asumí que felizmente divorciado y que justamente ahora estaba desempleado, o sea, no tenía trabajo, más allá que el de predicar, por lo que su vida es muy parecida a la de cualquier mortal.

Yo emocionado con todo aquel ambiente y cuando miro a mi madre, ella con su celular en mano, tiraba fotos, con su dedito índice como un instrumento de laboratorio, las revisaba para ver si habían quedado bien, foto a foto y luego las enviaba a alguien o a algunos por WhatsApp. Todo el tiempo, tirar fotos, revisarlas y enviarlas por WhatsApp a no se quién en ese “escogidísimo” momento. Yo escuchando sobre Dios y sus enseñanzas y mi madre sin parar todo el tiempo tirando fotos y enviándolas por el celular. La miré varias veces, pero ella entretenida, ni cuenta se dio de lo que querían decir mis miradas.

Sé que el idioma es difícil, pero el asistir a una iglesia, es algo más que el discurso. Es un momento de paz que se consume con el solo ambiente, con la sola presencia. Es un momento muy humano cuando se ve a personas aplaudir emocionadas, levantar las manos, cerrar los ojos, más cuando sin conocerte te dan la mano, te abrazan, te desean felicidad. Es un momento donde todo, la música, las letras de las canciones, las luces, las voces que hablan, llevan a ese ambiente, quizás sanador por un corto tiempo, pero sanador, que se sabe se necesita.

Mi madre, que anda recuperando su paz, está aprovechando la tranquilidad de la iglesia, para introducirse en la vida de la guerra de los celulares y la internet, pero introducción furiosa que ha pasado de 0 a 100 en 3,4 segundos como un Ferrari. Fotos, dedito, revisión, dedito, envío por WhatsApp.

Luego, cuando ya estamos en el carro de regreso, "llenos" de paz, pretendió que yo le hiciera un resumen de lo ocurrido, más allá de lo que ella pudo llevar de fotos en su celular, que es muchísimo. Entonces frente a mi sonrisa medio irónica, por no llorar, la escuché hablarme de la paz que se obtiene.

Estoy tratando de ser un buen hijo, no obstante, le dije que la próxima vez podría comprarle un kilogramo de paz en Walmart o sentarla sobre la hierba en medio de la nada, tal como dicen hizo Jesús en medio del desierto durante 40 días. La paz no se consigue tirando fotos en la medida que otros hablan de la paz, a no ser que se sea fotógrafo profesional encargado de captar el momento, que no es el caso de mi madre.

Mi madre tiene casi 80 años, dice que ha recuperado su fe, no puede ser que esto me esté pasando. JAJAJA.

domingo, 16 de julio de 2023

516.- El silencio y la paz. (Tercera Parte)

El artículo que había diseñado para una parte parió ideas y más idea, lo que me obligó a escribir una segunda parte, que luego parió y parió otras ideas y me ha obligado a escribir esta tercera parte. Trataré de terminar, porque el parto de las ideas, en temas sobre Cuba, suele ser infinito.

Del período post triunfo revolucionario con relación a la no paz y la violencia, también tengo mis memorias. Con ellas sólo bastaría para escribir miles de páginas, si se tratara de hablar, pues podría estar hablando años sin parar. Sólo mencionaré aquí lo que recuerdo por vivido o escuchado directamente, que estoy seguro de que sólo significa un pequeño por ciento de todo lo que ocurrió. Nuestra verdadera historia aún está por escribir. Veamos.

 

Tan pronto se establecieron en el poder, como todo grupo triunfante, entendido por lo de recién llegados, se comenzó a tomar acciones, todas alocadas, todas a la misma vez, todas sin escuchar, ni tener en cuenta la experiencia existente, por lo que Cuba se convirtió en un laboratorio humano, donde las ideas y acciones estuvieron encaminadas a retener el poder y a cualquier costo, incluso el humano, hacer desaparecer las posibles otras variantes y sobre todo la pasada historia, donde todo, exactamente todo lo anterior se comenzó a decir que había sido malo. Como se debe suponer en el mismo momento que se beneficiaba a unos, se generó un estado de incertidumbre y violencias para otros. La paz comenzó a ausentarse. Y sobre todo, comenzó aquella tendencia de emigración con la que hemos vivido hasta hoy. Creo que aún no ha parado, manifestación más que suficiente como para devaluar a un gobierno, cosa que según dice, dijo el mismísimo Martí.

