Seguí mirando la Mesa
Redonda y no sólo me divertí, sino que me divertí muchísimo. Mi agradecimiento
a El Terrible por garantizarme tanta diversión a tan bajo costo económico.
Los nacidos como yo en
la década del 60, incluso muchos de los nacidos antes y después, seguro recordaran
las “Africanas” cubanas y los “Peter” del Parque Lenin. Seguro todavía hablan
de los riquísimos “Besitos” cubanos que se vendían en las cafeterías y se
regalaban en los cumpleaños de los niños. ¿Dónde fueron a parar?, ¿Dónde están
hoy?
En cada sitio donde he
estado, he buscado aquellas barras de chocolates de mi infancia, hablo de las “Africanas”
y no las he encontrado. Existen chocolates parecidos, incluso mucho mejores, no
lo dudo, pero como aquellas barras cubanas no las he podido encontrar. Quizás sea
nostalgia.
Cuba, siempre tuvo muy
buen chocolate. Cuentan nuestros abuelos que se fabricaban en nuestro país, en fábricas
cubanas, de ellas, la más famosa con el paso del tiempo, La Estrella fundada en
1881, derivados del cacao, chocolates en todas sus formas, que nada tenían que envidiarles
a los chocolates de importación, por el contrario, los chocolates cubanos
competían a la par con cualquier producto extranjero e incluso una parte de la
población, ya sea por orgullo, por economía o por adaptación del paladar, preferían
los nacionales. Igual dicen que pasaba con los turrones fabricados en Cuba, que
no idénticos a los españoles, por ejemplo, competían con ellos sin ninguna desventaja.
¿Dónde están hoy? Quizás sea nostalgia.
Según los libros de historia,
el cacao se introdujo en Cuba en épocas tan tempranas como terminada la colonización
española en la isla, o sea, alrededor del año 1540. Se introdujo y se comenzó a
cultivar muchísimo antes que el propio café y aunque se trajo a una zona específica
del centro del país por primera vez, fue en Baracoa, oriente, alrededor del
1789, donde el cacao tomó mayor fuerza de producción por las condiciones excepcionales
del clima, la lluvia y la humedad, más las temperaturas entre 24 y 28 grados Centígrados
que allí existen, o sea, antes de terminar el siglo XVIII ya Cuba cultivaba
cacao como algo natural y producía chocolate en varios puntos o regiones del
país.
El cacao y uno de sus
derivados, el chocolate, de Baracoa es bueno, parece que muy bueno y entonces
los cubanos crecimos con una aceptación y búsqueda de nuestro producto. No
hacia falta el chocolate importado, en realidad, a nivel de pueblo, vinimos a
conocer una muestra del chocolate extranjero con la llegada de los soviéticos a
Cuba, que en realidad ahora ni idea tengo de dónde ellos sacaban la materia
prima. Recuerdo aquellos ositos Misha de chocolate macizo con que cada persona
que viajaba a un país del campo socialista regresaba a Cuba. Recuerdo que mi
madre, ya yo un poco más grande, cuando regresó de su misión internacionalista
en Mozambique, pasó por Alemania Democrática y como era de suponer, trajo para
Cuba, como trofeo de su misión, el gran orgullo, un diploma y una enorme bolsa de
chocolates alemanes, momentos en que ya en Cuba los bombones se estaban
extinguiendo. En ese momento comimos bombones hasta las diarreas.
El chocolate cubano fue
famoso, tan famoso como el café y los tabacos, aunque su producción siempre
fuera menor. Recuerdo que Celia Sánchez, aprobado por Fidel obviamente, seleccionó
una casa ubicada por allá por donde los jefes vivían y dentro de ella montó una
pequeña fábrica de bombones especiales, casi artesanales, que se utilizaban
como exclusivos regalos del presidente de Cuba a sus importantes invitados como
muestra de cubanía, por lo que los bombones tuvieron que haber sido buenos y
exclusivos como para llevarlos a ese nivel. Además de para los regalos de
gobierno, imagino, como siempre pasó con otros tantos productos cubanos e
incluso importados, que esos bombones, creados por la inigualable Celia con un
fin puramente “patriótico”, sirvieron durante muchos años para deleitar los
paladares de todos los dirigentes de primer nivel y sus familias. Nada extraño
en Cuba.
