La idea de que, el dinero
cuelga de las matas como racimos de uvas, la gente anda con carros del año todo
el tiempo, las casas son mansiones con enormes piscinas, los hombres todos se
parecen a Brad Pitt con los músculos del abdomen muy definidos, las mujeres no
tienen arrugas, todos tienen los dientes más blancos que la masa del coco, y se dedican todo el tiempo a hacer turismo,
no sólo es irreal, sino que es absurda.
He vivido y viajado algo y he
comprobado que aquí es como todos los lugares, hay personas con dinero y
personas sin dinero, tanto sin dinero que están paradas en una esquina con un
cartel pidiendo ayuda. Hay personas que no tienen carros y se mueven en
guaguas, en bicicletas e incluso a pie. Hay casas buenas y casas que se están
cayendo, desbaratadas, viejas, sin pintura, sin tablas, con todo regado por
fuera, con miles de trastes tirados en cualquier lugar.
Las personas tienen el carro
que pueden. Entonces miras para al lado y el carro que está cerca, está todo
oxidado, con guardafangos y puertas chocadas, los cristales de las ventanillas
agarrados con tape, faltos de pintura, etc. Comprar un carro 0 millas? JAJAJA.
Cambiar los carros todos los años?
JAJAJAJAJA.
Justo ahora a mi compañero
Jason se le acaba de morir la camioneta que tiene y estoy experimentando el
dolor y la preocupación que esto genera. La idea de salir corriendo al primer concesionario
y comprarse un nuevo carro, no es tan fácil como se cree, sobre todo cuando
tienes que disponer de unos cuantos miles de dólares para resolver el problema.
Cuando miras a muchas de las
personas que te rodean, tienen puesto un pantalón viejo, un pullover desteñido,
zapatos viejos, viejos, viejos. Exactamente igual que en cualquier lugar del
mundo.
Cuando sales de la ciudad
donde vives hasta llegar a la gran ciudad donde vas, comienzas a ver el campo y
a los campesinos. Campos y campesinos iguales que en cualquier lugar y entonces
las gallinas caminan por todos lados, cuando llueve se crea el fango, las vacas
cagan en frente de las puertas de entrada y salida, los cerdos tienen su olor
característico y la gente anda media sucia.
No creo que lo que pase en
estos lugares sea que falta el dinero, sino que
sencillamente las gallinas, las vacas y las personas son mucho más
sencillas mucho más prácticas y mucho más reales. Un jeans no es nada más que
eso, un jeans y para nada las personas comunes tienen la intensión de
impresionar a sus semejantes con los trapos que se ponen. Para mi entender y
gusto, las personas comen menos mierda.
Lo que he visto es que es un
pueblo que trabaja y por eso es rico, además obviamente de uno que otro robo de
cerebro como ocurrió conmigo. JAJAJAJA. Hay vagos y borrachos? Claro, como en
todos los lugares. Hay hombres que les pegan a las mujeres? Claro. Ojala yo
pudiera pegarle a la mía. JAJAJAJA. Hay drogadictos? También los hay, como los
hay en todos los pueblos, incluso en Cuba, nuestro querido país. Pero la gente,
el pueblo, su mayor parte, es un pueblo trabajador. No sé si por su esencia y
sentimiento innovador y luchador, no sé si por los estímulos del “cabrón”
capitalismo, donde si trabajas bien, ganas más y si ganas más, …., pero lo que
yo descubro es un pueblo trabajador en el sector intelectual y sobre todo en el
sector manual. La gente trabaja con lluvia, Sol o nieve y entonces es rica, rica
no porque tengan el yate más grande de la marina o la casa más fastuosa del
reparto, sino porque sufre menos para vivir. Le da igual lo que las películas y
las novelas digan.
La imagen de lujosos
restaurantes, grandes tiendas, los carros rosados como los de Paris Hilton, es
sólo una parte, si se va a evaluar dentro de todo el país, es sólo una pequeña
parte. Si miras el mapa de Estados Unidos, existen esos grandes polos, New York
City, San Francisco, Los Ángeles, Chicago, Miami, etc., esos lugares o ciudades
de los que siempre hablamos incluso sin conocerlos, pero el resto del país es
otra cosa diferente, al menos lo que he podido ver en mis incursiones turísticas.
