Como
muchas otras veces he comentado, no pretendo convertir mis blogs en espacios
para valorar la ideología y la política en Cuba, existen hoy infinidad de lugares
donde se puede leer sobre estos temas. Creo firmemente que para hacer estas
valoraciones es mejor vivir dentro de la Isla como cubano de a pie, porque con
el refrigerador lleno de comida, aire acondicionado central y gasolina para el carro,
se puede correr el riesgo de ser injusto y entonces llevado por la pasión juvenil, caer en el juego de valoraciones a
media.
Mientras viví en Cuba, mucho defendí mi derecho a
hablar, criticar, valorar todo y a todos los que me rodeaban, sin importarme su
apellido o jerarquía, lo que me trajo no pocos problemas. Para saber del tema
cubano y tener derechos sobre él, hay que vivirlo todos los días. Lo otro, las
variantes que sean, desde Estados Unidos o Australia, parecen ser puro cuento. Sin
embargo, como aún estoy vivo, hay cosas a las que no puedo renunciar y dejar
pasar por alto, y entonces apelando a ese derecho que yo mismo me abrogo por
ser sencillamente cubano, escribiré hoy sobre la reciente intervención del
presidente cubano Raúl Castro. Mama Ali, no te preocupes, es sólo un poquito.
La noticia me llegó desde República Dominicana. Tal como
el propio Raúl vaticinó, los periódicos de ese país e imagino que otros muchos alrededor
del mundo, se han hecho eco de sus palabras, a través de las cuales, de una
forma muy directa, descarada y sínica, culpa a una parte del pueblo cubano de
los pocos resultados que ha obtenido el gobierno es su gestión, debido según él,
al “ambiente de indisciplina que se ha arraigado en
nuestra sociedad” lo que ocasiona “daños
morales y materiales nada despreciables”.
Luego declara fácilmente que
“Hemos percibido con dolor, a lo largo de
los más de 20 años de periodo especial,
el acrecentado deterioro de valores morales y cívicos, como la honestidad, la
decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez y la sensibilidad ante los
problemas de los demás”.
Y de ahí en lo adelante
en los siguientes ocho párrafos, Raúl se dedica a “hacer un recuento de los fenómenos negativos más representativos, sin el
ánimo de relacionarlos uno por uno”, donde define claramente que una parte
del pueblo cubano es hoy salvaje, deshonesta, vulgar, vaga, ladrona, agresiva,
etc. De madre, ocho párrafos dedicados a este tema, acompañados de la palabra
dolor, lo que además de descarada hace su intervención ridícula. ¿Dolor? La
persona que le redactó el discurso debe ser la misma que le redactó el discurso
a raíz del incidente que llevó a la Causa 1, y evidentemente la palabra dolor
le gusta. En aquella ocasión Raúl dijo que al irse al baño de su oficina a
lavarse la boca con pasta de dientes, mirándose al espejo descubrió lágrimas en
sus mejillas, sentía dolor por los hijos
de Ochoa. Ahora Raúl ha observado con dolor el deterioro de la sociedad cubana.
İQué descaro!!!!!!!!!!! Raúl no debe
sentir dolor ni golpeándose un testículo.
Raúl menciona los
problemas y las causas que le conviene, como buen alumno de su hermano mayor. Sí,
es cierto, una gran parte de los cubanos nos hemos convertido en vulgares,
ladrones o luchadores, jugadores de juegos prohibidos, alcohólicos, viciosos,
suicidas, locos, etc., esa gran parte de los cubanos hemos nacido después de
1959 y eso es lo que tenemos como gran logro de estos 50 años de un “profundo
proceso revolucionario”.
¿Ahora Raúl habla en Cuba
de cívica? Lo de cívico casi que se abolió y quedó solo para los viejos nostálgicos.
