domingo, 16 de julio de 2023

516.- El silencio y la paz. (Tercera Parte)

El artículo que había diseñado para una parte parió ideas y más idea, lo que me obligó a escribir una segunda parte, que luego parió y parió otras ideas y me ha obligado a escribir esta tercera parte. Trataré de terminar, porque el parto de las ideas, en temas sobre Cuba, suele ser infinito.

Del período post triunfo revolucionario con relación a la no paz y la violencia, también tengo mis memorias. Con ellas sólo bastaría para escribir miles de páginas, si se tratara de hablar, pues podría estar hablando años sin parar. Sólo mencionaré aquí lo que recuerdo por vivido o escuchado directamente, que estoy seguro de que sólo significa un pequeño por ciento de todo lo que ocurrió. Nuestra verdadera historia aún está por escribir. Veamos.

 

Tan pronto se establecieron en el poder, como todo grupo triunfante, entendido por lo de recién llegados, se comenzó a tomar acciones, todas alocadas, todas a la misma vez, todas sin escuchar, ni tener en cuenta la experiencia existente, por lo que Cuba se convirtió en un laboratorio humano, donde las ideas y acciones estuvieron encaminadas a retener el poder y a cualquier costo, incluso el humano, hacer desaparecer las posibles otras variantes y sobre todo la pasada historia, donde todo, exactamente todo lo anterior se comenzó a decir que había sido malo. Como se debe suponer en el mismo momento que se beneficiaba a unos, se generó un estado de incertidumbre y violencias para otros. La paz comenzó a ausentarse. Y sobre todo, comenzó aquella tendencia de emigración con la que hemos vivido hasta hoy. Creo que aún no ha parado, manifestación más que suficiente como para devaluar a un gobierno, cosa que según dice, dijo el mismísimo Martí.

 

Lo primero que pasó, dentro de ese grupo fue que una parte de él, incluso con altos grados militares, bien ganados en la lucha armada, se negaron a aceptar, a seguir lo que estaba pasando, se sintieron engañados. No voy a describir las acciones armadas, los preparativos de atentados, etc., sólo decir que esos intentos terminaron con encarcelamientos, fusilamientos y desapariciones. Conozco familias que nunca vieron los cadáveres de sus familiares muertos.

 

Se desató lo que conocemos como “los alzados del Escambray”, de los cuales pocos quedaron vivos o libres, alzamientos que ocurrieron en realidad en otras varias partes de Cuba de lo que poco se conoce. Pero lo complicado no fueron las acciones armadas, sino que por aquellos lugares donde hubo o sencillamente pasaron los llamados alzados, incluso por donde no pasaron, la población civil, o sea, familias enteras, hombres, mujeres, ancianos y niños, fueron arrestados y sacados de sus tierras. La tan mencionada y más que criticada, por salvaje y criminal, reconcentración de Weyler en el siglo XIX, se volvió a poner en práctica. Las familias fueron sacadas de sus tierras y casas y fueron enviadas a lugares distante como Pinar del Río y Camagüey. Familias separadas, violencia y muerte. ¿Alguien puede pensar que llegar a tu casa montarte en un camión sin tus pertenencias y ponerte a vivir en un albergue como prisión, a miles de kilómetros de tu origen, muchas veces separando a los miembros de tu familia, es una acción de paz?

 

Se nacionalizó a las grandes compañías extranjeras urbanas y rurales, pero, además, en varias oleadas, a todas las empresas grandes, medianas y pequeñas cubanas. Desde una finca que producía aguacates o pollos, una fábrica de galletas, hasta un pequeñito taller para arreglar zapatos o un tipo que en un quiosco vendía pan con tortilla en una esquina, más todos y cada uno de los puestos de café. Todo eso, o sea, todo, pasó a manos del “estado revolucionario”. Escuelas, imprentas, hoteles, bares, restaurantes, empresas familiares, mega y miniempresas, etc. ¿Alguien puede suponer que todas esas nacionalizaciones y expropiaciones se hicieron en nombre de la paz y con la paz como herramienta, o sea cantando cancioncitas de amor y chicas que bailaban? ¿Alguien que no lo sufrió en carne propia puede sentir lo que realmente todo aquello costó?, ¿Puede resultar fácil que alguien que no conoces, que viene con desmedido poder por sólo estar vestido de verde olivo, se presente frente a ti y te quité lo que tu familia te dejó, lo que tú habías construido con tu esfuerzo, dinero y tiempo, que por demás funcionaba bien y en nombre de no sé qué, te deje sin nada? Muertes, suicidios, frustraciones, incomprensión, pobreza, inconformidad, enfermedades sobre todo del alma, emigración. Ninguna de estas cosas tuvo que ver con la paz.

