miércoles, 10 de mayo de 2023

501.- Ana de Armas ha ganado otro tipo de “Premio Oscar”.

Este artículo que comenzaré a escribir es la mejor muestra de un enorme conflicto dentro de mí mismo. Una contradicción entre lo bueno y lo malo, lo que se debe hacer y lo que se hace. Es el resultado de algo que ni tan siquiera a mí que escribo, me queda claro. Es una mezcla de entender, compartir, apoyar y al mismo tiempo sancionar y criticar. En fin, es la muestra de conflictos reales que tenemos los seres humanos.

El pasado mes de octubre publiqué un artículo en mi blog titulado “Norma – Marylin”, donde escribí sobre la actuación de la actriz cubana Ana de Armas, quien representó el papel de Norma Jeane Mortenson, la conocidísima Marilyn Monroe, todavía hoy el símbolo más grande de la sexualidad femenina en los Estados Unidos y pienso en una gran parte del mundo.

Para no improvisar ahora con nuevas evaluaciones o repetirme por gusto, en aquel momento dije:

“Ana de Armas, bien, para mis ojos. Creo que logró, por un lado, trasmitir la inocencia de Norma, sus deseos únicos de que alguien la quisiera de verdad, de ser una persona normal, cosa que no fue desde niña y por otro lado mostrar el sufrimiento hasta la versión aquí de quitarse voluntariamente la vida. Pudiera parecer fácil la interpretación, el personaje real no fue muy complicado, sin embargo, no lo es. La sola idea de llevar a la pantalla grande a una persona tan conocida, publicitada, fotografiada, seguida, admirada y disfrutada como Marylin Monroe implica un enorme riesgo y mérito a la misma vez. Su actuación fue decorosa, sus desnudos, que tanto han llamado la atención, muy apropiados. 

Ana de Armas, una joven cubana que salió de Cuba hacia España con 18 años con sólo 200 euros en el bolsillo, a lo mejor será la primera cubana, por lo menos, nominada a los Premios Oscar en la historia de la Academia. Si eso ocurre y por casualidad y decisión de los que votan, se lo gana, la pegó para su vida entera”. 

Entonces mi idea se hizo realidad y Ana de Armas fue nominada a los “Premios Oscar”, cosa que resultó, de momento, el mayor éxito en su carrera artística y si soy sincero, significó una enorme victoria, tanta como si se lo hubiera ganado. Es la primera y única actriz cubana que ha tenido la posibilidad de sentarse en un teatro lleno de las estrellas del cine, directores, productores, diseñadores, músicos, etc., a nivel mundial y esperar por el resultado.

No ganó, pero es como si lo hubiera ganado. No recogió la más que deseada estatuilla, pero no importa, de hecho, fue ganadora. Fue reconocida y aplaudida, porque su actuación toca la fibra de millones de personas.

Entonces Anita, actriz con algunos trabajos en España e incluso en la industria norteamericana, que suma a su curriculum, el haber sido la “salvadora” emocional de otro conocidísimo actor, Ben Afleck, ahora es muy famosa. Bueno para ella y para engordar el orgullo cubano, aunque no nos llegue nada material con ello. Tenemos muchos cubanos famosos, sobre todo fuera de Cuba, orgullo de lo que podemos hacer, ahora además tenemos una nominada a los Oscar.

Ella la pegó como decimos y como resultado de su trabajo y nominación, ahora además de actriz, es una celebridad mundial. Su cara recorre las más importantes revistas y programas de televisión.

Entonces Anita, cansada y estresada imagino, merecedora, que puede irse a donde quiera, incluyendo si se lo propone a La Luna como turista, se fue de vacaciones a Cuba, su patria natal y es ahí donde se me hace complicado el asunto y aparece el pensamiento contradictorio.

Primero, quiero dejar claro que no veo nada malo en que haya ido a Cuba. Allí está su familia, sus amigos, sus calles, parte de su historia. Además, no tendría que ser malo que cada uno de los emigrantes regresemos a visitar nuestro lugar de nacimiento y vida. Es lo más normal que puede ocurrir.

Segundo, quiero decir que entiendo que todas las personas traten de ser felices, que se diviertan, que bailen, que tomen, que coman, que disfruten de la compañía de los suyos, que respiren el aire de su ciudad y país, que miren de cerca el mar y se den un chapuzón si pueden, que tengan sexo dentro de un auto, sobre un banco o en un matorral para recordar su primera juventud. No se debe vivir en la tristeza, en la oscuridad, en el aburrimiento, en la depresión, porque entre otras cosas, no resuelven nada.

