Este artículo que comenzaré a escribir es la mejor muestra de un enorme conflicto dentro de mí mismo. Una contradicción entre lo bueno y lo malo, lo que se debe hacer y lo que se hace. Es el resultado de algo que ni tan siquiera a mí que escribo, me queda claro. Es una mezcla de entender, compartir, apoyar y al mismo tiempo sancionar y criticar. En fin, es la muestra de conflictos reales que tenemos los seres humanos.
Para no improvisar ahora con nuevas evaluaciones o repetirme por gusto, en aquel momento dije:
“Ana de Armas, bien, para mis ojos. Creo que logró, por un lado, trasmitir la inocencia de Norma, sus deseos únicos de que alguien la quisiera de verdad, de ser una persona normal, cosa que no fue desde niña y por otro lado mostrar el sufrimiento hasta la versión aquí de quitarse voluntariamente la vida. Pudiera parecer fácil la interpretación, el personaje real no fue muy complicado, sin embargo, no lo es. La sola idea de llevar a la pantalla grande a una persona tan conocida, publicitada, fotografiada, seguida, admirada y disfrutada como Marylin Monroe implica un enorme riesgo y mérito a la misma vez. Su actuación fue decorosa, sus desnudos, que tanto han llamado la atención, muy apropiados.
Ana de Armas, una joven cubana que salió de Cuba
hacia España con 18 años con sólo 200 euros en el bolsillo, a lo mejor
será la primera cubana, por lo menos, nominada a los Premios Oscar en la
historia de la Academia. Si eso ocurre y por casualidad y decisión de los que
votan, se lo gana, la pegó para su vida entera”.
Entonces mi idea se hizo realidad y Ana de Armas fue
nominada a los “Premios Oscar”, cosa que resultó, de momento, el mayor éxito en
su carrera artística y si soy sincero, significó una enorme victoria, tanta
como si se lo hubiera ganado. Es la primera y única actriz cubana que ha tenido
la posibilidad de sentarse en un teatro lleno de las estrellas del cine,
directores, productores, diseñadores, músicos, etc., a nivel mundial y esperar
por el resultado.
No ganó, pero es como si lo hubiera ganado. No recogió
la más que deseada estatuilla, pero no importa, de hecho, fue ganadora. Fue
reconocida y aplaudida, porque su actuación toca la fibra de millones de
personas.
Entonces Anita, actriz con algunos trabajos en España
e incluso en la industria norteamericana, que suma a su curriculum, el haber
sido la “salvadora” emocional de otro conocidísimo actor, Ben Afleck, ahora es
muy famosa. Bueno para ella y para engordar el orgullo cubano, aunque no nos
llegue nada material con ello. Tenemos muchos cubanos famosos, sobre todo fuera
de Cuba, orgullo de lo que podemos hacer, ahora además tenemos una nominada a
los Oscar.
Ella la pegó como decimos y como resultado de su
trabajo y nominación, ahora además de actriz, es una celebridad mundial. Su cara
recorre las más importantes revistas y programas de televisión.
Entonces Anita, cansada y estresada imagino,
merecedora, que puede irse a donde quiera, incluyendo si se lo propone a La
Luna como turista, se fue de vacaciones a Cuba, su patria natal y es ahí donde
se me hace complicado el asunto y aparece el pensamiento contradictorio.
Primero, quiero dejar claro que no veo nada malo en
que haya ido a Cuba. Allí está su familia, sus amigos, sus calles, parte de su
historia. Además, no tendría que ser malo que cada uno de los emigrantes
regresemos a visitar nuestro lugar de nacimiento y vida. Es lo más normal que
puede ocurrir.
Segundo, quiero decir que entiendo que todas las
personas traten de ser felices, que se diviertan, que bailen, que tomen, que
coman, que disfruten de la compañía de los suyos, que respiren el aire de su
ciudad y país, que miren de cerca el mar y se den un chapuzón si pueden, que
tengan sexo dentro de un auto, sobre un banco o en un matorral para recordar su
primera juventud. No se debe vivir en la tristeza, en la oscuridad, en el
aburrimiento, en la depresión, porque entre otras cosas, no resuelven nada.
Entonces no exigiré a Anita que se muestre triste y
deprimida, que no coma para demostrar al regreso de su viaje que bajó de peso,
que se encierre en un cuarto y sólo reciba a los suyos a través de una ventana.
Menos le pediré que tape su cara con un velo o se disfrace con pelucas y
caretas para no ser reconocida.