 

Inmediatamente se intervinieron todos los medios de información e inmediatamente se instaura hasta hoy una enorme censura, que no sólo se manifestó en escuelas de todos tipos y niveles, en centros de trabajos, sino en las ciudades, pueblos, barrios cuadra a cuadra, casa a casa y aunque pueda parecer imposible dentro de la familia. No se dejó hablar, no se dejó debatir, no se admitió absolutamente otra idea, ni incluso cuando la idea, por sí sola, fuera genial. La censura no es un invento de los cubanos, es un método utilizado por todos los gobiernos totalitarios, de cualquier sistema socio económico que haya existido, porque su intención es no dejar espacio para el análisis, no dejar que el conocimiento fluya y sobre todo desaparecer la historia anterior, para evitar, primero, las comparaciones, segundo, esconder los fracasos. La censura es la madre de una sola opinión que es la que emana del poder, repito cualquier que este sea. El resto, la diferencia, no puede tener opinión.


¿A los censurados, incluso cuando tuvieran la razón, incluso la llamada verdad de Perogrullo les gustó?, ¿Qué mayor violencia que la de no dejar expresar una idea, porque los dueños de las ideas tipificaron, esparcieron, impusieron, lo que se podía decir y lo que no se podía decir? Los cubanos, pueblo que gozaba de una imagen de rebeldía, inauguramos la doble moral como estrategia de vida, el doble pensar de Orwell, que podría ser para nuestro caso, el triple, el cuádruple, el quíntuple pensar. Pensar y sobre todo hablar se convirtió en un delito sancionado en no pocos casos. Los cubanos aprendimos a hablar por señas, bajito, a mirar hacia el lado, arriba y abajo antes de emitir una idea. La censura, que para nada tiene que ver con la paz, se diseñó milímetro a milímetro para cada día de cada año.


 Cuba fue un país donde se encarceló a intelectuales, artistas, religiosos, personas que se mantuvieron al margen o simple personas que gustaban de tener el pelo largo y escuchar “música del enemigo”. Se crearon para todos esos casos, además de las cárceles que ya existían y fueron creciendo y creciendo día a día, las llamadas UMAP, Unidades Militares de Apoyo a la Producción, nombre disfrazado para esconder prácticamente lo que fueron campos de concentración cuyo objetivo era esconder a personas, limitar su existencia pública y sobre todo reformar de aquellas actitudes que el gobierno, personalmente Fidel Castro, clasificó como degeneradas que el socialismo no podía aceptar.

 

Violencia, tortura física y sobre todo psicológica. Sanciones expeditas por sólo existir. Marcas en el cuerpo y el alma si es que existe. Suicidios, estigmatización, sufrimiento de familias enteras. No haré aquí una lista de los conocidos, sólo digo que tuve un tío que fue a parar allí injustificadamente, en aquellos momentos donde cada cual hacía la justicia que le daba la gana. Intelectuales, artistas de todos los artes desaparecieron de la escena pública, la lista es gigantesca, imposible de reflejar aquí, algunos están hoy en el exilio, otros, peor, dentro de la propia Cuba.

