Bueno, tuve que parar lo de las partes de este tema, porque el cuento de la última visita a una iglesia con mi madre no podía esperar. Ahora retomo lo de la paz como solución a los problemas de Cuba, que de paz tiene poco.
La última muestra grande de no paz, porque las pequeñas existen todos los días, de no reconocimiento, de ofensa, de represión, fue hace dos años cuando el presidente cubano, el Sr. Díaz Canel, dio públicamente una "orden de combate" y sacó a parte de su ejército, a la policía, a civiles dotados de armas, rústicas, pero armas, para reprimir y aniquilar a una parte del pueblo que salió a manifestar, de forma pacífica, su inconformidad.
Es de reconocer para los suspicaces que dentro de esas protestas se coló algún delincuente, cosa que pasa en cualquier movimiento masivo, pasaba en los carnavales con carteristas y rescabuchadores, pero las protestas no eran de delincuentes y no pedían delincuencia. Las protestas no pidieron entreguismo, no alentaban o pedían la invasión norteamericana, no eran en inglés, es imposible que cada uno de los que marcharon recibieran dinero. Las protestas en su mayoría no pedían arroz, frijoles, bistec y papas fritas, sobre lo cual también se hubiera tenido derechos a protestar y pedir.
Las
marchas en su mayoría pacíficas y espontáneas, lidereadas por mayoría de jóvenes
de ambos sexos, pero también por abuelas, niños, de todos los colores que
tenemos en Cuba, lo que llama la atención porque la revolución dijo que se hizo
para liberar a los jóvenes, a la mujer y sobre todo a los negros oprimidos,
pedían libertad, abajo el gobierno comunista, abajo el presidente, con todos
sus apodos populares incluidos, abajo el partido comunista, no más patria o
muerte, queremos patria y vida. Abajo Raúl Castro y abajo Fidel Castro, lo que
me parere exagerado, porque Fidel hace años ya murió, ya estaba abajo, pero el
pueblo o esa parte, expresó de esa forma lo que verdaderamente cree y quién es
uno de los verdaderos culpables de la realidad que se vive.
Orden de combate, así explícita, para liquidar a un pueblo. Violencia, palazos, tonfazos, tiros, detenidos tal como se carga a un animal, presos bajo largas sanciones por sólo marcha y gritar consignas. Como siempre, una vez más, acusaciones de mercenarios, enemigos, gusanos, para linchar. Golpes a mujeres, jóvenes, sin distinción. ¿Se puede observar la paz en esas acciones?, ¿El gobierno y sus tentáculos, incluidos los militares, demostraron estar a favor de escuchar, analizar, dejar expresarse, busca soluciones, incluso cuando ellas impliquen el cambiar algo o todo dentro del gobierno? Lo que ha primado y prima es la fuerza, desde aquella frase repetida y repetida de “que se vayan, no los necesitamos”, haciendo alusión a los que estaban en desacuerdo, hasta la de hoy, que dice las “calles son de los revolucionarios”, que no deja cabida a otro cubano que pueda pensar diferente. En Cuba, desde siempre, hoy más que nunca, eres revolucionario o eres traidor. No existen términos o posiciones diferentes.
Entonces,
lamentablemente, no hemos aprendido sobre la paz. Creo que ella no ha estado en
nuestras vidas desde hace muchos años, quizás siglos, pero menos, muchos menos
en estos últimos años. La posibilidad de entendernos, de comunicarnos, de intercambiar
criterios opuestos, de pedir lo que consideramos que es justo, de demostrar lo
que nos conviene, fue totalmente exterminada. Se impuso, lamentablemente, una
sola idea, aunque muchos se cansaron de pronosticar el fracaso. Se impuso no
por la paz, no seamos mentirosos, sino por la violencia, una sola forma, única
y excluyente, aunque muchos se cansaran de oponerse y dar otras ideas.
¿Cómo
entender que los cambios que se necesitan, que, por mi cuenta, son todos,
porque todo está mal, porque nada funciona, pueden venir por el camino de la
paz?, ¿Tenemos en Cuba un gobierno reflexivo capaz de escuchar?, ¿El gobierno
está dispuesto a entender que fracasó, más de 60 años son suficiente para
demostrarlo, y ceder su posición para que otros vengan a tratar de hacer algo diferente?
Tal
como dijera Joan Manuel Serrat, hemos llegado al momento inmóvil donde, así
como por arte de magia, vivimos “como si se tratara de una pesadilla de la cual tarde o
temprano despertaremos. Espectadores y victimas parecemos esperar que nos
salven aquellos mismos que nos han llevado hasta aquí”. Por nuestra incapacidad,
imposibilidad o comodidad, estamos esperando que el gobierno, en un arranque de
modestia, entrega, desinterés, buena voluntad, se retire él solo.
