lunes, 20 de febrero de 2017

Deportaciones en el Siglo XXI. ¿Bueno o malo, justo o injusto? (Segunda Parte)

Soy dentro de Estados Unidos un inmigrante. En realidad, podría ser llamado un inmigrante oportunista, pues no llegué aquí con VISA autorizada, ni como reclamado familiar, ni como casado, ni bajo ningún plan de gobierno. Llegué gracias a una dispensa que tuvimos los cubanos, sencillamente por ser cubanos.

Mi misión no fue brincar un muro, ni hacer un túnel, ni tan siquiera tirarme al mar como los del Mayflower, ni esconderme de las autoridades norteamericanas. Todo lo contrario, la garantía de mi misión estuvo en cruzar una línea amarilla que divide a dos países y entregarme a las autoridades enunciando las palabras mágicas que mucho antes me habían pesado y que para mi misión se convertirían en la llave al “paraíso”, soy CUBANO.

No fui ilegal en México, porque si estuve autorizado a estar allí, sólo dije una pequeña mentirita. No visitaría las ciudades que están cerca de la frontera con Estados Unidos. JAJAJA. Pequeñita mentira piadosa, como diría mi suegra, que ni las mismas autoridades que me dieron la entrada al país de los aztecas se podían creer. Soy CUBANO, significaba a la cara, voy para la frontera. Lo de las mentiritas en México parece ser un arte precolombino, por lo que tampoco es que me inventé nada nuevo.


Inmediatamente esa frase convertida en llave, me abrió, muy fácilmente en mi caso, el camino y me otorgó un status diferente dentro de la Unión. Eso me recuerda a una persona, practicante de varias religiones afrocubanas, que conocí hace muchos años en Cuba, que un día refiriéndose a “nuestro” Fidel me dijo, “Fidel es mi elegua, todo lo que el tipo cierra o prohíbe, a mí me da vida”. Pues sí, en mi caso también, gracias a ese elegua, hoy tengo un status legal, sin haber hecho mucho esfuerzo para obtenerlo.

Entonces, reconozco que soy un inmigrante oportunista ayudado por mi elegua Esteban, lo que hace que cuando se hable de inmigrantes ilegales, deportaciones, problemas, malas caras de los americanos, de los republicanos de Miami, etc., pues no me sienta aludido. Soy residente permanente en los Estados Unidos, desde que llegué trabajo por la derecha y pago mis contribuciones, por lo que la idea de tener que regresarme de dónde salí, no me quita el sueño.

Sin embargo, a pesar de este status, estoy trabado entre las medidas y noticias que se publican acerca de los inmigrantes, los legales y los ilegales y las famosas deportaciones. Una parte de mi dice que lo de organizar un país y sacar a los ilegales está bien y otra parte me hace pensar que esto es una desgracia, que es un abuso, que debían dejarlos y darles papeles, etc. Todavía como ser humano imperfecto que soy, no logro saber cuál de las dos partes es la que tiene la razón y creo que soy bendecido, JAJAJA, por no tener que tomar una decisión al respecto.

La idea de los inmigrantes y deportaciones llegaron a su máximo punto con las recientes elecciones presidenciales, porque como discurso electoral surtió efecto. Uno de los candidatos que resultó ser electo Presidente y su grupo de apoyo, descubrieron que es un sentimiento que existe y es importante dentro de una parte grande de la población norteamericana. Esa parte, sin pensar o incluso saber mucho de historia, pues culpa a esos inmigrantes de sus desgracias, cosa que es entendible, porque la idea de conseguir un enemigo al que echarle las culpas, resulta hasta cierto punto más fácil que pensar. Recordar que el llamado Bloqueo tiene la culpa de que en Cuba no se produzca y como consecuencia se coma boniato.

Seamos sinceros, durante muchos años a una parte de los empresarios norteamericanos les convino lo de los ilegales que se presentaba a trabajar. Eso no puede haber sido ningún secreto para ningún gobierno, pues si lo sé yo, es tonto que ellos no lo sepan y manejen. El ciudadano norteamericano, por diferentes causas, ha dejado de trabajar en algunas actividades duras y esos puestos han sido tomados por los que llegan y quieren trabajar y avanzar. Durante muchos años ha sido un secreto a voces, que los que trabajan en el campo, los mataderos, las construcciones, los arreglos de calles, las fabricas procesadoras de carne, etc., son inmigrantes y muchos son ilegales. Durante muchos años, los dejaban pasar por la frontera, les daban permiso de trabajo y los utilizaban. Es fácil decir ahora que esos inmigrantes les han quitado el trabajo a los norteamericanos, pero eso además de ser una mentira para las elecciones, es una gran mentira.

