sábado, 31 de agosto de 2019

Regulados.

Es conocido que el comunismo fue y sigue siendo en aquellos países donde existe, profuso en cambiar los nombres e inventar traquimañas por debajo de las leyes y regulaciones que quedan escritas y aparentemente organizan todos los aspectos de la vida. Cuba, durante estos últimos 60 años, es un buen ejemplo de esto.

No podría afirmar absolutamente, pero creo que no existe un sistema socio económico anterior al socialismo que haya estado tan interesado en controlar el movimiento de las personas, lo que convierte este aspecto humano en una gran batalla entre gobiernos y sus gobernados. Regulaciones para entrar, regulaciones para salir e incluso regulaciones para moverse de un lugar a otro dentro del mismo país.

La idea de moverse ya sea definitiva o simplemente de forma transitoria, se convirtió entonces en una lucha por escapar. Gran contradicción entre la teoría que dice que el hombre en el socialismo es feliz, libre y está totalmente realizado y la realidad de los deseos de huir de esa feliz y realizada vida. Mientras más socialismo, más deseos de escapar, la mayor parte de las veces hacia lugares y realidades desconocidas. Contradictorio, mientras más socialismo “seguro”, más deseo de fugarse a la inseguridad.

Las murallas en las ciudades feudales, uno de los mejores ejemplos de defensa, se inventaron para proteger a los nobles y los vecinos que vivián dentro de ellas de los ataques de los enemigos externos. Las murallas se abrían en las mañanas dejando entrar a campesinos, artesanos, proveedores, visitantes, etc., y se cerraban en las noches para evitar ataques sorpresivos mientras se dormía. Las murallas, las fortalezas, los fosos secos o con agua, etc., eran estructuras públicas, las que, tanto amigos como enemigos, tenían que reconocer y respetar.

En el socialismo existen las mismas murallas, pero invisibles, detrás de las cuales los gobiernos se parapetan en su defensa, no sólo de los enemigos externos, cosa que tendría cierta lógica, sino de sus propios vecinos, a los que engañosa y melosamente llama libres y felices. Los gobiernos no sólo tratan de dirigir cada uno de los aspectos de la vida, sino que, en su misión miedosa, trata de controlar, de forma incoherente e inexplicable quién y cuándo puede salir y quién y cuándo puede entrar. Convirtiendo a los países en cárceles sin cercas, ni muros, pero cárceles y a los ciudadanos en sancionados, muchas veces de forma eterna, sin sanción pública. Mientras más socialismo y más teoría sobre el bienestar del hombre, más limitaciones, tantas que lo del bienestar es la primera idea que se cuestiona.

Los países socialistas, en su misión por sobrevivir, no de los ataques enemigos, sino de los cuestionamientos, disgustos, incomprensiones, desacuerdos de sus propios vecinos, se parecen mucho al concepto feudal, tal como dice Carlos Varela,

En la comarca de su majestad,
todos repiten lo que dice el Rey,
él les da el agua, les da el vino y el pan,
pero más tarde les cobra la ley.

En Cuba, desde el propio 1959 hasta hoy, la idea de emigrar puede compararse sin miedo con la tortura. Los vecinos cubanos, convertidos en enemigos a veces de la noche a la mañana, por sólo tratar de huir o escapar, han tenido que soportar sobre ellos todas las acciones que se han inventado los funcionarios del gobierno, encaminadas, muchas veces, a dejar una huella profunda hasta que la muerte los lleve.

Los vecinos cubanos que han tratado de salir de la ciudad amurallada han sido sancionados a trabajar forzadamente en campos agrícolas, cárceles y calabozos inhumanos y asquerosos inventarios y decomiso de todas sus propiedades, golpizas y laceraciones físicas, humillaciones y guerras psicológicas, desgastes, etc., como muestra de lo que significa desde el poder feudal haberte dado el agua, el vino y el pan y habérseles ocurrido no reconocerlo, renunciar a esto o peor, denunciarlo para el resto del mundo fuera de las paredes de la muralla. Los vecinos cubanos han tenido que soportar la más baja venganza, por momentos de cualquier funcionario de turno del gobierno que muchas veces después, “arrepentidos”, han parado en Miami, escondida detrás de lindos postulados teóricos. Los vecinos cubanos han sido víctimas de un gobierno feudal que dice actuar en nombre de los que no han pedido que se actúe en su nombre.

No dudar, cada paso que se ha dado tiene un respaldo lindamente fundamentado, a pesar de que nosotros los cubanos, al no entenderlos o no gustarnos, nos desgastamos en hablar y hablar, en decir que es ilegal y que el gobierno está violando tal o más cual procedimiento. Mientras esto ocurre, el gobierno se garantiza que, al menos en papeles y sobre todo para una posible interpretación internacional, todo esté en regla, de ahí que, entre otras cositas bien planificadas, la mayoría de las visitas internacionales que el gobierno recibe, terminan felicitándolo.

