Ahí está.
Para aquellos que apostaron a que el gobierno cubano jamás reprimiría a su pueblo, convencidos por su demagógica propuesta humanista. Para aquellos que todavía hoy, dentro de Cuba y fuera de ella, hablan de “puentes de amor”, de dialogo moderno y democrático con el gobierno. Para aquellos que todavía hoy, después de 62 años de experimentos fallidos, ahora, tal como descubriendo el agua tibia, plantean una posición de tomar nuevas medidas, nuevas estrategias, contando con los mismos, con el mismo gobierno, el mismo partido comunista, eso de incentivar la producción por municipios, de enamorar nuevamente al campesino, de permitir determinados negocios reconocidos como trabajo por cuenta propia, etc., muchas de ellas expuestas por Fidel Castro en su ya vieja “Historia me Absolverá” en 1953 y luego tratadas de poner en práctica en la década del 60, del 70, del 80, del 90, en aquellos momento de rectificación de errores, la respuesta del gobierno fue clara y una sola, la represión.
El pueblo cubano se lanzó a la calle o al menos una parte de el. Si descontamos a los ancianos, a los niños, a los enfermos transitorios, más los enfermos permanentes, esa parte del pueblo es más grande, según las estadísticas.
Ahora el pueblo cubano, a decir del gobierno está confundido, pagado, estimulado por el imperialismo yanqui y eso demuestra, una vez más, el desprecio que sienten por ese pueblo, al considerarlo incapaz de tener sus propias ideas y de luchar por ellas. Que desprecio siente ese gobierno por esos hombres y mujeres que salieron a marchar pacíficamente, cuando lo catalogan de minoría entreguista, anexionista y contra revolucionaria de una revolución que hace ya muchos años no existe.
El pueblo que salió en muchas ciudades y pueblos de Cuba
no está confundido, no estaban pidiendo que mejoraran la programación de la
televisión o que les permitieran andar en patines por las calles. El pueblo
sabe lo que estaba pidiendo, entre las consignas más repetidas están: “Libertad”,
“Abajo el Comunismo”, “Abajo la Dictadura”, “Abajo el Partido Comunista”,” No
más Comunismo”, “El Pueblo Unido Jamás será Vencido”, “Patria y Vida”, “Comida”,
“Medicina”, acompañadas de dos frases que ya han pasado a la historia de
nuestra cultura: Díaz Canel Singa´o y Oye Policía Pinga.
La primera, es la mejor representación de lo que ese pueblo o esa gran parte siente por el presidente que tiene al frente. Evidentemente el pueblo cubano no lo quiere, no lo respeta, no lo considera líder. La segunda, es la mejor muestra de lo que muchos sentimos por esa policía corrupta, abusadora, analfabeta, etc. Presidente y policía que no representan al cubano y que muchos sabemos que están allí impuestos. Presidente y policía que representan al pasado, al estancamiento, al bloqueo interno.
Los marchantes descolgaron fotos de Fidel y de Raúl,
padre y tío del comunismo cubano, como representación de a los que se
consideran los principales culpables de nuestras o de las desgracias de Cuba.
Jóvenes tirando de un lado a otro de las fotos en medio de otros jóvenes que
aplaudían, gritaban, “Abajo Fidel”, “Abajo Raúl”.
Nadie puede creer que todas estas personas, a lo largo de la isla están compradas, pero, además, nadie puede creer que es el resultado de una estrategia muy bien elaborada, por los grandes estrategas de la oposición, los cuales escogieron un día, una hora, el camino a caminar, la ropa que había que usar, etc.
Esas protestas comenzaron por San Antonio de los Baños, que para nada es uno de los pueblos que más se mencionan y muy rápido, como la pólvora, movilizó a muchas personas que están tan lejos unas de otras como de Santiago de Cuba, Palma Soriano, Bauta, Artemisa, Ciudad de la Habana.
La gente de San Antonio de los Baños, a los que habrá que reconocerle el mérito, actuaron como la gran chispa que encendió el polvorín. Es cierto han existido muchas otras chispas, pero eran más pequeñas y fueron atajadas a tiempo. San Antonio de los Baños fue una grandísima chispa, pero no fue magia, el polvorín Cuba hace muchos meses que se viene cargando y todos, menos al parecer Díaz Canel, sabíamos que pasaría, como he pasado en otros muchos pueblos.
El polvorín Cuba, ha visto aceleradamente caer su vida, quedarse sin comida, sin electricidad, sin agua y para colmo sin medicamentos. El polvorín Cuba ha estado chispeando desde hace muchos meses en esta última etapa. Todos los humanos, hasta los cubanos, tenemos un límite.
Para muchos que nos preguntábamos, pero ¿qué pasa?, ¿hasta cuándo?, ¿por qué la gente no se lanza a la calle?, ¿por qué no pasa nada? Aquí está la respuesta. Podría haber sido antes, sobraban argumentos, pero fue ahora y entonces bienvenida sea.
