domingo, 26 de octubre de 2025

635.- El pueblo cubano ha perdido el pueblo.

El pueblo cubano no tiene miedo, no es esa la causa del fenómeno es sencillamente la forma más fácil de verlo. Ese sentimiento, el miedo, con un poco de tiempo y trabajo es posible superarlo. Tiempo que ha pasado y trabajo que se ha venido haciendo.

Creo que es peor, en sentido general, el pueblo cubano ha perdido la referencia, coincide que no hay solución dentro del país y que la única posibilidad de mejorar es irse. No existe la ilusión, no existe la esperanza, no existe la posibilidad de una mejoría dentro del espacio geográfico que se llama Cuba. Una parte de ese pueblo hoy busca y rebusca en cajones viejos, fotos y documentos de sus antepasados, por ejemplo, españoles, a los que ni a veces conocieron, todo para irse a España. Otros muy casualmente esperan y aspiran a "encontrarse" con el extranjero de su vida en una parada de guagua o en la cola de un agromercado, da igual que esa persona tengo 70 años o que viva en Burundi. El pueblo cubano ha perdido el pueblo.

Y creo que esa es la peor consecuencia de estos casi 70 años; no la economía, los desastres, los derrumbes, la incapacidad de un gobierno de resolver lo mínimo, la mayor consecuencia es la pérdida de un pueblo del pueblo. La patria no es sólo el pasado por muy glorioso que fuera, ni la presente resistencia que hoy frisa casi con la locura, la patria es y debe ser el futuro, la cristalización de sueños, realizaciones colectivas, pero también individuales. La patria es el éxito y la prosperidad, o al menos el sueño de que eso es posible, por eso nuestros padres y los padres de nuestros padres y los padres de esos padres, nos enseñaron a estudiar y a trabajar.

Si algo logró la adobada doctrina marxista leninista en Cuba, cocinada con las ideas fidelistas, fue sembrar la idea de que el cambio no es posible, por lo que el pueblo cubano está llamado a soportar y soportar en espera de que un día todo, como por arte de magia, cambiará y mejorará. Todavía hay quienes esperan que después de tantas pruebas y pruebas, el gobierno de turno, que es como bien se llama continuidad sobre todo del desastre y la improvisación, pueda resolver todos los problemas acumulados, que no son pocos.

Si algo Fidel Castro y sus repetidores, que no nos engañemos fueron muchos durante años, fueron capaces de imponer, fue que antes de 1959 todo era negro, oscuro, problemático. Cuba era un país caótico, de prostitución, robo, corrupción, hambre, insalubridad, analfabetismo y que la historia de Cuba comenzaba precisamente después del triunfo revolucionario de 1959.

La revolución emancipadora, la revolución lumínica, la revolución que entregaba y reponía a cada cubano el orgullo y sobre todo una patria que antes no tenía. Y eso se llevó a los libros de historia, que más que todo son de propaganda, se llevó a las escuelas, a los trabajos y a la familia. Antes todo era desastroso, caótico, ahora es que, por primera vez, somos libres y viviremos un futuro inigualable, tal como si todos hubieran perdido la memoria o todos hubiéramos nacidos justo después de 1959.

Y esto no deja de ser cierto en parte, no existe un proceso humano linealmente en positivo siempre. La historia está hecha de triunfos y derrotas, de ir y venir, de cambios, errores y más cambios. ¿Hubo robo? Sí. ¿Hubo prostitución? Sí. ¿Hubo incluso asesinatos, guerras mafiosas y gansteriles? Sí. Pero no todos eran asesinos, prostitutas, ni gánsteres. Hasta en los momentos más dictatoriales de nuestra historia, hubo espacio para la democracia, para la manifestación, para la reunión. Recuerden que Fidel y sus muchachitos fueron amnistiados por el dictador Batista, acusado de muy malo, a los 22 meses de ser enjuiciado por haber asaltado por las armas un cuartel, haber ocasionado muertes dentro del ejército y disturbios con esa actuación. No lo mataron, no lo deportaron, lo pusieron preso bajo las leyes públicas que existían, no lo envenenaron en la cárcel y luego lo soltaron sanos y gordos.

