630.- ¿Pueblo Unido? (Tercera Parte)
Si en algo el gobierno de Cuba es profuso, profundo, gigantesco,
creativo, imaginativo, fértil, etc., es en cambiarle los nombres a las cosas,
quizás siguiendo los manuales operativos de cualquier otro gobierno totalitario.
Ese fue el caso del llamado “Período Especial” como nombre,
creado por el creador de todo y aplaudido por no pocos, que venía a ocultar la
palabra crisis manejada por todos en el planeta Tierra, más que crisis, súper CRISIS,
con mayúscula, quizás la más grande que ha existido en la historia cubana desde
1492. Todas las anteriores con todas sus variantes, se quedaron pequeñas.
Crisis que no sólo abarca a influye en el tema económico,
sino que se ha ramificado a todas las partes de la vida social y lo peor, al
cubano como individuo. Todo lo vivo en Cuba está en crisis además de las cosas
que no están vivas, incluyendo a los muertos, vean nada más cómo están los
cementerios y el trabajo que se pasa para enterrar a un fallecido.
Crisis que como “Especial” estaba llamada o al menos
así se informó, a durar un tiempo corto. Sería circunstancial, temporal, de la cual
muy rápido se saldría de forma poco dolorosa. Los discursos fueron alentadores,
el gobierno cubano había superado muchas crisis, por qué no una más.
Cuba que venía pintando un techo ya sin pintura, no sólo
se quedó agarrada de la brocha seca, sino que cayó estrepitosamente y de la
solución, ya ni a corto, ni a mediano, sino a largo plazo: bien gracias.
Estamos en 2025, hace más de 30 años que se inauguró
ese período y aún no se ha salido de él, lo que es peor, no se sabe cuándo y
cómo se saldrá. Al gobierno sólo le queda una solución, decir que están
trabajando, tal como si los gobernantes no trabajaran y que necesita tiempo,
más tiempo, pero más nada. ¿Mas tiempo? No existe la solución, una vez que ya se
ha probado con todos y con todo y el resultado no es sólo el mismo, sino peor.
Esa mal llamada o mal apodada crisis como Período
Especial, terminó por dividir al pueblo cubano que ya venía dividido. Del
Período Especial, tal como dijo una compañera mía de trabajo, revolucionaria,
militante e increíblemente una bella persona, cada cual tenía que salir por su
cuenta. Inauguramos entonces un período que debió llamarse: “sálvese el que
pueda”.
Lo primero que nos marcó de la noche a la mañana fue
la posesión del dólar y la carrera acelerada de todos para poseerlos. Si no
tenías un dólar, olvidando a los que todavía en aquellos momentos pagaban
sanciones en cárceles por su posesión ilegal, literalmente no tenías
posibilidades de vivir decentemente.
En un momento donde un profesional de experiencia
ganaba 350.00 pesos cubanos, el dólar se cotizaba a 150.00 pesos, o sea, los
que más ganaban por el Estado, sencillamente contaban mensualmente con 2 o 3
dólares para pasar un mes entero.
Los cubanos nos dividimos en tres grandes bandos o
grupos, todos conspirando contra todos, todos tratando de sobrevivir y muchos
tratando de pisarte para que no sobrevivieras.
Estos grupos que tenían varias subdivisiones dentro de
cada uno de ellos, eran: los que recibían dólares por diferentes variantes
desde el exterior, los que trabajaban en las tiendas, los hoteles, los taxis, las
empresas extranjeras, a veces como profesionales o a veces como cocineros,
limpia piscinas, cuidadores de perros, lavadores de carros, criados de esposas
y niños y se buscaban lo suyo con la lucha y los que no quedaron ubicados ni en
uno, ni en el otro y entonces desarrollaron, ampliaron, consolidaron el más que
conocido y antiguo, además efectivo, mercado negro, como vendedores y
compradores. Mercado negro, al que ahora el gobierno llama “informal”, tan
efectivo en Cuba que merecería un ministerio y un ministro.
