Las experiencias son la vida. De ahí que muchos de nuestros abuelos, casi analfabetos, eran genios. Cuando pensabas que descubrías algo, ya ellos lo habían experimentado. Cuando incluso no sabías lo que te pasaba, ellos descubrían tu problema y casi seguro te daban una solución. Cualquiera puede pensar que los viejos sufren menos y es que al vivir ya sufrieron y el sufrimiento endurece.
Me gusta contar sobre mis experiencias y no repetir lo que otros me cuentan. Experimento, pruebo, todavía investigo como cuando fui joven. Experimentar es bueno, incluso cuando el resultado no es el que esperamos, porque por lo menos no hay quién te desmienta.
El gobierno cubano se sigue victimizando todos los días. Para esconder sus errores e incapacidades, se inventa enemigos que no lo dejan avanzar. El enemigo puede ser una persona, una idea o una cosa, el asunto es crear en la mente de los cubanos que Cuba es un país agredido, sitiado, bloqueado, perseguido, atacado, etc., desde todos lados y ángulos. ¿Qué cubano no se acuerda de aquello de construir túneles o refugios por toda la isla frente a un inminente ataque del enemigo? Refugios conocidos popularmente como “tumbas populares”
Si en algo ha sido hábil el gobierno cubano, Fidel el más hábil, es en inventarse hechos a reclamar, consignas, marchas, movilizaciones, ejercicios militares, domingos de la defensa donde todos los vecinos jugaban a la guerra con escopetas de palo y las mujeres gordas, vestidas de milicianas, se arrastraban por los jardines para combatir al enemigo que, supuestamente, desfilaría por las calles de Villoldo y Roma, en Víbora Park. Recuerdo a aquellas personas, muchas de ellas, setentonas, esconderse detrás de un rosal o una cerca de malla “perle” practicando la estrategia para atacar al enemigo “yanqui” que venía perdido y seguro drogado cantando algo así como, “we are the campions”.
Da igual cualquier idea para entretener los cerebros de los cubanos: niño encontrado solo en altamar, espías cogidos “infraganti” convertidos en héroes, maestros voluntarios enseñando a firmar a las personas, guerras fuera del territorio nacional, campañas de vacunaciones y guerras contra los mosquitos, cortadera de caña, siembra de café, etc., cualquier cosa es buena para entretener. ¿Qué cubano no recuerda aquello de, “el último reducto, se inmoló junto a la bandera”?
Ahora, por supuesto, todo más complicado por la falta de liderazgo, la falta de resultados económicos y la casi inexistente ayuda internacional, el gobierno vuelve a la fórmula “mágica”: el enemigo. Da igual si son los de siempre, los de afuera, o esa parte del pueblo cubano que salió a las calles a manifestarse y a pedir libertad, que ya no pueden desconocer o esconder.
Por mentir, Díaz Canel asegura que su gobierno enfrentó el tema COVID con “ciencia e innovación” e inmediatamente sus acólitos se disparan a crear la imagen del terror fuera de Cuba.
Gerardo, el espía, sí, el mismo que recorrió Cuba con la campaña de siembra tu piña por CDR, campaña que como todas otras debe haber fracasado, publica su preocupación por la falta de oxígeno en hospitales norteamericanos e inmediatamente parte de los dobles pensadores repiten que lo de la falta de oxígeno no sólo pasa en Cuba, sino en muchos otros países, incluyendo a los propios Estados Unidos.
¿Falta de oxígeno en Estados Unidos?, ¿De dónde sacan eso? Le voy a contar a Díaz Canel y a Gerardo, lo que seguro ellos saben, pero no dicen al pueblo de Cuba.
Ciencia e Innovación. Hace dos semanas, al llegar a mi trabajo, me entregaron, de gratis, una caja con dos pruebas de COVID, porque debía hacerme una prueba y luego esperar una semana para repetírmela.
La caja contenía dos cápsulas desechables con un líquido adentro, imagino que un reactivo, dos hisopos, esos palillos con algodón en la punta, sellados, dos pruebas y unas instrucciones, para mí asombro, vivo en Nebraska y agrado, también en español, cosa que me hace importante.
Sencillo, tenía que meterme el hisopo en las dos fosas nasales, darle tres vueltas a la derecha, no sé por qué en esa dirección y no en otra y depositarlo en un huequito donde previamente había que haber puesto 6 gotas del líquido suministrado, darle cinco vueltas y esperar 15 minutos sin mover la prueba. Resultado, al cuarto de hora: una raya roja negativo, dos rayas rojas, positivo. Fin de cuento.
No fui a ningún lugar, no necesité ayuda, no fue doloroso, no me costó un centavo. Eso es ciencia e innovación. Repito para aquellos que siempre hablan del alto costo de la medicina y los servicios en Estados Unidos, no pagué absolutamente nada. No soy rico, no soy político, ni militar. No soy hijo de alguien importante. Soy lo que se llama, un simple tipo de pueblo.