Nuestra última etapa republicana, 1902 – 1959, para nada fue una panacea. En la misma medida que se aprendía a vivir independiente, cosa que puede parecer fácil, pero no lo fue, después de cinco siglos de dominación colonial española, se hicieron muchas cosas malas, pero también muchas cosas buenas que todavía hoy existen. Cuba aprendió de democracia, de diversidad, de la instauración, diversa, pero instauración de un sentimiento nacional. Lo cubano no se creó con la revolución fidelista, cosa que se ha tratado de imponer. Martí no es consecuencia del comunismo, menos su autor intelectual. El luego nombrado Apóstol, existió por sí mismo y fue valorado dentro de la república. La hoy Plaza de la Revolución, presidida por José Martí, fue diseñada por un arquitecto francés e inaugurada como Plaza Cívica durante el gobierno de Fulgencio Batista.

Los ricos se “robaban” parte de Cuba, pero los pobres vivían y sobre todo tenían una idea clara de mejorar. La mejoría era posible. De ahí que muchos de nuestros abuelos, pobres, lograran con mucho esfuerzo y trabajo claro está, crear y desarrollar sus empresas, estudiar en universidades, hacerse profesionales de éxito para la realidad cubana, crear familias, moverse dentro de Cuba.

No todos los cubanos, como se ha querido decir, eran analfabetos, menos vagos y descarados. Los buenos médicos, los buenos abogados, los ingenieros y arquitectos prestigiosos, los poetas, escritores, los artistas plásticos, los músicos, pero además las personas trabajadoras con ganas de superación y mejoría no aparecieron de la noche a la mañana después que Fidel Castro entró en La Habana encaramado en su carroza verde olivo. Es cierto, se masificó la enseñanza y la cultura, pero sin desdorar a los que vinieron después, los millones de graduados no hacen un Félix Varela, una Dulce Ma. Loynaz, un Wilfredo Lam, un Benny Moré, un Ernesto Lecuona, menos un José Lezama Lima, por sólo citar algunos nombres.

Existían problemas, claro, pero existía un sentimiento de que Cuba era de los cubanos y había que luchar para cambiarla. La historia nuestra, a la que lamentablemente por el manejo ideológico hemos llegado a no soportar, es rica en luchas, manifestaciones de protestas, recoge una inmensidad de movimientos, desarrollo y clarificación de sectores como los obreros, las mujeres, los estudiantes, etc., porque, por encima y además de los problemas, existía un sentimiento de patria.

¿Cómo es que, si todo era un desastre antes de 1959, Cuba no recoge historia de emigración masiva? Por el contrario, Cuba se convirtió por excelencia dentro de América Latina, en un lugar que recibió a miles de migrantes No era común los que se tiraban al mar para huir, no era común buscarse un extranjero para salir, a pocos se les debe haber ocurrido escaparse a través de las selvas, cruzando a pie países para salvarse.

Existió imagino un pueblo con miedo, a nadie le gusta saber que va a ir preso o morir, pero que tenía un sentimiento muy claro de pueblo.

Para no ir más lejos en la historia, en Cuba, la peor sanción era, no la muerte, sino el destierro. El destierro más sonado que conocemos, no el único que existió, fue el de José Martí. La sanción te separaba de tu familia, de tu tierra, de tu historia y te convertía en un sin patria en otro lugar. Se te cambiaba la muerte por la vida en otra lejana geografía, al mismo tiempo que se te dejaba sin vida sentimental.

El destierro era doloroso y siempre albergó la idea, a veces conseguida, a veces no, de regresar a lo tuyo. Vuelve a ser el caso más sonado el de José Martí.