Tengo un amigo mexicano, Juan Carlos, el mejor mexicano que ha dado México y su papá trabajó 30 años aquí. Se pasaba 11 meses trabajando como un animal y ahorrando, viajaba a ver a su familia una vez al año, les llevaba lo que ellos necesitaban para vivir y luego se regresaba a trabajar otro año más. ¿Era terrorista?, ¿Era narco traficante?, ¿Vivía del negocio de las armas?, ¿Quería vivir definitivamente en Estados Unidos como norteamericano? Nada de eso. Era un tipo con una gran familia que mantener y descubrió que si trabajaba fuerte en USA por lo menos podría intentar que los suyos sufrieran menos económicamente. Hoy, muy viejito ya, vive en su México natal, donde obviamente un día morirá. Agustino, el padre de mi amigo, no se inventó lo de cruzar la frontera, sólo aprovechó la coyuntura que en aquellos momentos facilitaba cruzar, obtener papeles después de algún tiempo de miedo, y trabajar en aquellas cosas que los ciudadanos ya no querían hacer. Gracias a esos 30 años hoy tiene una mejor vejez en su patria.

Siempre es igual. Recuerdo que en República Dominicana, país pobre, en algunos aspectos muy pobre, los dominicanos no quieren cortar caña, no quieren trabajar en la construcción, porque sencillamente han descubierto que existen otros aún más pobres que lloran esos tipos de trabajos, o sea, los haitianos. ¿Podrían los dominicanos, para justificar el conflicto con los haitianos, decir que los segundos les están quitando el trabajo? Si, podrían, pero todos sabemos que eso es una gran mentira. Hasta donde puedo conocer, no son los haitianos los que se dedican al tráfico de cocaína en República Dominicana.

En Cuba, el gobierno se inventó lo de mover “planificadamente” a los habitantes de las provincias orientales que se los estaba llevando el Diablo para convertirlos en policías en La Habana, o en recolectores de cítricos en la Isla de la Juventud y en Provincia Habana. ¿Qué pasaba? Pues que los capitalinos se negaban a trabajar en el cítrico y mucho menos como policías. ¿Podríamos quejarnos los habaneros de que los policías son todos de Oriente? Pues sí, nos quejamos como parte de toda la queja contra el gobierno, pero en realidad los capitalinos preferíamos morir de hambre antes de salir a la calle como “miembros del orden público”.

Entonces en todos los lugares es lo mismo, todo depende del momento histórico en que se quiera utilizar un hecho. Es como sacar una frase de contexto y ponerla a decir exactamente lo contrario para lo que fue utilizada en su contexto original. Entonces como revisar la historia suele ser extremadamente complicado, dediquemos un pedacito de nuestro pensamiento, o quizás otro pensamiento, incluso mucho pensamiento, todo dependerá de quién piense, a hablar sobre las dos figuras políticas más famosas de la política norteamericana actual. Uno el presidente que terminó sus 8 años de gobierno, Obama y el otro el recién electo presidente al que le deben tocar como mínimo los cuatro años siguientes, Trump.

Uno de los temas que más tiene desvelado al mundo es el referido a la presencia de los inmigrantes en Estados Unidos. Lo de inmigrantes ilegales y legales y su deseada por muchos y posible deportación ha tomado una enorme dimensión, quizás desproporcionada, a raíz de las elecciones, porque, como sabemos, fue uno de los pilares de la campaña de Trump. Al principio se le fue la mano y habló de todos los inmigrantes, cosa que más allá de un discurso electoral no tiene ni pie ni cabezas y ha tenido que irlo variando y lo tendrá que seguir variando poco a poco. Trump, gústenos o no, es nuestro último presidente electo, no es el dueño de este país y aunque tenga el apoyo de muchos y sobre todo de mucho dinero, no está, ni podrá estar por encima de las leyes. Esa es la garantía.

No podría evaluar a Trump como presidente. El “amigo” no lleva ni tres meses en el puesto. No creo que haya tenido tiempo para conocer bien a todos los que integran su gobierno, el congreso, el senado, e incluso al servicio doméstico de la Casa Blanca. Tengo que reconocer que conozco muy poco sobre él, sólo sabía que existía, que era un multi, multimillonario norteamericano y que tenía un flamante edificio con su nombre en la azotea.

A pesar de lo que dicen de sus éxitos en el mundo empresarial y el dinero que tiene, lo que resulta innegable, no me gusta como persona, pero eso no es complicado porque tampoco me gusta el sobre dimensionado Pepe Antonio, Antonio Maceo, Rosita Fornés, Jorge Perugorría o el propio Esteban.

