lunes, 20 de octubre de 2025

634.- Por las buenas o por las malas.

Si existe alguien que desea que saquen a Maduro, además lo otros millones de personas, soy yo.

Me gustaría verlo encadenado por los tobillos, arrastrando una bola de cañón como en el tiempo de la colonia, con las dos manos esposadas, también cargando una bola de cañón, con una máscara de hierro, tal como dicen que se enmascaró a un francés allá por el siglo XVIII que estuvo preso en la Bastilla, aunque la referencia parece más una leyenda, pero para el caso de Maduro la máscara sería sellada con un solo hueco para respirar, algo así como un cubo de hierro pesado, que iría amarrada por la espalda a la otra cadena que arrastra la bola de hierro fundido desde los tobillos.

Yo no puedo asegurar, por sólo seguir la corriente, que Maduro es el presidente de un narco estado, donde todos los altos funcionarios militares y civiles se mojan con el negocio de la cocaína. Tampoco puedo asegurar que sea el jefe máximo del llamado “Cártel de los Soles”, aunque nada de esto lo dudo, Maduro podría ser Jack El Destripador, el Carnicero de Lyon, Charles Mason o Ted Bondy y hasta la Hiena de Auschwitz, lo que sí puedo afirmar absolutamente es que es un animal, una bestia, un fantoche y un ladrón.

Maduro, a la cara, se robó el resultado de las últimas elecciones presidenciales venezolanas, advirtiendo antes de que ganaría las elecciones por las buenas o por las malas.

A pesar de haber creado unas elecciones especiales para él mismo, prohibiendo campañas, apresando a opositores, haciéndole la vida imposible a las figuras que más se destacaban en su contra, persiguiendo, atentando contra sus vidas, limitando e impidiendo el sano movimiento de sus adversarios, casi el 80% de los venezolanos, repito, que fueron autorizados a votar, votaron en su contra y lograron guardar las actas de los resultados de cada colegio electoral como justificación para el interior y para el exterior. Ellos sabían que se enfrentaban a una mala copia de la mafia, sin escrúpulos.

El Centro Carter, uno de los pocos organismos internacionales autorizados para observar, o sea, a Maduro le cuadraba su presencia, determinó sin equivocación que las elecciones habían sido fraudulentas, cosa que hizo que el mismísimo prestigioso organismo no gubernamental, pero de amplia experiencia en estos procesos, dejara de gustarle al perdedor, el cual además se defecó en los resultados arrojados.

Entonces Maduro, frente a la misma opinión internacional a la cual hoy pide apoyo, frente al Vaticano al que también pide que interceda por él, frente al pueblo venezolano que vive dentro y fuera del país, frente a la ONU, las organizaciones regionales, la OEA, muchos de los presidentes de la mismísima América Latina y el Caribe que hoy pretende que lo defiendan y nada más y nada menos frente al gobierno y pueblo norteamericano, a los cuales manda mensajes, más que mensajes ruegos, de entendimiento y paz, no sólo se autoproclamó ganador, sino que hizo todos los cambios necesarios para garantizar esa victoria, a lo cual se le dio tiempo. En realidad, merecía que al día siguiente de perder las elecciones fuera ido a buscar, imitándolo, por las buenas o por las malas, sin embargo, se le ha dado todo el tiempo del mundo.

Maduro entonces se volvió a proclamar presidente, tal como había prometido, por las malas y se rio y burló de todo y todos, especialmente de los opositores y del pueblo.

Se anunció como vencedor y no sólo eso, sino que se cree intocable en esa misión auto asignada de un tal socialismo del siglo XXI, que ha logrado que más de cinco millones de venezolanos estén regados por el mundo y que muchos de los que quedan estén comiendo de la basura. Venezuela, llamada a ser uno de los países más ricos del mundo, está en camino a la pobreza total.

Nada más por eso, sin droga, sin narco estado, sin Cártel de los Soles, Maduro merece ser cogido por el cuello y puesto, como mínimo a disposición de las autoridades internacionales, para que pague, entre otras cosas, las detenciones arbitrarias, las torturas, las largas prisiones con juicios amañados, los muertos de su gobierno, con su autorización, la desesperanza y la pobreza del pueblo, porque nadie va a creer que no sabía nada y que estaba en Miraflores sólo “como cocinero”.

¿Y por qué no?, ¿Qué tiene Maduro para que no pague, si muchos antes que él han pagado sus fechorías? Vivos o muertos.

Añoro el día que, a través de mi computadora, lo vea con cara de carnero degollado, ser conducido por militares frente a todos.

