"Desgraciadamente hay gente que prefiere los muros a los caminos"
Joan M. Serrat.
He leído dos
ideas aparentemente geniales, pero que cuando uno se detiene a pensar en ellas,
inmediatamente se concluye que de geniales no tienen nada.
La primera
es la construcción de un muro, o la continuación del muro que ya existe, que
además se propone que pague México y la otra es acabar de sacar a todos los
emigrantes que no clasifican como “originales”. Ambas, más allá de propuestas
populistas y electorales, jamás funcionarán, así como se han estructurado.
El muro
entre los dos países no lo inventó Trump, ya existe en una buena parte de la
frontera y en realidad, si es cierto que debe detener o al menos hacer más
difícil el movimiento de personas hacia los Estados Unidos y que ya le debe
costar a este país millones de dólares, también es cierto que de inviolable,
nada.
Acabo de ver
un video donde una periodista que se encontraba del lado norteamericano desarrollando
una noticia, presenció y filmo de casualidad, cómo funciona el tema. Ella
estaba parada en un lugar donde el muro hecho de vigas de metal
tiene 9 metros de altura, pues en un momento dos jóvenes, aparentemente mexicanos, de menos de
25 años con dos mochilas rectangulares a las espaldas, saltaron sin grandes
dificultades desde la parte mexicana hacia la norteamericana.
Las mochilas
rectangulares presumiblemente estaban llenas de droga, mariguana
por lo ligera que parecían. Los jóvenes se bajaron del muro y echaron a andar, diciéndole
a la periodista y a su cámara que no los filmara. Sacaron un celular en el
medio de la calle, mochilas a las espaldas e hicieron una llamada, todo esto a
plena luz del día. Al parecer no encontraron el contacto o estaban perdidos y
todavía hablando con la periodista, se volvieron para el muro, lo escalaron
como si nada y se regresaron a la parte mexicana de donde habían salido. Repito
todo esto a plena luz del día, con la calle en ambos lados del protagonico muro llena de personas y
lo que es más curioso, un patrullero norteamericano parqueado a pocos metros de donde
los dos jóvenes saltaron primero para acá y luego para allá. No pasó nada en ninguno de los dos lados, más allá del asombro de la periodista.
Entonces,
igual que en República Dominicana con el puente y en Egipto con las pirámides,
el muro puede ser la obra que estamos buscando para inmortalizarnos.
Luego, he
leído que tenemos que sacar a todos los inmigrantes y eso me da risa. No sé a
quién se refiere, pero tendríamos que ir a buscar los restos de los primeros británicos
que fundaron la villa de Plymouth en el siglo XVII.
Después, parece que entendiendo que se les había ido la mano, he leído que
la idea es deportar a los ilegales. Esto puede tener cierta lógica, pero por la
cuenta que existe esa cifra de ilegales asciende a 11 millones y medio de
personas. Entonces la pregunta es cómo. No es tan fácil como fumigar una plaga
o talar árboles.
Complicado. Esos
ilegales están dispersados por todo el país inmenso que tenemos. Existen muchas
mamás que entraron ilegales y han dado a luz bajo la bandera de las barras y
las estrellas, y no veo muy coherente, humano y saludable, enviar a la mamá de
regreso y poner al niño en una beca de gobierno o entregarlo en adopción. Muchos
de esos niñitos trigueños de piel, de cabezas grandes, chaparritos de pelo muy
negro, con caritas de indígenas, hoy no hablan ni el español porque son
norteamericanos.
Difícil
porque muchas compañías comerciales, se han venido haciendo las locas y están
llenas de trabajadores ilegales, no sólo de México, sino de la mitad del mundo.
Al final me
parece que se ha hecho énfasis en la deportación de aquellos que están ilegales
y han cometido algún hecho criminal, como asesinato, tráfico de droga o armas,
robos, etc. Muchos de ellos llevan años dentro de centros penitenciarios, otros
caminan libres, pero están registrados y tienen pendientes sus casos y otros,
como nada es perfecto, pues van escapando. Si, eso me
parece bien. Además de estar ilegal, pues vienes a ocasionar problemas, pues te
regresamos. Aquí hay que estar tranquilo y colaborar. Y es ahí donde había que
discernir entre los ilegales que han venido a trabajar mucho y están
aportando con su trabajo a que esto funcione y crezca y los ilegales que vienen a vender
drogas, matar, estafar a los seguros médicos y al gobierno, a sembrar
marihuana, a traficar con mujeres para prostituirlas, etc. Los primeros, para
mí, que ya definí soy un inmigrante oportunista, pueden valorarse, estudiarse y
al final tratar de encontrarles una solución. A los segundos, pues hay que
devolverlos de una vez.
Los
mexicanos están más jodidos en esto, porque cuando se habla de ilegales, la imagen que sigue es la de un mexicano. Si yo fuera mexicano
estaría bravo. JAJAJA. En realidad, ilegales hay aquí de todos lados, latinoamericanos,
asiáticos, e incluso europeos. No conozco si los africanos también pueden
llegar de esa forma.
