Una cosa es una teoría de conspiración y otra es una soberana y gigantesca anormalidad convertida en idea, cualquiera que esta sea.
Las llamadas
teorías conspirativas o teorías de la conspiración, son aquellas ideas usadas
por personas o grupos de ellas, generalmente vinculadas a importancia política,
social, económica, religiosa o histórica, ejecutadas por grupos secretos que
utilizan a otros menos secretos para establecer una idea, transformar un hecho,
definir un hecho o proceso a conveniencia, etc.
Existe una
diferencia entre una teoría de la conspiración y una verdadera conspiración. Aunque
pueden estar ligadas, la primera es algo que no se puede demostrar y corre y
corre sin base alguna, la segunda se estudia, se descubre y pueden ser demostrada
histórica y cronológicamente. Quizás sea esa la más grande diferencia, la
posibilidad de demostrar e incluso sancionar.
Llevado
esto al idioma cubano, una teoría conspirativa es un gran chisme, generalmente
creado y diseminado para conseguir un determinado efecto, a partir de la
tradición conocida de que una mentira, incluso una gran mentira repetida muchas
veces se convierte o aparenta convertirse en verdad, incluso en una aparente
verdad absoluta. Muchas personas, por determinadas razones, donde aparece la
más que conocida pereza o vagancia, repiten y repiten, sin la más mínima duda, convirtiendo en una gran
bola de nieve algo que no existe o no se puede demostrar.
Nosotros los
cubanos hemos vivido, quizás sin darnos cuenta, dentro de grandes teorías
conspirativas dirían los expertos, a lo que nosotros reconocemos como chismes,
desde la selección sexual de nuestra vecina hasta las más importantes
decisiones de gobierno, a veces usado sólo para divertirnos, no pocas veces
para dañar. Tanto valor tiene esto para y dentro de la sociedad cubana, que
todos, o casi todos, somos de la opinión que desde siempre el propio gobierno
ha usado esto, llámese teoría de la conspiración o chisme “oficial” como
termómetro dentro de la sociedad cubana.
La idea de la gran anormalidad y gigantesca estupidez convertida en idea puede ser, hoy más que nunca un símbolo de la vida que muchos estamos llevando. Baste media vez de que tengas cuatro o cinco seguidores para que la más absurda idea sea llevada a casi ley y que incluso el paridor se convierta en famoso. Hoy nada más fácil que encontrar paridores famosos por hacer y decir todos los días estupideces. Antes la verdad era difícil y la mentira corría poco, por razones obvias; hoy cualquiera se inventa algo y a los pocos segundos aparecen los seguidores, detractores o defensores de ese algo que no existe, nadie a visto y peor, que no admite el más mínimo análisis serio. Muchos aseguramos lo del unicornio azul, sólo porque lo dijo el Sr. Rodríguez.
A raíz del
atentado a Donald Trump, se ha destapado una gran teoría no desprovista de pasiones, con muchos
argumentos, que asegura o al menos deja ver que el candidato a la presidencia de
Estados Unidos preparó el hecho como parte de acciones de su campaña para ganar
más popularidad de la que ya tiene. ¿Esta idea es posible? Pues sí, no sólo es posible,
sino que tiene muchos adeptos que con fuerza la defienden.
La idea sugiere
que Trump contrató a un tirador, experto, pero no tan experto, le sugirió el
mejor lugar dónde colocarse, le advirtió que no sobreviviría, o sea, moriría a
sus 20 años, logró que la policía y el Servicio Secreto se hicieran los bobos y
no lo detectaran, se paró en determinada posición y movió su cabeza a una
dirección y velocidad exacta para que la bala tirada diera exactamente en una
parte de su oreja que no afectara no sólo su vida, sino tampoco su sistema
auditivo. El presidente se dejó caer, momento justo como para auto embarrarse
de sangre, se levantó y casi fajado con los miembros del Servicio Secreto que
lo trataban de proteger, se tiró la mejor foto de su vida. Trump como buen
actor estaba muy preocupado por la foto, el ángulo de ella, la iluminación, la
bandera norteamericana como telón, etc. El muerto y los heridos que como
consecuencia aparecieron, también pudieron estar planificados por Trump.
¿Alguien
puede pensar seriamente que una persona pueda preparar un atentado contra su
persona, donde la diferencia entre su vida y su muerte está basada en la
capacidad de un tirador en definir a nivel de milímetros su disparo?, ¿Ser más
famoso y quedar vivo para disfrutarlo podría implicar ese enorme riesgo?
