Tengo 60 años, edad donde ya no se es joven, pero tampoco se es viejo o, al menos, todavía no se quiere asumir que se es viejo. Edad donde se comienza a ver el futuro final más cerca, lo que hace que, en mi caso, me sume al criterio de mi amigo Ruso de que el “futuro es hoy” y al mismo tiempo el pasado cada día va quedando más en el pasado.
Entonces esa condición me hace pensar todos los días e ir llegando a determinadas conclusiones, ya muy difíciles de cambiar. Es esto lo que me permite caer en el título y contenido de este escrito, por lo que trataré de hablar o mejor, escribir como si hablara, sobre algo que vivo todos los días y de lo que estoy convencido.
Si algo alguien nos dijo, nos creímos y comenzamos a repetir, sin mucho de real, es que los cubanos, sobre todo los profesionales, somos un selecto grupo de personas extremadamente bien preparadas y conocedoras sobre todo de la realidad mundial, al punto de poder debatir, definir y concluir sobre cualquier tema. Esto es absolutamente incierto.
El chovinismo impuesto como leche de pecho y a decir verdad auto consumido sobre nosotros mismos, nos ha hecho engordar durante décadas. Los cubanos somos tal cosa y somos más cuál cosa, sobre todo todas las cosas buenas y eso es precisamente lo que explica muchas de nuestras formas e impedimentos, por ejemplo, creo yo, nuestra incapacidad de unirnos, porque en realidad nunca hemos sido muy unidos y no hemos sido muy unidos porque todos somos líderes, jefes carentes de seguidores. Como dice el viejo refrán, a veces cierto, somos fácil de reunir, pero unirnos es más complicado de conseguir, claro mientras la cerveza esta fría, la cerveza fría cualquiera la toma.
Nos hemos creado y recreado una imagen de nosotros
mismos, que nos hace compararnos constantemente con el resto del mundo y nos
hace salir en nuestras mentes al menos, satisfactorios y vencedores. Seamos sinceros, cuando miramos al lado, nos vemos no sólo diferentes, sino superiores.
Volviendo a la conveniente ingenuidad, más que eso lo que tenemos hoy es el conveniente desconocimiento de, ya no la realidad mundial, sino de la propia realidad cubana que decimos vivimos.
Converso con frecuencia con personas que dicen haber sido comunistas, que dicen haber hecho mucho por construir en Cuba aquella sociedad perfecta, moderna, nueva, salvadora, que generaría a golpes de satisfacción aquel también propuesto hombre nuevo, hombre consciente, solidario y sobre todo preparado como ningún otro a nivel mundial y lo que detecto en todos o en casi todos, es el inmenso desconocimiento ya no sólo de la realidad de, por ejemplo, Egipto o los mismos Estados Unidos, por años esté último, plan de estudio de casi todos los cubanos, sino el inmenso desconocimiento de la realidad en Cuba, más allá de su estrecha función de trabajo y las dos o tres cuadras que caminaban para acceder a la parada de la guagua, la bodega, la farmacia y, quizás, la visita a la casa de un amigo o vecino.Esa enorme cantidad de personas, donde se encuentran, entre otro, nuestros padres, fueron enamorados con discursos sin bases, pero muy calurosos y efusivos, cosa evidente que nos gusta y con ese enamoramiento les quitaron, algunos se dejaron quitar a conciencia, su capacidad de investigar más allá de lo que se decía, de comprobar por sí mismos, de contrastar lo que se decía con la realidad que se vivía, etc. Ese grupo, que no fue pequeño al principio, se dedicó gustosamente a escuchar y repetir exactamente lo que escuchaban, sin la mínima idea de por lo menos, ver si era verdad lo dicho o si existían además de lo dicho otras versiones, otras posibilidades, otras opciones y posturas, o sea, la existencia de otra realidad.
La verdadera formación “profesional” de los cubanos es que nos encantamos con repetir y repetir hasta las más mínimas o las más absurdas ideas sin pensar y esa es precisamente la razón del por qué esa continuidad necesitada y casi en discursos garantizada, falló. Muchos de los hijos de esos cubanos escuchas y repetidores, inmediatamente que comenzamos a pensar, la primera contradicción no fue con la verdad, sino con nuestros padres, maestros, vecinos, etc.
Puede resultar increíble pero los primeros opositores fuimos los hijos y nietos de los más abnegados revolucionarios. Y no es que fuéramos muy opositores a conciencia y formación, sólo es que fuimos más reales, caminamos más allá de nuestros vecindarios, observamos, preguntamos, comparamos, en un mundo donde una música, el largo del cabello, un determinado pantalón, un libro, una película e incluso una goma de mascar tomaron categorías ideológicas por las cuales se estigmatizó a las personas.
