miércoles, 3 de agosto de 2022

456.- ¿Por qué ellos sí y nosotros no? (Tercera Parte y final)

“Ahí donde se queman libros, acabaran quemando personas”

Heinrich Heine. Poeta alemán. (1797-1856)

La respuesta única a todos los por qué, qué, cómo, cuándo, no existe. Es cierto que, por un lado, todos creemos tenerla y por otro, estamos necesitados de leerla, pero la cosa no es así de tan fácil.

He leído mucho sobre Cuba, por suerte, me especialicé en su historia y digo por suerte porque, a pesar de las adversidades donde lo importante era ser trabajador de una gasolinera, tienda o un hotel para poder conseguir dólares, conocer la historia del país donde uno nace y vive, también alimenta.

Para los vivos hoy, es muy difícil definir algo muy cercano a la realidad, porque somos actores de un proceso que termina por afectarnos de una forma u otra, tanto como si estás totalmente a favor o totalmente en contra, incluso si se trata de moverse conservadora o lógicamente dentro de estos dos extremos.  Espero que algún día, creo que deberán pasar algunos años, alguien o algunos, menos comprometidos y afectados, puedan esclarecer para la interpretación futura este proceso que comenzó con la revolución de 1959 y que aún, contra todos los pronósticos, existe. Esclarecimiento que deberá tener muchas páginas porque creo que no se resolverá la explicación con unos pocos párrafos.

Cuba, primero su revolución, luego su gobierno ha desafiado no solo el tiempo, sino a la propia gravedad, tanto como la Torre de Pisa, la que todos los días nos levantamos y decimos, hoy si, hoy se cae y al final de la noche nos preguntamos cómo sigue de pie.

No es fácil, el proceso cubano es una mezcla bien diseñada de sal y azúcar, de policía bueno y policía malo, de aprieta y afloja, de un liderazgo mantenido por la misma persona que si de algo bueno tuvo fue de actor, liderazgo que cautivó, enamoró, engañó, chantajeó, presionó, engrandeció, humilló y sobre todo confundió a un pueblo, todo y durante todo el tiempo a su favor.

Fidel Castro ha pasado a la historia desde dos perspectivas únicas. Por un lado, fue el más malo de todos los malos, temido y comparado con el Diablo, por otro fue visto como el más bueno de todos los buenos, casi elevado a categoría de dios. Para muchos fue el inventor de todo, da lo mismo si se trata de lograr una vaca que diera 150 litros de leche diaria, a la que terminó por matar de agotamiento, como en convertirse en el líder mundial encabezando la lucha contra el capitalismo sistémico, sobre todo el norteamericano, para luego terminar metiendo a los capitalistas dentro de Cuba y priorizándolos por encima de los nacionales y poner a circular el dólar norteamericano a cambio de si no lo tenías, no comías.

Fidel fue un genio, es cierto, pero fue un genio para él mismo, copiando a otros y aparentando que era autentico. Fue un gran actor que tomó de todos los anteriores y jugó con su pueblo para aparentar ser genuino. Todo estuvo todo el tiempo planificado en su persona, su voz, su cara, sus gestos, aquellos largos discursos dados como racimos de 8 y 9 horas, donde aparentaba que estaba creando una nueva concepción de la historia mundial y sobre todo de la cubana, siempre a su conveniencia. Largos discursos donde se repetía, se equivocaba, sacaba cuentas públicamente con aquellos números que movía a conveniencia y dejaba de tener cosas nuevas e importantes a decir, pero que servían como un suero intravenoso por donde gota a gota transmitía dosis de veneno para aquellos que lo escuchaban sin pensar. Sabía que muchas personas no pensaban, por eso convirtió su revolución en dogma. Poco a poco fue reduciendo las opciones, era su revolución o nada, era dentro de su revolución o se estaba en contra de ella.

