“El enemigo del socialismo no es el capitalismo. Es la realidad”.
Apretó la Thatcher. ¡Qué claridad!!!!!. ¡Qué visión!!!!!. Qué sentido del resumen y la concreción. Todo lo que se diga después, sobra. Es la realidad que se vive lo que hace que las personas se desencanten de los sonidos de sirenas. Es la realidad y las acciones de los gobiernos comunistas, lo que hace que las personas decidan ponerse en contra.
Interrumpo mis escritos lindos sobre paseos, fiestas,
experiencias alegres, para hablar de Cuba. De la Cuba de ahora mismo, de esa
isla que hoy no sólo está enferma, sino que se está partiendo a pedazos y los
fragmentos, típico de una explosión, comienzan a caer en cualquier lugar.
Recuerdo que con este problema del COVID 19, después que los chinos estuvieran semanas ocultándole al mundo lo que estaba pasando dentro de su país, sobre todo en la ciudad de Wuhan, lo que permitió que las personas se siguieran moviendo desinformadas a conveniencia e intereses y que, al final, sobre todo Europa y los Estados Unidos reventaran, muchas opiniones desde Cuba, oficiales y oficiosas y también de muchas personas, hablo de cubanos que viven en el “Viejo Continente”, crearon además de la realidad que ya era grave, otra imagen más espeluznante, sobre todo para criticar a los Estados Unidos.
Semanas enteras donde la única noticia era la situación de New York, California, Miami, con fotos, videos, imágenes de hospitales, morgues, listados de los muertos, direcciones y números de identidad, etc., tanto que llegó a cansar a muchos. Me llegó a cansar a mí. Se habló, sin elementos o con sólo una parte de ellos, del colapso del sistema de atención médica en Estados Unidos, de lo ineficiente del Sistema de Salud norteamericano, de la escasez de medicamentos, de camas, de respiradores. Se criticó con morbosidad la supuesta inexistencia de crematorios, de cementerios y soportado por la prensa amarillista anti-gobierno, se creó una imagen de desastre nacional.
Claro, todo esto, desde Cuba y desde Europa, con el objetivo de demeritar a los Estados Unidos, de disfrutar con lo que podía estar ocurriendo, a pesar de que, en los primeros momentos, no se sabía qué era lo que estaba pasando con el dichoso virus y cuáles eran las posibles soluciones. Además, se aprovechó para vengarse del presidente Trump, al cual diariamente se le acusaba de loco, histérico, racista, machista, voluntarioso, políticamente no correcto, imbécil y además hijo de puta. Fueron días difíciles, el virus avanzaba rápidamente en todo el mundo y en ciudades muy pobladas de los Estados Unidos y aunque el gobierno estuvo tratando todo el tiempo de encontrar soluciones, nada convenía a la opinión pública. Lo único que faltó decir fue que Trump fue el inventor del virus, todo lo demás se dijo.
Trump “el diabólico” y la inoperatividad del sistema norteamericano. Las críticas fueron tan ilimitadas de todos tipos, que no pocas personas quedaron disgustadas, pienso yo, para la vida. Creo que hubo saña y disfrute. Creo que hubo ensañamiento.
Pero Estados Unidos, como en otros momentos, se
organizó. Algunas grandes compañías paralizaron sus producciones y destinaron
sus maquinarias y obreros para producir respiradores, mascarillas, guantes, etc.
Se habilitaron salas de hospitales, se destinó un barco enorme como hospital de
emergencia. El ejercito colaboró en la distribución diaria de comidas gratis
para todo el que pasara por un punto de distribución. El gobierno entregó
varias ayudas económicas en efectivo a todos los ciudadanos y para los pequeños
y medianos negocios. A los primeros como regalo, a los segundos como un
préstamo a pagar dentro de varios años con intereses mínimos. Muchas personas
fueron a trabajar a sus casas y de esa forma conservaron su salario, otras
tuvieron que ser asistidas y ayudadas económicamente. Que yo sepa nadie murió
de hambre, de sed, de frío.
El gobierno, con Trump a la cabeza, reunió a varias fuerzas, científicos, militares, empresarios y antes de la fecha prometida o señalada, Estados Unidos obtuvo una vacuna y comenzó a vacunar gratuitamente a su población de forma organizada. Los respiradores, las jeringuillas, las ropas adecuadas, los medicamentos, la comida, etc. comenzaron no sólo a alcanzar, sino a sobrar. Las salas de los hospitales se vaciaron y entonces muchos médicos y personal técnico, estuvieron en condiciones de ir a ayudar a las ciudades más complicadas.
Claro no fue de un día para otro, ni todo fue como producto de accionar una barita mágica. Llevó meses, llevó coordinaciones, pero para aquellos que dudaron de este gran país y aprovecharon el momento para criticar y criticar, la respuesta es pública. Estamos aquí, estamos saliendo, las ciudades se han recuperado, la economía ha vuelto a caminar, se siguen vacunando a las personas y hemos dejado de aterrorizarnos diariamente. La vida ha vuelto a la normalidad.
