¿Habrá un caos en Cuba si se cae o desaparece la llamada revolución cubana? Estoy convencido que NO. En lo absoluto, porque el caos es precisamente esa revolución.
El discurso del caos, del holocausto, de la desaparición,
es manejado por el gobierno cubano desde siempre para aumentar el miedo de una
población como la cubana, en un por ciento muy alto desprovista de otra visión
real de lo que significa el futuro. Los que vivimos allí, tuvimos que buscarnos
esa visión de futuro de forma particular, en no pocas ocasiones, en secreto.
Siempre existen personas o grupos que, sí avizoraron
esa otra posibilidad, pero esas personas o grupos son las que la oficialidad, gobierno y adeptos, considera ovejas negras y trata no sólo de demeritarlos, con aquello de
enemigos internos, sino de anteponerla a la gran masa que, como siempre, espera
la dirección del movimiento para luego moverse o integrarse. E principal muro
de contención de esas personas o grupos de personas, no es el gobierno, sino
los propios cubanos.
Durante décadas el contacto del pueblo cubano con el exterior, o sea, otras formas de vida, fue muy limitada, más allá de las imágenes de los también felices países socialistas y algún que otro funcionario o representante del gobierno que al regreso de sus viajes oficiales de trabajo, dejaba entrever que además de lo malo, existían también “algunas cosas” que no podían ocultar y eran buenas. Pero, así y todo, la mención a esas cosas buenas o no tan malas que eran imposible de ocultar, venían acompañadas de explicaciones partidistas e ideológicas que trataban de minimizarlas. El contacto con los cubanos en el exterior, por décadas no existió, porque esos cubanos estaban muertos.
Decía la propaganda,
para estudiar en esos países capitalistas hay que ser rico, para atenderse en
un hospital también. Los autos, las casas, la comidaaaaaaaaaaaa sólo son para
ricos, de esa forma se trataba de justificar la no tenencia de autos, casas y
comida. Para los gobernantes y sus altavoces, era mejor ser pobre, la pobreza purifica.
Todos los cambios son arriesgados y uno de los riesgos
es precisamente caer en un caos, pero en el caso cubano, el caos no puede ser
mayor hoy en 2025. Si el cambio se diera ahora mismo, harían falta miles de
billones de dólares y mucho tiempo sólo para comenzar una recuperación. El caos es tan grande y sin solución, que supera a cualquier caos.
No se trata de quitar a un gobierno malo y sustituirlo
por otro muy bueno, con muy buenas calificaciones e intenciones, se trata de
que nada de lo que existe funciona y hay que sustituir, reconquistar,
reconstruir, exactamente todo, incluyendo al ser humano que quede.
En la evolución humana, los cambios se fueron haciendo
de forma orgánica, por evolución. De aquel hombre que caminaba solitario y
dormía debajo de un árbol, se pasó a descubrir cavernas o cuevas mucho más
cómodas y sobre todo estables frente a las inclemencias de la naturaleza. De
ahí el hombre comenzó a construir sus casas, sin destruir las cuevas. Aparecieron
los diferentes materiales de construcción, los pisos, los techos, las ventanas.
Con la posibilidad de trabajar la piedra, aparecen las pirámides, los palacios,
las casas, muros y murallas sólidas. Luego se construyeron ciudades presididas
por castillos, iglesias, plazas, y se conformaron calles y avenidas, parques,
acueductos, cementerios, etc. Esas ciudades pequeñas dentro de muros protectores
desbordaron sus límites y crecieron, los castillos grandes quedaron obsoletos y
económicamente imposibilitados de mantener, se desplazaron los centros de vida,
y poco a poco se fueron desarrollando los polos con traslados, asentamientos,
guerras, conquistas, influencias, etc., hasta llegar a lo que hoy conocemos, incluidos
aires acondicionados, microwaves y viajes al Cosmo. ¿Además de una teoría chueca,
cuál es el otro invento sólido y estable del comunismo?
El comunismo, al cual se llega por revolución y no por
evolución, en el mismo momento que trata de construirse, muy paralelamente va
edificando su destrucción, hasta llegar al caos, no sólo material, sino, y,
sobre todo, humano.
No es que el caos sea exclusivo como última fase de
todo sistema totalitario, sino que esa forma de gobierno, el cual se mantiene
por la fuerza, a veces visible, otras muy sutil, es el mismísimo caos, que basa
su sobrevivencia siempre en crear un enemigo externo que ataca, a veces parece
que ataca todos los días, y en nombrar a un enemigo interno sobre el cual colocar
los fracasos.