Fidel Castro ha sido analizado desde todas las perspectivas, “tratando de desentrañar la doctrina que tenía en la cabeza, sus tácticas para convertirse en un paladín de los valores más puros de […], un guía axiomático que lo convertía en único en su forma de hablar, los gestos entrenados, el tono bien adiestrado a la hora de dirigirse a las masas, su vestimenta, […] lo había medido todo al milímetro”. * 

Fidel el gran héroe vencedor de todos los combates, sin haber prácticamente tirado un tiro, porque ni a su Moncada llegó a tiempo, en una ciudad como Santiago de Cuba donde, como en Roma, todas las calles conducen al cuartel. Fidel el padre de todos los niños cubanos, cuando ni de los de él se ocupó muy bien. Fidel el gran y único economista, desmedido autócrata, constructor, agrónomo, meteorólogo, diplomático, político, plomero, electricista, cocinero, modisto, diseñador, que luego de décadas de gobernar de forma casi unipersonal, pues sólo necesitó del otro cuando de echarle la culpa necesitaba, logró meter a Cuba en un proceso de crisis total irreversible, de la cual hasta hoy no ha podido salir y al parecer, según los expertos en la materia crisis, no podrá salir si continua aplicando los mecanismos, estrategias y acciones que se vienen ejecutando. Fidel cuyos últimos estudios, pienso que ya con demencia, fueron sobre una planta que se llama moringa, que entre otras cosas tampoco existe en Cuba.

Fidel, egocéntrico, autoritario, prepotente, narcisista y a decir de muchos expertos con una personalidad enrevesada producto de enfermedades casi psiquiátricas, estudió bien al pueblo de Cuba, fue su gran obra y a sabiendas de sus debilidades, lo transformó tal como se transforma el barro para hacer una escultura. Logró, no sin alguna limitada oposición, construirse una escultura de sí mismo con la gran parte de los cubanos como materia prima, a tal punto que todavía hoy, frente al descalabro, una parte pequeña, pero parte, que no puede estar más que enloquecida, sigue diciendo “pa´ lo que sea Fidel, pa´ lo que sea” y sobre todo el gran anhelo, “si Fidel estuviera aquí, esto no pasaría”, por esa ficción de que el comandante estaba en todos los lugares y él personalmente resolvía todos los problemas.

Los cubanos somos como cualquier otro pueblo, ni más, ni menos. Pueblo que quiere vivir, trabajar, pero disfrutar, crecer, tener hijos, poder estudiar y tener resultados profesionales. Somos un pueblo, a pesar de las miserias de hoy, que sonríe, que se burla, que comparte, donde la palabra familia aún es importante en nuestra cultura, donde la palabra amigo todavía tiene valor. Somos un pueblo que gusta de fiestas, de ron, de sexo y por qué no, del amor. No somos menos que otros pueblos, tenemos una historia linda de luchas por la independencia y por los derechos de todos tipos. Tenemos una historia de muertos que sacrificaron sus vidas creyendo en un ideal. Fidel lo supo desde el primer momento y desarrolló toda su vida para conseguir posicionarse dentro de esos cubanos como el “mesías”, papel que disfrutaba enormemente.

Leyendo y leyendo he encontrado algunas ideas, que a continuación reproduzco textualmente, que pueden resolver o al menos ayudar a entender todos los por qué, cómo, etc., sobre nosotros los cubanos como pueblo. Estas ideas, convertidas en principios, para mi entender, fueron las que aplicó Fidel Castro durante toda su existencia en el gobierno y la secretaría del partido comunista, para lograr su objetivo principal, poseer un pueblo que lo siguiera sin pensar, el resto de sus metas fueron menores y estuvieron garantizadas. **

