Gracias Fidel. Gracias Raúl. Gracias Díaz Canel. Gracias Continuidad.
Si, gracias, Fidel, por haber hecho todo tu esfuerzo por destruir un país que cogiste funcionando en 1959. Gracias por ejercer un poder que no fue nunca moderno, ni revolucionario, menos comunista. Tu gobierno no pasó de ser un gobierno feudal, donde tú si supiste escoger muy bien el papel del señor de toda la comarca. Tu gobierno para el pueblo siempre fue una mentira. Tu poder sólo te benefició a ti mismo.
A ti Fidel, al que le entregamos contentos nuestros
castillos, nuestros ríos, nuestras tierras e incluso a nuestras mujeres y
nuestros hijos para que, con tu gigantesco apetito megalómano, los devorarás en
tus continuos experimentos e inventos hasta casi desaparecerlos.
A ti Fidel, que un día cansado de ejercer el control absoluto, ya con los castillos destruidos, los ríos sin peces y las tierras infértiles, le pasaste el poder a el mejor heredero, tu hermano Raúl.
Tú sabías, porque lo conocías bien, que Raúl no podía,
pero no te importó. El único mérito personal real de tu hermano fue seguirte
incondicionalmente y repetir ciegamente todas tus ideas. Tu sabías que Raúl, en
medio de su mediocridad manifiesta, no podía hilvanar una idea en dos párrafos.
Gracias porque Raúl, en el poquito tiempo que ocupó tu silla ya destartalada,
sólo destruyó más y claro, tal como estaba pactado entre ustedes, te permitió
morir tranquilo, como tu querías. Tú lo sabías, pero no te importó Cuba, escogiste
y beneficiaste a Raúl, que llevaba tus mismas décadas de poder, afilándose los dientes.
Gracias a ti Raúl Cuba se puso peor. Las personas que confiaban en la sucesión e incluso hablaron de una apertura sanadora, muy rápido descubrieron que no cambiarías nada. Sólo eres un general de aula y cursos, porque en tu currículo militar no existe una guerra, ni un combate real. No podías cambiar nada, no tenías la más mínima capacidad para salvar a los plebeyos, así y todo, es de agradecerte que, en una fiesta, cerca de la piscina imagino, rodeado de las muchachitas del partido comunista que te atienden y con tu vaso de vodka en la mano, mirarás a tu alrededor, donde se encontraban disfrutando tus más cercano acompañantes y en busca de un incondicional, para nada importaba su capacidad, “a dedo”, escogieras a la persona a la que le entregarías la opción de sustituirte públicamente, porque todos sabemos que, como la mafia, tu sigues dirigiendo desde detrás del trono o mejor detrás de la silla que te dejó tu hermano más destartalada aún. Los mafiosos nunca se retiran de verdad, sólo en apariencias y ustedes se parecen mucho a la mafia.
Raúl, tu selección caprichosa, a tu conveniencia, fue
inmejorable, escogiste a Díaz Canel, la persona más gris e incapaz que ha
pasado por el gobierno cubano en estas seis décadas. El más gris de todos los grises.
Díaz Canel, cuyas tres ideas más importantes, sobre las cuales piensa dirigir
un país, han sido hasta hoy, “la limonada es la base de todo”, “somos
continuidad” y “la orden de combate está dada”, orden de combate no contra un
enemigo armado hasta los dientes que viene a invadir Cuba, sino contra un
pueblo noble y desarmado que está pidiendo “libertad”.
Díaz Canel, ahora rodeado de sus amigos gordos, todos fracasados en momentos y funciones anteriores, lo único que ha podido hacer como continuidad es destruir más y más y dejar que la destrucción llegue a los seres humanos, que hoy, sin distinción de sexo, edad, color, se están fajando a los golpes fuera y dentro de las tiendas por un pedazo de pollo y están siendo reprimidos de varias formas, unas más públicas que otras, porque solamente están manifestando su inconformidad con su realidad diaria.
Eso tiene el comunismo práctico, no el de los libros, de incoherente. Sus gobiernos donde quiera que hayan estado, por un lado, aplauden y apoyan a los que se levantan con posibles reclamos sociales en sus diferentes países capitalistas y al mismo tiempo reprime, encarcela, tortura a aquellos que hacen lo mismo en el país que ellos gobiernan. Para los gobiernos comunistas al menos en fachada, los que se manifiestan fuera son revolucionarios con derechos y los que se manifiestan dentro son contrarrevolucionarios, sin derechos algunos, siendo incluso los reclamos idénticos.
La “Continuidad” que se enarbola como bandera para
repetir que se está emparentado con las más “nobles” ideas de Fidel y Raúl,
para el caso cubano, la Real Academia de la Lengua Española, en su último
diccionario revisado y ampliado la ha definido como: calamidad, miseria,
pobreza, odio, división, desesperanza, falta de una orientación a futuro, decepción,
desilusión, enfermedades y, sobre todo, fuga, huida, emigración.
