Bueno, creo que no. Creo que los boricuas cansados de
sus gobernantes corruptos e ineptos, cuando miran hacia Cuba, deben quedar horrorizados
hasta el punto del llanto, de ahí que no muchos vivan o quieran ir a vivir a
Cuba y nosotros los cubanos vivimos y viviríamos encantados de la vida en la
vieja ciudad San Juan.
Según la información que he podido conseguir, como
resumen del año 2017, el per cápita del cubano es de más o menos 8 dólares al
mes. Cosa muy difícil de definir porque para el caso cubano, el gobierno desde
hace años estructuró un análisis a partir de los beneficios que el pueblo
obtiene de las conquistas aquellas, por ejemplo, de la atención médica, la educación,
el acceso al deporte, etc. Cosas que hoy ni nosotros mismos podemos entender,
menos explicar. Explicaciones rocambolescas que todavía en el 2019, el gobierno
cubano se empeña en nombrar como conquistas a mantener.
Lo que los cubanos si podemos explicar es que un
salario alto en Cuba, quizás muy alto, puede ser hoy 500.00 pesos en
moneda nacional, que convertidos a CUC, la moneda, o mejor el invento criminal
y explotador, puede ser de 20.00 al mes, lo que garantiza que al año un cubano
que gana un salario alto puede obtener 240.00 CUC, dinero que yo, por ejemplo,
un simple trabajador, sin historia, sin contactos, en Estados Unidos puedo ganarme en 2 días de
trabajo, obviamente, con muchísimas mejores condiciones.
Lo que si podemos explicar los cubanos es que de
aquellas promesas que cautivaron a millones, incluyendo a mis abuelos y padres,
que fueron lindas, románticas, alentadoras, aquellas de que tomaríamos un muy
buen café cubano, toda la leche que nos diera la gana, tendríamos acceso a
nuestras playas y hoteles, que podríamos soñar con tener una casita linda, quizás
un modesto automóvil o un buen transporte público y que los hijos de los hijos
de los hijos hasta la eternidad, crecerían libres, seguros, con todas las
necesidades garantizadas, muy rápido fueron desapareciendo para la gran mayoría
que apoyó al sistema, incluyendo a mis abuelos y padres y se convirtió en prebendas
y garantías sólo conseguidas y conservadas para los altos funcionarios del
gobierno, los altos militares, los grandes seguidores descerebrados, los
oportunistas, los lame botas, los guatacones, etc., etc., etc.
Lo que si podemos explicar los cubanos es que nuestras
vidas, después de las promesas, fueron cambiando y cayendo, para algunos, los más
fuertes y con suerte, lentamente, para otros, muchos, de forma acelerada. Caída
libre gracias a la gravedad, pero sin paracaídas. Los únicos que se caen para
arriba en Cuba, en contra de la propia ley de la gravedad, son los amigos, los
comprometidos, los incondicionales descerebrados y oportunistas que por muchos años
han estado brincando de un lugar para otro sin pisar el piso. Los hemos
conocido de dirigentes juveniles enamorados del poder a ministros, de ministros
a otros ministros, de allí a asesores y diplomáticos, ayudantes, lleva y trae
papeles, etc. Lo que, si podemos explicar los cubanos que desde hace muchísimos
años la inteligencia, el profesionalismo, la capacidad, el estudio, no sirve de
mucho, salvo que estructures una carrera política, que en el caso cubano
significa exactamente la incondicionalidad a los muy poquitos y a
cualquiera de sus ideas, la mayor parte de ellas sin sentido.
Los cubanos que, no podemos explicar exactamente como sobrevivimos
sin agua corriente en nuestras casas, con largos apagones, con miles de
dificultades para comer, vestir, arreglar nuestras casas, sin transporte, sin
medicamentos, sin las condiciones para trabajar, etc., si podemos explicar cómo
voluntariamente dejamos nuestros puestos profesionales después de haber
estudiado toda nuestras vidas, médicos, arquitectos, ingenieros, maestros,
abogados, para ir a trabajar alegre y voluntariamente de porteros en hoteles,
de taxistas, de custodios en paladares y hoteles privados, de semi esclavos de algún,
muchas veces inventado o improvisado empresario extranjero, de criados de las
mansiones antes de los burgueses, hoy de los dirigentes o sus descendientes y cubanos
casados con extranjeros super capitalistas, inmoralmente amigos del Comunismo.
Los cubanos no podemos describir y analizar la
corrupción de nuestros dirigentes en estos últimos años, nos faltan quizás los
elementos de rigor, pero podemos explicar cómo hemos tenido que corrompernos
para vivir. En cada cubano sobrevive un corrupto, porque la corrupción se ha
convertido en parte de nuestras vidas. Entonces podemos conocer, buscar y
explotar los mecanismos para resolver cualquier cosa por la izquierda. Podemos
entender al funcionario alto, medio o bajo, no importa, que se corrompe y cobra
impuestos ilegales, que trafica y resuelve con las pertenencias del Estado,
funcionarios que se cubren y defienden unos a otros, mientras los de a pie,
pues corrompidos igual, luchan para sobrevivir. No queremos combatir la
corrupción, a todos, los más modosos o los más agresivos nos conviene. En Cuba,
lamentablemente, no se puede acabar con la corrupción, la corrupción es más
importante que el oxígeno que se necesita para vivir. La corrupción organizada,
detallada, planificada, que toca a todos, a todos los niveles, en todos los órdenes
de la vida podría enseñarles a los padres del llamado comunismo científico.
