Les repito que no soy politólogo, menos alguien que puede presumir de conocedor, sólo soy un observador casual.
¿Qué pasó
luego de que Donald Trump arrasara en las elecciones primarias en Iowa?
Primero
Donald festejó, se veía venir, quizás no de esa forma tan arrolladora, pero se
veía venir. El expresidente, que se dio el lujo de no asistir a los debates
entre candidatos, ahora uno de los gladiadores que compite dentro del Partido
Republicano, a pasar de todos los pesares, a pesar de reunir en poco tiempo
muchas acusaciones, algunas de ellas graves, pero aún inocente, sacó a los
votantes de sus casas y logró una aplastante victoria en la primera prueba.
Aplastante
victoria significa haber obtenido él solo más votos que el resto de los
competidores. Iowa demostró, a pesar de las temperaturas gélidas del día de la
votación, que muchas, muchísimas personas dentro de su partido lo apoyan.
Quizás, es entendible, muchos votantes no concuerdan 100% con lo que el
candidato hiso y pueden temer sobre lo que pueda hacer si sale nuevamente
presidente, quizás quieran cambiarle algo, quizás quieran tener cada uno de
ellos un mejor Trump adaptado a sus gustos, pero, así y todo, lo siguen
prefiriendo, votaron por él para representar a los republicanos y votarán por
el para presidente del país. Así son los republicanos, mientras los demócratas
se les olvida votar, se ponen perezosos, los republicanos salen en masas a respaldar.
¿Llegan a ser fanáticos? No sé, quizás, a lo mejor, pero eso es exactamente lo
que se necesita en la política mientras ella se obtenga por votos.
A partir
del resultado de Iowa, repito aplastante, el segundo puesto de los candidato que
corrían, Ron DeSantis, actual gobernador del estado Florida, anunció felizmente
que se retiraba de la contienda, pero más inteligente aún, a pesar de lo muy
criticado que había sido por Donald, declaró públicamente, unos días antes de
la segunda fase de votación en New Hampshire, que dejaba el camino libre a
Trump y que lo apoyaría totalmente, lo que significa no sólo su apoyo personal,
sino el desvío de sus votantes para ponérselos en bandeja de oro al líder
republicano hoy.
DeSantis
dijo:
“El declive de esta nación requiere un
liderazgo que brinde grandes resultados para las personas a las que fuimos
elegidos para servir. […] Es el tipo de liderazgo que necesitamos para todo
Estados Unidos ahora”.
Entonces no
sólo se apartó, no sólo se comprometió con el total apoyo, lo que cambia la
dirección de su base, sino que al hacerlo “sembró” a Trump, ya no sólo para
candidato del Partido Republicano, sino para futuro presidente de este país. Al
decir que la nación necesita de un gran liderazgo que garantice grandes
resultados, está muy directa y explícitamente reconociendo a Trump como ese
gran líder.
En otro
momento afirmó:
“Firmé un
compromiso de apoyar al candidato republicano. […] Él tiene mi respaldo porque no podemos volver a la vieja guardia
republicana de antaño”.
Claro, ya
dije, no sólo inteligente, sino inteligentísimo, DeSantis que, comprobó la
imposibilidad de ganar, prefirió apartarse, apoyar al que si no muere se
convertirá en el próximo candidato del republicanismo y evitarse posibles
futuros problemas, recordar que es el actual gobernador de Florida, un estado
que en las últimas elecciones presidenciales apoyó a Trump casi totalmente y que,
a partir de ahí, más el desastre demócrata, se ha ido consolidando con cafecito
cubano incluido.
Con este
escenario, se llegó a la nueva fecha y lugar, New Hampshire, donde la única
oponente que Trump tenía fue Nikki Haley, exgobernadora de Carolina del Sur,
quien había quedado muy por detrás en Iowa, pero que se mantiene “ofuscada” en
seguir compitiendo. Creo que, tal vez, como ejercicio político, cosa que es
totalmente lícita, quizás para darse a conocer, tal como dicen los americanos
de “costa a costa”, para futuras acciones.
