domingo, 23 de agosto de 2015

San Antonio 2015. Reflexiones mientras viajo. (Segunda Parte)

 La idea de que, el dinero cuelga de las matas como racimos de uvas, la gente anda con carros del año todo el tiempo, las casas son mansiones con enormes piscinas, los hombres todos se parecen a Brad Pitt con los músculos del abdomen muy definidos, las mujeres no tienen arrugas, todos tienen los dientes más blancos que la masa del coco,  y se dedican todo el tiempo a hacer turismo, no sólo es irreal, sino que es absurda.

He vivido y viajado algo y he comprobado que aquí es como todos los lugares, hay personas con dinero y personas sin dinero, tanto sin dinero que están paradas en una esquina con un cartel pidiendo ayuda. Hay personas que no tienen carros y se mueven en guaguas, en bicicletas e incluso a pie. Hay casas buenas y casas que se están cayendo, desbaratadas, viejas, sin pintura, sin tablas, con todo regado por fuera, con miles de trastes tirados en cualquier lugar.

Las personas tienen el carro que pueden. Entonces miras para al lado y el carro que está cerca, está todo oxidado, con guardafangos y puertas chocadas, los cristales de las ventanillas agarrados con tape, faltos de pintura, etc. Comprar un carro 0 millas? JAJAJA. Cambiar los carros todos los años?  JAJAJAJAJA.
Justo ahora a mi compañero Jason se le acaba de morir la camioneta que tiene y estoy experimentando el dolor y la preocupación que esto genera. La idea de salir corriendo al primer concesionario y comprarse un nuevo carro, no es tan fácil como se cree, sobre todo cuando tienes que disponer de unos cuantos miles de dólares para resolver el problema.

Cuando miras a muchas de las personas que te rodean, tienen puesto un pantalón viejo, un pullover desteñido, zapatos viejos, viejos, viejos. Exactamente igual que en cualquier lugar del mundo.

Cuando sales de la ciudad donde vives hasta llegar a la gran ciudad donde vas, comienzas a ver el campo y a los campesinos. Campos y campesinos iguales que en cualquier lugar y entonces las gallinas caminan por todos lados, cuando llueve se crea el fango, las vacas cagan en frente de las puertas de entrada y salida, los cerdos tienen su olor característico y la gente anda media sucia.

No creo que lo que pase en estos lugares sea que falta el dinero, sino que  sencillamente las gallinas, las vacas y las personas son mucho más sencillas mucho más prácticas y mucho más reales. Un jeans no es nada más que eso, un jeans y para nada las personas comunes tienen la intensión de impresionar a sus semejantes con los trapos que se ponen. Para mi entender y gusto, las personas comen menos mierda.

Lo que he visto es que es un pueblo que trabaja y por eso es rico, además obviamente de uno que otro robo de cerebro como ocurrió conmigo. JAJAJAJA. Hay vagos y borrachos? Claro, como en todos los lugares. Hay hombres que les pegan a las mujeres? Claro. Ojala yo pudiera pegarle a la mía. JAJAJAJA. Hay drogadictos? También los hay, como los hay en todos los pueblos, incluso en Cuba, nuestro querido país. Pero la gente, el pueblo, su mayor parte, es un pueblo trabajador. No sé si por su esencia y sentimiento innovador y luchador, no sé si por los estímulos del “cabrón” capitalismo, donde si trabajas bien, ganas más y si ganas más, …., pero lo que yo descubro es un pueblo trabajador en el sector intelectual y sobre todo en el sector manual. La gente trabaja con lluvia, Sol o nieve y entonces es rica, rica no porque tengan el yate más grande de la marina o la casa más fastuosa del reparto, sino porque sufre menos para vivir. Le da igual lo que las películas y las novelas digan.

La imagen de lujosos restaurantes, grandes tiendas, los carros rosados como los de Paris Hilton, es sólo una parte, si se va a evaluar dentro de todo el país, es sólo una pequeña parte. Si miras el mapa de Estados Unidos, existen esos grandes polos, New York City, San Francisco, Los Ángeles, Chicago, Miami, etc., esos lugares o ciudades de los que siempre hablamos incluso sin conocerlos, pero el resto del país es otra cosa diferente, al menos lo que he podido ver en mis incursiones turísticas.