Por lo poco que he visto en estos meses, despojado yo de todo sentimiento político ideológico, el tipo me parece un prepotente medio alocado, excéntrico, de malas pulgas y medio payaso, como resumen, medio pesado. Puede ser que de ahora en adelante se convierta en el mejor de los presidentes que ha tenido este país, no lo dudo todo puede ser, pero ni así me gustará como persona.

Su primera misión fue ganar las elecciones cuando nadie lo creía posible, y luego, aceleradamente llamar la atención y convertirse en noticia con decisiones, a mi juicio, apresuradas. Si le reconozco que, como buen actor, se ha robado el show y eso, quizás es su principal idea sobre la política. Al no tener compromisos anteriores con el trabajo político, pues a lo mejor para él todo es un gran espectáculo, y por qué no, ha escogido burlarse de todo y de todos. Al final, no depende del gobierno para comer, no depende de su buena o mala acción para pasar a la historia. Puede que incluso no le interese la evaluación que se haga al final de su período.

Con suerte uno nunca sabe, tendrá tiempo para probar sus ideas, tendrá tiempo para enseñarles a sus norteamericanos cómo es que se tiene que hacer. Si logra un buen equipo tomará medidas más mesuradas y sólidas y por qué no, volverá a hacer de “America” un gran país otra vez para su concepto y el de sus seguidores. El tiempo dirá. Creo que se ha mandado a correr con algunas cosas y creo también que ha puesto a correr a muchos otros que tampoco lo soportan, incluyendo a un grupo de médicos y psicólogos que ahora, no antes, aseguran que como paciente no está bien de su cabeza, cosa que no sería nada meritorio, lo de no estar bien de la cabeza es uno de los síntomas más presentes de muchas personas aquí.

Paralelo a esto, debo decir que me gusta Obama, también como persona. No lo conocía antes de que se propusiera para presidente. Me parece mesurado, agradable, de un discurso pausado, con una voz que crea confianza y con una muy bien trabajada imagen como papá, marido, encantador de niños, de perros, de negros, de jóvenes, etc. Me gusta Obama porque le gusta el arte y metió a los artistas como nunca en la Casa Blanca. Los que lo quieren, no sé exactamente de dónde lo sacan, dicen que hizo menos de lo que él quería hacer. ¿¿¿?????? Claro que es el cuento de los que lo quieren. Me gusta Obama porque ya es historia que se puede evaluar, y para mí, sin grandes informaciones, su trabajo fue bueno.

Me gusta porque reconozco que su camino, al haber nacido en Hawái y ser hijo de una norteamericana blanca que violando las “mejores tradiciones” se casó con un inmigrante que además era negro y para colmo africano, debe haber sido muy difícil, quizás lo más difícil que le pasara en su vida. Me gusta porque parece no estar visiblemente traumatizado y no tomar toneladas de pastillas para los nervios, y fue capaz de, violando las “mejores tradiciones” pasarse ocho años como Presidente de un país donde los originales, después de los originales, son blancos de ojos claros descendientes de holandeses, alemanes, ingleses, irlandeses, italianos, etc. ¿Fue Obama el mejor de todos los presidentes? Ni lo sé bien. Sólo si sé que sobre todo me gusta como persona.

Reconozco que si mañana a mí me entregaran la presidencia de este país, no tengo idea de cómo poder enfrentar y cómo resolver el tema de la inmigración. Es sencillamente un asunto para muchos cerebros pensantes durante muchos años, debido a que no hablamos de 5, 10, 15 inmigrantes, ni tan siquiera los 100 que vinieron en barco en 1620. Estamos hablando de millones que ya están, de otros que siguen llegando para incluso parir aquí y de otros que, de una forma u otra, se las inventaran para arribar.

Sin embargo, la idea de arreglar y controlar la inmigración es una tarea de todo gobierno. No es porque sea bueno o malo, sino sencillamente porque si se descontrola y desborda, se convierte en un gran problema interno, que supera la noticia que nos sensibiliza de que deportaron a alguien.