Los luchadores anticoloniales, los luchadores contra los problemas de la república, no luchaban por lo que tenían, precisamente los que los unió, dentro de la diferencia que tampoco es nueva, siempre la hubo, fue tener una visión de futuro personal y la existencia de la visión de futuro colectiva. Cuando esas dos visiones se unen, son posibles. Es importante tener una esperanza, pero más importante es que esa esperanza sea compartida por muchos. Si esas dos condiciones no existen, o sea, la personal y la colectiva, sólo se tirarán patadas de ahogados o se estará arando en el mar. Para el caso cubano de hoy, con un marcado individualismo, quizás forzado por la necesidad, el futuro está en otra parte.

Muchas veces nos decimos que los cubanos antes éramos más valientes, no lo creo. Los cubanos antes logramos unir nuestras visiones de futuro con las visiones de otros y entonces convertimos esas visiones en patria. Hoy nos desgastamos en hablar teorizando sobre la constitución que vamos a imponer cuando Cuba sea libre del comunismo que dice tener, sin saber cómo llegar y menos haber llegado al nuevo momento constitucional. 

De Cuba se salía, muchos lo hicieron, a trabajar por un período en diferentes países, pero con la opción de regresar a vivir en Cuba. Se quería mejorar económicamente para luego restablecer esa mejoría cerca de la familia, del barrio, de los amigos, de la patria. Muchos profesionales, muchos artistas, de los que hoy presumimos, antes de 1959 viajaban en busca de superación, de experiencias, de dinero y por qué no como paseo, pero casi todos regresaban. El cubano había sido siempre muy cubano y consideraba, a pesar de todos los problemas, la vida en Cuba posible.

La revolución logró cambiar esto. Identifico exclusivamente el proceso revolucionario con la patria, con la cubanía, con la soberanía, con la cultura y con la independencia y día a día, en absolutamente todas las partes y por todos los medios, tras largas jornadas de veneno ideológico adaptado a las necesidades, gustos, caprichos de una persona, se fue instaurando que sin revolución socialista no existía nada. Esa ideología formulada por un solo cerebro se convirtió en un potente veneno, que te mantiene en un limbo, no te mata, pero tampoco te permite vivir.

Cuba es un país que emigra en esta última etapa. Los primeros en abandonar el país fueron aquellos ricos o muy ricos que fueron o se olieron serían afectados, los apodados siquitrillados. En esos primeros emigrantes todavía existía ese sentimiento de patria, ese sentimiento de regresar. Esos se instalaron sobre todo en Estados Unidos y vivieron añorando y organizando sus regresos.

Luego hemos vivido un movimiento constante silencioso de salida y otros movimientos muy ruidosos con los que el gobierno cubano ha sido hábil en quitarse de arriba la gran presión interna, apodados entonces gusanos o escorias. Esos movimientos, Camarioca, Mariel, la Selva del Darién, la Ruta de los Volcanes nicaragüenses, han sido otra cosa. Han sido la decisión de la auto deportación y el auto exilio voluntarios.

Los cubanos, cansados de esperar, entendedores de que no se puede luchar por el cambio, no sabemos cómo hacerlo, no tenemos por qué luchar, porque no tenemos ese sentimiento colectivo de patria, hemos preferido irnos, entonces el exilio forzado, ese como sanción, se ha convertido en una búsqueda desesperada y voluntaria de salir para vivir.

Nos seguimos considerando cubanos porque nos empeñamos en hablar español donde llegamos, comemos frijoles negros y carne de puerco, pero muy rápido perdemos esa cubanía para convertirnos en americanos, españoles, mexicanos, italianos, canadienses, etc. Creo que se ha perdido el orgullo por ser cubano y luchar por ello.

Seguimos siendo cubanos, sufrimos decimos, pero nos cuesta trabajo concebir el regreso. Ya no tenemos miedo, al menos por nosotros mismos, pero Cuba no es nuestra, ya no nos vemos allí. Entonces la fuerza se pierde, sino cómo entender a los cubanos que viven fuera, que se autoexiliaron voluntariamente en busca de vida y defienden al gobierno cubano y declaran que se vivía mejor en Cuba.

¿Cuántos de nosotros, regresaríamos desde cero a reconstruir ese país? No conozco a muchos que aspiren a esto sinceramente.

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