 

Lo primero que pasó, dentro de ese grupo fue que una parte de él, incluso con altos grados militares, bien ganados en la lucha armada, se negaron a aceptar, a seguir lo que estaba pasando, se sintieron engañados. No voy a describir las acciones armadas, los preparativos de atentados, etc., sólo decir que esos intentos terminaron con encarcelamientos, fusilamientos y desapariciones. Conozco familias que nunca vieron los cadáveres de sus familiares muertos.

 

Se desató lo que conocemos como “los alzados del Escambray”, de los cuales pocos quedaron vivos o libres, alzamientos que ocurrieron en realidad en otras varias partes de Cuba de lo que poco se conoce. Pero lo complicado no fueron las acciones armadas, sino que por aquellos lugares donde hubo o sencillamente pasaron los llamados alzados, incluso por donde no pasaron, la población civil, o sea, familias enteras, hombres, mujeres, ancianos y niños, fueron arrestados y sacados de sus tierras. La tan mencionada y más que criticada, por salvaje y criminal, reconcentración de Weyler en el siglo XIX, se volvió a poner en práctica. Las familias fueron sacadas de sus tierras y casas y fueron enviadas a lugares distante como Pinar del Río y Camagüey. Familias separadas, violencia y muerte. ¿Alguien puede pensar que llegar a tu casa montarte en un camión sin tus pertenencias y ponerte a vivir en un albergue como prisión, a miles de kilómetros de tu origen, muchas veces separando a los miembros de tu familia, es una acción de paz?

 

Se nacionalizó a las grandes compañías extranjeras urbanas y rurales, pero, además, en varias oleadas, a todas las empresas grandes, medianas y pequeñas cubanas. Desde una finca que producía aguacates o pollos, una fábrica de galletas, hasta un pequeñito taller para arreglar zapatos o un tipo que en un quiosco vendía pan con tortilla en una esquina, más todos y cada uno de los puestos de café. Todo eso, o sea, todo, pasó a manos del “estado revolucionario”. Escuelas, imprentas, hoteles, bares, restaurantes, empresas familiares, mega y miniempresas, etc. ¿Alguien puede suponer que todas esas nacionalizaciones y expropiaciones se hicieron en nombre de la paz y con la paz como herramienta, o sea cantando cancioncitas de amor y chicas que bailaban? ¿Alguien que no lo sufrió en carne propia puede sentir lo que realmente todo aquello costó?, ¿Puede resultar fácil que alguien que no conoces, que viene con desmedido poder por sólo estar vestido de verde olivo, se presente frente a ti y te quité lo que tu familia te dejó, lo que tú habías construido con tu esfuerzo, dinero y tiempo, que por demás funcionaba bien y en nombre de no sé qué, te deje sin nada? Muertes, suicidios, frustraciones, incomprensión, pobreza, inconformidad, enfermedades sobre todo del alma, emigración. Ninguna de estas cosas tuvo que ver con la paz.

 

Inmediatamente se intervinieron todos los medios de información e inmediatamente se instaura hasta hoy una enorme censura, que no sólo se manifestó en escuelas de todos tipos y niveles, en centros de trabajos, sino en las ciudades, pueblos, barrios cuadra a cuadra, casa a casa y aunque pueda parecer imposible dentro de la familia. No se dejó hablar, no se dejó debatir, no se admitió absolutamente otra idea, ni incluso cuando la idea, por sí sola, fuera genial. La censura no es un invento de los cubanos, es un método utilizado por todos los gobiernos totalitarios, de cualquier sistema socio económico que haya existido, porque su intención es no dejar espacio para el análisis, no dejar que el conocimiento fluya y sobre todo desaparecer la historia anterior, para evitar, primero, las comparaciones, segundo, esconder los fracasos. La censura es la madre de una sola opinión que es la que emana del poder, repito cualquier que este sea. El resto, la diferencia, no puede tener opinión.


¿A los censurados, incluso cuando tuvieran la razón, incluso la llamada verdad de Perogrullo les gustó?, ¿Qué mayor violencia que la de no dejar expresar una idea, porque los dueños de las ideas tipificaron, esparcieron, impusieron, lo que se podía decir y lo que no se podía decir? Los cubanos, pueblo que gozaba de una imagen de rebeldía, inauguramos la doble moral como estrategia de vida, el doble pensar de Orwell, que podría ser para nuestro caso, el triple, el cuádruple, el quíntuple pensar. Pensar y sobre todo hablar se convirtió en un delito sancionado en no pocos casos. Los cubanos aprendimos a hablar por señas, bajito, a mirar hacia el lado, arriba y abajo antes de emitir una idea. La censura, que para nada tiene que ver con la paz, se diseñó milímetro a milímetro para cada día de cada año.


