No soy cineasta, no soy periodista, soy simplemente cubano y como tal me creo y me doy el derecho a opinar sobre los recientes acontecimientos ocurridos con el documental de Juan Pin Vilar y sobre la reunión de cineastas que “democráticamente” se unieron para quejarse y redactar un documento “democrático” que deberá exigir que se respete la obra y más allá de ella, la idea de un creador cubano.
Esto, a mí con 60 años hoy, de los cuales estudié, trabajé y viví en Cuba 44 años, me parece increíble, irrisorio, alocado, desleal, irrespetuoso, pero además demagogo y por qué no, oportunista.
Podría parecer que es la primera vez que en Cuba se
censura, se aparta, de limita, se discrimina, se estigmatiza a un poeta, un
pintor, un cineasta, pero además a un cubano fuera cual fuera su especialidad,
profesión u oficio, incluido lo de vago habitual, revendedor, negociante del
mercado negro, en fin, un “luchador” cubano, profesiones que han sobrevivido y
muchas veces vivido muy bien en estas últimas seis décadas.
Me resulta increíble y me apena tener que recordarles a los cineastas reunidos, a los que asumo como preparados académica y culturalmente, que en Cuba se reprime, se aparta, se limita, se censura desde el mismísimo triunfo de la revolución en 1959. Idea bien concebida por Fidel Castro y respaldada en el mundo intelectual por un grupo de “creadores” llamados revolucionarios. ¿Ustedes cineastas cubanos vivieron en la misma Cuba que yo o es que todos y todas llegaron ayer de Marte?
¿Se les olvidó a esos cineastas reunidos que la revolución casi desaparece el Ballet Nacional de Cuba por considerarlo una “manada” de homosexuales, putas, chismosos y chismosas, en un país que sólo necesitaba obreros repetidores?, ¿Se les olvidó a esos cineastas la existencia de la UMAP, lugar para sancionar, ocultar, apartar y reeducar a muchos, entre ellos poetas, cantantes, etc., cuya existencia fue considerada peligrosa para la sociedad?, Por sólo hablar de cultura, ¿Qué paso en aquellos años con la gloria Pablo Milanés, con el diputado Silvio Rodríguez, con el compositor y cantante Mike Porcel, con Pedro Luis Ferrer y otros casi cientos de otros.
Por ejemplo: ¿Qué sabemos los cubanos estudiosos, porque los no estudiosos no contaron nunca, sobre, nada más y nada menos que Dulce Ma Loynaz o Lezama Lima?, ¿Por qué en las escuelas, ni tan siquiera en las universidades, no se habla del poeta Reynaldo Arenas o del gran Levi Marrero dueño de una de las más grandes y profundas historias de Cuba o de la inigualable Lydia Cabrera, dueña de las obras más importantes sobre la presencia e influencia africana en Cuba, sobre todo, estos dos últimos muy consultados y plagiados en secretos por los intelectuales reconocidos por el poder en Cuba.
Los ejemplos dan para escribir una enciclopedia, pero no es de extrañar, porque, reconocidos cineastas, estamos en presencia de un país donde los medios de información, todos, sin excepción, fueron dominados desde los mismos inicios por el gobierno, por lo que todos ellos se convirtieron en repetidores de las decisiones e ideas que emanaban en Cuba de arriba hacia abajo, donde arriba tuvo por décadas un solo nombre y los de abajo a nadie les importó.
Juan Pin Vilar y sus obras, puede ser el caso 65 789 de las censuras en Cuba o el 350 745 da igual. Cuba es un país donde la actual persona que ocupa la presidencia ha declarado hace muy pocas semanas que censuraría, que no le importaba lo que dijeran, porque al final todo el mundo censura. ¿Esa posición de la máxima figura y su “combo” da pie a la diversidad?
Esa ha sido la política desde siempre, disfrazada de
pueblo., Esa ha sido la tendencia desde siempre, arropada con piel de cordero. Al
poder, llámese revolución, partido, socialismo, etc., sólo le ha importado
mantenerse en el poder y si para eso, hay que aplastar, encarcelar, sancionar,
hundir, tumbar, pues así sea. ¿Al mismísimo Fidel Castro le gustaban los
intelectuales? Bueno, era amigo de García Márquez, casualmente no cubano.
Pero, además, ¿los cineastas “democráticos” se pueden creer un grupo elegido por ellos mismos al que hay que respetar, considerar, tener en cuenta, etc.? Creo que se equivocan o sobreestiman sus diferentes funciones y creaciones.
Ustedes, cubanos, profesionales, grandes creadores de cultura, los que son buenos, porque también hemos convivido con mediocres y malos creadores, que muchas veces, por increíble que parezca, han ocupado los puestos de dirección y han hecho y deshecho a su antojo, viven en un país que durante décadas prohibió la entrada de los nacionales a los hoteles, que supuestamente eran del pueblo, que se acostumbró o al menos se acomodó a que le pasaran guaguas enteras de turistas extranjeros por delante en una cola, por ejemplo, en Coppelia, que también era del pueblo. Ustedes viven en un lugar donde un por ciento muy alto de la población no posee la moneda para comprar en una tienda, porque desde hace décadas, los inventos para mantenerse en el poder, se obligó nada más y nada menos que a poseer dólares americanos para comprar hasta unas galleticas de dulce. Complicado de entender, primero el dólar es la moneda de nuestro enemigo jurado, es su mejor y más estable símbolo, segundo, las tiendas y los productos dentro de ellas, eran, según dice la teoría, del pueblo.