Entonces no exigiré a Anita que se muestre triste y deprimida, que no coma para demostrar al regreso de su viaje que bajó de peso, que se encierre en un cuarto y sólo reciba a los suyos a través de una ventana. Menos le pediré que tape su cara con un velo o se disfrace con pelucas y caretas para no ser reconocida.

Pero Anita tiene que saber que ahora ella es famosa, que va a tener a la prensa nacional cubana y la internacional siguiéndola, tratando de arrancarle una entrevista o unas declaraciones, sobre todo, sobre Cuba que es el lugar que está en llamas. Muchos se apostarán para sacarle una foto.

Anita tiene que saber, porque no nació ayer, que las autoridades cubanas van a utilizar su presencia gratuita para hacer propaganda. Es inevitable, siempre ha sido así. Anita entonces cayó en la trampa y aunque no fuera su voluntad, aunque quisiera estar por encima de ello y hacerse la “europea”, se convierte, de hecho, se convirtió, en el mensaje de que en Cuba no pasa nada, que todo está bien, que es un país donde se puede ir de visita y que no hay un sitio mejor para guarachar que una noche cubana.

No conozco exactamente las causas por las que Anita salió echando de Cuba, sólo conozco que se fue a España con muy poco dinero y tuvo que vivir en casas de amigos hasta que logró encaminarse como actriz, entonces Anita se fue por las mismas causas que nos hemos ido todos. Anita estaba embarcada en Cuba, no conseguía un futuro o al menos el futuro deseado y eso inevitablemente la pone en el bando de los “en contra”, de los perjudicados.

Entonces una cosa es ir a Cuba a ver a tu familia, amigos e incluso a pasear por las calles, volver a comerte una pizza de 10.00 pesos, volver a montarte en un “camello”, sentarte en el muro del Malecón y otra es participar de la gran diversión de las noches cubanas, despeinarte, rumbear, tal como si Cuba fuera realmente el paraíso terrenal del que se habla.

Una cosa es ir a una misión familiar, cosa con la que no solo estoy totalmente de acuerdo, sino que he experimentado en el plano personal y otra es ir a guarachar a Cuba siendo una persona pública. Una cosa es ir a resolver problemas a familiares y amigos y otra es ir a colaborar, aunque no sea ese tu objetivo, a sabiendas que tú sola presencia, será utilizada por el gobierno.

Anita además de vacilar a lo cubano, con una diversión para mí exagerada, que la llevó incluso a subirse en una tarima a bailar, cosa que no hace muy bien, por cierto, se fue a reunir con La Colmenita.

Nada más ingenuo, pasar una tarde con niños, hablarles del éxito, compartir sus logros, a sabiendas que ese grupo teatral infantil, es una institución de gobierno, utilizada, detrás de las actuaciones infantiles y sus reales logros, como propaganda del sistema. Uno de los fundadores y actual director, Carlos Alberto Cremata, ha sido en infinidades de ocasiones un vocero del gobierno cubano.

Nada más lindo y dulce que fotografiarse y comerse la comidita del chef español Miguel A. Jiménez, creador del programa de la televisión cubana Chefarándula, que ya reventó y fue sacado del aire por críticas a sus comiditas de lujo, íntimo amigo, al parecer, de Liz Cuesta, apodada cariñosamente como "La Machi", esposa nada más y nada menos que de Díaz Canel, mejor conocido como "El puesto a dedo", responsables ambos de la desgracia que ese pueblo está viviendo. Responsables de la represión que se está llevando a cabo contra parte del pueblo cubano, ese mismo pueblo que admira a Anita.

Todo esto puede parecer muy ingenuo de parte de Anita, al final, sólo se fue a bailar y a reunirse con niños y es ahí precisamente donde yo veo el problema.

Claro, los seguidores, más otros a los que nada les importa, dirán que Anita no es política, que es una actriz y eso es verdad. Ana de Armas no es una política profesional, no ocupa un puesto en ningún gobierno, no cobra por trabajar como político, pero y qué hay de la responsabilidad social, qué hay del compromiso con los tuyos que están literalmente “embarca´os”.

Existen miles de ejemplos de actores, cantantes, escritores comprometidos. Personas que han utilizado su posición y fama e incluso su dinero para ayudar, para dar visibilidad, para apoyar, para defender a otras personas, lugares, etc.

Realmente no son todos, pero existen muchos que se han brincado lo de únicamente actores o músicos y han puesto su fama para ayudar.