 Cuba fue un país donde se encarceló a intelectuales, artistas, religiosos, personas que se mantuvieron al margen o simple personas que gustaban de tener el pelo largo y escuchar “música del enemigo”. Se crearon para todos esos casos, además de las cárceles que ya existían y fueron creciendo y creciendo día a día, las llamadas UMAP, Unidades Militares de Apoyo a la Producción, nombre disfrazado para esconder prácticamente lo que fueron campos de concentración cuyo objetivo era esconder a personas, limitar su existencia pública y sobre todo reformar de aquellas actitudes que el gobierno, personalmente Fidel Castro, clasificó como degeneradas que el socialismo no podía aceptar.

 

Violencia, tortura física y sobre todo psicológica. Sanciones expeditas por sólo existir. Marcas en el cuerpo y el alma si es que existe. Suicidios, estigmatización, sufrimiento de familias enteras. No haré aquí una lista de los conocidos, sólo digo que tuve un tío que fue a parar allí injustificadamente, en aquellos momentos donde cada cual hacía la justicia que le daba la gana. Intelectuales, artistas de todos los artes desaparecieron de la escena pública, la lista es gigantesca, imposible de reflejar aquí, algunos están hoy en el exilio, otros, peor, dentro de la propia Cuba.

 

No haré la lista de los que conozco que pasaron por esta estrategia de muertos en vida, sólo decir que hoy, después de 60 años, aún siguen existiendo con más fuerzas que nunca, aunque ya no se llamen unidades de ayuda a no sé qué. ¿Alguien puede pensar que encerrar a una persona por su orientación sexual, por ejemplo, y considerarla una desviación o degeneración, puede ser una acción sanadora y pacificadora? ¿Se puede clasificar de amoroso el hecho de que no te dejen escribir, publicar, exponer una pintura o una escultura, actuar en la TV, el teatro o en una película, expone una idea, cantar una canción o sencillamente que te lleven preso por años por sólo portar un pedazo de papel que dice, “Libertad” o filmar con tu celular algo que está ocurriendo frente a ti?

 

Los cubanos llevamos 60 años comiendo a través de una libreta de “abastecimiento”, por no mencionar el tema de los otros productos llamados industriales necesitados, hasta incluso los juguetes para niños, mediate la cual el gobierno dictaba lo que se entregaría y lo que se comería. Violencia.


La idea era igualar a todos, o al menos a una parte de todos, porque el gobierno y sus acólitos, quedaron con abastecimientos especiales. Durante todos estos años, además, el gobierno, a su antojo e imposibilidad, fue quitando comida a cubanos para enviar a sus amigos extranjeros, para mantener guerras, para mantener escuelas internacionales de carácter ideológico dentro de Cuba. Así vimos desaparecer cuotas de café y de azúcar, arroz, cigarros, por ejemplo, productos que forman parte de nuestra más rancia cultura doméstica. Decisión violenta que alguien “superior” tomó por nosotros. Obvio, alimentos que jamás regresaron a nuestro consumo diario y peor, que nunca volverán a regresar.

 

Guerras y guerrillas en varias partes del mundo, en las que nos metieron por decisión del ego de algunas personas. La idea fue exportar la revolución hacia el mundo y entonces los muertos los puso el pueblo. Existen muchos cubanos que viven en muchos lugares del mundo, pero también existen muchos muertos en tierras y guerras extranjeras. Por cierto, ninguno de esos muertos pertenece a las familias del gobierno. Ellos, los del gobierno eterno, no conocen ese tipo de luto. Nos metieron en la violencia de la cual muchos, miles, regresaron locos, mutilados, enfermos de hasta SIDA y como ya dije, dentro de bolsas de nylon o ataúdes. ¿Qué tiene que ver eso con la paz prometida?