También
existen los que con seguridad culpan a los demócratas de haber organizado el
evento para salirse del candidato que no sólo los opone, sino los supera. ¿Verdad?,
¿Alguien podrá imaginar a Biden, no con un gato, sino con un pote de helado de chocolate,
organizando una conspiración para asesinar a Trump al estilo de Don Corleone?
¿Esto es
una teoría de la conspiración, un chisme loco o sencillamente una enorme
estupidez?
También
otros creadores de información han recibido parte de la estupidez que sobró del
primer análisis y dicen:
1.- El Servicio
Secreto encargado de defender incluso con su vida a Trump y la policía local cuya
misión era garantizar la seguridad de la actividad, fueron comprados y su única
misión era entregar a Trump para permitir el atentado que provocaría su muerte.
No cabe el error,
no cabe la posibilidad de una mala gestión e incluso de personas, comunes, a pesar
de su entrenamiento y función, que estuvieran “comiendo mierda”. No, para los
conspiradores, tienen que estar algunos comprometidos.
2.- Trump
hoy está recibiendo parte de su misma sopa, dicen los que lo acusan de haber implementado
la violencia en cada una de sus actuaciones.
Desconocen
estos que Estados Unidos es un país donde ha primado la violencia en muchas etapas
y hechos de su historia y con esto no digo que tenemos una historia violenta,
sólo que tenemos violencia en nuestra historia. Desconocen que en nuestra
historia más de 20 políticos, incluso presidentes, han sido tiroteados, de
donde salieron muertos o heridos. De los más famosos, por sólo mencionar a los
presidentes en activo: Abraham Lincoln, abril de 1895; John F. Kennedy, noviembre
de 1963; Ronald Reagan, marzo de 1981. De los más famosos por sólo mencionar a
otros, Martin Luther King, abril de 1968, Malcolm X, febrero de 1965 y por último, otro famosísimo, John Lennon, diciembre de 1980.
Trump, por muy malo que sea o aparezca, no ha inventado la violencia en este país, Trump no repartió las armas de fuego y creó la enorme facilidad para adquirir una, Trump tan siquiera es el responsable del problema social que hoy tenemos, recordemos que el tirador es un joven de 20 años, casi un niño que aún no estaba autorizado a comprarse una cerveza por él mismo. Niño para comprarse una cerveza, hombre para portar un arma y matar. ¿Quién, cuándo, cómo y dónde se arregla esto?
Si, es
cierto, estamos viviendo en el ámbito político una enorme polarización, pero
Trump no es ni el inventor, ni él único polarizado. Los ataques de todos tipos,
dentro de la política, vienen de todos los lados, ataques que van al mensajero
y no al mensaje, con el objetivo de denigrar, de destruir, de burlarse.
Entonces es sencillo de entender, se puso de moda el tú me atacas personalmente,
pues yo me defiendo y como está de moda atacar, te ataco subiendo la parada y
así sucesivamente. _Tú te tiñes el pelo; _Oh y tú te quedas dormido hablando. _Tu
te acostaste con una prostituta; _Oh tu hijo es un drogadicto. _Tú te llevaste
unos documentos de la Casa Blanca; _Pero qué dices, tú también te los llevaste.
Y entonces nosotros por un ratico nos divertimos, tal como con una buena película.
Trump ha
sido satanizado al extremo, a tal punto de acusarlo de querer destruir a
Estados Unidos, llevarse en el bolsillo la democracia, querer convertirse en
dictador. Biden ha sido ridiculizado al extremo, convirtiendo los síntomas de
la vejez en él, en algo peyorativo. Trump responde que él no es un dictador, Biden
responde que él no está viejo. Muchos, aunque pueda parecer mentira hoy opinan
que Trump merece ser asesinado y se lamentan de que no esté muerto, otros dicen
que Biden merece estar viejo, caerse con más frecuencia, atorarse con un helado.
Nosotros nos divertimos.
Se ha implementado
el odio, la burla, la retórica incendiaria. La amenaza a los Estados Unidos se
ha convertido en parte de un discurso normal, ya no de estúpidos
independientes, ya no de personas escondidas detrás de las redes sociales, sino
de los mismísimos medios oficiales de prensa, radio y televisión. Horas y más horas
a crear y recrear al monstruo Trump, agente de Rusia, antidemocrático, capaz de
hacer el amor con una “pobre” mujer abusada, súper estrella del arte pornográfico,
sin condón.
A aquellos que no les gusta el caldo, prepárense para las tres tazas, porque desconocen algo muy elemental, al pueblo norteamericano le gusta los héroes. Una de las mejores calificaciones para este pueblo no es doctor, máster, profesor, ingeniero, científico, etc.
Si hay una denominación que el pueblo norteamericano ama y
respeta es la de “Captain America”.
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