Confieso que no soy conocedor de la historia de Estados
Unidos, a pesar de que durante muchos años me dediqué a estudiar sobre historia
y mucho menos de su sistema político electoral. Pienso que, para conocer ambas
cosas a profundidad, lo que permitiría hacer un análisis profundo y objetivo,
más allá de pasiones, hay que dedicar muchas, muchas horas, a veces la vida
entera.
Para los que venimos de un sistema electoral como el cubano,
pienso que nos resulta aún más difícil el asunto, porque las elecciones en
Cuba, o las llamadas elecciones, eran muy sencillas, tan sencillas como un
funeral si se les despoja de la parte dramática. En Cuba algunos votaban
convencidos, a esos los respeto aunque no estuve de acuerdo con ellos, otros
asistían como integrantes de una manada que sigue a su líder sin mirar para
ningún lugar. No pocos concurrían para anular en secreto su boleta, sólo por un
asunto de satisfacción personal y otros, los más arriesgados, se negaban a
formar parte del circo, no sin antes tener que soportar la visita de los que
trabajaban en los colegios electorales con pioneros incluidos y saber que
quedarían marcados con la “letra escarlata” de por vida. En resumen, muchos
votaron porque creían ciegamente en algo que se prometió bueno, otros porque
vivían del sistema, ya sea porque recibían los beneficios directos o porque le
robaban y un pequeñito grupo, que imagino que haya ido creciendo con el paso
del tiempo, que se resistía.
Lo primero que me llama la atención como resultado de este
evento, es que muchas de esas personas, y ahora me refiero a los cubanos en
específico, que callaron ayer, bajaron sus cabezas o vivieron de aparentar y no
ser, hoy, después de haber comido un poco de carne de res, han descubierto y
más aún se han fanatizado con la “democracia, la libertad y la posibilidad de
expresión” a tal punto que defienden más que apasionadamente una posición o
postura política atacando a la o a las otras partes por la simple razón de la
no coincidencia, haciendo público que de la democracia y libertad de expresión que
proclaman, aún saben poco. No es de extrañar, muchas de esas personas
fingieron, lo de fingir se convirtió en su forma de vivir y entonces hoy no
saben hacer otra cosa realmente.
Los pueblos, la gran masa, a veces no conoce su historia. No
es nada anormal, esto ocurre con frecuencia, a pesar de que ese pueblo es quien
hace esa historia todos los días. Entonces, en mi opinión, aunque nos cueste
trabajo creerlo, la mayor parte del pueblo norteamericano, por lo menos, la
parte que yo conozco, no tiene una extensa cultura y preparación, ni conocimientos
históricos detallados y menos aún una conciencia política que le permita hacer
análisis profundos de nada. Y lo digo porque soy una máquina de hacer preguntas
sobre todos los temas que me rodean y vivo diariamente y no pocas veces obtengo
la callada por respuesta o el envío a que averigüe en Goglee.
Nosotros, los que durante muchos años miramos a este país
desde afuera y los que todavía lo miran, no tenemos ni idea de lo que en
realidad Estados Unidos es. Tendríamos que dejar de ver las películas
producidas por Hollywood, las revistas de moda, los reallity show y estudiar fuentes
serias, investigar y por supuesto vivir aquí pensando.
Una parte, no sé exactamente el tamaño, pero me arriesgaría
a decir que una gran parte de este pueblo, se dedica a trabajar generalmente
duro de lunes a viernes, pagar cuentas para mantener lo que consideran el modo
de vida americano, y cogerla de recreo los fines de semanas, pasear y sobre
todo tomar cervezas y hacer parrilladas. No les interesa mucho más otra cosa,
no es necesario. Esa parte ha nacido en “America” y fuera de ahí no existe más
nada. Aclaración, como todo, no es que todo el mundo sea así por supuesto, pero
es muy, pero muy frecuente. Luego los emigrantes que aquí llegamos y vamos
formando lo que se llama la “Unión”, vivimos tan complicados con nuestros
pasados y nuestros presentes, que no nos da tiempo en corto plazo a dedicarnos
muchas veces al espíritu.
Frente a las elecciones y sobre todo a su resultado, a mí lo
primero que se me ocurre es una pregunta más que elemental. ¿Cómo puede haber
salido presidente de un país como este, nada más y nada menos que Estados
Unidos, una persona cuyo discurso por momento fue racista, discriminatorio,
agresivo, bufonesco, vulgar, etc., con un pasado medio oscuro como empresario y
persona, cuya actuación ha sido criticada hasta por los animales y que no tiene
ni la más mínima idea de lo que significa la política, el gobierno, la
diplomacia, la toma de decisiones de gobierno, etc., frente a una mujer que
primero tiene en su aval haber sido la Primera Dama de esta país, que es
elegante e incluso, por qué no linda, que representa a la democracia, a la
tolerancia y que además tiene una enorme experiencia como político y como
trabajadora dentro de un gobierno?