 

Cuba de 15 cárceles en 1959, ha pasado a tener 293 cárceles reconocidas, más miles de calabozos regados dentro de las ciudades, más otros cientos de centros para detener y retener a la población con fachadas de centros civiles, casas, etc. Cuba hoy, con un poco más de 11 millones de personas, se coloca como uno de los países con mayor población carcelaria del mundo. Quinto lugar. Violencia y más violencia, en un país donde es muy fácil, por las leyes que el poder se ha construido a su antojo, sancionar y encarcelar. ¿Alguien puede pensar que tener un hijo o un esposo preso, puede generar tranquilidad en una familia?, ¿Se conoce exactamente lo que pasa dentro de un calabozo?, ¿Es fácil de imaginar lo que significa estar preso por escribir, por ejemplo, un poema? La impotencia, la incomprensión, la ansiedad, etc., matan a los que están presos y con ellos a sus familiares y amigos.

 

Los cubanos, a partir de un momento de nuestras vidas, experimentamos ser discriminados dentro de nuestro país. El gobierno, con tal de mantenerse, inventó lo de traer extranjeros de “extranjelandía”, o sea, de cualquier lugar y los convirtió en ciudadanos de primera clase. Los cubanos fuimos relegados, se nos prohibió entrar en hoteles, se nos prohibió usar muchas de nuestras playas, casi se nos obligó a dejar nuestros puestos de trabajos, incluso los profesionales, para trabajar de porteros, taxistas, limpiadores de piscinas, cocineros o criados, etc., de esos extranjeros que regresaron nuevamente a “recolonizar” a Cuba.

 

Extranjeros que aparecieron primero como “solidarios hermanos” con tiendas, repartos, servicios especiales, inmunidad y que poco a poco se fueron transformaron un día como “inversionistas buenos” que nos salvarían, que ocuparon nuestras casas, nuestras empresas, nuestras fiestas e incluso nuestras mujeres y por qué no, nuestros hombres. ¿Paz? ¿Quién o quiénes introdujeron las drogas fuertes?, ¿Por qué se desarrolló la prostitución, el proxenetismo, el tráfico humano? ¿Algo de eso está insertado dentro de una acción pacífica y sanadora?

 

Cuba lleva más de 30 años necesitando de dólares en los bolsillos para comprar cualquier cosa, ejemplo, la pasta de dientes o la sal. Los cubanos hemos tenido que ceder nuestra economía al dólar americano para poder vivir, en lo que, paralelamente, se sigue hablando del enemigo dólar norteamericano. Los cubanos hemos pasado por la moneda uno, la moneda dos, la moneda tres, etc., para poder obtener el 97% de lo que necesitamos. Los cubanos trabajamos por pesos cubanos y tenemos que comprar dentro de nuestro país con otra cualquier moneda. Los cubanos todos ganamos solamente tres y cuatro dólares al mes, en un país donde una cerveza nacional vale un dólar. ¿Qué mayor violencia que esta, que está presente como una regla o norma desde que un ser humano se despierta en la mañana?, ¿Existe alguna madre o abuela, algún padre de familia, algún joven e incluso algún niño hoy en Cuba que tenga paz?, ¿Paz es vivir sin comida, sin ropas, sin electricidad, sin agua, sin medicamentos y servicios adecuados, sin calles, sin combustibles, sin transporte y sin tan siquiera poder gritar?

 

Los cubanos vivimos bajo la emigración. Familiares, amigos, compañeros de trabajos y escuelas que poco a poco, a veces en silencio, a veces con ruidos fueron desapareciendo. La respuesta frente a un conocido que no se ve es: “te enteraste, fulano se fue”. Desde el mismísimo 1 de enero de 1959, muchos fulanos se han ido, a muchos de ellos se les ha echado. Solo baste recordar aquellas escenas, hoy reconocidas como “mítines de repudio”, donde el gobierno y el partido comunista, que en Cuba es lo mismo, no sólo permitió, sino que hasta el mínimo detalle organizó, estimulo, alentó, que se machacara moral y físicamente a otros cubanos. 


Aquellos actos dantescos donde muy rápido se pasó de la palabra a la acción física, donde se arrastraron personas, se les hizo desfilar con carteles, se les golpeó, se les cortó el agua y la luz dentro de sus casas, se les tiró todo lo que podía ser tirable, etc. Familias enteras, incluyendo ancianos y niños, que sin distinción sufrieron de aquellos actos, algunos de ellos extremadamente violentos. ¿Habría que preguntarles a las personas, a las familias, a los niños que estuvieron encerrados dentro de sus casas, frente a una turba que los ofendían, que agredían rompiendo sus casas con piedras, palos, huevos, manchando sus paredes con frases obscenas, dándoles golpes, tratando de desmoralizarlos, etc., si en algún momento de aquellos interminables días y noches, sintieron paz?