 

No haré la lista de los que conozco que pasaron por esta estrategia de muertos en vida, sólo decir que hoy, después de 60 años, aún siguen existiendo con más fuerzas que nunca, aunque ya no se llamen unidades de ayuda a no sé qué. ¿Alguien puede pensar que encerrar a una persona por su orientación sexual, por ejemplo, y considerarla una desviación o degeneración, puede ser una acción sanadora y pacificadora? ¿Se puede clasificar de amoroso el hecho de que no te dejen escribir, publicar, exponer una pintura o una escultura, actuar en la TV, el teatro o en una película, expone una idea, cantar una canción o sencillamente que te lleven preso por años por sólo portar un pedazo de papel que dice, “Libertad” o filmar con tu celular algo que está ocurriendo frente a ti?

 

Los cubanos llevamos 60 años comiendo a través de una libreta de “abastecimiento”, por no mencionar el tema de los otros productos llamados industriales necesitados, hasta incluso los juguetes para niños, mediate la cual el gobierno dictaba lo que se entregaría y lo que se comería. Violencia.


La idea era igualar a todos, o al menos a una parte de todos, porque el gobierno y sus acólitos, quedaron con abastecimientos especiales. Durante todos estos años, además, el gobierno, a su antojo e imposibilidad, fue quitando comida a cubanos para enviar a sus amigos extranjeros, para mantener guerras, para mantener escuelas internacionales de carácter ideológico dentro de Cuba. Así vimos desaparecer cuotas de café y de azúcar, arroz, cigarros, por ejemplo, productos que forman parte de nuestra más rancia cultura doméstica. Decisión violenta que alguien “superior” tomó por nosotros. Obvio, alimentos que jamás regresaron a nuestro consumo diario y peor, que nunca volverán a regresar.

 

Guerras y guerrillas en varias partes del mundo, en las que nos metieron por decisión del ego de algunas personas. La idea fue exportar la revolución hacia el mundo y entonces los muertos los puso el pueblo. Existen muchos cubanos que viven en muchos lugares del mundo, pero también existen muchos muertos en tierras y guerras extranjeras. Por cierto, ninguno de esos muertos pertenece a las familias del gobierno. Ellos, los del gobierno eterno, no conocen ese tipo de luto. Nos metieron en la violencia de la cual muchos, miles, regresaron locos, mutilados, enfermos de hasta SIDA y como ya dije, dentro de bolsas de nylon o ataúdes. ¿Qué tiene que ver eso con la paz prometida?

 

Cuba de 15 cárceles en 1959, ha pasado a tener 293 cárceles reconocidas, más miles de calabozos regados dentro de las ciudades, más otros cientos de centros para detener y retener a la población con fachadas de centros civiles, casas, etc. Cuba hoy, con un poco más de 11 millones de personas, se coloca como uno de los países con mayor población carcelaria del mundo. Quinto lugar. Violencia y más violencia, en un país donde es muy fácil, por las leyes que el poder se ha construido a su antojo, sancionar y encarcelar. ¿Alguien puede pensar que tener un hijo o un esposo preso, puede generar tranquilidad en una familia?, ¿Se conoce exactamente lo que pasa dentro de un calabozo?, ¿Es fácil de imaginar lo que significa estar preso por escribir, por ejemplo, un poema? La impotencia, la incomprensión, la ansiedad, etc., matan a los que están presos y con ellos a sus familiares y amigos.

 

Los cubanos, a partir de un momento de nuestras vidas, experimentamos ser discriminados dentro de nuestro país. El gobierno, con tal de mantenerse, inventó lo de traer extranjeros de “extranjelandía”, o sea, de cualquier lugar y los convirtió en ciudadanos de primera clase. Los cubanos fuimos relegados, se nos prohibió entrar en hoteles, se nos prohibió usar muchas de nuestras playas, casi se nos obligó a dejar nuestros puestos de trabajos, incluso los profesionales, para trabajar de porteros, taxistas, limpiadores de piscinas, cocineros o criados, etc., de esos extranjeros que regresaron nuevamente a “recolonizar” a Cuba.