Sobre el tema de migración, existe el Decreto-Ley No.302. Modificativo de la Ley No. 1312, “Ley de Migración”, a través del cual queda organizado el asunto de entrada y salida del país, obviamente a interés de los señores feudales, que se autodenominan defensores de los intereses de los vecinos.

Lo primero cómico que aparece en este vigente decreto, para mí innecesario e inexplicable ridículo para definir un tema tan interno y propio como migración, es uno de los POR CUANTO.

“El Gobierno de los Estados Unidos de América, que mantiene un genocida e ilegal bloqueo económico, comercial y financiero contra nuestro país; ha utilizado históricamente su política migratoria hacia Cuba con fines de hostilidad, subversión y desestabilización, y contra los intereses legítimos de nuestro pueblo y de la propia emigración cubana; y ha alentado, mediante la Ley de Ajuste Cubano y la Política de Pies Secos-Pies Mojados, la emigración ilegal e insegura que ha provocado pérdidas de vidas humanas; la comisión de actos delictivos violentos, la obstaculización de la cooperación médica internacional y el robo de cerebros con objetivos políticos. Ello obliga a establecer, a la par de las medidas de flexibilización, determinadas regulaciones que limiten los efectos del citado accionar, así como disponer las normas dirigidas a preservar la fuerza de trabajo calificada del país”.

Como siempre, tratando de justificar una determinada actuación o acción interna de conveniencia, se apela al mismo mecanismo, el fantasma enemigo del gobierno de los Estados Unidos y entonces se utilizan palabras rimbombantes como, genocidio, bloqueo, daño a los intereses legítimos del pueblo, pérdida de vidas humanas, robo de cerebros, etc. Estrategias ya viejas, aplicadas en cada momento que el poder necesita organizar y darle respaldo a un asunto, para este caso absolutamente interno. Todavía estoy esperando que alguien me quiera comprar mi cerebro.

El decreto recoge en los artículos 24 y 25 las definiciones y regulaciones para cubanos que pretenden entrar o salir del país. Ambos artículos incorporan incisos que dicen que las autoridades se atribuyen el derecho a negar entrar o salir a personas que organicen y estimulen acciones hostiles contra los fundamentos políticos, económicos y sociales del Estado Cubana, sean consideradas indeseables o por otras razones de interés público.

¿Qué significa acciones hostiles, personas indeseables e intereses públicos? Bueno evidentemente estas definiciones poco definidas, dejan abierto el camino para que la intención de visitar Cuba o salir de ella para viajar a otro lugar puedan ser anuladas. Cualquier cubano no importa dónde esté, dentro o fuera, puede caer en este grupo de “enemigos”. Acciones hostiles pueden ser y de hecho son, criticar con razón al gobierno, escribir un artículo cuestionando o explicando algo de lo mal que se está haciendo, aparecer en una entrevista o programa de TV o radio que habla objetivamente sobre la realidad cubana, obviamente pertenecer a una organización de las llamadas disidentes, etc. Acciones hostiles y personas indeseables, pueden ser sencillamente no estar de acuerdo.

Si estás identificado por no estar de acuerdo, puedes tener que soportar que no te dejen visitar a tu familia o pueblo, que no te permitan ver a tus amigos, porque familia, pueblos y amigos son propiedad del gobierno. Si te identificas por criticar públicamente lo criticable, puede ser que no te dejen salir de Cuba, ese castigo puede ser más fuerte que el meterte preso. La venganza es un plato que se come frío.

¿Cómo funciona en realidad todo esto?

1.- Para los vecinos cubanos que viven en el exterior y pretenden viajar a Cuba, a su país de origen, a la patria o pedazo de tierra que los vio nacer.

Primero te exigen sacar un pasaporte cubano, aunque tengas una o mil ciudadanías de otros países. Te hacen renovar el pasaporte o habilitarlo para poder montarte en un   avión. Todo lo que significa muchos dólares. Te exigen comprar un pasaje de ida y regreso. Permiten toda la presión que significa viajar a Cuba, con la que muchas personas viven semanas y semanas antes y todos sabemos por qué. Ir de viaje a Cuba no es como hacer turismo a Europa. Permiten que tu familia y amigos se reúnan a recibirte. Permiten que se hagan planes y que las personas sueñen con el reencuentro. Entonces cuando llegas a Cuba, un funcionario de inmigración que te recibe, con cara de carnero degollado y sin la más mínima intención de explicar, ni la más mínima consideración, te comunica oficialmente que no puedes entrar a la ciudad amurallada porque estás “regulado”. Regulado es la definición que encuentra su vida dentro de los artículos del decreto, aunque por ningún lugar se habla de ella.

2.- Para los vecinos cubanos que viven en Cuba y pretenden viajar temporalmente para pasear, trabajar, escapar.