Puede ser Estados Unidos el país que más inmigrantes recibe anualmente de forma organizada, o sea, legales. Al fungir muchos años como policía del mundo y también necesitarlo, donde quiera que existe un conflicto, ahí aparece sobre todo Estados Unidos para ayudar a los que se declaran perseguidos políticos, discriminados religiosos, discriminados por género, artistas perseguidos, militares, etc. Donde quiera que se tiran dos tiros y matan a alguien, pues no es el único, pero aparece el gobierno norteamericano para ayudar “desinteresadamente”

De ahí que este país esté lleno de asiáticos, africanos, latinoamericanos, árabes, etc. Emigración que cuando es planificada, da más tiempo a tomar medidas. Mi asesor para estos temas, Ruso, me dice que, por estos últimos años, como promedio, anualmente se reciben 250 000 personas por estos planes. Nosotros los inmigrantes también somos buenos, porque después que llegamos, pues pedimos, algunos exigimos que, exista aquí nuestra comida, nuestras iglesias, nuestra música, que se nos permita usar nuestras ropas tradicionales y que se celebren nuestras fechas patrias y sobre todo que estos cabrones americanos hablen nuestros idiomas. Generalmente llegamos mansitos y agradecidos y después …

Pensemos en los cubanos. Por la dispensa que teníamos, llegábamos a la frontera o por mar y nos autorizaban a pasar y a quedarnos legalmente. ¿Esto terminaba ahí? No, para nada. Ahí debe empezar el verdadero problema para este país. Por la sola condición de cubano, a mí me entregaron mensualmente durante 8 meses, un seguro médico full, 200 dólares en efectivo y más menos otros 200 dólares en tarjeta para comida y otros productos. No es mucho para vivir, es sólo una ayuda, pero si multiplicamos esto por los miles y miles de cubanos que arribamos sin avisar por el mar y las fronteras con México y Canadá, la suma de dinero para estos fines debe ser extremadamente grande, dadas a personas que no han tirado un chicharo por este país. ¿Esto le gustará a los norteamericanos? Seamos justos, seguro que no. Los cubanos que arribamos con más de 65 años o cuando lo cumplimos, pues se nos entrega seguro  medico full de por vida, un dinero en efectivo, nos ayudan a pagar la electricidad, nos dan celulares mas baratos incluso gratis, nos permiten vivir en apartamentos subvencionados por el gobierno por los que tenemos que pagar casi nada, nos entregan cupones para comida, etc., o sea, dinero, dinero, dinero. ¿Qué hicimos para obtener tanto? A veces nada, sólo cumplir 65 años.

Pensemos en el caso de los niños y jóvenes latinoamericanos que han llegado a la frontera sin padres, conozco algo del tema porque casualmente mi cuñada trabaja hoy en esto. Por supuesto la más mínima idea humana y solidaria dice que a esos pobres angelitos hay que darle atención y ayuda. En eso estamos claros, pero para el gobierno ha significado crear campamentos albergues, y contratar médicos, psicólogos, trabajadores sociales, maestros, más dar ropa, comida, medicamentos, juguetes. Mas disponer de una atención especializada 24 horas del día, porque muchos, parece que muchos de esos niños vienen enfermos física y mentalmente como resultado de mala nutrición, abusos domésticos, violaciones sexuales, etc. ¿Es humano? De seguro, puede ser lo más humano que este gobierno haga, pero el costo de esto es multimillonario y para el norteamericano promedio, de sensibilidad promedio, esto es otra carga que el gobierno, o sea, el ciudadano realmente tiene que soportar.


Cada inmigrante legal que entra lleva ayuda en dinero y en estructuras que se tienen que crear para que después de meses, esas personas puedan integrarse a la sociedad. No digo que estemos en presencia de un santo gobierno, que trabaja conducido por los más puros sentimientos humanos. Detrás de todo esto siempre hay intereses políticos, económicos, diplomáticos, militares, etc., pero lo cierto es que, sea por lo que sea, la historia no convence a muchos de los que aquí han nacido. Es cierto, muchos de ellos son descendientes de inmigrantes, pero como dice el marxismo, las personas primero vivimos y luego pensamos, por lo que, a muchos, ahora mismo no les importa que su abuelita haya venido en un barco como polizón desde Irlanda en 1905. El mejor ejemplo es el mismo presidente electo Trump, pues nada más y nada menos que su mamá y para colmo su actual esposa, son inmigrantes y entraron a los Estados Unidos, parece ser que por vías no muy legales. Sólo que tuvieron suerte, primero ambas son europeas, segundo, su mamá se casó con su papá y su actual esposa se casó con él. JAJAJA. Caso cerrado

1 comentario:

  1. Me gustaría comentar sobre esto, pero es un tema especialmente difícil y tu ya lo has escrito muy bien. Todos quieren soluciones rápidas y simples que se acomoden a sus necesidades o ideologías, nadie quiere pensar, pensar DE VERDAD, pensar es complicado, pero has hecho algo muy inteligente que creo todos deberíamos hacer en estos casos: comenzar el juicio por nosotros mismos... A fin de cuentas si quieres entender realmente a alguien, comienza por ponerte en sus zapatos. Es una fantasía pensar que se pueden encontrar soluciones sencillas para problemas tan complejos.

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