 

Extranjeros que aparecieron primero como “solidarios hermanos” con tiendas, repartos, servicios especiales, inmunidad y que poco a poco se fueron transformaron un día como “inversionistas buenos” que nos salvarían, que ocuparon nuestras casas, nuestras empresas, nuestras fiestas e incluso nuestras mujeres y por qué no, nuestros hombres. ¿Paz? ¿Quién o quiénes introdujeron las drogas fuertes?, ¿Por qué se desarrolló la prostitución, el proxenetismo, el tráfico humano? ¿Algo de eso está insertado dentro de una acción pacífica y sanadora?

 

Cuba lleva más de 30 años necesitando de dólares en los bolsillos para comprar cualquier cosa, ejemplo, la pasta de dientes o la sal. Los cubanos hemos tenido que ceder nuestra economía al dólar americano para poder vivir, en lo que, paralelamente, se sigue hablando del enemigo dólar norteamericano. Los cubanos hemos pasado por la moneda uno, la moneda dos, la moneda tres, etc., para poder obtener el 97% de lo que necesitamos. Los cubanos trabajamos por pesos cubanos y tenemos que comprar dentro de nuestro país con otra cualquier moneda. Los cubanos todos ganamos solamente tres y cuatro dólares al mes, en un país donde una cerveza nacional vale un dólar. ¿Qué mayor violencia que esta, que está presente como una regla o norma desde que un ser humano se despierta en la mañana?, ¿Existe alguna madre o abuela, algún padre de familia, algún joven e incluso algún niño hoy en Cuba que tenga paz?, ¿Paz es vivir sin comida, sin ropas, sin electricidad, sin agua, sin medicamentos y servicios adecuados, sin calles, sin combustibles, sin transporte y sin tan siquiera poder gritar?

 

Los cubanos vivimos bajo la emigración. Familiares, amigos, compañeros de trabajos y escuelas que poco a poco, a veces en silencio, a veces con ruidos fueron desapareciendo. La respuesta frente a un conocido que no se ve es: “te enteraste, fulano se fue”. Desde el mismísimo 1 de enero de 1959, muchos fulanos se han ido, a muchos de ellos se les ha echado. Solo baste recordar aquellas escenas, hoy reconocidas como “mítines de repudio”, donde el gobierno y el partido comunista, que en Cuba es lo mismo, no sólo permitió, sino que hasta el mínimo detalle organizó, estimulo, alentó, que se machacara moral y físicamente a otros cubanos. 


Aquellos actos dantescos donde muy rápido se pasó de la palabra a la acción física, donde se arrastraron personas, se les hizo desfilar con carteles, se les golpeó, se les cortó el agua y la luz dentro de sus casas, se les tiró todo lo que podía ser tirable, etc. Familias enteras, incluyendo ancianos y niños, que sin distinción sufrieron de aquellos actos, algunos de ellos extremadamente violentos. ¿Habría que preguntarles a las personas, a las familias, a los niños que estuvieron encerrados dentro de sus casas, frente a una turba que los ofendían, que agredían rompiendo sus casas con piedras, palos, huevos, manchando sus paredes con frases obscenas, dándoles golpes, tratando de desmoralizarlos, etc., si en algún momento de aquellos interminables días y noches, sintieron paz?


Y para los que lo no crean o no recuerden, esas acciones extremadamente violentas, agresivas, cochinas, alentadas y organizadas por el gobierno y sus agentes, a la que se sumó como diversión un pueblo “revolucionario” y chusma, que se sumó al espectáculo, todavía hoy en 2023 se utilizan. Los desagradables y tristes mítines de repudio han vuelto. Cubanos contra cubanos, personas incluso traídas de otros lugares del país para pararlas frente a las casas de otras personas y dedicar 24 horas ininterrumpidas a ofender, maltratar, humillar, vejar, etc. Hoy en 2023, el gobierno sigue utilizando el método de convertir en "no personas" a los seres humanos que no les gusta, que les molestan. El gobierno tiene la decisión y la autoridad de atacar y destruir, sin que esto tenga consecuencias. Los cubanos en realidad sólo valemos para avalar al gobierno, cuando cambiamos de posición, dejamos incluso de ser cubanos. Somos gusanos, mercenarios, apátridas, enemigos, confundidos, utilizables, etc. ¿Paz?

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