Ambos, en lo que nosotros nos fajamos y ofendemos a través
de Facebook, a esta hora deben seguir disfrutando de sus cuentas bimillonarias,
porque entre otras cosas he visto fotos donde aparecen sonriendo a carcajadas
en una fiesta, acompañados de sus respectivas parejas que también estaban
sonriendo a carcajadas, representando que se la estaban pasando bien en “el
party” como dicen en Miami o entretenidísimos también sonriendo a carcajadas
mientras jugaban golf. Entonces cómo fajarnos entre nosotros, si las personas
que aparentemente tienen diferentes posiciones políticas, tan diferentes como
el día y la noche, pues juegan golf y se divierten en una también millonaria
fiesta. ¿Qué hay de los principios y valores?
Donald ganó y el que está jodido no es él, para nada y lo
demuestra el que he escuchado ayer que acaba de renunciar a su salario como
Presidente. El tipo va a trabajar de gratis o por lo menos sin cobrar. Fidel,
nuestro líder, cobraba su salario. Dicho por él mismo frente a la TV, no sabía
mucho lo que se hacía con él, pero lo cobraba. Lo que está jodido, y es mucho
más preocupante, es una gran parte de las personas de este país, aunque nos
cueste trabajo creerlo y para nada tiene que ver con la doctrina marxista
leninista.
¿Entonces por qué ganó Donald Trump? Es muy pretensioso de
mi parte dar una explicación concluyente, por lo que no voy a concluir nada, sólo
voy a escribir lo que pienso.
Es cierto, Donald pronunció un discurso racista. Difícil de
entender en el 2016, pero la realidad es que una parte de este pueblo es
racista, aunque quieran taparlo. Hay muchas, pero muchas personas que no le
gustan los negros americanos ni los de ningún lugar y menos los latinos, para
qué hablar de los asiáticos. Se tragan a estas personas porque ya están aquí y
no les queda más remedio. Donald habló del poder blanco, del poder de los
rubios de ojos claros y ese mensaje llegó porque era el mensaje que muchos
querían escuchar.
Frente a estas elecciones he visto en internet, asombradísimo,
manifestaciones públicas del Ku Kux Klan con uniformes completos y capuchas
blancas incorporadas como en sus orígenes. He visto manifestaciones públicas también
de personas neo fascistas con la esvástica hitleriana y el más que conocido
saludo del brazo levantado hacia el frente incluidos. He preguntado y me han
respondido que sí que es legal, sin embargo, para mí una cosa es que tú puedas
amar a Hitler en secreto o que el tristemente célebre líder alemán sea tu tío y
lo quieras, y otra es permitir que se asocien personas y se manifiesten
públicamente a favor de reconstruir esa historia sabiendo lo que ello significó
para el mundo. A veces no puedo entender la llamada democracia. A ese grupo de
personas les interesa el discurso racista de Donald, el poder blanco es lo que
ellos quieren alentar e imponer, poder contra mí, que paso como blanco en Cuba,
pero aquí para ellos obviamente, no lo soy.
Donald enuncio un discurso discriminatorio contra, por
ejemplo, la mujer. Es duro de entender porque gracias a la Virgen María nació
nuestro señor Jesús, pero en realidad sí, hay líos con eso, muchos
norteamericanos creen que este país no puede y ni podrá ser dirigido por una
mujer y lo más curioso es que una parte de los que piensan así son mujeres, que
más curiosamente no se quedaron en sus casas, sino que salieron a votar por el
líder republicano.
Les cuento. Tenemos una vecina más o menos de 45 años, nacida
y crecida aquí, que estuvo toda la campaña diciéndonos que no votaría por
Hillary, porque era mujer y ella no quería una mujer en la Casa Blanca.
¿Contradictorio? Si lo es, pero ese sentimiento de duda frente a una candidata
femenina existió en muchas personas. No estoy diciendo que la posición de mi
vecina es lo que primó, pero puede ser una muestra a estudiar. Si ella es mujer
y no quiere que una mujer sea la presidenta de su país, entonces qué dejaremos
para los blancos rubios republicanos y sus seguidores machistas.
Es cómico porque esa vecina nuestra, que de momento hasta
donde sabemos no tiene problemas psiquiátricos reconocidos, después de pasar
toda la campaña dudando de Hillary, el día de la votación regresó orgullosa pues
había votado por ella. Al día siguiente, después de conocerse el triunfo de
Donald, estuvo toda la noche hablando bien de él y de sus planes y cómo eso
beneficiaría a Nebraska y cuando le pregunté acerca de sus cambios, pues me
puso carita de carnero degollado y sonrió. A lo mejor lo único que queda es
reconocerle a nuestra vecina lo de psiquiátrico que tiene su problema. A lo
mejor es una actuación muy común, hoy es azul, mañana es rojo, pasado estoy con
el que gane, entre otras cosas porque ganó.
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