Sobre el segundo y tercer grupo, se ha escrito y
hablado mucho. Dólares presidiendo las reuniones del partido y de la juventud
comunista y luchas que enmascaran robos, desvíos, corrupciones en el segundo
grupo. Venta de todo los productos y servicios, incluyendo las flores para los
fallecidos y las capillas con mejores condiciones para ellos en el tercer
grupo.
Ahora razonemos un poco sobre el primer grupo, o sea,
las divisas recibidas, porque obviamente eran y son enviadas.
Creo además que el Período Especial marcó el inició de
la separación total de muchos con relación al gobierno. La necesidad de salir
por cuenta propia de la miseria que se avizoraba hizo que los que ya estaban
separados, continuaran su camino, pero los que hasta ese momento habían
defendido a capa y espada todo lo que se hacía, incluso lo mal hecho y sin
resultados, comenzaron a cuestionar, dejando ver, por primera vez, como nunca
antes, sus preocupaciones y desacuerdos. En Cuba decimos: todo está bien hasta
que te pisan el callo”.
Claro, los que habían defendido hasta con los dientes
todo aquello, se levantaron un día y encontraron todo en dólares. Inexplicable.
Esos se quedaron sin argumentos combativos, su revolución, aquella de igualdad,
beneficios para todos, prioridad a los más necesitados, soberanía, patriotismo, etc., comenzaba a
desaparecer. Habías quizás combatido en la Sierra o en las ciudades, habías
alfabetizado, habías defendido las arenas de playa Girón, continuaste con
trabajos voluntarios domingos tras domingos, guardias, movilizaciones,
internacionalismo proletario en guerras y paz, madrugadas de ejercicios
militares siendo civil, medio olvido de la familia más íntima, y a partir de
ese momento, si no tenías un dólar en el bolsillo, no podías vivir. Ahora tu
revolución, no sólo te pedía que reconquistaras a tus familiares y amigos “gusanos”,
sino que casi te orientaba que le pidieras dinero. Poco pesaba tu experiencia,
tu labor, lo importante era el dólar.
Los cubanos que trabajan en aquellas empresas inventadas
de “capitalistas buenos” y los que luchaban en tiendas, gasolineras, hoteles,
comenzaron a mirar con lástima a sus vecinos que quedaron fuera. Esos
aumentaron su miedo y sus mentiras, el vecino adolorido, bajo la “envidia
revolucionaria” te podía acabar con tu vida. Sólo hacía falta un anónimo
escrito, una llamada por teléfono, un comentario “ingenuo” que hablara de vivir
por encima del nivel proletario o de un tal enriquecimiento ilícito y todo se
podía acabar. Entonces los que venían mintiendo, desarrollaron su capacidad,
escondieron sus verdaderas vidas, comían escondidos, disfrutaban escondidos y
se le llegó a coger miedo hasta la misma familia. Nunca se sabe de dónde viene
el palo.
A los cubanos emigrados nos parece que hacemos cosas
extraordinarias y no es así, para nada. Todo emigrado, o al menos un por ciento
muy alto, sale de su país pobre con el compromiso de tan pronto pueda ayudar a
los que se quedaron. Muchos mantienen a sus familias desde el exterior.
Viví en República Dominicana, país que tiene 2
millones de habitantes en Estados Unidos, más otros en el resto del mundo. Los
dominicanos mantienen ese vínculo familiar y ayudan extraordinariamente a sus
familiares y amigos, suministrándoles aquello que en la antigua Quisqueya no
pueden resolver. Luego me mudé a Nebraska y trabajé rodeado de mexicanos,
guatemaltecos, hondureños, vietnamitas, todos enviaban dinero a sus países.
Caso más que famoso es el de los mexicanos, no paran
de trabajar aquí y no paran de ayudar a sus familiares allá. Muchos se
construyen casas, muchos se montan negocios, crían ganado, etc. Entonces no
estamos haciendo nada del otro mundo. Salimos, tuvimos suerte y nos toca
ayudar.