  •  Principio de la Verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas a través de las llamadas sondas o de informaciones fragmentarias.
  • Principio de la Silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disminuir las noticias a favor del adversario, también contra programando con la ayuda de los medios de comunicación a fines.
  • Principio de la Exageración y Desfiguración. Convertir cualquier anécdota por pequeña que sea en amenaza graves
  • Principio de la Vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa para convencer, más pequeño debe ser el esfuerzo mental por realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escaza, además tiene gran facilidad para olvidar.
  • Principio de la Simplificación y del Enemigo Único. Adoptar una única idea, un único símbolo, individualizar al adversario en un único enemigo.
  • Principio de la Renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté interesado en otras cosas. Las respuestas del adversario nunca podrán contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
  • Principio del Método de Contagio. Reunir diversos adversarios en una misma categoría o individuo. Los adversaros han de construirse en suma individualizada.
  • Principio de la Transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque si no puedes negar las malas noticias da otras que las distraigan.
  • Principio de la Unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa como todo el mundo, creando impresión de unanimidad
  • Principio de la Transfusión. Por regla general la propaganda opera a partir de un sustrato existente, ya sea una mitología nacional, un complejo de dioses y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en posiciones primitivas.

Yo no sé ustedes, queridos lectores, pero yo, mientras más leo estos principios, más los veo adaptados a Cuba. Creo que cada uno de ellos fue trabajado “magistralmente” por el líder-dueño Fidel Castro en su afán por mover, convencer, poseer y poder utilizar a las masas, esas a las que se les llama pueblo. Cada uno de ellos puede explicarse dentro de Cuba y obtener desde 1959 hasta hoy muchos ejemplos de su aplicaciones y resultados.

Estos principios pudieran atribuírseles a Fidel en su autoría, pues nadie mejor que él, detrás de las lindas palabras y sueños, los pudo haber teorizado y adaptados mejor a Cuba, pues, repito, para mí, fue lo que hizo en la práctica, sin escuchar, ni tener en cuenta a más nadie, ni a más nada.  Esas ideas o principios utilizados para trabajar tanto con el pueblo al que se quiere tener, como a los enemigos reales o inventados que se necesitan tener, junto a otras ideas obviamente, de carácter más práctico, se me antoja que pudieran dar la explicación de por qué hemos resistido tanto a un gobierno, a pesar de la cantidad enorme de descontentos acumulados.

Lo único extraño y me place decirles, es que estos conocidos Principios de Propaganda, no los inventó Fidel, ni ningún revolucionario cubano, ellos fueron creados, desarrollados y puestos en práctica, nada más y nada menos que por Paul Joseph Goebbels, Ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945. Goebbels fue uno de los colaboradores indiscutibles más cercanos e incondicionales a Adolf Hitler.

A partir de 1933 después que los nazis se consolidaran en el poder, su ministerio de propaganda se apoderó de los medios de comunicación, las artes y la información y de los medios como la radio, la televisión y el cine. Goebbels fue uno de los responsables de potabilizar la figura de Hitler, que sobre todo al comienzo de su vida pública en Alemania, no era del gusto de la mayoría de los alemanes. Entonces, estos principios descritos aquí arriba, son los responsables, junto a todo un estudio y práctica represivos, basados en un antisemitismo y anticristianismo total, más la lucha contra los comunistas tanto alemanes como de otro cualquier país, que el pueblo alemán, incluyendo a niños y jóvenes terminó, no sólo amando, sino adorando a su Führer, que ni era alemán, ni era árido, ni tenía el pelo rubio y los ojos azules, ni media seis pies.

Cuba sufre y no sabemos acabar con ese sufrimiento, lo que resulta increíble porque el ser humano a lo largo de la historia ha dado muestras de su gran inventiva para cambiar, desde manifestaciones pacíficas, revueltas, guerras de guerrillas y armadas, huelgas de hambre, suicidio y la eutanasia. Y no es que seamos diferentes o limitados, es que hemos sido durante muchos años dañados.

He leído y los expertos aseguran que los problemas económicos se pueden resolver a la vuelta de 5 años, obvio con medias y acciones bien aplicadas, pero que los problemas sociales, las deformaciones que ocurren dentro de un pueblo, la pérdida de valores, la perdida de la dignidad y de muchos buenos sentimientos, la corrupción, el revanchismo, el odio, la envidia, etc., con suerte se necesitaran cien años para resolverlos o al menos ver algunos cambios.