Después de mucho averiguar, a veces no es malo, pero puede ser complicado tener mucha información, he decidido vacunarme. ¿Cómo funciona? Iré a la farmacia donde compró mis medicamentos y sacaré un turno para un día y hora específica. Esto lo puedo hacer también por teléfono o por email. Cuando tenga la cita, iré y escogeré la vacuna que me quiero poner, existen tres marcas distintas. Me sentaré, pondré mi brazo derecho y esperaré a una linda técnica que me pinche. Me dejarán sentado media hora para observación. Me despedirán agradablemente y no tendré que pagar nada.
Esto no es una excepción, existen en Lincoln tantas
farmacias como bares y bares hay mucho. Incluso dentro de cada supermercado y
muchos centros comerciales, los llamados “mall” las hay, pero, además, hay
otros cientos de puntos donde se puede uno vacunar. Las acciones son las
mismas, cita día acordado, selección de vacuna, poner brazo, pinchazo y
observación. Totalmente gratis. Me gustaría decir o repetir qué las farmacias
que he visto y visitado en estos 10 años, en diferentes ciudades y estados del
país, solo pueden ser comparadas con hoteles 5 estrellas. Esto es ciencia e Innovación.
Conozco la experiencia de una familia cercana a mí, donde todos sus integrantes cogieron COVID al mismo tiempo. Estuvieron los primeros días complicados y luego fueron mejorando poco a poco. El doctor que los atendió, para ayudarlos a mejorar rápidamente, les recomendó un suero, imagino yo, que no sé nada de medicina, qué fue un suero que tenía tres bistecs de carne de res, dos pechugas de pollo, dos o tres bistecs de hígado, algo de pavo, etc.
¿Cómo funcionó esto, porque la idea de un suero es más complicada que vacunarse?
Pues no, no fue más complicado. Teléfono, cita para hora de encuentro, llegada de tres personas a la casa de mis cercanos, dos enfermeros y un paramédico, que vinieron en un carro de esos que parecen y son una sala de terapia intensiva, colocaron a cada una de las personas, sentadas cómodamente en la sala de su casa, un suero, esperaron una hora para posibles reacciones, terminado el proceso despedidas agradables y deseos de recuperación rápida. Todo esto, incluso las sonrisas fueron gratis, o sea, repito para aquellos que les cuesta trabajo entender, esa familia no tuvo que pagar absolutamente nada. Esto es ciencia e Innovación
Mi hija Jennifer trabaja en el hospital central de San Antonio, Texas. Ella atiende casi a diario personas con COVID, además de a otros pacientes con enfermedades mucho más complicada de cualquier edad, desde niños de 1 o 2 semanas de nacidos, hasta personas muy ancianas. Ella no sabe de dónde sale el oxígeno. No está clara si lo producen en el hospital, lo traen en balones o lo bombean desde Alaska. Lo que ella sí sabe es que, en todos los cuartos, en todos los salones, en todos los pisos, en todas las consultas, hay conexión directa con oxígeno las 24 horas del día. Ella confía ciegamente que el oxígeno no falta. Su misión es coger una manguera y meterla en una válvula y en milisegundos, su paciente está recibiendo el preciado y salvador gas. Esto es ciencia e innovación.
Los cubanos están muriendo, pero no mueren por el virus. Ellos están padeciendo más de lo necesario e incluso muriendo por un gobierno fracasado, en quiebras y ruinas. Esto no es nuevo, se veía venir desde hace muchos años. En el caso específico de hospitales el deterioro es más que evidente: destrucción, falta de medicamento, mala atención, los buenos médicos están alquilados o rentados fuera del país y los que quedan en Cuba están cansados, mal atendidos y, muchas veces, imposibilitados a resolver algo.
Recuerdo mis visitas como papá al hospital pediátrico Aballí. Mi doctora amiga, pueden llamarla aún está allí, podía atender entre 100 y 150 niños en una guardia de 24 horas, para lo cual sólo le dejaban planificadamente cinco placas de Rayos X, de las cuales, muchas veces, una o dos estaban vencidas. Mi doctora tenía que ser doctora y además rifar a qué niño le enviaba a hacer un examen de Rayos X. La ambulancia de ese hospital, mi suegra trabajó allí toda su vida, vivía parqueada, mejor tirada, en la parte de atrás del hospital frente a la cafetería, a veces sin gomas, sin parabrisas, sin combustible, a veces imagino sin motor, etc. Mi doctora, muchas veces salió corriendo con un niño en sus brazos y en el primer carro qué le pasaba por al lado, se montaba para trasladar al niño a otro hospital.
