lunes, 16 de diciembre de 2019

Económicas Cubanas 2019. Cacao y Coco.

Seguí mirando la Mesa Redonda y no sólo me divertí, sino que me divertí muchísimo. Mi agradecimiento a El Terrible por garantizarme tanta diversión a tan bajo costo económico.
Los nacidos como yo en la década del 60, incluso muchos de los nacidos antes y después, seguro recordaran las “Africanas” cubanas y los “Peter” del Parque Lenin. Seguro todavía hablan de los riquísimos “Besitos” cubanos que se vendían en las cafeterías y se regalaban en los cumpleaños de los niños. ¿Dónde fueron a parar?, ¿Dónde están hoy?

En cada sitio donde he estado, he buscado aquellas barras de chocolates de mi infancia, hablo de las “Africanas” y no las he encontrado. Existen chocolates parecidos, incluso mucho mejores, no lo dudo, pero como aquellas barras cubanas no las he podido encontrar. Quizás sea nostalgia.

Cuba, siempre tuvo muy buen chocolate. Cuentan nuestros abuelos que se fabricaban en nuestro país, en fábricas cubanas, de ellas, la más famosa con el paso del tiempo, La Estrella fundada en 1881, derivados del cacao, chocolates en todas sus formas, que nada tenían que envidiarles a los chocolates de importación, por el contrario, los chocolates cubanos competían a la par con cualquier producto extranjero e incluso una parte de la población, ya sea por orgullo, por economía o por adaptación del paladar, preferían los nacionales. Igual dicen que pasaba con los turrones fabricados en Cuba, que no idénticos a los españoles, por ejemplo, competían con ellos sin ninguna desventaja. ¿Dónde están hoy? Quizás sea nostalgia.

Según los libros de historia, el cacao se introdujo en Cuba en épocas tan tempranas como terminada la colonización española en la isla, o sea, alrededor del año 1540. Se introdujo y se comenzó a cultivar muchísimo antes que el propio café y aunque se trajo a una zona específica del centro del país por primera vez, fue en Baracoa, oriente, alrededor del 1789, donde el cacao tomó mayor fuerza de producción por las condiciones excepcionales del clima, la lluvia y la humedad, más las temperaturas entre 24 y 28 grados Centígrados que allí existen, o sea, antes de terminar el siglo XVIII ya Cuba cultivaba cacao como algo natural y producía chocolate en varios puntos o regiones del país.

El cacao y uno de sus derivados, el chocolate, de Baracoa es bueno, parece que muy bueno y entonces los cubanos crecimos con una aceptación y búsqueda de nuestro producto. No hacia falta el chocolate importado, en realidad, a nivel de pueblo, vinimos a conocer una muestra del chocolate extranjero con la llegada de los soviéticos a Cuba, que en realidad ahora ni idea tengo de dónde ellos sacaban la materia prima. Recuerdo aquellos ositos Misha de chocolate macizo con que cada persona que viajaba a un país del campo socialista regresaba a Cuba. Recuerdo que mi madre, ya yo un poco más grande, cuando regresó de su misión internacionalista en Mozambique, pasó por Alemania Democrática y como era de suponer, trajo para Cuba, como trofeo de su misión, el gran orgullo, un diploma y una enorme bolsa de chocolates alemanes, momentos en que ya en Cuba los bombones se estaban extinguiendo. En ese momento comimos bombones hasta las diarreas.

El chocolate cubano fue famoso, tan famoso como el café y los tabacos, aunque su producción siempre fuera menor. Recuerdo que Celia Sánchez, aprobado por Fidel obviamente, seleccionó una casa ubicada por allá por donde los jefes vivían y dentro de ella montó una pequeña fábrica de bombones especiales, casi artesanales, que se utilizaban como exclusivos regalos del presidente de Cuba a sus importantes invitados como muestra de cubanía, por lo que los bombones tuvieron que haber sido buenos y exclusivos como para llevarlos a ese nivel. Además de para los regalos de gobierno, imagino, como siempre pasó con otros tantos productos cubanos e incluso importados, que esos bombones, creados por la inigualable Celia con un fin puramente “patriótico”, sirvieron durante muchos años para deleitar los paladares de todos los dirigentes de primer nivel y sus familias. Nada extraño en Cuba.