A mí me sigue pareciendo un problema o al menos tratar de entender el problema, esos comunistas de antes, hoy más allá de repetir ideas, no pueden hablar prácticamente de la realidad cubana porque no la conocen. Es cierto no tuvieron acceso porque las fuentes de información estaban monopolizadas por el gobierno, porque la diversidad de pensamiento fue criticada y la contradicción fue sancionada de todos los modos posibles, partiendo desde una crítica por tus compañeritos de escuela en aquellas reuniones absurdas donde niños de 11, 12 años se paraban a criticar y evaluar a su compañero de aula, quizás al compañero que compartía con ellos la merienda, le hacía o ayudaba a hacer las tareas o les dictaba las respuestas en las pruebas, pasando por perder trabajos y estudios o la marginación en el lugar donde se vivía, hasta la injustificada pérdida de la libertad en calabozos y cárceles donde se coincidía con delincuentes y criminales por el único delito de pensar y expresar un pensamiento que intentaba llamar la atención sobre algo que rompía con lo que todos, al menos en apariencia, aceptaban. No estuvieron informados, a pesar del monopolio, porque no quisieron informarse.
Esos que defendían e incluso aún defienden el “socialismo” cubano, en realidad, tan dedicados a trabajar y a estudiar para luego repetir las palabras que otros decían, hoy están como recién nacidos, sobre todo en el campo de la información e ideas.
Sobre el mundo exterior conocen muy poco, en realidad en la práctica no tienen ni los más mínimos elementos sólidos para entender lo que pasa, más, por razones obvias, cuando logran salir de Cuba tienen un atraso de siglos con relación al modo de vida moderno.
La incapacidad no es sólo en temas súper tecnológicos, en súper procesos bancarios, etc., sino que se manifiesta a la hora de abrir una simple llave de agua, comprar a través de un medio electrónico, subirse en una guagua, cambiar un canal de televisión sin tener que despegar la nalga del asiento, etc. Diferencias de la modernidad que no conocían porque les fue más fácil repetir lo de la caída inminente del sistema que antecede al que ellos estaban construyendo. Diferencia con la simple modernidad que sólo es explicable a partir de un encierro y distanciamiento total como en la novela “El señor de las moscas” de William Golding, que evidencia cómo individuos modernos y desarrollados culturalmente, en condiciones adversas pueden llegar a un estado de violencia, irracionalidad y salvajismo.
Eso pasó en Cuba, cuando ser educado, culto, por encima de cualquier profesión incluso, llegó a mirarse mal, se consideró un rezago de la sociedad pasada. Cuba no necesitaba cultos, la revolución necesitaba obreros incultos y manejables, dispuestos a repetir. Y esto que puede parecer exagerado de mí parte, es no sólo real, sino muestras de una enfermedad. Miren este ejemplo. Hace poco he compartido ideas con una joven cubana, según ella, graduada de un doctorado sobre ciencias políticas en una universidad canadiense y de una filiación ideológica, según ella viviendo en Canadá, revolucionaria, comunista y fidelista y al yo tratarla de señora X, me he respondido disgustada, hoy en el 2023, que le diga compañera X, porque lo de señora es un término capitalista. Hasta allí llega la enfermedad.
Luego a ese “selecto” grupo sobre el cuál trato de hablar, no le interesó conocer Cuba, no le interesó caminar para ver cómo realmente se vivía, no le interesó reconocer los problemas y grandes diferencias, les fue más fácil repetir y repetir. Les fue más fácil tratar de que el otro no hablara, de que el otro no se quejara, lo que resultó muy fácil porque desde el mismísimo poder se estimuló esa forma de hacer. La mejor respuesta fue siempre, eso no pasa, es una invención del enemigo.
Entonces ese grupo “selecto” hoy está descubriendo a Cuba, viendo videos en YouTube y siguiendo a algunos de los “influencer”, aunque todavía dudando de lo que están viendo sea real, porque según sus defensas, esa Cuba nunca la vieron antes y de esa forma tratan de justificar sus vidas, o sea, yo no lo vi, entonces no existió o no existe, cuando en realidad, lo que pasó fue que esa realidad no la quisieron ver nunca. Sus funciones no eran ver, eran convencer a otros de que no vieran, de que no dijeran y siempre tuvieron como herramienta el arma teórica invisible de una realidad que la mayor parte no vivía.
Así hemos vivido de campañas, mientras menos teníamos, más decían que teníamos, mientras más mal estábamos, mejor decían que nos iba. Así vencimos guerra, alfabetizamos, ganamos batallas económicas y sociales, etc. Así hemos vencido una y mil veces al “imperialismo yanqui”, mientras se nos olvidó o no queremos ya hablar de la parte de la historia que no nos cuadra o no queremos reconocer. Baste decir que hoy, todavía, frente a la crisis económica y social más aguda de la historia cubana, pero que en realidad nos ha acompañado en todas estas últimas décadas, el slogan del gobierno es que, "Cuba avanza", y entonces los repetidores se dedican a buscar como defensa el punto dónde se dice que avanzamos, da lo mismo que se haya matado a un solo mosquito dentro de los millones y millones que existen, un puesto con coles que se están vendiendo en un pueblo de remanga la tuerca o el anuncio de que ahora sí, los rusos, volverán a traer carne de res enlatada, tal como si las vacas como única opción parieran latas.
