miércoles, 31 de enero de 2018

Temas para el invierno. 1

Para este artículo he escogido un nombre que no refleja sobre lo que voy a escribir. He visto que a los luchadores de la UFC, tan pronto terminan un round le ponen directamente en la cabeza una bolsa con hielo, pienso que para evitar que la presión alta que se genera durante el combate pueda reventar uno de los vasos sanguíneos de la cabeza y provocar un derrame. Entonces como lo que a continuación cuento, puede afectar nuestras más elementales sensibilidades, prefiero escribir en invierno, el frío exterior ayuda a conservar la salud.

No recuerdo en mi vida haber escuchado tanto la palabra felicidad como en estos tiempos. No sé si antes no se conocía o es que todos éramos felices, si las personas se dedicaban a vivir más y a teorizar menos o es que a nadie le importaba esto.

Hoy la búsqueda de la felicidad y la repartición de ella es tanta, que podría asegurar que ocupa gran parte de nuestro tiempo, en la misma medida que nos está consumiendo.

Si abres cualquiera de las redes sociales de moda, los mensajes sobre la felicidad, no sólo son importantes en cantidad, sino que llegan a repugnar. Existen los que recomiendan, sin distinción, cualquier cosa para ser feliz, da igual la imagen de un santo, una receta de comida, una venta de casas, etc., Están los que siempre aparecen felices  en lugares lindos, con ropas lindas, con caras lindas y los que aman a todos y a todo, da igual un familiar o amigo, un perro o un gato, un árbol, un paramecio, los peces ciegos de las profundidades oceánicas o la arena del planeta Marte y por supuesto, los que para variar y contradecir, no creen en nada de lo que se dice que se ama.

La búsqueda de la felicidad, sólo es hoy comparable con la historia - leyenda del Santo Grial. Casi todos los días escucho que alguien a mi alrededor pregunta, eres feliz, tal como si se preguntara por el consumo de una taza de café o el tomarse una aspirina.

Te pasas un rato frente a la TV y toda la publicidad, de forma explícita, va encaminada a la felicidad, da lo mismo lo que se esté vendiendo, puede ser una dieta traída de no sé qué isla del Pacífico, que obviamente te hace bajar de peso y parecer más joven, un implante de cabello para solucionar la pérdida del pelo, un auto, un catéter para resolver el problemita de retención urinaria o un aparato para medir la presión arterial. Todo, independientemente del tamaño, color, forma, uso y precio, tiene un objetivo, la felicidad, incluso Cuballama nos propone ser felices al poder hablar con nuestros familiares en Cuba, cobrándonos un precio más caro que si hiciéramos una llamada a China.

Me llama la atención porque no pocos, me parece, tratamos de medir la felicidad como otros estados momentáneos de la mente y el cuerpo, tal como, estoy lleno, tengo hambre, estoy borracho, tengo fiebre, me duele la espalda, estoy cansado o disgustado, etc.  Estados transitorios, o generalmente pasajeros, relativamente fáciles de detectar y resolver.

Entonces, como vivo hoy como un luchador de la UFC a -12 grados Celsius lo que me evita un derrame cerebral, he tratado de entender este asunto, sobre todo porque he escuchado a alguien decir, sólo he tenido momentos de felicidad, como contraposición de aquellos que dicen estar felices todo el tiempo. He escuchado decir sólo he tenido momentos de felicidad y reconozco que la idea, así fríamente expresada, me ha chocado. ¿Sólo momentos de felicidad?

En mi búsqueda para entenderme primero a mí mismo, me he preguntado, soy un tipo feliz de esa felicidad que todos hoy aparentamos tener o podría también pensar en momentos. ¿Sólo momentos? Es duro, difícil y arriesgado de responder.

Has pasado la noche de maravillas, mejor no podría haber sido. Fiesta, buenos amigos, comida y bebida de calidad, pero al salir, un conductor entretenido que lee y escribe en su celular te ha chocado. Tu carro baja total. ¿Eres feliz?

Has logrado una noche ideal de vino, quesos y jamón serrano acompañados de un buen pan y de otra mejor compañía. Lograste pasar a hacer el amor, donde uniendo lo de la experiencia y la juventud, lograste moverte fácilmente entre lo romántico, lo dulce y lo salvaje. Duermes relajado y a las 4:30 am, uno de tus compañeros te llama por teléfono y te está citando para limpiar la nieve que tiene 2 pies sobre el concreto. Tienes entonces, como en una caída libre, 15 minutos para pasar de 20 grados C a -28 grados del mismo apellido. ¿Eres feliz?