Crecimos con chocolate en,
bombones, en caramelos, aquellos llamados popularmente “rompequijá” y en polvo,
imitación del norteamericano, al que después del triunfo revolucionario se le llamó
“Pionero”, muy rico, muy útil para aquella leche ahumada y casi intomable de
las escuelas al campo, excepcional para aquel llamado “fanguito” que los cubanos
consumíamos con frecuencia, resultado de la mezcla con leche condensada. Disfrutamos
durante años de uno de los mejores helados de chocolate del mundo, no dicho por
mí, sino por especialistas nacionales y extranjeros y por la enorme cantidad de
premios internacionales que el helado cubano ganó. Crecimos regalándonos
chocolates en las fiestas, a las novias, por el día de las madres, etc. No
había nada mejor que compartir comiendo boca a boca un bombón con una novia
hasta quedar además de más enamorados, totalmente embarrados. No necesitábamos de
Nestlé, Cuba producía cacao y con él, el mejor de sus derivados, el chocolate.
¿Y entonces, qué nos
pasó o mejor qué le pasó al cacao cubano y su primera derivación, el chocolate?
Según la misma mesa, no
de la CIA ni de ningún medio de Miami, llena de especialistas y dirigentes de
la agricultura, con ausencia total del campesino productor al que evidentemente
no tienen intención de invitar, la historia del cacao es peor que la del propio
café. Hoy, el presente del cacao es totalmente gris y el futuro, aunque para la
mesa está asegurado, sin decir para cuándo y cómo, es totalmente incierto.
Al parecer la parte
industrial asentada en Baracoa, está totalmente obsoleta, equipos viejos,
necesidad de mantenimientos, mano de obra inexistente y la producción del
fruto, distribuida por otras regiones de Cuba, se está, ahora en el 2019,
tratando de recuperar.
Se repite el hecho de
que la mano de obra no existe, porque los campesinos frente a los bajos precios
pagados por su trabajo y productos, más la carencia de ropas, herramientas,
etc., abandonaron sus tierras en busca de particulares mejoras económicas en
las ciudades. La última reforma salarial, o sea, de pago, que se hizo en este
sector fue en el 2012, que vino a triplicar, lean triplicar, lo que se le
pagaba anteriormente, pero evidentemente de esa fecha hasta ahora la vida ha
cambiado tanto desde el punto de vista económico que esa misma reforma ya no
funciona. En el 2019 no son suficientemente estimulantes los precios, que en el
2012 se triplicaron a los que se pagaba anteriormente, entonces, ¿desde 1959
hasta el 2012 qué se le pagaba al productor? Evidentemente muy poco, la revolución
estaba metida en otros caminos, lo que nos hacía falta nos venía de diferentes
orígenes desde el exterior y entonces a nadie le importó mucho mantener, menos
desarrollar, el cultivo del cacao que los españoles ya tenían en el siglo XVI.
Cuba sembró caña, en
incluso los terrenos donde históricamente nunca se dio bien. Se talaron los árboles
frutales y también muchos maderables, se olvidaron los cultivos tradicionales,
se importaba a por mayor, fue fácil con el padrino que teníamos aparentemente
crecer. Hoy, ni caña, por tanto, ni azúcar, ni cacao, por tanto, ni chocolate.
El esquema sigue siendo
el mismo, funcionarios gordos, administradores y dirigentes, medios gagos,
temerosos y temblorosos, que su misión frente a las cámaras de TV está en decir
que se está tratando nuevamente de hacer. Ellos están seguros de que, primero, nadie
en ese momento los va a cuestionar, porque incluso las llamadas telefónicas que
el pueblo puede hacer son editadas, por lo tanto, escogidas, jamás entran en vivo.
Nadie los va a cuestionar porque ellos llevan un guion previamente acordado con
Randy, que sólo quiere sonreír y dar la imagen que su programa es serio y sirve
para algo. Segundo, para cuando aparezcan los cuestionamientos, esos dirigentes
gordos ya no estarán, los habrán quitado, habrán puesto a otros, como siempre
ha pasado, que vendrán haciendo el mismo cuento de “la buena pipa”, y volverán a
hablar de un futuro que se está diseñando. Tercero, el gobierno, único culpable
de lo que ha ocurrido por sus inventos y olvidos, pues no se va a mandar a
matar a él mismo, entonces siempre aparece el mismo huracán que pasó exclusivamente
por y para Cuba y la acción de plagas que nada más que habitan en el territorio
nacional y por supuesto, el más que amistoso y bien establecido para
conveniencia de la incapacidad y errores, “Embargo”, que de seguro tiene clausulas
especiales para, en este caso, el café y el cacao cubanos.