El papel de los cubanos salvadores está sobrevalorado
por nosotros mismos los cubanos, tanto sentimental como económicamente. Para
demostrar que quieres a tu familia más que nadie, anuncias que mandas dinero.
Si no mandas entonces no quieres. Si mandas 100 dólares, dices que mandas 500,
a sabiendas que ni mandando 5 000 000 puedes resolver el problema de una vez.
¿Ahora, qué pasa con México, Honduras, República
Dominicana, Viet Nam y otros muchos lugares? Es sencillo, como esos países,
muchos con una parte pobre incluso, funcionan, lo que hay que enviar es dinero,
porque los pollos, los huevos, el pan, el arroz, la sal, la azúcar, los
jabones, la pasta de dientes, la ropa, los zapatos, los medicamentos, los
bombillos, las cucharas y tenedores, los platos, y todo lo demás, están
allíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii y para nada tienen que ver con el gobierno.
Los dominicanos, los vietnamitas, los ticos, etc., compran dónde quieren e
invierten en lo que quieren. El gobierno no se queda con su dinero, así de
fácil.
No es de ocultar que ayudamos, tenemos que ayudar e
inevitablemente en un por ciento muy alto, ese dinero que va, para en las manos
del gobierno, que ahora ha descubierto a la familia cubana en el exterior.
Y entonces aparece la gran contradicción que mucho
padecemos. Por un lado, ya dije, tenemos que ayudar enviando las cosas más
inexplicables que existen, además de dinero y por otro con esa ayuda estamos
prolongando la existencia de un gobierno que no nos quiere, que nos echó, que no
nos deja entrar, que cuando quiere nos nombra enemigos, malos cubanos,
traidores, mercenarios, etc.
Difícil contradicción para resolver a sabiendas que
nos están utilizando. Todos los que hemos vivido en Cuba sabemos lo que
significa un paquete de café como regalo, unas libretas y lápices para los
niños, unas medicinitas, que pueden ir desde una aspirina hasta la anestesia para
una operación, una planta eléctrica para luchar contra los apagones de más de 20 horas diarias o sencillamente un frasco de repelente para los mosquitos, un
vestidito para la niña que cumple 15 años y se resiste, ella y toda su familia
a dejar pasar la fecha sin celebrar.
Todos los que allí vivimos sabemos lo que puede
significar un bombón sobre el cual hemos estado dispuestos y tentados a comernos
hasta la envoltura o una cuchilla desechable de afeitar, qué decir de un
cepillo de dientes.
Entonces el gobierno cubano, estoy convencido que crea
empresas aquí, con legalidad norteamericana, para envíos y trámites. Empresas
que dan la vida porque Cuba se mantenga como está. De eso viven y viven muy
bien.
Empresas, que han lucrado y lucran todos los días con
la más que famosa miseria del pueblo cubano, para qué cambiarla entonces.
Empresas que no sólo son creadas bajo órdenes y orientaciones del gobierno de
Cuba, sino que es casi seguro que son creadas y mantenidas con el dinero que ese gobierno pone.
Estamos divididos, por un lado, no soportamos al
gobierno de Cuba, por otro, muchos vienen aquí a criticar a mansalva a los Estados
Unidos y llegan a decir públicamente que en Cuba vivían mejor. Por un lado, tenemos
que mantener una ayuda casi diaria a los nuestros, enviando hasta sal a un país
rodeado de agua salada con más de 11 meses de fuerte verano, por otro sabemos
que esas empresas, con sus sonrisas nos están explotando y gran parte del
dinero que recaudan va a parar a los que no nos quieren.
No somos un pueblo unido, no sabemos y no queremos
saber cómo defendernos. No somos un pueblo unido y es que nuestra historia, al
menos de estos casi 70 años no nos lo ha permitido, pero es peor, la pregunta
que se impone es: ¿Cómo no estamos todos locos?
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