Cuando fuimos para San Antonio, paramos en Oklahoma City para almorzar. Escogimos, por recomendación de Victoria, un buen restaurante americano, típico, de pueblo. Entonces vimos la realidad. El restaurante era una gran nave con bancos y mesas de madera, con cucharas plásticas y servilletas de papel común. Tenía un gran fregadero hecho de cemento con varias pilas de agua para que la gente se lavara las manos, exactamente igual a los que teníamos en Cuba en las memorables escuelas al campo. La comida que pedías, carnes era la especialidad por supuesto estamos en América,  te la servían sobre un papel cartucho dentro de una cesta de madera y la gente cuando se levantaba echaba los desechos en un gran tanque plástico que había dentro de aquel local. La gente estaba feliz. La idea era comer carne y la carne estuvo muy buena. Las salsas que estaban sobre la mesa, eran salsas hechas en el mismo restaurante. Yo quedé encantado. La gente, pueblo americano, comía sin tanto rigor.

Luego de regreso paramos en otro lugar, un pueblecito  de Kansas, de no más de 50 casas. Había un sólo restaurante para comer. Genial. La decoración interior era muy vieja, incluyendo varias fotos viejas de Elvis Presley. Los bancos y mesas por el estilo, con aquellos mantelitos de cuadritos rojos y blancos que también se usaban en Cuba en la década del 50. Una pizarra anunciaba las “completas” del día. La pizarra no era lumínica, era sencillamente una pizarra de madera y estaba escrita a mano con un plumón azul.

Cuando llegué descubrí a una señora muy viejita, quizás de más de 80 años, vestida como los personajes de las novelas de Agatha Cristie, con sombrero y todo, que junto a su andador disfrutaba su almuerzo. El resto de los comensales vestían sus ropas de andar, ropas de trabajo, nadie estaba de lujo. La señora que nos atendió tenía cerca de los 70 años y no tenía un diente en su boca. No sé si le quedaban muelas, pero dientes arriba y abajo, no tenía ninguno.

Sin embargo, todo el mundo se conocía, todos se saludaban por su nombre y sobre todo la comida, que era lo más importante, estuvo muy buena, carne de nuevo, pues como ya dije estamos en “América”. La gente era más sencilla, la gente estaba disfrutando de la comida, sin mirar los zapatos que tenía el que estaba comiendo al lado. Ninguno de los que allí estaban almorzando, estaban preocupados por los cuadritos del abdomen.

La señora con sombrero evidentemente era un personaje allí, esos personajes que todos tenemos en nuestros pueblos. La señora sin dientes, a lo mejor dueña del lugar, era la personalidad. Nada de lo que han malinterpretado de la teoría de marketing de esa chica linda con súper cuerpo para vender. La gente comía y era feliz, porque la gente en esos niveles y lugares es más sencilla, más objetiva, a lo mejor ven menos novelas.

Al salir, justo en la puerta, tropezamos con el Sheriff del lugar que entraba para almorzar. Muy rápido detectó que no éramos de allí y muy agradable nos saludó. El tipo, joven, también tenía los dientes todos jorobados, era real, lejos obviamente de esa figura de súper policía perfecto que nos trae la TV.

Es así. Sólo que hay que mirar, observar, pensar y aprender. Obvio, cada cual escoge a quién quiere parecerse y cómo quiere vivir. Si tienes poco cerebro y mucho dinero y esto te permite imitar a los grandes líderes de opinión, pues adelante. Si no tienes tanto dinero y aún estás interesado en imitar, pues sufrirás mucho, pues necesitarás de un par de zapatos nuevos y caros para comerte un pedazo de pizza. Si quieres ser tú mismo, a lo mejor también sufrirás porque tendrás que combatir con la mitad de la gente que te rodea, pero este sufrimiento es diferente al anterior, éste termina por hacerte fuerte.


Si fueras a mirar a Estados Unidos, no te puedes quedar con la novela o la última película de éxito taquillero. Tienes que caminar, preguntar, averiguar, sobre todo, pienso yo, dentro de la gente de pueblo. Esa parece ser la base sólida del asunto.

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