Maduro no va a ceder. Se siente apoyado, ya no por el pueblo, porque hasta el más mínimo observador, sabe que votó contra él casi masivamente, si por el ejército, al menos por la alta oficialidad que se encarga de controlar a la masa, alta oficialidad culpable, corrupta, comprada y obviamente chantajeada. A estas alturas del juego, para Maduro, el pueblo no significa nada, sólo una palabra a repetir y repetir como una dosis de droga para confundir y por qué no endrogar. Lo llamativo de este tipo de gobierno, es que pueblo es una categoría para utilizar cómo le da la gana y para cuándo le da la gana. Es como un suplemento dietético de esos que se recomiendan hoy usar diariamente.
Son
incontables las maniobras, todas fuera de la ley, que viene haciendo, desde la
misma noche en que se debían haber dado a conocer oficialmente el resultado de
las elecciones, sobre todo para ganar tiempo y dar una imagen de seguridad. Ya
no sabe con quién reunirse, qué transmisión hacer, a quién declarar enemigo, lo
que resulta peligroso claro, pero también gigantescamente ridículo.
Ha metido en el mismo saco al siempre oportuno, para lamentarse, imperialismo norteamericano, a la oposición interna “fascista”, a parte del pueblo “terrorista” que voto contra él, al empresario e inversionista norteamericano Elon Musk, a muchos de los presidentes del mundo, a los que llama traidores de sus diferentes patrias y para colmo a Google y WhatsApp, herramientas de comunicación que dice han armado un golpe de estado en su contra.
Está
totalmente paranoico y esa paranoia se la está metiendo arriba a Venezuela. Creo
que van quedando pocos por acusar de enemigos, le está quedando los canguros de
Australia, los osos panda de China, las ballenas azules y los atunes del
Atlántico Norte, cuyas maniobras de inteligencia pueden haber violado el
sistema electoral venezolano. Los amigos que respaldan son pocos, son los mismos
que todos conocemos. Cuba, esa pequeña isla del Caribe que hoy muere de hambre
por un gobierno tan inepto como el de Maduro, pero se abroga el derecho de
influir y dirigir en estos casos, no sólo viene apoyando desde hace años, no
sólo envía felicitaciones al “ganador”, sino que envía sus tropas encubiertas,
probado está, para ayudar a la represión, enmascaradas dentro de las muchas y diferentes
fuerzas represivas venezolanas, que no son pocas. ¿Y la voluntad del pueblo
venezolano? Bueno, para estos gobiernos, Cuba, China, Rusia, Irán, Corea del
Norte, etc., eso de pueblo es sólo un complemento dietético.
Maduro no
va a ceder. Mientras tanto amenaza con aumentar la represión, con construir o
habilitar dos cárceles y definir que, si tiene que declararse dictador, lo
hará. “Honesto” Maduro, es tan, pero tan bruto, que dice que se puede declarar,
como lo que ya es. Utiliza palabras rimbombantes como fascismo y terrorismo,
para hacerse la víctima, emite órdenes de captura para los oponentes que le
ganaron arrasadoramente con votos, vota del país a diplomáticos que no lo
apoyan, reprime toda forma de información y a periodistas, canales de
televisión, que no sean la oficial y está manejando la posibilidad de anular la
votación del 28 de julio pasado y hacer unas nuevas elecciones. Así, tal como
echar a la basura una mayonesa que se ha cortado en el proceso de elaboración y
coger nuevos huevos y aceite para hacer otra. ¿Será Maduro buen cocinero?
Maduro no
va a ceder y está pataleando para ganar tiempo, para lograr el cansancio de la
oposición junto al pueblo que la apoya, el desvió de la atención internacional,
cosa que ha pasado antes, y lograr eternizarse en el poder. Eso es todo.
¿Entonces?
Bueno, yo,
no lo puedo ocultar, soy partidario, en mi inocencia y desconocimiento de procedimientos
internacionales, más, desconocedor de sus consecuencias por ser un simple
mortal, en irlo a buscar, cosa que estoy convencido de que el planeta tiene
fuerzas y capacidades para hacerlo. Irlo a buscar y sacarlo esposado delante de
toda Venezuela y el mundo. No matarlo, cosa que a lo mejor merece, porque se le
evitaría el tener que dar respuestas y asumir una larga condena, hasta después
de su segunda vida si es que existe. Irlo a buscar para verlo desmoralizado y
asustado, para quedarme con la imagen del miedo en su cara, eso, si no pagaría,
por lo menos amortiguaría las muchas muertes innecesarias e injustificadas que
han ocurrido en ese país bajo su mando. Eso alegraría a los que han tenido que
salir por el terror. Eso alegraría a todo el que ha pasado hambre o ha tenido
que comer de la basura. Todo esto mientras Maduro bailaba, cantaba, se burlaba,
sonreía, se enriquecía y engordaba.
A lo mejor
eso no se puede hacer, a no ser que Venezuela se convierta en un cementerio.
Estamos en momentos de sanciones, papeles, reuniones, acuerdos, declaraciones,
solicitudes de honestidad y ética, sin querernos dar cuenta de que estamos
frente a un ser totalmente deshonesto, corrupto y además asesino. Quizás estemos
“civilizadamente” esperando que el Padre Celestial lo resuelva todo de una vez
y Maduro descubra la opción leyendo la Biblia todas las noches. Maduro no debe
saber leer, por lo que su Biblia tendrá que ser de muñequitos o quizás un manga
o historieta japonesa de esas que hay que leer al revés, de atrás hacia adelante,
cosa que tampoco debe saber.
Sé que a lo
mejor no se puede hacer, pero es lo que yo siento placer con pensar y decir,
sin tener muy en cuenta a uno que otro lector sensible. Mientras seguimos en
posiciones sensibles y correctamente aprobadas, Maduro está liquidando a un
pueblo. Claro, dirán algunos, no son nuestros hermanos, padres, hijos,
sobrinos, pero, ¿Y los hermanos, padres, hijos y sobrinos venezolanos, qué?
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