Recuerdo aquellas voces, enmascaradas detrás de la preocupación, que se dedicaron a crear una imagen destructiva de este país. Recuerdo en medio de tantos problemas, las burlas y me pregunto: ¿Dónde están esas mismas voces “justicieras” que ahora no se levantan a destrozar al gobierno cubano?, ¿No saben lo que está ocurriendo en Cuba?
Durante muchos meses el gobierno cubano, no sólo no escuchó, sino que repitió y repitió que en Cuba no pasaría nada, porque estaba todo bajo control. Bajo control es la única idea que se les ocurre para crear la imagen de que el gobierno funciona. El gobierno, aún en medio del desastre provocado mundialmente por el virus, estuvo promocionando a Cuba como un polo turístico sin riesgo, donde los turistas, en medio de la pandemia, podían seguir disfrutando de playas, hoteles, rones, músicas, museos, sexo, etc.
Mientras el mundo se estaba hundiendo, el gobierno cubano se dedicó a promocionar, una vez más, nuevamente, el sagrado Sistema de Salud Cubano, a decir del propio gobierno, el mejor del mundo. Mientras el mundo se estaba hundiendo, los médicos cubanos eran rentados para atender a otros pueblos, dejando desprotegidos los hospitales cubanos.
Durante todos aquellos meses, estoy seguro, porque ha pasado siempre con todo, las cifras de contaminados, afectados, muertos, fueron “mecaniqueadas” y se presentaba a Cuba como el paraíso, donde sólo existían muy pocos enfermos, que, por supuesto, estaban controlados, bien protegidos y atendidos. Poco faltó para decir que los enfermos estaban felices de estar enfermos.
Hoy Cuba se está partiendo a pedazos. No lo digo yo, solo estoy haciendo referencia a lo que veo, nadie me lo cuenta. Hospitales, que ya venían deteriorados por el uso de estos últimos 60 años, hoy están inservibles, no pudiéndose comparar ni con los hospitales de guerra. Medicamentos, que ya venían en falta por la incapacidad productiva del gobierno, hoy no es que estén en falta, sino que no existen. Médicos, personal técnico, que pueden ser humanamente muy buenos de sentimientos, pero que no poseen ni lo más mínimo para poder trabajar. Hombres y mujeres extenuados que no pueden atender a los miles y miles de pacientes, a veces sin comida, a veces sin tener donde dormir, con el solo consuelo de decirle a los pacientes que llamen a sus familiares de Miami.
Personas que mueren en hospitales y nadie los saca de las salas. Personas que mueren en sus casas y nadie los va a buscar. Personas amontonadas en los pasillos, sentadas en el piso, tirados en camas sin colchones, en aquellas mismas camas que los hospitales socialistas heredaron del capitalismo.
Las imágenes que veo son como para apagar e irse. Las noticias de madres embarazadas muertas y peor, uno de los grandes bastiones de la revolución, los niños, pues si, los niños también muertos.
¿Dónde están las voces que criticaron ayer a Estados Unidos, que hoy no salen a dar gritos condenando al gobierno cubano?
Acabo de ver las declaraciones de un joven, dedicadas al presidente cubano Díaz Canel, a los pocos minutos de haber visto a su madre fallecer por negligencia médica en un hospital cubano. El joven que fue claro, tan claro como la Thatcher, le dijo: Diaz Canel, acaba de resolver esto o RENUNCIA y entrégale todo esto a los americanos.
Y creo que eso es lo menos que puede hacer el presidente y su corte de barrigones. La renuncia es la menor de las soluciones para ellos. Cuba no necesita de ayuda humanitaria, tal como se está pidiendo ahora nuevamente. Cuba necesita que los que están al frente de todas y cada una de las responsabilidades a nivel de todo el país, por provincias, municipios, repartos, se acaben de largar y les dejen el camino a otros.
Cuba no necesita que yo envíe 5 jeringuillas, el país necesita 50 000 jeringuillas diarias. Cuba no necesita que yo envíen una caja de guantes, el país necesita cientos de cajas de guantes todos los días. Cuba necesita medicamentos, de todos tipos, a gran escala, cientos, miles, millones. Cuba necesita una enorme cantidad de dinero, imagino que billones y billones de dólares para poder encaminar la vida y esos billones y billones de dólares no tiene como conseguirlos porque en realidad no produce nada y no tiene nada que vender. Cuba necesita pagar sus deudas para poder cambiar su imagen con los proveedores y acreedores internacionales, pero ¿cómo?
¿Dónde están las voces que no salen a criticar el gobierno cubano y no a criticar por criticar, sino a exigirle que se tienen que ir?
Ahora la provincia de Matanzas está colapsada y eso es
lo que nos llega y trata de convencer, pero en realidad no es Matanzas, ni es ahora.
No es un solo punto, ni una crisis puntual. La crisis en el sistema de salud cubano
viene caminando desde hace muchos años, como resultado de la crisis que tiene el
gobierno. No es un lugar, no es Matanzas, es Camagüey, Santiago de Cuba, las
provincias de la antigua Habana Campo, la bella capital Ciudad de la Habana.
Son los hospitales, los médicos de familia, los hogares maternos, las farmacias,
por sólo mencionar el sector de salud.