Haley,
mujer relativamente joven, un poco más de 50 años, ha sido una de las que ha
tratado de impulsar, quizás como recurso para demeritar, las “famosas” pruebas de aptitud psíquica aplicada
a políticos de mayor edad, a lo que Trump, al sentirse referido, ha respondido,
con cierto gozo, que las ha superado todas, ratificando así su competitividad,
o sea, algo así como, puede ser que no te guste, pero no estoy chocheando aún.
New Hampshire
es uno de los lugares más antiguos e importantes para la historia de este país,
nada más y nada menos que una de las primeras 13 colonias fundadas, conservador
por excelencia con un por ciento mayoritario de población blanca, sin incluir a
hispanos o latinos, casi 89%, descendientes de irlandeses, ingleses, franceses,
italianos, alemanes, a mi entender personas fuertes, trabajadoras, arriesgadas,
religiosas, por lo que es muy fácil entender que hoy de los problemas que
acusan a las minorías, negras, latinas y otras, que los demócratas hacen suyas
como campaña, no quieran saber mucho. New Hampshire es un lugar de esos, donde
las personas son blancas, más blancas, coloradas, rubias, pelirrojas, de ojos
claros, a veces muy claros. Y no es que sea un problema de racismo, es sólo una
condición racial.
Aunque por
momentos hubo destellos de demócratas, es un sitio donde mayoritariamente se respira
el republicanismo y dentro de esa variante, de ese republicanismo patriótico de
acero, presidido por el lema que los identifica y une, “Vive Libre o Muere” lo
que puede explicar el porqué del apoyo a Trump y a sus discursos de “America
Great Again” y de Estados Unidos para los norteamericanos. Donald, a pesar de
todos los pesares, refleja eso, ese hombre fuerte, líder, fajón y, sobre todo,
no importa los caminos recorridos, ganador.
Con todo
esto de antecedente, Trump la volvió a hacer. Ganó por mucho en esta segunda
etapa, lo que lo ha hecho vaticinar, haciendo referencia incluso a su
contrincante, que “Esta carrera ha
terminado”, cosa prepotente, poco políticamente correcta, puede ser verdad,
pero no desconocer que a los norteamericanos les gusta.
La victoria en New Hampshire fue tal que el propio secretario del estado reconoció que, a final de la tarde, más de 12 ciudades habían pedido más boletas republicanas porque se estaban agotando. La votación republicana en New Hampshire para esta ocasión estableció un récord con 322 000 votantes, de los cuales Trump obtuvo más del 55%, lo que le garantiza 13 delegados, para superar Nikki Haley, quien obtuvo el 43% y sólo 9 delegados.
Ahora vamos
a la tercera etapa, las nuevas votaciones republicanas tendrán como escenario Carolina
del Sur, donde Haley, única oponente de Trump fue gobernadora entre los años
2011 y 2017, de donde yo imagino que haya dejado amigos, compromisos, adeptos,
etc., debido a que se dice que ella generó miles de empleos, impuestos más
bajos, entre otras acciones que beneficiaron al estado. La ley electoral en ese
estado no obliga a que los votantes estén registrados como republicanos, cosa
que puede beneficiar a Nikki Haley.
No obstante, los republicanos en Carolina del Sur han declarado que se unirán alrededor de Trump, porque lo ven único capaz de llegar a la presidencia del país en contra del actual presidente Biden. Eso probablemente lo beneficiará nuevamente incluso en el lugar natal y de trabajo de su competidora, que es muy buena, muy buena, muy buena, pero, entre otras cosas es mujer y creo que aún no estamos preparados para que una fémina nos dirija, menos para competir y ganar frente a la una figura como la de Trump, genio y figura hasta la sepultura.
Veremos.
Interesante comentario. Yo que también soy una observadora casual de temas políticos, todavía tengo esperanzas de que la balanza hacia el Sr Trump pueda cambiar. Para mi gusto prefiero que los votos vayan a favor de una mujer, la republicana Nikki Haley y así el país se va preparando para un futuro liderazgo femenino…Esperemos los próximos resultados de Carolina del Sur. Veremos…..
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