Pero Anita tiene que saber que ahora ella es famosa,
que va a tener a la prensa nacional cubana y la internacional siguiéndola,
tratando de arrancarle una entrevista o unas declaraciones, sobre todo, sobre
Cuba que es el lugar que está en llamas. Muchos se apostarán para sacarle una
foto.
Anita tiene que saber, porque no nació ayer, que las
autoridades cubanas van a utilizar su presencia gratuita para hacer propaganda.
Es inevitable, siempre ha sido así. Anita entonces cayó en la trampa y aunque
no fuera su voluntad, aunque quisiera estar por encima de ello y hacerse la “europea”,
se convierte, de hecho, se convirtió, en el mensaje de que en Cuba no pasa nada,
que todo está bien, que es un país donde se puede ir de visita y que no hay un
sitio mejor para guarachar que una noche cubana.
No conozco exactamente las causas por las que Anita salió
echando de Cuba, sólo conozco que se fue a España con muy poco dinero y tuvo
que vivir en casas de amigos hasta que logró encaminarse como actriz, entonces
Anita se fue por las mismas causas que nos hemos ido todos. Anita estaba
embarcada en Cuba, no conseguía un futuro o al menos el futuro deseado y eso
inevitablemente la pone en el bando de los “en contra”, de los perjudicados.
Entonces una cosa es ir a Cuba a ver a tu familia,
amigos e incluso a pasear por las calles, volver a comerte una pizza de 10.00
pesos, volver a montarte en un “camello”, sentarte en el muro del Malecón y
otra es participar de la gran diversión de las noches cubanas, despeinarte,
rumbear, tal como si Cuba fuera realmente el paraíso terrenal del que se habla.
Una cosa es ir a una misión familiar, cosa con la que
no solo estoy totalmente de acuerdo, sino que he experimentado en el plano
personal y otra es ir a guarachar a Cuba siendo una persona pública. Una cosa
es ir a resolver problemas a familiares y amigos y otra es ir a colaborar,
aunque no sea ese tu objetivo, a sabiendas que tú sola presencia, será
utilizada por el gobierno.
Anita además de vacilar a lo cubano, con una diversión
para mí exagerada, que la llevó incluso a subirse en una tarima a bailar, cosa
que no hace muy bien, por cierto, se fue a reunir con La Colmenita.
Nada más ingenuo, pasar una tarde con niños, hablarles del éxito, compartir sus logros, a sabiendas que ese grupo teatral infantil, es una institución de gobierno, utilizada, detrás de las actuaciones infantiles y sus reales logros, como propaganda del sistema. Uno de los fundadores y actual director, Carlos Alberto Cremata, ha sido en infinidades de ocasiones un vocero del gobierno cubano.
Nada más lindo y dulce que fotografiarse y comerse la comidita del chef español Miguel A. Jiménez, creador del programa de la televisión cubana Chefarándula, que ya reventó y fue sacado del aire por críticas a sus comiditas de lujo, íntimo amigo, al parecer, de Liz Cuesta, apodada cariñosamente como "La Machi", esposa nada más y nada menos que de Díaz Canel, mejor conocido como "El puesto a dedo", responsables ambos de la desgracia que ese pueblo está viviendo. Responsables de la represión que se está llevando a cabo contra parte del pueblo cubano, ese mismo pueblo que admira a Anita.
Todo esto puede parecer muy ingenuo de parte de Anita,
al final, sólo se fue a bailar y a reunirse con niños y es ahí precisamente
donde yo veo el problema.
Claro, los seguidores, más otros a los que nada les
importa, dirán que Anita no es política, que es una actriz y eso es verdad. Ana
de Armas no es una política profesional, no ocupa un puesto en ningún gobierno,
no cobra por trabajar como político, pero y qué hay de la responsabilidad
social, qué hay del compromiso con los tuyos que están literalmente “embarca´os”.
Existen miles de ejemplos de actores, cantantes,
escritores comprometidos. Personas que han utilizado su posición y fama e
incluso su dinero para ayudar, para dar visibilidad, para apoyar, para defender
a otras personas, lugares, etc.
Realmente no son todos, pero existen muchos que se han
brincado lo de únicamente actores o músicos y han puesto su fama para ayudar.