El caso de algunos cubanos es más increíble. Llegas, te
dan papeles y ayuda, cosa que el resto del mundo añora e incluso envidia, y a los
tres meses de llegar, se ponen a sembrar marihuana dentro de las casas o a
dirigir una red de prostitutas traídas “engañadas· desde Cuba. Alguno de
estos tipos merece que lo perdonen, le den comida, atención, etc. Pues no. Algo
me queda claro, una cosa es ser un pobre que ha cruzado la frontera en busca de
trabajo y que vive aquí trabajando y otra es los que cruzan o no
cruzan, pero se dedican al tráfico de seres humano, tráfico de armas, tráfico
de drogas, estafa a compañías y al gobierno, etc.
Si no
tenemos eso claro, no podemos estar tranquilo. No creo que todos los mexicanos
sean delincuentes, ni que todos sean narcos, ni mucho menos que se dediquen a
hacer el mal. Delincuentes hay en todas las naciones y no es para nada una
exclusividad de los pobres. Ser pobre no significa delinquir obligatoriamente.
Para los
cubanos, si no se nos olvidó, este es un tema complicado desde el punto de vista conceptual. Durante muchos
años nos dedicamos a “luchar”, que es una traducción cercana a robar, mientras
estuvimos en Cuba, otros tuvimos que pagar, a veces mucho dinero, para abordar
una lancha o viajar a través de Centro América y México para llegar a la
frontera y formamos parte del trafico humano. Otros, no pocos, descubrimos que para resolver algo en nuestra propia
tierra había que “tocar”, o sea, sobornar o agradecer con dinero o aguacates, daba igual, por lo que lo de corrupción no nos es ajeno.
He escuchado
a personas que hoy viven fuera de Cuba decir que no abandonaron el país ni por
problemas políticos, ni por problemas económicos y me cuesta trabajo creerles.
Me resulta
increíble que nos engañemos tanto. Si no se tuvo problemas económicos era
porque o se recibía dinero del exterior limpio por diferentes justificaciones, se recibía por la izquierda un
extra o se robaba a manos llenas. Eran las tres únicas formas de no tener
problemas económicos, porque lo de vivir de un salario de obrero, técnico o
profesional, exclusivamente del salario, era imposible. El primer problema
político ideológico, era no tener problemas económicos. De ahí que las personas,
aunque nadaran en dinero, tenían siempre a flor de boca aquello de estamos mal,
estamos mal, porque muchas veces el peor enemigo era el propio vecino, hay
olores que no se pueden controlar o la inocencia de los niños, de ahí que tomaran
refrescos de latica metidos en pomos plásticos y que comieran langostas bajo
el nombre de pescado de la bodega.
Lo de no
tener problemas políticos en un país como Cuba era difícil. O se estuvo todo el
tiempo a favor, cosa que al final entiendo o se fue un gran
mentiroso hasta que las gomas del avión se separaron de la pista de aterrizaje.
Ideológico en Cuba era todo. Vestir, comer, ver televisión, caminar, tomar ron,
hacer una fiesta, hacer el amor. ¿Les puede parecer exagerado esto último? Pues
les aseguro, con algún conocimiento de causa, que no. No hay nada exagerado en
lo que se refiere a temas de problemas ideológicos en Cuba, por lo que, a no ser
los cubanos que padecen de demencia senil, muchos de estos temas de legalidad,
izquierda, tráfico, etc., nos puede tocar nuestra sensibilidad.
Lo cierto es
que ahora los que están en contra de Trump, erigen las banderas de lo
humanitario para echarle al tipo y hacer leña del árbol caído. Claro, ya dije
que el tipo se ha robado el show y alguna consecuencia tiene que tener. Los que
no lo quieren, pues lo acusan de racista, de loco, de anormal, de psiquiátrico,
de inhumano, etc. y puede que tengan razón, que sea todo esto y más.
Sin embargo,
he leído un poco sobre deportaciones. No puedo asegurar la veracidad de las
fuentes que he utilizado, porque soy un simple mortal, aunque residente
permanente. JAJAJAJA, y lo que me ha asombrado conocer es que, durante el
gobierno de Obama, mí dulce Obama, es cuando más personas se han deportado en estos últimos años y esto me ha dejado tirado.
Según las
fuentes que he visto, que se basa en datos publicados por el Departamento de
Seguridad Nacional y la Oficina de Inmigración y Aduana, en los últimos 30
años, es precisamente Obama, el presidente que más personas he sacado del país,
con una cifra cercana a las 2 800 000 personas, por encima de los malos de
Reagan, Bush padre y Bush hijo y el también bueno de Clinton. ¿¿¿??? y lo que
me llama más la atención es que nadie formó el gran revuelo que hoy existe con
ese tema. ¿No lo sabíamos?, ¿No nos interesaba?, ¡Lo sabíamos pero Obama era dulce?, ¿Descubrimos a los ilegales ahora en enero de 2017?, ¿Tenemos ahora un amigo mexicano?
Claro que a
Trump se le ha ocurrido hacer mucha bulla y ha metido en la misma cazuela
muchos temas sensibles, muro, negros, inmigrantes, ilegales, deportaciones,
America grande otra vez, etc. y sobre todo que esto lo ha hecho a sólo días de
salir presidente, lo que hace el asunto menos potable. Creo que como un posible reality show, el tipo tiene el protagónico y nos ha puesto a participar, y gústenos o no nos guste, pues nuestra participación le ha subido el rating.
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