Crecimos con chocolate en, bombones, en caramelos, aquellos llamados popularmente “rompequijá” y en polvo, imitación del norteamericano, al que después del triunfo revolucionario se le llamó “Pionero”, muy rico, muy útil para aquella leche ahumada y casi intomable de las escuelas al campo, excepcional para aquel llamado “fanguito” que los cubanos consumíamos con frecuencia, resultado de la mezcla con leche condensada. Disfrutamos durante años de uno de los mejores helados de chocolate del mundo, no dicho por mí, sino por especialistas nacionales y extranjeros y por la enorme cantidad de premios internacionales que el helado cubano ganó. Crecimos regalándonos chocolates en las fiestas, a las novias, por el día de las madres, etc. No había nada mejor que compartir comiendo boca a boca un bombón con una novia hasta quedar además de más enamorados, totalmente embarrados. No necesitábamos de Nestlé, Cuba producía cacao y con él, el mejor de sus derivados, el chocolate.

¿Y entonces, qué nos pasó o mejor qué le pasó al cacao cubano y su primera derivación, el chocolate?

Según la misma mesa, no de la CIA ni de ningún medio de Miami, llena de especialistas y dirigentes de la agricultura, con ausencia total del campesino productor al que evidentemente no tienen intención de invitar, la historia del cacao es peor que la del propio café. Hoy, el presente del cacao es totalmente gris y el futuro, aunque para la mesa está asegurado, sin decir para cuándo y cómo, es totalmente incierto.

Al parecer la parte industrial asentada en Baracoa, está totalmente obsoleta, equipos viejos, necesidad de mantenimientos, mano de obra inexistente y la producción del fruto, distribuida por otras regiones de Cuba, se está, ahora en el 2019, tratando de recuperar.

Se repite el hecho de que la mano de obra no existe, porque los campesinos frente a los bajos precios pagados por su trabajo y productos, más la carencia de ropas, herramientas, etc., abandonaron sus tierras en busca de particulares mejoras económicas en las ciudades. La última reforma salarial, o sea, de pago, que se hizo en este sector fue en el 2012, que vino a triplicar, lean triplicar, lo que se le pagaba anteriormente, pero evidentemente de esa fecha hasta ahora la vida ha cambiado tanto desde el punto de vista económico que esa misma reforma ya no funciona. En el 2019 no son suficientemente estimulantes los precios, que en el 2012 se triplicaron a los que se pagaba anteriormente, entonces, ¿desde 1959 hasta el 2012 qué se le pagaba al productor? Evidentemente muy poco, la revolución estaba metida en otros caminos, lo que nos hacía falta nos venía de diferentes orígenes desde el exterior y entonces a nadie le importó mucho mantener, menos desarrollar, el cultivo del cacao que los españoles ya tenían en el siglo XVI.

Cuba sembró caña, en incluso los terrenos donde históricamente nunca se dio bien. Se talaron los árboles frutales y también muchos maderables, se olvidaron los cultivos tradicionales, se importaba a por mayor, fue fácil con el padrino que teníamos aparentemente crecer. Hoy, ni caña, por tanto, ni azúcar, ni cacao, por tanto, ni chocolate.

El esquema sigue siendo el mismo, funcionarios gordos, administradores y dirigentes, medios gagos, temerosos y temblorosos, que su misión frente a las cámaras de TV está en decir que se está tratando nuevamente de hacer. Ellos están seguros de que, primero, nadie en ese momento los va a cuestionar, porque incluso las llamadas telefónicas que el pueblo puede hacer son editadas, por lo tanto, escogidas, jamás entran en vivo. Nadie los va a cuestionar porque ellos llevan un guion previamente acordado con Randy, que sólo quiere sonreír y dar la imagen que su programa es serio y sirve para algo. Segundo, para cuando aparezcan los cuestionamientos, esos dirigentes gordos ya no estarán, los habrán quitado, habrán puesto a otros, como siempre ha pasado, que vendrán haciendo el mismo cuento de “la buena pipa”, y volverán a hablar de un futuro que se está diseñando. Tercero, el gobierno, único culpable de lo que ha ocurrido por sus inventos y olvidos, pues no se va a mandar a matar a él mismo, entonces siempre aparece el mismo huracán que pasó exclusivamente por y para Cuba y la acción de plagas que nada más que habitan en el territorio nacional y por supuesto, el más que amistoso y bien establecido para conveniencia de la incapacidad y errores, “Embargo”, que de seguro tiene clausulas especiales para, en este caso, el café y el cacao cubanos.