Al presidente y secretario general del Partido Comunista Díaz Canel, le quedaban, para mí, tres opciones:
1.- Escuchar al pueblo que está en la calle y entonces salir a marchar con él. Provocar el cambio desde arriba. Decir está bueno ya, nos vamos a la calle. Entonces se hubiera convertido en el nuevo padre de una nueva patria.
2.- Levantarse de su cómoda silla y decir, me tienen que matar. Voy a la calle a liderear personalmente la represión. Voy a defender con mi vida el comunismo cubano.
3.- Sudoroso y muy nervioso, decir que la calle era de los revolucionarios y dar órdenes para comenzar la represión, mientras se marchaba a su casa porque su esposa lo había llamado, la comida estaba servida en la mesa y se enfriaba.
Para las dos primeras, a pesar de que son diametralmente
opuestas, hay que tener pantalones. Sólo eso. Entonces escogió la tercera.
Enviar a otros a masacrar, como dice el viejo refrán, “el que empuja, no se da
golpes”.
Ahora no podemos echarle la culpa a Fidel, esta bien muerto. No podemos echarle la culpa a Raúl, bastante culpa tiene sobre sus hombros. Ahora es un anciano que debe estar usando ahora mismo pañales por la incontinencia y las diarreas.
Hoy toda la responsabilidad es de Díaz Canel, que escogió para hoy y para la historia, embarrarse las manos de sangre. Díaz Canel, ya no será más “el puesto a dedo” o “singa´o”, ahora es un criminal que dio la orden de pasarle por arriba a una parte del pueblo cubano, a su propio decir sin miramientos, sin consideración alguna.
Entonces la policía, el MININT, las tropas especiales de ambos, las decenas y decenas de militares vestidos de civil, como en ocasiones anteriores, preparados, entrenados, fabricados, inyectados, se han desbordados.
Yo, nadie me lo ha contado, he visto imágenes de hombres armados, con escudos antimotines, con espray, tonfas, manoplas, trajes especiales, perros entrenados, cientos de carros de policías, cientos de camiones, motocicletas, más los carros civiles que todos sabemos utilizan los de la seguridad del estado, frente a un pueblo que salió a marchar pacíficamente con sus celulares como armas y que para defenderse han utilizado piedras recogidas en los caminos.
Si, Díaz Canel es despreciable. ¿Cómo se podrá entonces calificar a los militares? El primero está claro, está defendiendo sus privilegios, la casa de un antiguo burgués donde debe vivir, sus autos sin costo alguno, sus comidas sin colas, su aire acondicionado para dormir relajadamente. Quizás esté defendiendo “la botella” que tiene su mujer por trabajo y el grupo musical de sus hijos, pero, ¿un policía que defiende?
La mayor parte de ellos son cazados en sus pueblos pobres de origen, porque al no haber estudiado y muchos no tener trabajo en sus campos, la solución es ir a las capitales de provincias, sobre todo a la capital Ciudad de la Habana, para trabajar como policías. Me arriesgaría a decir que muchos de ellos no entienden de ideologías y políticas, porque prácticamente no entienden o hablan el castellano y para entender hay que tener cerebros.
Ellos viven albergados tal como si estuvieran presos y lo que han aprendido en la práctica es el abuso, la represión, la corrupción, pero, ¿es que esas personas no tienen familias, madres, hermanos, esposas, novias y amigos?
Díaz Canel es despreciable, más despreciables son los policías, cuya única misión es reprimir y dar golpes. Entonces alentados desde y por el poder, están tirando a matar. Están tirando por venganza, están tirando desde el anonimato, escondidos detrás de un uniforme, detrás de unas máscaras y cascos, parapetados detrás de camiones o columnas.
El gobierno de Cuba está ensangrentando al país, está
hiriendo y matando a cubanos, mujeres y hombres, jóvenes y viejos e incluso adolescentes,
por lo que nos asiste el derecho de pedir una ayuda, una asistencia o una intervención
internacional de fuerzas de paz. El pueblo que está en las calles sea cual sea
su número, su intención, está luchando disparejamente. Un apoyo internacional
con tropas preparadas, tal como las que el gobierno ha sacado a la calle,
pondría la balanza a nivel. Entonces la bronca sería de igual a igual.
Díaz Canel, con su orden de reprimir sin distinción y limites, a todos los que no son revolucionarios y están en las calles, tendrá que pagar. No puede a estas alturas, haber dialogo. No puede haber falsas y medias soluciones. Él y lo que los sigan, escogieron el camino, nadie los obligó y ese camino tiene sólo un final
El pueblo cubano no puede seguir siendo la víctima.
El muerto en esta ocasión tiene que ponerlo otro.
Díaz Canel ASESINO
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