Las personas están sometidas a vivir hoy, vidas que nunca habían experimentado. Las personas hacen grandes filas para conseguir algo de comida o algún medicamento. Las personas están muriendo, mientras al gobierno, gordos todos, sigue saliendo por la televisión a decir que todo está controlado, que se están tomando medidas, que se está haciendo un estudio, que está definida la estrategia. Muela y más muela, pero peor, mentiras olímpicas a ese pueblo que tanto ha apoyado a ese mismo gobierno.
Creo que ya no se puede hablar de buena voluntad. El gobierno cubano no tiene absolutamente nada de buenas intenciones. Ellos están jugando con el tiempo, en espera, pienso yo, del regreso del “Señor”.
Ya no hablemos de los problemas de libertad de expresión, de libertad para los pobres presos de conciencia. Ya no hablemos ahora de la posibilidad de dos, tres o más partidos o de la libertad de culto sin consecuencia. Ya no hablemos más de esperar por donaciones, que en líneas generales y por tradición, nunca llegan al destino objetivo, sino que son desviadas por intereses de gobierno, muchas veces a casas particulares, no pocas veces a ventas en tiendas en moneda convertible.
Hablemos de las enormes mentiras que las máximas autoridades del gobierno dicen a ese pueblo. Hablemos de la incapacidad gubernamental para controlar algo. Hablemos de lo hijos de puta que son. Hablemos del descaro diario de decir que no pasa nada, mientras las personas mueren o se contaminan. Hablemos de seguir echándole la culpa a enemigos externos, a bloqueos, a acuerdos de bloques de países supuestamente en contra.
¿Como se pudo criticar a Trump y al gobierno norteamericano, en nombre de la justicia y la lógica y no se critica a Díaz Canel y al pleno del gobierno cubano haciendo uso de la misma justicia y lógica?, ¿Qué se está esperando, una muerte masiva?, ¿Podrá ser clasificada está posición del gobierno, la mentira, la hipocresía, la demagogia, la mantenida absurda incapacidad probada para resolver ni lo más mínimo, como un crimen de lesa humanidad?
Pues sí, si leemos la definición teórica de lo que se
conoce como “delito de lesa humanidad”, podría hasta verse de esa forma. Ellos
lo saben y saben que muchos serán buscados y juzgados, por lo que la solución
inmediata es mentir.
"Delito en que el perjuicio (muerte, violación, desaparición, deportación, detención ilegal, sometimiento a esclavitud o explotación sexual, etc.) se ocasiona como parte de un ataque generalizado o sistemático contra la población civil o una parte de ella, o por razón de pertenencia de la víctima a un grupo o colectivo perseguido por motivos inaceptables (políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género, discapacidad u otros reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional), o en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial sobre uno o más grupos raciales y con la intención de mantener ese régimen."
Cuba, a donde se ha llegado hoy, no necesita que yo envíe 5 jeringuillas. Cuba necesita un gobierno honesto, capaz de reconocer los problemas y no seguir ocultándolos bajo el manto de que “todo está controlado”. Cuba necesita que pongan frente al país a un chef de cocina, a un mecánico, a un constructor, a una ama de casa, a un profesor de matemática, a una enfermera, a cualquiera que sea nuevo, a cualquiera que no esté viciado, a cualquiera que diga: OK, estamos jodidos, muy jodidos, entonces vengan de todos lados, de cualquier país, de cualquier negocio, de cualquier religión o ideología. Vengan a salvar a Cuba, luego hablaremos si lo que se necesita es la constitución del 40, la de 1902, una nueva, o no necesitamos una constitución, luego discutiremos si se necesitan tres o cuatro periódicos diferentes, etc. Que venga Obama, que venga Trump, que venga Putin, que vengan los esquimales, el Papa o “malanga”. Que vengan los chinos, los tibetanos, los mormones. Da igual, que entren y reconstruyan el país, junto a los cubanos, junto a eso que se llama pueblo de a pie, si para ello es necesario entregarles el Diamante del Capitolio, pues que se lo entreguen, al final de poco ha servido esa joya para los cubanos. Si lo que quieren es sacar el yate “Granma” de la urna de cristal donde está para dar una vueltecita frente al Malecón, pues que se saquen. Si Díaz Canel tiene que entregar la fastuosa casa que debe tener, pues que la entregue y se regrese a su provincia de origen.
Necesita Cuba una cara sin careta, una persona que parta de reconocer lo jodidos que están, lo difícil por vías propias de resolver nada, la imposibilidad de tener el dinero necesario y que abra el país totalmente. Si, abrir el país realmente, pero no para seguir construyendo ahora mismo hoteles llenos de comida para turistas internacionales, mientras un pueblo entero pasa hambre. No para que la cúpula de gobierno siga viviendo en Siboney, siga teniendo hospitales modernos para ellos, sus familiares, sus amigos, no para que Varadero sigua siendo sólo para uso en dólares, no para que se pretenda conservar el poder “per secula seculorum”.
Cuba está al estallar y los pedazos nos van a caer arriba.
Ojalá con uno de esos pedazos, no venga el cuerpo destrozado de un familiar o amigo.
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