Ahora, me cuesta trabajo entender lo que está haciendo el gobierno norteamericano, por cierto, creo que Marco Rubio se ha vestido de gala en todo este proceso, se está llevando las palmadas para encaminar su carrera política a mayores objetivos. Parece, sólo puedo decir que parece, que “Marquito” es en esto la cabeza pensante.

Todo el despliegue, casi a tono de una guerra, me parece genial, en la misma medida que me parece demorado. Mucha publicidad, mucha información, muchas opiniones alineadas y encontradas, muchos ejercicios, muchas declaraciones, pero poca acción.

Hubiera sido mejor, a mi modo de ver el tema, que no sé nada de política, menos de guerra, haber enviado a un pequeño grupo de esos hombres especiales que todos sabemos existen en Estados Unidos, que no salen en la TV, que no participan en actividades públicas, que viven apartados en sus ranchos a cientos de millas de los centros poblacionales, que sólo responden al teléfono cuando aparece en la pantalla un código que sólo ellos conocen y que se alimentan con carne cruda y en una madrugada cualquiera, sin bulla, sin anuncios, sin periodistas, entrar y sacar a Maduro en piyama de la cama donde duerme, porque en algún momento tiene que dormir.

Ese grupo, que sabemos especial, tiene todas las capacidades para dejar ciegos a los venezolanos y operar sin que nadie se entere.

Entonces luego, ya Maduro bajo custodia, hubiera montado el espectáculo, hubiera sacado a pasear a los submarinos, hubiera hundido las lanchitas que transportan la cocaína y le hubiera explicado al mundo, ONU y Vaticano incluidos, que estaba luchando contra la droga, pero el malo ya estaba bajo mi poder.

Creo que, no diré perdido tiempo porque no conozco, pero si se le ha dado tiempo a Maduro para el espectáculo. Discursos calientes para calentar, por debajo negociaciones, mensajes de paz públicos y parece que mensajes privados con el objetivo de que no lo saquen.

Maduro ha prometido y ofrecido “villas y castillos”, entre otras cosas petróleo y oro, para que los americanos lo dejen tranquilo. Maduro ha enviado mensajes a Latinoamérica, al Papa y especialmente a Trump e incluso al pueblo norteamericano, a saber, si ese pueblo sabe exactamente dónde está Venezuela y cuál es el conflicto real.

Maduro ha tenido tiempo, siguiendo el manual del socialismo que lo apadrina, de movilizar a sus seguidores militares y civiles y los ha puesto a hacer ejercicios militares, para "impresionar al enemigo”.

Como en Cuba, amas de casas, viejos, embarazadas, jóvenes casi adolescentes, que en su vida habían tomado un rifle, menos tirado un tiro, hoy se ven vestidos de militares, arrastrándose en la tierra y como una imagen surrealista portando machetes, que conservan incluso las etiquetas, o sea, nunca usados, para combatir, imagino que tiene que ser cuerpo a cuerpo con los más que entrenados y experimentados militares norteamericanos, muchísimos de ellos con varias misiones de guerras reales.

Maduro resulta hasta brutalmente cómico, por un lado, habla de morirse defendiendo aquello, de independencia y soberanía para las cámaras, lo mismo bailando o simulando un baile encaramado en una tribuna, que vestido de no sé qué indio venezolano de la época de la colonia española y paralelamente le manda mensajitos cariñosos a Trump ofreciéndole que se quede con Venezuela y diciéndole que no manche su apellido de sangre, tal como si al presidente norteamericano esto le creara un mal efecto a esta hora.

Lo cierto es que ha pasado tiempo, las tropas norteamericanas desplegadas casi a las puertas de Venezuela, pero de Maduro capturado aún nada.

Claro está que todo tiene su ritmo y tiempo y uno no sabe exactamente los secretos de esta operación. Imagino que Trump y Marquito lo tengan todo amarrado, pero sí creo que mientras más pase el tiempo en planificaciones, más se deteriora todo.

El dinero para mantener a esa tropa se va quemando, los militares que están preparados para guerrear se aburren y cansan, Maduro puede estar esperando a que baje el Espíritu Santo.

Creo que la idea es cogerlo y sacarlo vivo y de ahí la espera del mejor momento, de haberlo querido desaparecer, han sobrado muchas semanas.

Maduro ha tratado de sembrar la idea de una guerra contra el pueblo venezolano, como siempre, ha tratado de contabilizar la sangre venezolana que puede correr, en la misma medida que el gobierno norteamericano ha aclarado e insistido que no es una guerra contra el país, que para nada quiere intervenir, meterse y quedarse con Venezuela, el único objetivo es sacar puntualmente a Maduro y a otros cabecillas identificados como enemigos de Estados Unidos y por consecuencia de una gran parte del mundo.

¿Cuándo será y comenzaremos a celebrar? No lo sé, ojalá sea lo antes posible.

 

 

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