Todo con relación al cacao está en planes. Ahora en 2019, se están abriendo varias zonas experimentales en varios municipios, se está apelando a que las regiones no sólo cosechen, sino procesen su propio cacao, porque no existen condiciones en el transporte nacional para trasladarlo a la industria baracoense, se están volviendo a sembrar determinadas áreas, se está tratando de estimular a la mano de obra, etc. Se está, se está, se está, pero en realidad de cacao y, por tanto, de chocolate, muy poco.

No me he dado a la tarea de buscar la producción de cacao y chocolate durante toda la historia de Cuba para poderla comparar con la realidad, porque la realidad es tan aplastante, o sea, la casi no producción y los planes para empezar a sembrar ahora y recuperar los campos y la mano de obra, me dice que cualquiera que haya sido siempre fue mayor.

El chocolate cubano, por sólo hablar de uno de los derivados del cacao, ya era famoso muchos siglos antes de que el gobierno revolucionario llegara al poder. Existía entonces una cosecha que permitía abastecer el mercado nacional y exportar y existía instalada una industria que cumplía con las exigencias de la época en varios lugares de Cuba, capaz de llevar al mercado el cacao transformado en chocolate y el chocolate transformado en bombones, turrones y otras golosinas. Hoy, de todo eso queda muy poco y sólo en la Mesa Redonda, se obtienen esperanzas de que se está trabajando. Si el amigo del café, que mencioné en mi anterior escrito, dijo, cito textualmente, “se está planeando para el 2030”, puedo imaginar que con el tema cacao los planes deberán ser a más largo plazo.

En la misma Mesa Redonda divertida, los expertos dedican un tiempo a una “nueva idea”, la “recuperación” de la producción de coco por la importancia que el consumo de este producto tiene hoy en día, fruto que los portugueses y españoles llevaron a Europa luego de encontrarlo en los territorios americanos durante la conquista a principios del siglo XVI. 

A este tema no dedicaré tiempo, pues puede ser una idea como aquella que meses antes se dijo en ese mismo espacio televisivo, sobre el futuro alimentario de la población cubana basada en la cría de avestruz. Idea loca para llenar espacios y aparentar que se está trabajando. Es una norma que no sé por qué en Cuba no se cumple y nos cuesta tanto trabajo de entender y procesar, independientemente del nombre, la filiación política, etc.: el desastre económico es el resultado de un gobierno desastroso.

Conozco de coco, crecí en una casa donde en el patio teníamos una enorme mata, cocotero, que producía todos los cocos del mundo. Ahora soy testigo de su importancia, mi mujer ha cambiado e introducido este antiguo fruto en nuestra vida diaria, azúcar de coco, aceite de coco sin sabor para cocinar, aceite de coco con sabor para postres, coco como crema para todas las partes del cuerpo, coco rallado y tostado, etc. Sólo una recomendación, si quieren saber de cocos y de frutas tropicales y conocen a algún especialista cubano que trabaja sobre el tema, les dejo aquí el link para visitar mí antiguo blog “Dominicaneando” donde escribí sobre mí experiencia en República Dominicana, https://dominicubano.blogspot.com/2010/06/. Allí en un artículo titulado Frutas Tropicales Dominicanas, dejé memoria sobre el espectacular escenario de todos los días de la semana durante todo el año, donde, literalmente, en cada esquina de la ciudad de Santo Domingo, existen carretillas que venden entre otros frutos, cocos, además de los cocos que el país exporta.

Salí de Cuba en el 2007 y hasta esa fecha, si no tenías una mata de coco en el patio de tu casa, tomar agua de coco, comer un poco de la masa y hacer un poco del riquísimo dulce coco rallado eran punto menos que un lujo. Ahora escucho del interés por retomar la producción de coco y se está ahora empezando por sembrar los cocoteros, lo que puede ser que lo de los cocos sean para mis nietos. Los especialistas cubanos deberían pasar por República Dominicana, porque yo no sé cómo lo logran en aquel pedazo de tierra parecida a Cuba, sin socialismo, sin planeación y producción estatal, sin tantos ingenieros y técnicos pensando en la agricultura, sin tantos laboratorios científicos en busca de mejorar las especies, sin tanta colaboración y asesoría internacional, sin tanta muela y sin tantas Mesas Redondas. ¿Quieren saber de coco? Sólo tiene que preguntarles a los campesinos dominicanos.




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