¿Cómo se explica lo que ha pasado en Venezuela? Porque alguna explicación debe tener.
2024.
Venezuela está señalado como uno de los países más violentos del mundo. Bandas
y más bandas de delincuentes independientes, a las que se suman más bandas de
delincuentes que trabajan para el gobierno de Nicolás Maduro.
Los primeros
roban, asesina, son los responsables de los secuestros largos y los llamados “express”,
así se buscan el dinero; los segundos, armados y permitidos por el gobierno y
utilizados como fuerza disfrazada, son los responsables de aterrorizar básicamente
a los oponentes y hacer todo el trabajo sucio del gobierno.
2024.
Venezuela exhibe una enorme emigración, más de 8 millones de personas en estos últimos
meses. Unos emigran por el hambre, en busca sencillamente de comida, pero
otros, no pocos, teniendo dinero, emigran por miedo a la inseguridad que se
vive. Los opositores o sencillamente los jóvenes, ya graduados de las
universidades o estudiantes, se han ido, porque pensar y expresar un criterio
diferente al “oficial” puede terminar en cárceles, torturas, heridas, maltratos
y la muerte.
2024.
Venezuela, pudiendo ser uno de los países más ricos del planeta, porque tiene,
además de oro, gas, selvas, tierras fértiles, etc., petróleo como para ocupar
los primeros puestos de los países productores y exportadores, hoy pasa hambre,
hambre de registrar la basura para encontrar algo que llevar a la boca y deja
morir a sus viejos por falta de atención médica y medicamentos.
2024.
Venezuela exhibe, en la figura de sus principales gobernantes, Nicolás Maduro recordista
líder, uno de los gobiernos más ridículamente brutos del mundo y para si fuera
poco, porque se puede ser bruto, inculto, pero de buenos sentimientos y
acciones, muchos integrantes de ese gobierno, Nicolás Maduro recordista líder, están
señalados e incluso acusados internacionalmente como corruptos públicos y peor,
narcotraficantes.
2024.
Venezuela con todo, es un caos más que evidente, que casi está compitiendo con
la denominación de estado fallido, término utilizado en la actualidad para
señalar o describir a un estado que no garantiza el funcionamiento normal de la
administración, de la economía, que no puede controlar la criminalidad o el
terrorismo, o sea, un estado que no funciona, ni controla o resuelve nada.
Estados fallidos donde, por lo general, unos pocos, los gobernantes, por la
falta de control o la complicidad del control, se enriquecen sin límites frente
a la pobreza de la gran mayoría. Así de sencillo, se gobierna para robar.
2024.
Venezuela anuncia, como estaba previsto y fue exigido al gobierno por organismos
internacionales como muestra de buena voluntad, elecciones presidenciales para
el 28 de julio y entonces desde hace muchos meses comenzó la competencia que
tenía dos polos muy opuestos principales a competir, Maduro que quiere
reelegirse y perpetuarse en el poder y el profesor y diplomático Edmundo González
como nueva variante, figura hasta hoy desconocida para la vida política pública
venezolana.
¿Ahora, por qué Edmundo González? Bueno, fue la última variante permitida por el gobierno venezolano como oposición, lo que le permitió inscribirse como tal. Es una persona limpia, honesta, al cual el gobierno no tenía como objetar, menos manchar.
La verdadera
oposición, el motor impulsor, la ficha unificadora y movilizadora, está representada
por María Corina Machado, como nunca se había visto en Venezuela, pero por
razones tan bien inexplicable o sólo explicable en esa dictadura de facto,
estaba imposibilitada, siendo venezolana, profesional, mujer de éxito, madre, y
de carrera política reconocida como opositora al “chavismo - madurismo”, a
figurar como candidata opositora, por una inhabilitaciones de por vida, o sea,
algo así como, yo soy el dueño, porque yo mismo me he nombrado dueño, tu no me
cuadras, entonces no puedes jugar, olvídate de la famosa democracia.
Edmundo fue
la última jugada, porque antes trataron de proponer a otra persona Corina
Lloris y tampoco pudo inscribirse, entonces finalmente se conformó el dúo Edmundo
– María Corina y así se trabajó, dicen, a lo largo y ancho de toda Venezuela, incluso
hasta los lugares más recónditos con casi ningún acceso y con casi ningún
dinero.
María Corina es una heroína, es una mujer grande. Es una mujer hecha de otra madera. Es una mujer dulce, con la que cualquiera queda prendado, pero al mismo tiempo fuerte, de una valentia que magnetiza. Es una mujer que enamora desde la primera vez.
Se le prohibió trasladarse en avión
dentro del país, los hoteles se negaron a darle hospedaje durante sus
recorridos, se amenazó a las personas que la recibían en cafeterías o
restaurantes, se le fueron apresando a muchos miembros de su campaña, se le hicieron
atentados a sus autos para impedir que se desplazaran o provocarle la muerte.
Se le persiguió en cada uno de los lugares donde caminó o se reunió. Se le
prohibió todo acceso a los medios de comunicación, con la negativa de ellos de
concederle espacios. Se le imposibilitó el obtener dinero para desarrollar su
campaña y, así y todo, esa mujer continuó, a veces trasladándose en moto, a
pie, otras en botes y caballos para llegar hasta el último pueblo venezolano metido
en el medio de la nada. Esa mujer hoy sigue allí.
No hace
falta ser experto, ni politólogo, ni super dotado, lo que se vio en Venezuela
de apoyo a María Corina durante estos últimos meses, lo que los videos recogen,
las muestras de amor y cariño, las personas que se le acercaron constantemente,
como, dicen, nunca en una elección en ese país, dice que el pueblo venezolano
salió a apoyar masivamente a esta opción.
No hacen
falta computadoras, sistemas informáticos para el procesamiento de votos, ni
toda esa mierda moderna, que, si es cierto que ayuda, también es cierto que se
puede manejar a conveniencia cuando falta la ética. No hacen falta observadores
internacionales que verifiquen nada, volvamos a la época de un papel, un lápiz
y una cruz sobre un nombre, basta para entender que las manifestaciones multitudinarias,
los miles y miles, que suman millones de personas que la acompañaron en los
recorridos, en sus paradas de campaña, en sus actos, dice que, como nunca, en
las elecciones pasadas de ese país, el pueblo venezolano apoyó a esta mujer y
al candidato que ella soportaba. La verdad estuvo en las calles de Venezuela.
Los viejos,
los jóvenes, los niños gritaban te amamos, que, visto a través de nuestro
idioma, es algo más profundo que cuando se dice te apoyamos. En el rico idioma español
una cosa es apoyar, otra es querer y otra mucho más diferente y profunda es
cuando se dice, te amo. María Corina es una mujer amada por el pueblo
venezolano, el cual depositó en ella sus esperanzas.
No hay que ser experto, repito para que no se me olvide; lo visto, sin saber nada de votos, por cientos, etc., asegura, ratifica, consolida, garantiza, deja sembrado, impone que el pueblo venezolano en una gran mayoría aplastante apoyo el cambio, apoyó alegre y esperanzadamente a María Corina y Edmundo, apoyó para sacar definitivamente a Maduro y todo su combo. No lo quieren más. No lo quieren los ricos, no lo quieren los pobres, no lo quieren los profesionales, ni las amas de casa, no lo quieren los viejos, ni los jóvenes. No lo quieren los niñosssssssssssssssss y para colmo no lo quieren muchos de los presidentes de gobiernos latinoamericanos, algunos de ellos sus antiguos aliados, que inmediatamente comenzaron a reclamarle transparencia y declararon que no reconocerían su fraudulenta victoria.
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