Cuando fuimos para San
Antonio, paramos en Oklahoma City para almorzar. Escogimos, por recomendación
de Victoria, un buen restaurante americano, típico, de pueblo. Entonces vimos
la realidad. El restaurante era una gran nave con bancos y mesas de madera, con
cucharas plásticas y servilletas de papel común. Tenía un gran fregadero hecho
de cemento con varias pilas de agua para que la gente se lavara las manos,
exactamente igual a los que teníamos en Cuba en las memorables escuelas al
campo. La comida que pedías, carnes era la especialidad por supuesto estamos en
América, te la servían sobre un papel
cartucho dentro de una cesta de madera y la gente cuando se levantaba echaba
los desechos en un gran tanque plástico que había dentro de aquel local. La
gente estaba feliz. La idea era comer carne y la carne estuvo muy buena. Las
salsas que estaban sobre la mesa, eran salsas hechas en el mismo restaurante.
Yo quedé encantado. La gente, pueblo americano, comía sin tanto rigor.
Luego de regreso paramos en
otro lugar, un pueblecito de Kansas, de
no más de 50 casas. Había un sólo restaurante para comer. Genial. La decoración
interior era muy vieja, incluyendo varias fotos viejas de Elvis Presley. Los
bancos y mesas por el estilo, con aquellos mantelitos de cuadritos rojos y
blancos que también se usaban en Cuba en la década del 50. Una pizarra
anunciaba las “completas” del día. La pizarra no era lumínica, era
sencillamente una pizarra de madera y estaba escrita a mano con un plumón azul.
Cuando llegué descubrí a una
señora muy viejita, quizás de más de 80 años, vestida como los personajes de
las novelas de Agatha Cristie, con sombrero y todo, que junto a su andador
disfrutaba su almuerzo. El resto de los comensales vestían sus ropas de andar, ropas
de trabajo, nadie estaba de lujo. La señora que nos atendió tenía cerca de los
70 años y no tenía un diente en su boca. No sé si le quedaban muelas, pero
dientes arriba y abajo, no tenía ninguno.
Sin embargo, todo el mundo se
conocía, todos se saludaban por su nombre y sobre todo la comida, que era lo más
importante, estuvo muy buena, carne de nuevo, pues como ya dije estamos en “América”.
La gente era más sencilla, la gente estaba disfrutando de la comida, sin mirar
los zapatos que tenía el que estaba comiendo al lado. Ninguno de los que allí
estaban almorzando, estaban preocupados por los cuadritos del abdomen.
La señora con sombrero
evidentemente era un personaje allí, esos personajes que todos tenemos en
nuestros pueblos. La señora sin dientes, a lo mejor dueña del lugar, era la
personalidad. Nada de lo que han malinterpretado de la teoría de marketing de
esa chica linda con súper cuerpo para vender. La gente comía y era feliz,
porque la gente en esos niveles y lugares es más sencilla, más objetiva, a lo
mejor ven menos novelas.
Al salir, justo en la puerta, tropezamos
con el Sheriff del lugar que entraba para almorzar. Muy rápido detectó que no
éramos de allí y muy agradable nos saludó. El tipo, joven, también tenía los
dientes todos jorobados, era real, lejos obviamente de esa figura de súper policía
perfecto que nos trae la TV.
Es así. Sólo que hay que
mirar, observar, pensar y aprender. Obvio, cada cual escoge a quién quiere
parecerse y cómo quiere vivir. Si tienes poco cerebro y mucho dinero y esto te
permite imitar a los grandes líderes de opinión, pues adelante. Si no tienes
tanto dinero y aún estás interesado en imitar, pues sufrirás mucho, pues
necesitarás de un par de zapatos nuevos y caros para comerte un pedazo de pizza.
Si quieres ser tú mismo, a lo mejor también sufrirás porque tendrás que
combatir con la mitad de la gente que te rodea, pero este sufrimiento es
diferente al anterior, éste termina por hacerte fuerte.
Si fueras a mirar a Estados
Unidos, no te puedes quedar con la novela o la última película de éxito
taquillero. Tienes que caminar, preguntar, averiguar, sobre todo, pienso yo,
dentro de la gente de pueblo. Esa parece ser la base sólida del asunto.
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