Y para los que lo no crean o no recuerden, esas acciones extremadamente violentas, agresivas, cochinas, alentadas y organizadas por el gobierno y sus agentes, a la que se sumó como diversión un pueblo “revolucionario” y chusma, que se sumó al espectáculo, todavía hoy en 2023 se utilizan. Los desagradables y tristes mítines de repudio han vuelto. Cubanos contra cubanos, personas incluso traídas de otros lugares del país para pararlas frente a las casas de otras personas y dedicar 24 horas ininterrumpidas a ofender, maltratar, humillar, vejar, etc. Hoy en 2023, el gobierno sigue utilizando el método de convertir en "no personas" a los seres humanos que no les gusta, que les molestan. El gobierno tiene la decisión y la autoridad de atacar y destruir, sin que esto tenga consecuencias. Los cubanos en realidad sólo valemos para avalar al gobierno, cuando cambiamos de posición, dejamos incluso de ser cubanos. Somos gusanos, mercenarios, apátridas, enemigos, confundidos, utilizables, etc. ¿Paz?

jueves, 13 de julio de 2023

515.- El silencio y la paz. (Segunda Parte)

Hace pocos días, publiqué en mi blog la primera parte de este artículo llamado “El silencio y la paz”, donde dejé algunas ideas relacionadas con el tema del título y anuncié que para no hacer más largo y quizás torturador el escrito, continuaría en una segunda parte. Esa parte es esta.

Terminé aquel artículo introduciendo una idea que ahora retomo para comenzar a desarrollar en el presente espacio. Puede parecer pedante mencionarse a uno mismo, pero … ¿A quién mejor que a uno mismo? La idea, textualmente, dice:

“La segunda variante, aquella de la paz, me parece el resultado de: algo que decir frente a la imposibilidad de decir algo, una variante “amorosa” ahora que tanto amor hace falta, una línea de pensamiento para retrasar lo inevitable proponiendo variantes que creo que, ni ellos mismos que la proponen como solución, pueden creer.

Al releerlo, me sigue pareciendo así. Es para mí el llamado a la paz, no sé si una hipocresía y demagogia o un llamado real, basado en las más sanas intenciones, porque en todo esto también, como en todo, hay muchas malas personas y para bien, muchas otras buenas personas. Creo que la mejor opción es escuchar los argumentos.

La paz, puede ser esto, el más bello de los sentimientos humanos y por tanto de una sociedad, porque, quizás, permite el surgimiento y desarrollo de otros buenos sentimientos. La paz es lo que todos los vivos hoy, queremos y necesitamos. La paz es además linda, rica, disfrutable, nutritiva, que permite estabilidad desde todos los ángulos, partiendo por el personal, etc., pero, ¿Ella existe, así como con la facilidad con la que se menciona?

Veamos que dice nuestro diccionario. 

1. Situación en la que no existe lucha armada en un país o entre países.

2. Relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos.

3. Acuerdo alcanzado entre las naciones por el que se pone fin a una guerra. 

4. Ausencia de ruido o ajetreo en un lugar o en un momento.

5. Estado de quien no está perturbado por ningún conflicto o inquietud. 

 

Separándonos de los momentos íntimos y particulares, aquellos momentos que se viven muy circunstancialmente, ¿Algunas de estas definiciones es lo que ha ocurrido en Cuba en estas últimas seis décadas? Pero más, ¿Algunas de ellas se han logrado en nuestra historia desde siempre?


 

Veamos por mí memoria, un corto resumen.

 

Luego de la llegada de los españoles, a lo que unos dicen descubrirnos, otros a encontrarse con nosotros, la historia estuvo marcada por la sangre y la violencia dentro de aquella “noble” acción de meter a Europa en lo que se llamó América. Baste decir que, desde los propios inicios de esa presencia o encuentro, el aborigen Hatuey, por sólo venir a Cuba a traernos, dicen, un recado, fue quemado vivo en una hoguera. Precio o sanción, visto desde hoy como salvaje y desproporcionado, por sólo traer un recado. Se dice que, en 1510, a solo pocos años del evento que cambió la historia, los aborígenes, al menos en Cuba, habían casi desaparecido en su totalidad. Algunos murieron de muerte natural, otros fueron sencillamente devorados por el poder.