Cuba no tiene un gran problema económico, ella sólo es la muestra de un sistema fallido, que, con buenas intenciones, según sus dirigentes declaran, ha caído en una crisis irreversible. Cuba es la mejor continuidad de lo que pasó en el famoso Campo Socialista Europeo, donde sólo con enormes mentiras se logró vivir. Cuba tiene un grandísimo problema social.

 


* La cita textual, que le viene a Fidel Castro como anillo al dedo, no sale de un análisis sobre su persona o actuación. Por mucho que nos parezca increíble la similitud, la afirmación es sobre Adolf Hitler, tomada de la novela “Últimos días en Berlín” de la escritora Paloma Sánchez-Garnica.

** Si quieren entender para el caso cubano porque hemos llegado a lo que hoy somos como pueblo y esa aparente incapacidad para ponernos de acuerdo y eliminar lo que nos está matando poco a poco, día a día, hay que conocer cómo se atacó a las religiones y a los religiosos, como se engordaron las filas de un partido único con personas a las que no se les pedía criterio, sólo incondicionalidad total, cómo se crearon las organizaciones llamadas de masas y aparentemente inofensivas por cuadra, edificios, repartos y barrios, los CDR, por cada uno de los centros de trabajos, los sindicatos, entre las mujeres, la FMC, entre los jóvenes, la UJC y la FEEM y la FEU e incluso entre los niños, la UPC, si quieren conocer cómo se acusó al que se manifestaba diferente o al menos con dudas, convirtiéndolo de plano en un enemigo al que repudiar, sancionar, marginar, si quieren entender por qué se atacó a la homosexualidad, a los poetas, a los músicos, a los artistas en general, si quieren saber cómo se fue limitando el poder de la radio, la televisión, la prensa escrita, todo esto en post de crear un solo criterio, una sola voz, una sola idea y limitar la capacidad de expresión y libertad, si quieren conocer cómo la propaganda bien estudiada pudo convertir a una persona casi desconocida a la que muchos no querían y aceptaban en un líder con categoría de dios, al que jamás se le contradice, al que jamás se le critica, al que hay que seguir a ciegas, si quieren conocer el miedo de las personas incluso a hablar dentro de sus casas, entre familias y amigos por considerarse perseguidos y escuchados, si quieren saber sobre el terror de la posible detención y encarcelamiento por causas injustificadas y/o inventadas, que encubren las verdaderas causas de la lucha ideológica, si quieren saber de por qué las cárceles en aumento e incluso los campos de concentración con nombres diferentes, UMAP para el caso cubano, si están interesados en saber por qué los cubanos huyeron y aún huyen del sistema totalitario cubano, llámese como se llame, si quieren entender cómo es posible dividir a una familia y que ella misma se critique, se reprima, se delate, si quieren entender cómo, a pesar de los problemas, lo único que ha funcionado bien y sigue funcionando, con un enorme rechazo popular en Cuba, es la inteligencia, la contra inteligencia, las tropas especiales, las boinas roja y negras, y una enorme caterva de agentes represores vestidos de civil regados en todas las calles y pueblos, los animo a leer el libro mencionado en la cita anterior, “Últimos días en Berlín”, genial novela histórica que narra los sucesos ocurridos en la Alemania pre y durante Hitler y podrán encontrar la increíble similitud que existe con el proceso aún llamado revolución cubana. Cuando se lee este libro, existen otros muchos más obviamente, es casi imposible no creer que lo ocurrido en Cuba, sale de las acciones puestas en práctica por Hitler y el nazismo, un líder loco pero genial con absoluto poder que pasó de ser un político desconocido, a un líder no querido, a una de las mejores muestras de la autocracia, con poderes tan ilimitados que lo llevó a convertirse en un ser amado y adorado. Un imposible que se echó a la culta y democrática Alemania en un bolsillo.

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