jueves, 27 de junio de 2013

Lecciones de los Maestros Zen

Como ya les comenté, estoy aún de reposo por lo del bypass coronario, así que no tengo mucho que hacer en la calle, más que caminar como deporte dos veces al día, por lo que hoy tengo dispuesto tiempo de máquina.

Motivada por el último escrito que acabo de publicar en mi blog, “Plan B”, Lissette, mi amiga entrañable dominicana, muy rápido me ha enviado esto que ahora publicaré. Ella, siempre tiene una reflexión madura que aportar.

Me haría falta Ileana Romero para que me diera las mieles del tema zen, la meditación, los maestros, etc., pero ella está en estos momentos “complicada” en España, por lo que no me queda más remedio que confiar en que cada uno de ustedes, como me dijo mi hijo Jonathan, si les interesa, podrá ser capaz de profundizar en este tema.

Lo de darle o no el frente a los problemas es una de las tantas decisiones que casi a diario tenemos que tomar los seres humanos. Hay quien prefiere darle la vuelta, esperar que la vida lo resuelva todo, dejarlo para mañana, mentirse y mentir, en fin, a largo plazo sólo lograr que los problemas engorden, crezcan, se hagan fuertes y contribuyan de hecho a la infelicidad. Por el contrario existen quienes, como decimos en buen cubano, les parten para arriba, los enfrentan, luchan contra ellos.

Cada problema debería convertirse en un objetivo priorizado a resolver. De esta forma descubriríamos que, primero tenemos menos problemas de lo que decimos o pensamos que tenemos, segundo, el intento o acción para resolver los problemas, nos hace fuertes, nos inmuniza, al final nos permite vivir con menos carga.  A partir de mi experiencia, lo de dejárselo todo a la suerte o a la vida, no trae muy buenos resultados.
Recuerden, lo importante es el cerebro. JAJAJAJAJA.

Lecciones de los Maestros Zen para ayudarte a lo largo del camino.

El Gran Maestro y el Guardián se dividían la administración de un Monasterio Zen. Cierto día, el Guardián murió y fue preciso substituirlo.
El Gran Maestro reunió a todos los discípulos para escoger quién tendría la honra de trabajar directamente a su lado.
_ Voy a presentarles un problema, dijo el Gran Maestro, y aquél que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del Templo.
Terminado su corto discurso, colocó un banquillo en el centro de la sala; encima estaba un florero de porcelana seguramente carísimo, con una rosa roja que lo decoraba.
_ Éste es el problema, dijo el Gran Maestro; resuélvanlo.
Los discípulos contemplaron perplejos el "problema", por lo que veían los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor.
¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál sería el enigma?
Pasó el tiempo sin que nadie atinase a hacer nada salvo contemplar el "problema", hasta que uno de los discípulos se levantó, miró al Maestro y a los alumnos, caminó resolutamente hasta el florero y lo tiró al suelo, destruyéndolo.
_ ¡Al fin alguien que lo hizo! - exclamó el Gran Maestro; ¡Empezaba a dudar de la formación que les hemos dado en todos estos años!
_ Usted es el nuevo guardián.
Al volver el alumno a su lugar, el Gran Maestro explicó: _ Yo fui bien claro: dije que ustedes estaban delante de un "problema". No importa cuán bello y fascinante sea, un problema tiene que ser eliminado.
Un problema es un problema; puede ser un florero de porcelana muy caro, un lindo amor que ya no tiene sentido, un camino que precisa ser abandonado, por más que insistimos en recorrerlo porque nos trae
confort... Solo existe una manera de lidiar con un problema, atacándolo de frente.
En esas horas, no se puede ser tentado por el lado fascinante que cualquier conflicto. Un problema, es un problema. No tiene caso tratar de "acomodarlo" y darle vueltas, si al fin y al cabo ya no es otra cosa más que "UN PROBLEMA".
¡No huyas de él... acaba con él!

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