¿De qué derecho, de qué democracia, de qué reconocimiento a la idea y obra hablan ustedes creadores “democráticos”?, ¿Será que ustedes están por encima, digamos de los religiosos, que tuvieron que esconder sus creencias, disfrazarlas, transformarlas por miedo no a la censura, sino al casi destierro interno?, ¿Qué pasó en Cuba con todos los músicos, actores, escritores, periodistas que un día decidieron vivir en otro lugar fuera de Cuba? Yo no sé ustedes qué piensan, pero en realidad, después de haberlos desprestigiarlos a todos, pues los borraron. Esos nunca existieron. Así ha sido Cuba desde el 1959. Los cubanos hemos sido un pueblo adaptado a leer libros prohibidos, a escuchar música prohibida, a ver películas prohibidas, a considerar un jean o pitusa, el largo del cabello e incluso una goma de mascar como un problema ideológico.
¿Con todo respeto, será que llegaron ayer de Marte? La censura cineastas, comenzó en la propia familia, donde no se dejó hablar, donde no se escuchó. La censura comenzó en los centros de trabajos y estudios, donde se trató de imponer una idea y por falta de argumentos, siempre se terminó considerando que tal o más cual marco no era propicio para escuchar, dejar hablar, debatir, etc. ¿Qué significaba el marco propicio?
¿De verdad, cineastas, se creen ustedes un grupo selecto fuera de estas actuaciones, al que el gobierno de turno tiene que respetar y considerar? Creo que sobre valoran sus realizaciones. Si quieren tener éxitos, si quieren ir a festivales, si quieren incluso obtener beneficios, pues hagan películas apologistas, que narren la grandeza del sistema llamado socialista cubano, hagan documentales sobre lo que se ha avanzado en la agricultura, lo que se ha logrado en las construcciones y serán bendecidos, como dicen en Miami. Nadie les creerá, pero serán llevados a la TV como grandes realizadores. Intentar mostrar la realidad cubana siempre ha sido casi un delito, porque las autoridades del ICAIC, de Cultura, de la Salud, de la Educación, de la Agricultura necesitan de la mentira y han hecho de la mentira su verdadero contenido de trabajo. Ustedes, a no ser que no se hallan dado cuenta, cosa que puede ser, el mundo está lleno de personas que vive en el éter, viven en un país donde desde el gobierno se dice: “Cuba Avanza”, pero paralelamente los cubanos expertos en emigrar siguen saliendo por mar y por las selvas de forma desesperada.
Es una pena lo que pasa, claro que es una pena, pero ese documento, esa carta y esa reunión democrática, no va a resolver el problema de los cineastas, porque no es un problema del cine, es un problema sistémico, es un problema de una política que se estableció hace muchos años, de la cual algunos todavía son “continuidad”. No podrán resolver nada, en un país donde por portar un pedazo de papel o cartón que dice Libertad, incluso que está en blanco, se sanciona a privación de libertad. ¿Tienen ustedes más derechos a contar sus historias que las Damas de Blanco?
Ayer fue Pin Vilar y su entrevistado, el gran Fito Páez, hoy fue Ian Padrón, también realizador cubano, reprimido, censurado, atacado físicamente, el cual ha vuelto a ser reprimido y atacado por sus llamados compañeros de trabajo u oficio, al que no han dejado hablar porque lo que iba a decir era un problema personal.
Y les pregunto, ¿qué no es un problema personal?, ¿El cine se trata de piedras que caen desde la atmosfera o agua de mar que entra por las costas? En cine todo es personal, los creadores, los temas, el público, las decisiones, las acciones. Tendrían que revisar sus conceptos, si es personal, la represión y la censura, los reprimidos y los censurados, tienen detrás a seres humanos.
Si es personal el premio o el fracaso, la risa o el llanto, el bochorno o la gloria. Ustedes estimados creadores, no están por encima de nadie en Cuba, no tienen o tendrán leyes o consideraciones especiales, es difícil de procesar, lo sé, pero ustedes viven en el mismísimo país que viven el resto de los cubanos.
Quieren o me permiten que les dé una recomendación sincera, reúnanse de nuevo, sean honestos con ustedes mismos y, sobre todo, busquen mecanismos que unan a todos los creadores de cine, no para hablar de cine, sino de Cuba. Si quieren hacer cine honesto, si quieren hacer cine sobre la realidad, hablen de Cuba y propónganse resolver primero el problema macro. No esperen a que les pisen en callo para escribir una carta de incomodidad y por favor, reúnanse para pedir disculpas a Ian Padrón, por lo menos ahora.
Esa persona que dijo: _ no lo dejes hablar porque nos va a dividir, además de ser un tarado mental, me disculpo con los muy susceptibles, no puede ser “demócrata”. Es, él solo, la mejor muestra de lo que es hoy Cuba. Y a él específicamente le preguntaría, ¿están unidos o reunidos?
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