Ya tienes un buen trabajo, una buena casa, y los demás tarecos todos buenos, pero en una visita de rutina a tu médico, te diagnostican diabetes, cáncer, o peor, alguien te asegura que tu hijo, al que has venido viendo un poco entretenido, está enganchado con la cocaína. ¿Eres feliz?

Recuerdo que en Cuba decíamos, este tipo es un feliciano, para definir a una persona que vivía sin problemas, que le importaba lo mismo trabajar que pasarla de vago, comer que no comer, que crecieran los accidentes y no los niños, que se extinguieran las ballenas por la caza indiscriminada, que los toros mataran a los toreros y que la arena del desierto de Sahara se trasladara toda a Europa. No le importaba mucho la hora, ni los compromisos y podía vivir sobre o bajo algunas mentiras. ¿Eso es ser feliz?

Tienes a tu familia cercana en un país donde, a veces, no alcanza el dinero, donde, a veces, no hay comida o medicamentos, donde, a veces, no hay que ponerse para caminar, vestir o alumbrarse. Tu comes, te vistes, paseas y además sin grandes complicaciones o sacrificios. Entonces, ¿eres feliz?

Muchas veces por alcanzar el sueño norteamericano, francés, español, mexicano, o de cualquier otro lugar donde se pueda por lo menos soñar, descubres que, como dice un mensaje publicitario que veo con frecuencia, para intentar lograr el sueño, es necesario estar muchas, muchísimas diría yo, horas despierto. Entonces, ¿eres feliz?

Por la facilidad e insistencia con que la gente pregunta sobre la felicidad, pudiera parecer que se compra en un super mercado y puede repartirse como se le tira arroz a los recién casados o flores a los muertos o como una vacuna para la gripe que te ponen de gratis en una farmacia. Nada más alejado de la realidad.

No tengo idea de cómo definir este asunto y no sé cómo alguien se arriesga a tratar la felicidad como un estado general y permanente. Es más, creo que esa plantilla o molde de felicidad común para todos, no existe. No puede existir porque cada persona sobre la faz de la Tierra puede tener su propia definición aceptable.

Cada día estoy más convencido de que eso de general y permanente, eso de molde o plantilla, sin responsabilidad, sin problemas, sin costo, sin enfermedades y preocupaciones, sólo lo logran los muertos, si es que realmente dejan esta vida, para irse a ...

La felicidad, según un simple diccionario que he leído, es un estado de ánimo del que disfruta de lo que desea. Se iguala a la satisfacción y a la alegría. En líneas generales está bien, siempre que se hable de personas medianamente normales, pero no deja de ser complicado, porque entonces se podría ser feliz torturando a otros, violando a niños y mujeres, , asesinando a personas que no caigan bien, poniendo bombas, envenenando el agua que se va a tomar, dando golpes a todo lo que se mueva alrededor, etc. Hay muchas personas que disfrutan de estas acciones y no son las más representativas de lo que la felicidad parece o al menos no es frecuente decir quiero ser feliz como lo fue el violador tal o el asesino más cual, aunque ellos disfrutaron y rieron todo el tiempo con lo que hicieron. Es más fácil querer ser feliz como la chica que modela tomando el Sol en una de las fabulosas playas del Caribe, el calvo que ahora peina una copiosa mata de pelos, el viejito que sonríe porque ahora tiene un catéter fácil de usar o como aquella linda persona que bajó de peso gracias a comer solo brócoli.

Igualamos la felicidad a la alegría y la sonrisa, a la vida suave, relajada, a la inigualable profesión de comediante. Error. Podría aparentarse alegría y estar triste, solo y amargado. Se podría sonreír todo el día como una forma de ocultar un complejo, un defecto, la falta de objetivos y esperanzas, la falta y necesidad de estima.

¿Eres feliz? Podría ser la pregunta que más se repite en estos días, aspirando a una respuesta de si o no, sin embargo, si pensamos bien, la pregunta, simple en apariencia, podría tardar años para encontrar una respuesta o a lo mejor toda la vida, siempre dedicados a pensar en esto en invierno.

Entonces aquella idea que me conmocionó, no está muy alejada de la más cruda realidad y no tiene por qué parecer como anormal. Momentos, sólo momentos.






No hay comentarios:

Publicar un comentario