Los cubanos desde el propio 1959 somos un pueblo que emigra. Aquellos primeros “siquitrillados” como se les llamó, dueños capitalistas que fueron afectados o se olieron lo que venía, marcaron el camino único para esa parte del pueblo que no estuvo de acuerdo. Luego hemos vivido diferentes oleadas de emigración, algunas por avión y barcos de forma organizada, Camarioca, Mariel, otras como respuesta visceral al descontento, menos organizadas y espontáneas, etc., más los que en silencio, poco a poco, de forma individual se enamoraron, se contrataron o fueron escapándose, incluso cuando realizaban funciones de gobierno fuera de Cuba. El hijo del vecino, el amigo de la escuela, el compañero de trabajo, nuestros propios familiares, siempre se han ido mientras han podido. Cuba tiene más habitantes porque es una isla y la salida es necesariamente por mar o por aire, cualquiera de las dos vías muy complicadas. Si Cuba tuviera al menos un pequeño pedazo de tierra que la conectara con otro país, de seguro estaríamos hablando de casi un país vacío.
Gracias a Fidel y Raúl, yo, cubano, formado dentro de la revolución comunista y con una vida organizada familiar y para nada destruida desde el punto de vista económico, hoy vivo en Estados Unidos y vivo muy feliz. Mi solución de emigrar podría atribuirse a miles de causas, desde la ignorancia hasta un gran problema ideológico e incompatibilidad con el sistema comunista, pasando por el obstine, la desilusión, el no entendimiento de un solo por qué, etc.
Yo podría ser un buen ejemplo de un pueblo al que no le quitaron nada importante económico porque nada tenía, sin embargo, así y todos los cantos de sirenas de la vida mejor dentro de Cuba, un día, después de muchos años y acciones, logré salirme, llevando como única propiedad una pequeña maleta con toda mi historia dentro. Nadie me robó el cerebro, la CIA no me convenció, nadie me pagó para que me fuera, sencillamente como resultado de toda mi vida, la única opción, para poder vivir decentemente, fue marcharme.
La historia se repite y se repite. Cuba es un país cuyos pobladores emigran. Ahora estamos asistiendo a una nueva opción, sin que se hayan parado el resto de las opciones. Para todos es claro que el gobierno cubano, tiene que haber pedido al gobierno nicaragüense que levantará las restricciones para viajar a ese país y esto ha servido como una válvula de escape que alivia el descontento interno, no porque se resuelva, sino porque se va, además de la siempre intensión de crear problemas al gobierno norteamericano con una inmigración masiva y explosiva, que muy pocos países del mundo pueden asumir.
Entonces los cubanos, según la ministra de turismo de Nicaragua, comenzaron a viajar a ese país, para, por ejemplo, ver los volcanes, ¿Se podría ser más cínico? De cualquier forma y justificación, el país centro americano abrió y los cubanos, masivamente, creo que, en estos últimos 6 meses, van por 200 000, se han lanzado a llegar a Nicaragua para luego caminar hacia la frontera de México con Estados Unidos. El gobierno cubano, una vez más, por su propia conveniencia, no los ha echado, pero se ha hecho el de la vista gorda para dejar salir y ha convertido todo esto en un gran negocio económico, que le debe estar garantizando una buena cantidad de dólares, porque un pasaje a Managua, la capital de Nicaragua cuesta 3500 dólares norteamericanos, como mínimo siete veces más de lo que debe costar un pasaje normal. ¿Qué parte de eso cae en las manos del gobierno?
Gracias a la desastrosa continuidad, hoy, mi sobrino, joven, bien parecido, ingeniero de profesión, ha llegado a los Estados Unidos. Gracias a la colaboración de un grupo de personas y un poquito de dólares norteamericanos, ha vuelto a nacer. Otro cubano que se salva, otro cubano que se pierde Cuba. Otro cubano que ha preferido dejar su familia cercana, su novia de años y su “honorable” puesto como profesional, para quizás en un primer momento venir a trabajar en una fábrica, en la construcción, en un supermercado, con una única ilusión, la madre de todas las otras ilusiones, vivir.
Un cubano que ya Cuba no tendrá, un cubano que tampoco fue comprado por la inteligencia norteamericana, que no ha vendido su cerebro, que no viene persiguiendo vivir como las Kardashians y su nuevo invento del “american way of life”. Un joven inteligente y preparado que prefirió correr riesgos, por los que podía incluso morir como otros han muerto, antes de seguir muriendo en vida.
El riesgo por correr es mucho, el precio a pagar es alto, pues se termina una etapa dura y se comienza otra dura también, que significa insertarse en una nueva, desconocida y complicada sociedad, amparado todo esto únicamente en la ilusión que crea para cualquier ser humano la esperanza y el mismo mensaje que nos repetimos los cubanos unos a otros constantemente, que sale de un chiste popular: “Dale, Superman, que tú puedes”.
Mi sobrino es una nueva y reciente muestra de otro cubano que se salvó y que luchó por no dejarse consumir por el ya casi genocida desgobierno cubano.
Gracias Continuidad, porque a lo mejor, de tu no haber existido y haber acabado de destruir lo que ya destruido estaba, no nos hubiéramos arriesgado.
Les dejo entonces una idea que acabo de leer, publicada en Facebook por mi hija Jennifer a razón de su cumpleaños. Ella, la idea, lo explica todo. Ella, la idea, es la mejor justificación del porqué mío, del porqué de mi sobrino y de tantos y tantos otros porqué, ya millones de otros. Es la mejor y más sencilla y a la misma vez abarcadora respuesta para los que hoy dirigen un país otrora tan lindo como lo fue Cuba, es la mejor respuesta, a pesar de los problemas, del por qué de nuestra decisión:
“Home is not always the place you were born; HOME becomes the place that let you live a HAPPY life”.
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