Las cosas en Cuba no eran cívicas, eran revolucionarias, o ya se le olvidó a Raúl
que la palabra señor y señora se desterraron después de 1959 o peor se utilizaron
para señalar a aquellas personas desviadas o débiles ideológicamente. ¿Moral y Cívica
no era una materia de escuela obligatoria en la época de nuestros padres, que
se quitó de los planes de estudios revolucionarios a todos los niveles? ¿No
recuerda Raúl que durante estas últimas cinco décadas la palabra ciudadano se
utiliza rudamente para denigrar, marcar y maltratar a muchos cubano? Eres ladrón,
medio borrachín, mentiroso, etc., pero eres formalmente militante del Partido,
eres compañero. Eres educado, correcto, de alto nivel académico, pero haces críticas
al gobierno y no estás de acuerdo, eres un ciudadano.
Raúl habla de “amarga sensación”, pienso que debido al
consumo de alcohol que dicen mantiene desde hace muchos años, de que hoy los
cubanos somos “una sociedad cada vez más instruida,
pero no necesariamente más culta” y no menciona a Martí, ni a Rubén Martínez
Villena, menos al Che, sino al escritor español Miguel de Unamuno, como para
dar la imagen de un presidente culto en
un país de salvajes. Apretó la persona que le escribió el discurso.
Mi única pregunta es: ¿Dónde
ha estado Raúl en estos últimos 50 años?
Cualquiera que lo lee sin
conocer los vericuetos de la Cuba revolucionaria, puede pensar que es una
figura nueva, fresca, acaba de llegar, portador de nuevas ideas y sobre todo
nuevas soluciones. Nadie podría pensar que es el mismo Raúl de siempre, el
segundo en todo, el único de los partenaires de Fidel que ha sobrevivido y que
siempre se dedicó a aprobar todo lo que a éste se le ocurrió. El tipo que, queriendo
dar la imagen de honestidad y justificar su ningún logro, se da el lujo de
hacer un inventario de nuestros defectos y deformaciones, pero jamás, ni por esbozo,
menciona las verdaderas causas. La figura una vez más retoma el discurso retórico
de siempre y plantea, tal como su hermano acostumbraba a hacer, que todos han
sido culpables, menos él mismo.
Es real, los cubanos,
somos muchas de esas cosas que Raúl menciona, quizás otras más y no es de ahora
que se ve el deterioro, esto como un cáncer viene caminando a pasos sólidos
desde hace muchos años. Habría que preguntarse cuántas personas dijeron esto
mismo desde siempre y nunca se les escuchó o peor se les separó por tener ideas
no acorde con el proceso.
El deterioro comenzó a partir
de que muchas personas escogieron hacer lo que no sentían, de que siempre se
levantó la mano para aprobar por unanimidad algo con lo que no se estaba de
acuerdo, no se entendía o sencillamente para terminar con el asunto e ir a
mirar la novela. Deterioro a partir de que para muchos lo importante era ser
militante del PCC como pasaporte para los privilegios a partir de la supuesta
confiabilidad. Deterioro a partir de que en vez de verdaderos militantes, la
Revolución se fue cargando de simuladores, actores, payasos, a los que utilizó a
su conveniencia.
Si es verdad, hoy después
de cinco décadas de socialismo somos un pueblo mal educado, gritamos, somos
irreverentes, decimos malas palabras, hablamos desmedidamente alto, porque eso
en un momento significó ser proletario, ser compañero, en enfrentamiento a las
manifestaciones burguesas que podrían sobrevivir.
Se le perdió el respeto a
la ancianidad, a las canas como decimos popularmente. Todos éramos iguales,
abuelos, padres, hijos. Se estimuló la confrontación dentro de la familia. Los
padres comenzaron a fajarse con los hijos, los hijos con los abuelos. Los
hermanos empezaron a dividirse por la política, unos a favor y otros en contra
con posiciones bien enconadas. Nos fajamos a muerte con los que se fueron o
comenzamos a esconder las relaciones con ellos.
Se marginó a la fe,
muchos decidieron creer a escondidas, que es peor que no creer. Se limitó a los
religiosos de pueblo, mientras muchos en el gobierno mantuvieron sus padrinos
de religión y de pronto se cambió para un status laico, arremetiéndose equivocadamente
con lo que la religión pudiera tener de positivo en cuanto a la familia,
amistad, valores, ética, honestidad, solidaridad, etc.