Primero te hacen pagar un pasaporte, lo que significa muchos dólares. Luego tienes que correr el trámite de la embajada del país en cuestión donde pretender viajar. Pasajes de ida y regreso. Planes. Familiares que se reúnen para despedidas, ya que el hecho de viajar en Cuba, aunque sea a Haití es siempre una ocasión para celebrar. Te dejan que te traslades al aeropuerto, hagas colas infernales para despachar y entonces cuando vas a entrar para oficializar tu salida, un funcionario de inmigración que te recibe, con cara de carnero degollado y sin la más mínima intención de explicar, ni la más mínima consideración, te comunica oficialmente que no puedes salir de la ciudad amurallada porque estás “regulado”. Regulado es la definición actual de odio y venganza.

¿Qué significa estar regulado?

Nadie puede explicar exactamente qué significa esto, más allá de denominarlo como otra maniobra que, todavía en el 2019, desde cómodas oficinas, algunos se inventan. Maniobras que ni los propios funcionarios de inmigración, que representan al gobierno, pueden develar. Nadie puede entender cómo aun al tratar de regresar a tu patria o al tratar de salir de viaje teniendo todo en regla desde el país que te va a recibir, se puede regular a alguien para que no entre o salga por causas muchas veces cuestionables.

Soy ciudadano norteamericano. Las autoridades, o sea, el gobierno sabe que no nací aquí y que adquirí la ciudadanía por puro trámite administrativo. He salido de este país con destino a Cuba, lo que podría ser un destino peligroso o al menos dudoso. Al salir, el oficial, miró mi cara, la comparó con la foto de mi pasaporte y me despidió agradablemente. Al regresar, comprobación de las caras y el estimulante y gratificante, bienvenido a casa. Nadie me preguntó mi partido político, nadie me preguntó si quería a nuestro presidente, nadie me interrogó para saber mi filiación religiosa o si me gustaba o no la carne hecha en BBQ al estilo norteamericano.

Pocos pueden explicar lo de “regulado”, pero estar bajo esa condición es algo así como estar identificado de por vida con una letra A de color rojo escarlata que tienes que llevar en tu pecho, tal como en la novela donde en la Nueva Inglaterra a principios del siglo XVII, Hester Prynne, mujer acusada de adulterio es condenada a vivir. Nadie puede explicar, pero estar regulado es algo así como la estrella amarilla de seis puntas que la Alemania Nazi obligó a usar a los judíos a partir de 1939 para identificarlos y prohibirles trabajar, estudiar, visitar cines y teatros e incluso usar el transporte público, antes de exterminarlos.

¿Se conoce al funcionario o la entidad que inventó lo de “regulados”? No.
¿Alguna instancia del gobierno ha aclarado públicamente, el presidente del país ha explicado, algún periodista o medio de comunicación ha definido qué significa “regulados”? No
¿Se puede leer en algún lugar o se puede llamar a alguna entidad de gobierno para saber quién está “regulado”? No.
¿Se puede conocer qué se tiene que hacer, o mejor no hacer, para evitar caer en la condición de “regulado”? No
¿Se conoce, una vez caído en la condición de “regulado”, hasta cuándo dura o es efectiva? No.
¿Se puede conocer qué se puede hacer para ser sacado de la condición de “regulado”? No

Puede resultar complicado de entender para los que aún no conocen la sociedad comunista, sin embargo, los cubanos sabemos que funciona así y que, sin tantos procedimientos, reuniones, asambleas democráticas, etc., estas cosas funcionan bien desde y para el señor feudal. No es necesario definir, explicar, menos aclarar, mucho menos preguntar por acuerdos o no. Como siempre, se señalan enemigos de afuera y de adentro, se estigmatizan nombrándolos enemigos de la patria, cuando en realidad los cubanos no somos enemigos de Cuba, se crean nombres especiales que a la vista de desconocedores no significan mucho, tal como el término “regulado” y se da órdenes de ejecución a personas que no pueden explicar por falta de argumentos o porque el mejor de los argumentos es no tener que explicar.

Regulados, ese término que esconde su verdadera función, entonces se convierte en una orientación de palabra y herramienta de odio y venganza vestida de honorable defensa. Regulados, la definición más que todo irrespetuosa, es entregada a los funcionarios de inmigración que, como Can Cerbero, aquel monstruo de la mitología griega que tenía cuerpo de perro, tres cabezas y una serpiente en lugar de cola, se dedican fielmente a guardar las puertas del inframundo para que los muertos no salgan y los vivos no entren.


 Los cubanos sabemos cómo funciona y entendemos el mensaje. Ningún gobierno gobierna inocentemente. No importa dónde estés, dentro e incluso fuera, si no quieres caer en “regulados”, pórtate bien.


Cuando estás regulado, entonces es bien sencillo, NO puedes.

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