No
seamos ilusos, ingenuos, anormales o descarados. No podrá existir la paz entre
un pueblo, o al menos, una gran parte de él y un gobierno que está plantado en
sus fracasos, cuya única solución que da es al que no le gusta que se vaya. No
puede haber paz frente a un gobierno que repite y repite que hay que sacarlo,
porque no se van a ir por las buenas, mucho menos por “cancioncitas opositoras
de mal gusto”.
Vuelvo
a repetir que no estoy de acuerdo con la guerra, vuelvo a repetir que no fui
capaz de coger un fusil y alzarme en mi Sierra Maestra, creo recordar que mi
última acción de violencia física fue en secundaria básica, quizás con 13, 14
años, vuelvo a repetir que no creo que la solución esté en una invasión militar
armada de una súper potencia, a no ser que se llegue en Cuba a la matanza
masiva de la población, pero de lo que si estoy seguro es que cantando
canciones llevamos más de 60 años y el gobierno sólo lo que nos ha dado es
palos.
Creo
que pudiera existir una solución pacífica, o sea, aquella de bracitos cogiditos,
cancioncitas de amor y personas repartiendo meriendas, si, quitando a los
niños, a los ancianos, a los incapacitados al menos gravemente físicos o de cerebro,
Cuba logra poner en la calle a 6 millones de personas a la misma vez. Pudiera
existir la paz, si del Cabo de San Antonio a la Punta de Maisí, se despliegan,
sin retorno, más de la mitad de los cubanos en la calle. Entonces hablaríamos
de una acción pacífica, que disfrace la violencia para tumbar y sacar a un
gobierno. Pero eso, amigos, lo veo imposible, al menos hoy. La gran marcha del
11 de julio de 2021, y digo grande porque lo fue, fue totalmente aniquilada,
sobre todo, porque al día siguiente, uno a uno, casa por casa, se fueron a
apresar a parte de los participantes, muchos de los cuales hoy cumplen largas
condenas en cárceles del gobierno.
El gobierno cubano, no sólo ha manifestado, sino ejecutado, su incapacidad e interés de conversar con alguien y de aceptar la más mínima variante que lo cuestione, menos que lo haga dimitir. El gobierno cubano, como buena muestra de totalitarismo, está acostumbrado al poder absoluto y a eso es difícil renunciar. Al gobierno cubano le fue, es y será más fácil reprimir, encarcelar, hacer desaparecer y paralelamente “venderle” el país a cualquier otro inversor que no sea el mismo cubano.
No existe la opción de paz, ni las conversaciones pacíficas, ni las carticas, ni las tribunas, ni los reclamos, ni las críticas de los cubanos "de adentro y fuera", menos las de organismos e incluso gobiernos extranjeros, porque el gobierno cubano es sordo y ciego, además de descerebrado.
Batista,
no perdió una guerra, Batista no cedió el poder y se quedó a construir una Cuba
nueva, Batista huyó con su familia y parte de su gobierno, inaugurando un
camino de huir que hoy tiene más de 60 años en uso.
No
creo en que una guerra sea la solución, el pueblo de Cuba, ha demostrado que no
es guerrerista, quizás como lo son otros pueblos y que nuestra capacidad de rebeldía
nacional, que es más que la rebeldía personal, está muy debilitada, pero por la
vía de la paz que hoy los pacifistas modernos están anunciando, tendremos a ese gobierno
por 64 mil milenios, como bien dice la horrible canción que ellos mismos se han hecho para
su exclusivo disfrute. Díaz Canel se pondrá viejo o se achicharrará y entonces
a dedo dejará a su sucesor, quizás su hijo, un amigo de la infancia o un
militar de confianza. Métodos que han primado en ese país hasta hoy mismo que
escribo. Si alguien está interesado en contradecirme, estoy dispuesto a
escucharlo.
Como
ejemplo les dejo la historia de lo ocurrido en China, en la Plaza de Tiannamen
en 1989, cuando el gobierno comunista chino le pasó los tanques por arriba en un
amanecer a las personas que allí estaban pacíficamente manifestándose, lo que
ocasionó centenares de miles de muertos y heridos, obviamente manifestantes que
el mismísimo partido comunista chino llamó delincuentes y enemigos, el mismo
esquema. Pero seamos sinceros, qué nos importa los chinos, nada, lo único
importante para los cubanos, es que el gobierno que estaba encabezado por Fidel
Castro, el mismo que puso a dedos a Raúl Castro, el mismo que puso a dedo a Díaz
Canel, todos bajo el mismo partido comunista, todos bajo el mismo lema de “socialismo
o muerte”, fue el primero en felicitar al gobierno chino por la “sabia”
decisión. Esa forma de actuar sigue presente en la Cuba del 2023, no lo duden.
¿Paz?
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