Todo con relación al
cacao está en planes. Ahora en 2019, se están abriendo varias zonas experimentales
en varios municipios, se está apelando a que las regiones no sólo cosechen,
sino procesen su propio cacao, porque no existen condiciones en el transporte
nacional para trasladarlo a la industria baracoense, se están volviendo a sembrar
determinadas áreas, se está tratando de estimular a la mano de obra, etc. Se
está, se está, se está, pero en realidad de cacao y, por tanto, de chocolate, muy
poco.
No me he dado a la
tarea de buscar la producción de cacao y chocolate durante toda la historia de Cuba
para poderla comparar con la realidad, porque la realidad es tan aplastante, o
sea, la casi no producción y los planes para empezar a sembrar ahora y
recuperar los campos y la mano de obra, me dice que cualquiera que haya sido
siempre fue mayor.
El chocolate cubano,
por sólo hablar de uno de los derivados del cacao, ya era famoso muchos siglos
antes de que el gobierno revolucionario llegara al poder. Existía entonces una
cosecha que permitía abastecer el mercado nacional y exportar y existía
instalada una industria que cumplía con las exigencias de la época en varios
lugares de Cuba, capaz de llevar al mercado el cacao transformado en chocolate
y el chocolate transformado en bombones, turrones y otras golosinas. Hoy, de
todo eso queda muy poco y sólo en la Mesa Redonda, se obtienen esperanzas de
que se está trabajando. Si el amigo del café, que mencioné en mi anterior
escrito, dijo, cito textualmente, “se está planeando para el 2030”, puedo
imaginar que con el tema cacao los planes deberán ser a más largo plazo.
En la misma Mesa Redonda
divertida, los expertos dedican un tiempo a una “nueva idea”, la “recuperación”
de la producción de coco por la importancia que el consumo de este producto
tiene hoy en día, fruto que los portugueses y españoles llevaron a Europa luego
de encontrarlo en los territorios americanos durante la conquista a principios
del siglo XVI.
A este tema no dedicaré tiempo, pues puede ser una idea como
aquella que meses antes se dijo en ese mismo espacio televisivo, sobre el
futuro alimentario de la población cubana basada en la cría de avestruz. Idea loca
para llenar espacios y aparentar que se está trabajando. Es una norma que no sé
por qué en Cuba no se cumple y nos cuesta tanto trabajo de entender y procesar,
independientemente del nombre, la filiación política, etc.: el desastre
económico es el resultado de un gobierno desastroso.
Conozco de coco, crecí
en una casa donde en el patio teníamos una enorme mata, cocotero, que producía
todos los cocos del mundo. Ahora soy testigo de su importancia, mi mujer ha
cambiado e introducido este antiguo fruto en nuestra vida diaria, azúcar de
coco, aceite de coco sin sabor para cocinar, aceite de coco con sabor para
postres, coco como crema para todas las partes del cuerpo, coco rallado y
tostado, etc. Sólo una recomendación, si quieren saber de cocos y de frutas tropicales
y conocen a algún especialista cubano que trabaja sobre el tema, les dejo aquí
el link para visitar mí antiguo blog “Dominicaneando” donde escribí sobre mí
experiencia en República Dominicana, https://dominicubano.blogspot.com/2010/06/.
Allí en un artículo titulado Frutas Tropicales Dominicanas, dejé memoria sobre el
espectacular escenario de todos los días de la semana durante todo el año,
donde, literalmente, en cada esquina de la ciudad de Santo Domingo, existen
carretillas que venden entre otros frutos, cocos, además de los cocos que el
país exporta.
Salí de Cuba en el 2007
y hasta esa fecha, si no tenías una mata de coco en el patio de tu casa, tomar
agua de coco, comer un poco de la masa y hacer un poco del riquísimo dulce coco
rallado eran punto menos que un lujo. Ahora escucho del interés por retomar la
producción de coco y se está ahora empezando por sembrar los cocoteros, lo que
puede ser que lo de los cocos sean para mis nietos. Los especialistas cubanos deberían
pasar por República Dominicana, porque yo no sé cómo lo logran en aquel pedazo
de tierra parecida a Cuba, sin socialismo, sin planeación y producción estatal,
sin tantos ingenieros y técnicos pensando en la agricultura, sin tantos laboratorios
científicos en busca de mejorar las especies, sin tanta colaboración y asesoría
internacional, sin tanta muela y sin tantas Mesas Redondas. ¿Quieren saber de coco?
Sólo tiene que preguntarles a los campesinos dominicanos.
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