Ejemplos que me gustan, Bono, el cantante de U2, es hoy un embajador y negociador de conflictos internacionales. Sting, el grande, no sólo se fue a Brasil a compartir con los indígenas que estaban siendo casi exterminados, sino que los llevó con él y subió a sus conciertos delante de miles y miles de personas. Luego subió a las Madres de la Plaza de Mayo y junto con su canción dedicada a los desaparecidos, bailó, abrazó y besó a cada una de ellas.

El proyecto “USA for Africa” reunió a famosos cantantes que bajo la magistral dirección del maestro Quincy Jones, produjo en un primer momento más de 75 millones de dólares para los africanos pobres, dejando ese himno que hoy todos conocemos como “We are the World”.

¿Qué decir de Serrat cuando renunció al Festival Eurovisión en 1968 porque no aceptaron que fuera a cantar en catalán, su idioma natal y así poder evidenciar los problemas que tenía España interiormente con el asunto de la diversidad cultural?

El más sonado de los casos para mí, el más grande de todos los grandes, el actor Marlon Brando, en 1973, no sólo se negó a ir a recoger su merecidísimo premio Oscar por su actuación magistral en El Padrino, sino que se las arregló para poner en ridículo a todo Hollywood cuando envió a la joven actriz Sacheen Littlefeather, de origen apache, activista por los derechos de los indios norteamericanos, vestidita con un traje típico indígena en medio del glamour hollywoodense, con un discurso para el mundo en defensa de los nativos norteamericanos dentro de la industria del cine.

Y así aparece una lista inmensa de actores, directores, cantantes, etc., por sólo citar en el mundo de las artes, que, sin dejar de ser humanos con problemas, se han comprometido en sus momentos con defensa de determinadas causas.

Dos grandes en compromisos, Robert de Niro y Robin Williams. El primero, al enterarse que uno de sus compañeros tenía cáncer y no podía pagar su atención médica y medicamentos, no sólo se comprometió a hacerlo el personalmente de su salario, sino que obligó al director y productores de la película “El francotirador” a mantenerlo contratado y pagar sus cuentas. Dicen que el segundo, como norma, siempre, en cada una de sus películas, exigía que se contrataran a diez “homeless” o personas con grandes necesidades económicas.

No es lo mismo que Beyoncé, Paris Hilton, Madonna e incluso los Rolling Stone visiten Cuba, que Anita de Armas se suba a rumbear en la isla, como si en ese lugar no pasara nada. Así y todo, me place recordar que Mick siempre tuvo unas palabras en español de reconocimiento a lo que había pasado con su música en Cuba, cosa que no se puede ocultar. Alguien tuvo que decirle que su música estuvo prohibida, alguien tuvo que contarle que por escuchar su música muchos fueron reprimidos, apartados, enjuiciados y no dudo en pasarle la cuenta a los gobernantes por eso.

Anita, que salió de Cuba en busca de un sueño y lo logró podía utilizar su posición para, por lo menos, reconocer lo que está pasando su pueblo, ese mismo pueblo que se siente orgulloso de lo que ella ha logrado. Ese mismo pueblo, amigos y familias, a los que ella seguro les envía dinero, medicamentos, comidas, ropas para aliviarles el dolor. A ese mismo pueblo, amigos y familias, a los que ella quizás tuvo que llevar a una tienda en busca de jabones o a los que algún día hará un esfuerzo para sacarlos del desastre. Anita debería haberse ahorrado el gozar, porque su gozo está ayudando a lavar la imagen de ese gobierno y ella lo tiene que saber.

Nadie le pide a Anita que vaya a llorar, porque tampoco fue a un pueblo que está de luto, muchos de los cubanos, por inconsciencia o descaro, por fortaleza o resistencia, también están gozando, porque el gozo es humano, pero para mí gusto, siempre para mí gusto, si tú no estás de acuerdo, pues escríbete un artículo, podría haber colaborado menos. ¿Lo hizo para llamar la atención?, ¿Lo hizo para demostrar que no le importa nada, pues ella ya escapó?, ¿Lo hizo incluso para vengarse de todos aquellos que la hicieron sufrir y decirles, miren ahora me tiene que tragar, ahora me tienen que reconocer y ponerme alfombras rojas?

Ella tiene que saber que su presencia colabora, porque ella no vivió en Cuba en el siglo XIX. Ella también se escapó.

Anita, la nominada al Oscar que no ganó, ahora si ha ganado otro tipo de premio, el Oscar a la …, póngale usted el nombre que quiera.

 

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