Recuerdo el terror con los estetoscopios. Al inicio era una moda llevarlos colgado en el cuello, eso identificaba a los doctores, luego se convirtió en una necesidad. El estetoscopio que olvidabas en una consulta o sobre una mesa, jamás lo volvías a ver, tu compañero médico se apropiaba de él. Recuerdo llegar con uno de los míos, a veces con los dos, con fiebre alta y la enfermera quitármelo de los brazos, sentarlo en una camilla de metal en medio de un cuarto sin ventanas y en pleno invierno cubano, con un jarro de aquellos clásicos de hervir leche, echarle agua sacada de uno de aquellos tanques qué llamamos de 55 galones. Nota. Los estetoscopios están aquí por miles en cualquier farmacia, de diferentes tipos, diferentes marcas, a precios irrisorios, más o menos el mismo de una pizza. Yo que no soy médico he comprado varios para mí y para enviar a Cuba. Eso es ciencia e innovación.
Recuerdo la jeringuilla qué se trababan por estar viejas y mal esterilizada y las agujas de inyectar más bolas que la punta de mis dedos. Recuerdo a los médicos sacar sus propias agujas de los bolsillos de sus batas, para atender a uno u otro niño y esto no fue ayer, ni es por el COVID. El más chico mío hoy, más alto que yo, tiene 30 años.
¿De qué ciencia e innovación habla Díaz Canel? Claro, mientras más grande la mentira, menos pensaran en la verdad. Entonces Cuba no sólo tiene un buen sistema de salud, sino que esa pequeña isla, sin recursos, sin economía, sin dinero, con cada una de las campañas propuestas durante décadas fracasada, es nada más y nada menos, que una potencia médica. ¿Alguien en el gobierno sabrá qué significa ser potencia?
Los cubanos, como nunca antes que yo recuerde, están muriendo, incluyendo niños y mujeres embarazadas. No es el COVID lo que los está matando, es el gobierno y un mal presidente, que, tal parece que, están haciendo un esfuerzo por dejar morir a las personas o no detener sus muertes.
Las personas mueren y el presidente aún no ha pedido disculpas, se hace el que no pasa nada. El presidente no ha visitado un hospital cubano para cubanos. Tiene miedo. Todavía el presidente sigue en la pirofláutica, ahora más que interesado en las redes sociales, sobre todo tratando de lavar su imagen personal.
Todavía no han reconocido su fracaso. Hospitales y policlínicos colapsado frente a hoteles recién construidos en espera de la llegada de los turistas que a lo mejor nunca llegan. Falta de alimentos para el pueblo, frente a actividades llenas de comidas para militares, estímulos con comida a policías, ejército, miembros de la seguridad del estado y del ministerio del interior. Todavía hoy se empeña con sus justificaciones poco entendibles en resolver el problema solo y no pedir a gritos la ayuda internacional. Quieren donaciones como siempre, pero anónimas, sin reconocer que no puede hacer más nada y que lo único que le queda es fracasar y fracasar.
En estos momentos el gobierno y su presidente están más interesados en lo que de ellos se dice, que en hacer algo. Ahora mismo, embargados y todo, se montan un aparataje para conocer que dice y publica cada cubano por su celular dentro de Cuba y que dicen y publican los cubanos de afuera. Aparataje que significa millones de dólares en oficinas, computadoras, electricidad, servidores, conexiones, meriendas y comidas, salarios, etc. y sin embargo no hay dinero para comprar aspirina a China o a los propios Estados Unidos.
Esperando por la solución, muchos del pueblo están muriendo asfixiados por no tener el oxígeno que necesitan. Es ahora cuando, si fuera de verdad lo del gobierno para el pueblo, habría que convertir los cuarteles, los hoteles, las villas de descanso, los lindos cayos, los hospitales y clínicas donde se atienden los generales y ministros y sus familiares tal como si fueran privadas, las casas de protocolo de Siboney, el Palacio de las Convenciones y, si fuera necesario, las mismísimas instalaciones de la Plaza de la Revolución, en hospitales. El Martí que las preside, se pondría contento y sonreiría.
Ahora es cuando habría que dedicar hasta el último dólar para producir oxígeno, nada, exactamente nada, puede ser más importante, sin embargo, el presidente cubano, ahora va a encontrarse con el presidente de México en la tierra azteca, tal como si no estuviera pasando nada en Cuba y todo sabemos lo que cuesta cada uno de estos viajecitos. Ahora el gobierno, a la carrera, después del 11 de julio, está reparando calles y casas, que llevaban 20, 30, 40 años olvidadas.
Mientras esta realidad ocurre todos los días, mientras el pueblo está desesperado y desilusionado, Díaz Canel asegura que su gestión se basa en la ciencia y la innovación. Para respetarles la vida, cosa que a lo mejor ni merecen, deberían renunciar uno detrás del otro y dejar el camino libre, de una vez, a aquellos que pueden responder mejor.
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