 

Nuestra historia colonial, esa que fue poco a poco haciendo a Cuba importante, deseada y custodiada por España como pocas veces se custodió algo, se forjó sobre la esclavitud de negros africanos. Forja repleta de violencia de ambos lados; esclavos que se escapaban, esclavos que se negaban o no podían trabajar y eran castigados hasta la muerte, sobre todo españoles que torturaban y cazaban como animales a humanos, violaban, etc., a los esclavos que poseían. Esclavos que mataron a uno que otro español, violaron a sus esposas, acabaron con propiedades, etc. Pequeñas rebeliones de negros, espontáneas y desorganizadas contra sus amos. Violencia, mucha violencia, edulcorada con nuestro principal producto, la azúcar de caña.

 

Hasta que todo aquello desembocó en nuestras llamadas guerras de independencia. 30 años de guerras intermitentes, pero guerras; muertos, sangre, ajusticiados, de parte de ambos bandos dentro de las contiendas. La violencia no sólo se desató contra los militares, sino que se extendió en muchos momentos a la población civil; reconcentración, asesinatos, presidios, venganzas. Muertos, sangre, familias divididas, dolor. Si, es cierto, los españoles fueron famosos por la violencia desatada, pero también los fueron, en aquellos momentos, los ya cubanos independentistas. No se puede combatir en una guerra con canciones y pastelitos de guayaba. El Capitán General Martínez Campo fue uno de los españoles violentos más famosos y el cubano Mayor General Antonio Maceo también. La violencia como agresión y la violencia como respuesta, fue la tradición que nos acompañó durante los cinco siglos españoles en Cuba.

 

Por cierto, Martí, el poeta, el abogado, el cónsul, el escritor, el “Maestro”, también montó a caballo y por diferentes razones, además de la independencia de Cuba, salió pistola en mano a matar españoles. Lamentablemente el muerto fue él, pero estaba metido en una guerra, la muerte estaba en los planes y consecuencias.

 

A partir de 1902 llegó la república “pacificadora” que durante sus años de existencia tuvo poco de paz. A pesar del innegable desarrollo económico alcanzado, lo que convirtió, por diferentes razones, a Cuba en una de las primeras joyas de América Latina y el Caribe, la violencia de los gobernantes y la violencia de los gobernados fue la mejor forma escogida para coexistir. Leyes, abusos, policías y militares, partidos políticos, intelectuales, estudiantes, vivieron enfrascados en huelgas, manifestaciones, golpes, asesinatos, atentados, sangre y muertos también de ambos bandos, los del poder y sus defensores y los sin poder en busca de espacios donde realizar sus ideas.

 

Hasta que, en 1959, triunfó un grupo de personas, los llamados revolucionarios o también reconocidos como “maumaos”, palabra traída de la tradición keniana, por vías de la violencia. La república estaba corrompida, el gobierno de turno llevaba años asesinando y torturando, creando un estado de miedo, de terror y entonces la avanzada en ideas, descubriendo el descontento nacional e internacional con la situación existente, no seleccionó los cantos, no fueron ha hablar con el gobierno, no le mandaron una cartica de amor pidiéndole que renunciara y colaborara con el cambio, menos se tomaron una sopita, un cafecito o una cervecita con ellos.

 

Los avanzados en ideas hicieron una guerra y utilizaron todos los medios al alcance para ganar. La revolución cubana de 1956 - 1959, se hizo para derrocar un poder que estaba obcecado con permanecer, por lo que utilizó el método bélico, donde las tácticas y estrategias eran de guerra, apoyado desde otro lado por asaltos, atentados, ajustes de cuentas, venganzas, fusilamientos, guerrillas, combates, desestabilización de la vida civil, etc. La violencia y no la paz fue lo que asistió. La violencia como método para luego encontrar la paz que se había prometido como obsequio.

 

Triunfó la revolución, el gobierno en el poder huyó, entonces deberíamos suponer que triunfó la tan necesaria y deseada paz. Nada más lejos de la realidad.

 

La revolución de Fidel Castro como líder, se impuso como gobierno por la violencia. herramienta decisiva para existir. Esa revolución se crea sobre el caudillismo, sobre el poder absoluto, sobre el condicionamiento casi feudal, condiciones o premisas que nada tienen que ver con la paz. Cada acción tomada estuvo encaminada a mantener el poder, no importó lo que hubiera que hacer, no importó el que sufriera o tuviera que desaparecer.


Continuará ...