Si de algo estamos seguros es que sin la corrupción que
existe a todos los niveles, nuestra vida hubiera sido imposible. Hemos llegado
hasta aquí gracias precisamente a la corrupción, entonces cómo la vamos a
quitar, por el contrario, hemos invertido estos últimos años en perfeccionarla.
La lucha contra la corrupción es una mentira dentro de Cuba, es sólo un discurso
teórico para estar a bien con las organizaciones internacionales.
Es corrupto el presidente, el general, el director,
pero también es corrupto el médico, el periodista, el maestro, el enfermero, incluso
los adolescentes y niños. Es corrupto quien roba, pero también el que compra lo
robado, es corrupto el que resuelve y también al que le resuelve, es corrupto
el que regala y también al que le regalan. Es corrupto el que miente, pero
también el que ve y deja mentir. Es corrupto el que se aprovecha de su cargo o
puesto de trabajo, pero también el que disfruta en silencio por detrás.
Es corrupto el que lleva dinero desde el exterior y lo
cambia en el mercado negro o el que viaja para comprar artículos y vender en el
mercado negro. Es corrupto el que mantiene un llamado negocio privado comprando
lo que vende por fuera de los mecanismos oficiales y luego también el que puede
sentarse a comer o a tomar y gastarse 200 dólares en una comida o un bar. Es
corrupto quien vende su cuerpo o parte de él a un turista corrupto. Es corrupto
quien trata de comprar una prueba en una escuela o el que vende la droga dentro
de un baño. Es corrupto quien apoya algo sin estar de acuerdo. Entonces, quien
esté libre de pecados en Cuba, que lance la primera piedra.
Los cubanos no sabemos quizás cómo pasó, pero si
podemos definir que hoy, aquellas personas que nos prometieron sencillez, honestidad,
desinterés, solidaridad, etc., que han pasado por el gobierno y han tenido la
suerte de sobrevivir a todos estos años, los reconocidos como incondicionales,
se han apropiado de un país ilegalmente, sin que nadie se los otorgara. No sólo
ellos, la cúpula, sino todos sus familiares, hijos, nietos, amigos íntimos,
etc. Se han apropiado de un país en nombre del pueblo y en medio de la miseria,
las carencias, las necesidades mínimas no resueltas, se han convertido en
ricos, incluso en muy ricos, tan o más ricos que aquellos burgueses que se
quitaron en 1959, más ricos y con menos moral, porque esa riqueza no proviene ni
del trabajo, ni del intelecto, sino, la mayor parte de las veces viene de haber
nacido en la familia tal, o tener el apellido más cual, o sencillamente ser
amigo íntimo de tal persona. Desde siempre Cuba crio y mantuvo a un grupo de
familias y personas con licencias para matar, tal como hace la mafia con sus más
allegados y lo más increíble es que se nos hizo ver que era normal, que tenía
que ser así, que era necesario.
Los cubanos no podemos explicar bien, cómo y cuándo nuestra
libertad como pueblo fue asesinada. Se hizo una revolución para que la libertad
significara única y exclusivamente apoyar a los que la hicieron, entendiendo o
no lo que ellos decían o hacían, estando de acuerdo o no con hasta la idea más
loca. Se hizo una revolución para que un grupo fuera libre de hacer lo que le
diera la gana y luego explicara que había hecho lo que le daba la gana en el
beneficio de los que no entendían, ni estaban de acuerdo con lo que se había
hecho.
Se cerraron los periódicos, las revistas, se
intervinieron canales de televisión y radio, pues el discurso podía ser sólo
uno y tener una dirección. No sólo se intervino la opinión pública, sino que se
intervino en las cabezas de cada cubano. La ideología, o la única ideología, se
convirtió en un dogma, en una potente droga. Se llegó a intentar taladrar en
las cabezas de los cubanos, en prohibir que se hablara si tenías algo, quizás
algo muy mínimo que discrepara del discurso oficial. Se fueron reduciendo los
espacios porque se estableció un sistema de vigilancia en cada centro de
trabajo, en cada reparto de vecinos, en cada edificio y aunque pueda parecer exagerado,
en cada familia. Los cubanos llegamos a existir para apoyar algo que no entendíamos
y peor, algo con lo que no estábamos de acuerdo.
Los cubanos no podemos definir qué tendríamos qué
hacer para cambiar las cosas, sin embargo, si podemos demostrar nuestros
conocimientos y habilidades para gestionarnos amigos en el extranjero y viajes
para escapar. Escapar es la palabra de orden. Escapar es la misión, sin importar
mucho cómo y para dónde. Cansados de problemas acumulados durante 60 años, cada
cubano poseedor de una historia digna de una película, solo quiere escapar a
través de viajes imaginarios, una recarga a su celular, una novela infame
brasileña o colombiana, una cervecita fría, un cafecito traído de la YUMA, unos zapaticos rosados, unos culeros
desechables para los niños, una pinturita para la casita o un lavamanos para el
baño, una carnita de puerco frita, un heladito, la posibilidad de reunirnos y
conversar sin tener que bajar la voz, la idea de que nadie nos está espiando o
persiguiendo, la noble esperanza de trabajar y con el salario poder vivir. El
no tener que prostituirnos, el no tener que aceptar que descarados, anormales y
corruptos nos dirijan, etc.
Aun los cubanos no sabemos qué tenemos que hacer, no
sabemos en realidad cómo ponernos de acuerdo entre nosotros mismos y menos cómo
reunirnos para alcanzar un objetivo común, cosa que parece que, los
puertorriqueños si conocen y conocen bien, lo que sí tenemos claros como
cubanos, o al menos una gran parte es que queremos tener la posibilidad de ver las
conquistas y la continuidad del proceso desde el exterior. El futuro y el
bienestar de Cuba entera, como país, puede esperar.
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