Les da igual, el asunto radica en no pensar o al menos
no comentar y repetir y repetir lo que se dice desde la oficialidad. En Estados
Unidos asesinan a personas. ¿En Cuba? Bueno eso no es importante. En Estados
Unidos hay inflación y crisis. ¿Y en Cuba? Bueno ese no es el tema, este no es el marco. En Estados
Unidos hay “homeless”. ¿Y en Cuba? Bueno, hay muy pocos casos, yo no he visto a ninguno en la cuadra donde vivo. En Estados
Unidos hay racismo. ¿Existe el racismo en Cuba? No, el racismo se eliminó radicalmente con
la revolución. La educación en Estados Unidos es mala. ¿La cubana? Es la mejor
del mundo, somos una potencia en educación, todos sabemos escribir y leer. Los
maestros cubanos de hoy pueden impresionar al mundo. En Estados Unidos hay
problemas con los hospitales. ¿Y en Cuba? No en Cuba no, somos una potencia
médica mundial, hemos mandado médicos y enfermeros a la Patagonia. En Estados
Unidos hay niños que son abusados, prostituidos, que pasan hambre. ¿Y en Cuba?
No en Cuba todos los niños están protegidos, ninguno se acuesta sin comer
porque le gobierno le entrega a módico precio un pan todos los días, la
prostitución sólo se ve en el capitalismo, etc., etc., etc.
Y por supuesto, la solución más mágica de todas, paralelamente la más ignorante, porque ya no se puede hablar de ingenuidad. Todos los problemas que tenemos, todos los atrasos, todos los inconvenientes, la escasez, la crisis de valores, la deshumanización, la corrupción en la mismísima sociedad, es el resultado del cruel "bloqueo" que Estados Unidos mantiene sobre Cuba. Este pollo que me estoy comiendo, estos dólares que tengo en la mano como única opción para poder acceder casi a la vida, esta ropita que tengo enviada por mis familiares, no cuenta, Estados Unidos ha recrudecido su bloqueo, lo que ha ocasionado además el deshielo en el Polo Norte, que los monos en la India ataquen a los turistas para robarles la comida y que en determinada época del año la arena del desierto de Sahara se mueva sobre el mar y llegue a Europa y a América.
Yo ahora vivo en Estados Unidos, llegué como emigrado legal e incluso ilegal, me han dado entrada, me han dado ayuda, más el permiso de trabajo, vivo en un confortable apartamento, tengo un automóvil moderno, paseo, me sobra algún dinerito para enviar a mí familia, pero el imperialismo yanqui sigue siendo malo y tenemos que seguir luchando contra él, porque, entre otras cosas, me tengo que meter a hablar en inglés y eso no me gusta.
Kennedy fue un flojo, no debió ser presidente. Reagan fue un actor de Hollywood, no debió ser presidente. Nixon tenía la nariz grande, no debió ser presidente, Trump es un vulgar, loco, agresivo, grosero, no debió y no debe ser presidente, Biden es un viejo que está chochando, no debe ser presidente, pero bueno, ¿Y Fidel Castro? No, no toques a Fidel, el fue un genio. ¿Y Díaz Canel? Bueno, Canel no es Fidel, pero está haciendo un esfuerzo por sacar a Cuba adelante, está trabajando.
Pero, ¿Y los solares súper poblados, las casas de pisos de tierra, la cantidad de personas albergadas, las drogas fuertes, la prostitución en los jóvenes de ambos sexos, la violencia, el robo, los asesinatos, la carencia de electricidad y de agua potable, la basura en las esquinas, la pobreza, la desilusión, la crisis migratoria sobre todo protagonizada por los más jóvenes, la carestía de la vida, la falta de casi todo para vivir en tranquilidad lo que ocasiona estrés, falta de higiene, preocupación, hipertensión, suicidios, todo esto en Cuba? Ya te dije, la culpa la tiene el "bloqueo" asesino.
El triunfo ha estado justamente aquí:
· “LA GUERRA ES LA PAZ. LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD. LA IGNORANCIA ES LA FUERZA"
· “Su mente se deslizó por el laberíntico mundo del doblepensar. Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas; emplear la lógica contra la lógica”.
· “Al final, el Partido anunciaría que dos y dos son cinco y habría que creerlo. Era inevitable que llegara algún día al dos y dos son cinco. La lógica de su posición lo exigía. Su filosofía negaba no sólo la validez de la experiencia, sino que existiera la realidad externa. La mayor de las herejías era el sentido común”.
"1984". George Orwell
Nota:
Temas como este son difíciles a la hora de escribir. Se corre mucho riesgo, sobre
todo, como en mí caso, cuando no se es un experto. Existe la posibilidad de hacer daño a
posibles susceptibles. Quiero decir entonces que he generalizado formas y
conductas, a sabiendas que de nunca es todo de todo, siempre existen las
excepciones y las verdaderas justificaciones, por lo que pido respetuosamente
que no lo tomes de forma personal. Tú no eres mi objetivo.
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