El comunismo, a conveniencia, convierte al hombre en súbdito,
en la misma medida que lo limita de sus verdaderas libertades, que están más allá
de la posibilidad de expresión, entonces aplica aparentemente para su bien la
política del gorrión, o sea, tu no hagas nada, todo yo te lo voy a poner en la
boca, en busca de un compromiso que muy rápido se queda corto e inservible. En
la misma medida que le da la comida dentro de un aparente confortable y seguro
nido, le va cortando las alas y entonces ese hombre no puede volar y lo que es
peor, ese hombre en vez de aprender, desaprende a valerse por sí solo y vive dependiendo.
Las ideas más repetidas en ese tipo de gobierno, que
llegan a convertirse en una filosofía de vida, son: me dieron, me van a dar, me
toca, me prometieron, etc., entonces ese hombre espera pacientemente a que un
día le llegará lo que el gobierno tiene determinado que él necesita para vivir.
Nunca es suficiente, nunca alcanza, pero es algo más que el holocausto que nos tienen prometido
si pretendemos cambiar.
“Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer
mi corazón”, parte de una hermosa canción, pero el problema es precisamente que
hay que tener un corazón para ofrecer, hay que tener ilusión, hay que ver o
sentir que un futuro mejor existe y está a la vuelta, alcanzable en una vida,
si no, sólo prima la apatía, el desinterés, el mensaje deprimido y depresivo.
Depresión anímica, junto a una imposibilidad real que
hace que las personas que están en Cuba, dentro de Cuba no vean una solución y
aunque inconformes sigan viviendo en el caos. La solución más rápida y no sin
riesgos, más viable en una vida es huir y salir a buscar afuera lo que no puedo
encontrar adentro. ¿Y los que no pueden huir?
Yo, desde mi “cómoda” vida, cuando además ya no tengo
20 años, trato o tiendo a no culpar al cubano que vive en la Isla, Es cierto
que ellos son los llamados a provocar el cambio, si es que quieren mantenerse
vivos y bien, ellos serán los más beneficiados, pero también es cierto que es
difícil.
Es fácil culpar de anormales, vagos, miedosos, oportunistas, etc., a todo el que queda allí, porque no es capaz de lanzarse a la calle un día y no regresar hasta lograr derrocar al gobierno. Y sin dudar que todo esto existe y es posible, la idea no deja de ser muy compleja. Nuestros dos grandes hombres llamados de la independencia nacional teórica, Martí y Fidel, podían dedicarse a pensar, escribir, soñar, porque otros le pagaban las ropas, las comidas, las meriendas, los caballos y autos, etc. El pueblo cubano en Cuba hoy está impedido de filosofar, el desastre en el que vive es tan grande, que no se lo permite.
Los que están allí también están atados, frente a un
gobierno que lleva décadas preparándose para no ceder, pero, además, que ha
demostrado que, en el menor intento contra él, muy rápido pasa de las amenazas
a la acción represiva de forma individual y de forma masiva.
El cubano que está allí, que está dando muestras valientes
de estar agotado, pero además decidido a un cambio, no las tiene fácil, porque
no sabe a ciencias ciertas, si su represor será su propio vecino e incluso su
propio familiar.
El cubano que está allí quiere cambios, no estoy
seguro de hasta dónde de profundo quiere esos cambios, pero es más que evidente
que quiere tener agua, electricidad, comida, ropas, casas, zapatos, medicinas y
por qué no un poco de diversión, cosas más que probadas que el gobierno no
puede ofrecer.
Es más que notorio ahora a partir de las relaciones
con los emigrados, las vías no oficiales de información y comunicación, lo que
trae obviamente una mayor referencia, que el cubano sabe que eso que lleva no
es vida y todos, los de aquí y los de allí, queremos vivir.
Creo que no será fácil reconstruir un país que está
compitiendo con Haití, el país por muchos años más pobre del área. Nada se
logra a través de una varita mágica, pero de seguro estoy que mayor caos, los
de adentro y los de afuera, NO vamos a padecer y no es porque yo sea sabio, no lo soy, sino es que sencillamente no existe
mayor caos, a no ser el de miles de personas muertas en las calles, cosa que
espero y deseo no pase.
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