Ejemplos que me gustan, Bono, el cantante de U2, es
hoy un embajador y negociador de conflictos internacionales. Sting, el grande, no
sólo se fue a Brasil a compartir con los indígenas que estaban siendo casi exterminados,
sino que los llevó con él y subió a sus conciertos delante de miles y miles de
personas. Luego subió a las Madres de la Plaza de Mayo y junto con su canción
dedicada a los desaparecidos, bailó, abrazó y besó a cada una de ellas.
El proyecto “USA for Africa” reunió a famosos cantantes
que bajo la magistral dirección del maestro Quincy Jones, produjo en un primer
momento más de 75 millones de dólares para los africanos pobres, dejando ese himno
que hoy todos conocemos como “We are the World”.
¿Qué decir de Serrat cuando renunció al Festival Eurovisión
en 1968 porque no aceptaron que fuera a cantar en catalán, su idioma natal y
así poder evidenciar los problemas que tenía España interiormente con el asunto
de la diversidad cultural?
El más sonado de los casos para mí, el más grande de
todos los grandes, el actor Marlon Brando, en 1973, no sólo se negó a ir a
recoger su merecidísimo premio Oscar por su actuación magistral en El Padrino,
sino que se las arregló para poner en ridículo a todo Hollywood cuando envió a la
joven actriz Sacheen Littlefeather, de origen apache, activista por los
derechos de los indios norteamericanos, vestidita con un traje típico indígena en
medio del glamour hollywoodense, con un discurso para el mundo en defensa de
los nativos norteamericanos dentro de la industria del cine.
Y así aparece una lista inmensa de actores,
directores, cantantes, etc., por sólo citar en el mundo de las artes, que, sin
dejar de ser humanos con problemas, se han comprometido en sus momentos con
defensa de determinadas causas.
Dos grandes en compromisos, Robert de Niro y Robin
Williams. El primero, al enterarse que uno de sus compañeros tenía cáncer y no
podía pagar su atención médica y medicamentos, no sólo se comprometió a hacerlo
el personalmente de su salario, sino que obligó al director y productores de la
película “El francotirador” a mantenerlo contratado y pagar sus cuentas. Dicen
que el segundo, como norma, siempre, en cada una de sus películas, exigía que
se contrataran a diez “homeless” o personas con grandes necesidades económicas.
No es lo mismo que Beyoncé, Paris Hilton, Madonna e
incluso los Rolling Stone visiten Cuba, que Anita de Armas se suba a rumbear en
la isla, como si en ese lugar no pasara nada. Así y todo, me place recordar que
Mick siempre tuvo unas palabras en español de reconocimiento a lo que había pasado
con su música en Cuba, cosa que no se puede ocultar. Alguien tuvo que decirle
que su música estuvo prohibida, alguien tuvo que contarle que por escuchar su
música muchos fueron reprimidos, apartados, enjuiciados y no dudo en pasarle la
cuenta a los gobernantes por eso.
Anita, que salió de Cuba en busca de un sueño y lo
logró podía utilizar su posición para, por lo menos, reconocer lo que está pasando
su pueblo, ese mismo pueblo que se siente orgulloso de lo que ella ha logrado. Ese
mismo pueblo, amigos y familias, a los que ella seguro les envía dinero,
medicamentos, comidas, ropas para aliviarles el dolor. A ese mismo pueblo,
amigos y familias, a los que ella quizás tuvo que llevar a una tienda en busca
de jabones o a los que algún día hará un esfuerzo para sacarlos del desastre. Anita
debería haberse ahorrado el gozar, porque su gozo está ayudando a lavar la
imagen de ese gobierno y ella lo tiene que saber.
Nadie le pide a Anita que vaya a llorar, porque
tampoco fue a un pueblo que está de luto, muchos de los cubanos, por inconsciencia
o descaro, por fortaleza o resistencia, también están gozando, porque el gozo
es humano, pero para mí gusto, siempre para mí gusto, si tú no estás de acuerdo,
pues escríbete un artículo, podría haber colaborado menos. ¿Lo hizo para llamar
la atención?, ¿Lo hizo para demostrar que no le importa nada, pues ella ya
escapó?, ¿Lo hizo incluso para vengarse de todos aquellos que la hicieron
sufrir y decirles, miren ahora me tiene que tragar, ahora me tienen que reconocer
y ponerme alfombras rojas?
Ella tiene que saber que su presencia colabora, porque
ella no vivió en Cuba en el siglo XIX. Ella también se escapó.
Anita, la nominada al Oscar que no ganó, ahora si ha
ganado otro tipo de premio, el Oscar a la …, póngale usted el nombre que
quiera.
De acuerdo contigo al 100%
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