Todos somos iguales rezaba
el lema, con una igualdad inventada e irreal, pues algunos se apoderaron muy
rápido de las mansiones de Miramar, Nuevo Vedado, Siboney, símbolo de la
burguesía explotadora. Entonces, era igual el director y el subordinado, el médico
y la enfermera, el alumno y el profesor, el arquitecto y el constructor. El ama
de casa y el científico. El que trabajaba todo el día y el que declaraba a voz
populi que al gobierno no le trabajaba.
Para colmo de males y de
bienes a la misma vez, aparecieron los extranjeros. Los “gusanos” que un día
violentamente echamos del país, regresaron convertidos en “mariposas” y casi se
nos pidió que los recibiéramos con honores. Aparecieron los hoteles, bares, cafeterías,
tiendas, en moneda convertible, los artistas, deportistas y técnicos
autorizados en dólares. Como consecuencia, los que pueden acceder a la vida y
los que no. Se impusieron los trabajos cómicos, las firmas extranjeras, las
corporaciones, el turismo, las salas de hospitales y escuelas para extranjeros.
Apareció a mayor escala la droga y la prostitución. Ser “jinetera” es malo,
pero si ella pone la comida para la fiesta del CDR, entonces …
Seamos honestos, la Revolución
no inventó la vulgaridad, pero si le dio cabida dentro de lo que se quiso ver
como manifestaciones populares. La Revolución no inventó el robo, solo que en
un lugar donde el que dirige, el que controla y el que trabaja roban, es más fácil
de que esto se haga familiar.
Los militantes roban, los
que no también. Roban los católicos, los santeros; los jefes y los
subordinados, los del campo y la ciudad, los policías y por supuesto los
delincuentes. Roba el trabajador y también el administrador, roban muchas
personas.
La Revolución no inventó
la mentira, pero se conformó con ella con tal de ganar aparentemente adeptos. La
Revolución no inventó la desigualdad, pero ellos, los jefes, sus hijos, sus
esposas y sus queridas, fueron los precursores de lo que significa vivir
diferente a un pueblo. La Revolución no inventó el tráfico de drogas, el de
armas, el de seres humanos, pero de vez en cuando jugó con estas acciones peligrosas.
La Revolución no inventó las guerras, pero a su antojo, participó en muchas de
ellas, bajo el noble lema de internacionalismos proletario, donde los
integrantes del gobierno, no tienen un familiar muerto.
Se le olvidó a Raúl,
pienso que porque no le convenía mucho hablar del tema en ese momento, que una
gran parte de los cubanos sólo quiere una cosa, emigrar. Paradójicamente los jóvenes,
los que no conocieron el capitalismo, los que son el resultado de la educación y
la medicina gratis, los que tienen el derecho a practicar deportes, los negros que
crecieron en un país sin discriminación racial oficial, los campesinos a los
que la Revolución beneficio en primer lugar, en fin, muchos cubanos, tenemos
una idea fija, irnos de la tierra que nos vio nacer. Irnos para cualquier
lugar, cualquier clima, cualquier idioma, sin apenas garantías. Sólo una idea,
emigrar
Entonces Raúl, amigo,
bastante bien estamos. Somos un pueblo que en medio de tantas dificultades, no
te roba, sino que lucha para sobrevivir y de vez en cuando tomarse una
cervecita pues también es humano. No es que no trabajemos, sino que somos así
de entretenidos y suaves, en el trópico hace mucho calor. No gritamos ni somos
vulgares, sino que somos divertidos, alegres. Ya no tenemos mucho contra ti, ya
no nos importa mucho quién dirige Cuba, pero evidentemente no tenemos nada en
contra de nosotros mismo. Eso es lo que nos ha permitido sobrevivir al desastre
llamado Socialismo Cubano. Si lo fuéramos a tomar en serio hace años que nos hubiéramos
autodestruido.