jueves, 12 de diciembre de 2019

Económicas Cubanas 2019. Café

No soy un gran tomador de alcohol, nunca lo he sido. Los que me conocen saben que me tomo una o dos cervezas, como mucho puedo abrir la tercera en toda una noche de fiesta, o prepararme, aprovechando que puedo comprar jugo de tomate y ron Bacardí, dos Cubanitos, con los que puedo pasar una agradable velada. Ahora, más viejo, puedo compartir con mi mujer una botella de vino tinto, entre algo para picar y música de nuestro gusto. A veces no nos alcanza, pero a veces nos sobra un poquito, todo depende de la noche escogida.

Como casi todos los jóvenes cubanos, mis primeros contactos con el alcohol, fueron cuando fui muy joven, recuerdo perfectamente uno de ellos, más o menos tenía yo 14 años cuando decidimos tomarnos una botella de menta en el parque que está en la esquina de Lourdes y Kessell en nuestro Víbora Park. En aquella ocasión, amanecimos todos dormidos sobre los bancos del parque. Puesto y convidado, hasta hoy a mis 57 años, más nunca he podido tomar esa bebida. Alguien abre una botella de menta frente a mí y literalmente siento ganas de vomitar.

No fue la única vez que me emborraché, otras experiencias tuve, pero visto desde hoy, fueron muy pocas. No me gustan los borrachos, no soporto la sensación que produce el exceso de alcohol, el dolor de cabeza, el dolor de estómago, los mareos y vómitos, etc., entonces, no importa la marca y la cantidad de bebida que exista frente a mí, siempre tomo muy poco. Esto no deja de llamar la atención, porque para muchos, decir cubano significa decir alcohol.

Sin embargo, he sido y soy un gran consumidor de café. Procedo de una familia santiaguera, donde podía faltar cualquier cosa menos el café. El día que no había café en la mañana, era un día atravesado, donde todos, mi abuela paterna, mi padre y yo, sentíamos el impacto. He tomado todos los cafés que han existido en Cuba, de producción nacional, de exportación, por la cuota, por la izquierda, algunos regalos de amigos que sabiendo lo que para mí significa siempre me garantizaban y todas las mezclas y en todos los porcientos inventados. He tomado café con chícharo, chícharo con café e incluso, en momento de grandes crisis, chícharo tostado y molido solo, variante que no recomiendo a nadie. Todavía hoy, disfruto enormemente de una taza de café, todavía hoy mientras mis amigos toman cervezas, a veces muchas cervezas, yo paso el rato agradable con café. Hoy más que nunca, tan pronto alguien llega a mi casa, después de la bienvenida calurosa, pues valoro y agradezco siempre que me visiten, lo primero que hago es poner o dar la orden para que se ponga a hacer un café.

Mucho ha acompañado e inspirado el café cubano a pintores, músicos, artistas, cubanos en general, creo que la más conocida de todas es el estribillo popularizado por Bola de Nieve y repetido y repetido por todos los cubanos que dice: _“Ay, mamá Inés, ay, mamá Inés, todos los negros tomamos café”. Por supuesto Martí, no pudo dejar de escribir sobre la infusión, dicen que se motivaba muchísimo viendo todo el proceso de recogida, tueste, molida a mano con el pilón cubano y que disfrutaba siempre a cualquier hora, no era gran tomador de alcohol, de un café endulzado con miel, tanto que lo definió con su típica e inigualable forma, como: “El café es un jugo rico, fuego suave, sin llama, sin ardor, que aviva y acelera toda la ágil sangre de mis venas”.

El café siempre ha sido un problema para los cubanos, no ha existido un santo día, donde hayamos podido tomar toda la cantidad de un buen café que hayamos querido. Siempre, desde muy temprano, estuvo regulado y los cubanos orgullosos productores de buen café durante muchos siglos, comenzamos a “disfrutar” de un café malo y para colmo regulado bajo el concepto de lo que nunca sobró. En medio de la ya regulación, fuimos capaces, secundando una decisión de ya sabemos quién, de quitarnos una parte de la producción nuestra para nosotros, para como muestra de solidaridad, enviar a un país de aquellos, que, por aquellos años, llamábamos hermanos.

Desde que se comenzó a exportar como producto revolucionario, los cubanos hemos estado sometidos a penar, entre otros muchos productos, por el café. Durante todos estos años pasados, hemos escuchado que se cumplen los planes de producción, que se logra exportar y se ingresan dólares por ese concepto, escuchamos que los extranjeros visitan Cuba en busca del buen y famoso café cubano, pero, como pasa también con otros tantos productos, los cubanos tomamos en Cuba un café malo, a veces, muy malo. Lo único que conocemos es una mezcla de mal café con chicharos, trigo, etc., que en no pocas ocasiones, además de tupir y reventar las cafeteras, también escaseaba y siempre supo a cualquier cosa menos a lo que debía saber. Una de las cosas más lindas que tiene Miami es la “famosa” coladita de café cubanos que se puede consumir en cualquier esquina de la ciudad.

Como gran consumidor que soy, tengo muchos recuerdos vinculados al café durante toda mi vida. Recuerdos que, a pesar de la mala calidad y la carencia del producto, llegan a ser simbólicos. Recuerdos que, a pesar de todo lo malo, llegan a ser lindos.
Recuerdo que, durante mis escuelas al campo, mientras recogíamos café me robaba diariamente un poco de los granos y los guardaba para entregar a mi familia cuando venían a verme los domingos. Acción “gloriosa” a través de la cual quería que mi familia tomara un poquito de buen o mejor café que el de todos los días. Recuerdo las horas y horas de conversación con Normita donde lo único que teníamos para amenizar era ese mal café, acompañado de malos cigarros y nos parecía la gloria. Poder hablar 10 o 12 horas seguidas, acompañados de tazas de café, era algo como de película. Recuerdo salir de mi casa e ir a la funeraria Mauline a tomar café. Recuerdo cuando nació la hija de mi amigo Marcial, él y yo, para celebrar, caminamos desde el hospital Hijas de Galicia, en Luyanó, hasta mi casa en busca de un café diferente. No celebramos con alcohol, cosa que hubiera sido entendible, escogimos para un día como aquel, una simbólica taza de café.

Recuerdo que en uno de mis viajes a Santiago de Cuba por trabajo, provincia por excelencia gran productora y consumidora de café,  momentos en que aprovechaba para visitar a mi familia, llegué a la casa de una de mis tías abuelas, Fela, y aquella viejita, gran consumidora del “néctar negro de los dioses blancos” me dijo con dolor y pena, _ “sobrino, te voy a colar la borra”, o sea, el polvo que ya se había usado una primera vez, _”porque no hay café”. Crisis total, si no había café en Santiago de Cuba y más, no había café en casa de mi tía Fela, algo grande estaba pasando con el polvo.

Recuerdo en uno de esos viajes profesionales, donde yo, además de profesor, trabajaba como asesor de la empresa que monopolizaba la exportación de café de Cuba, un funcionario muy serio y al parecer bien fundamentado en el tema, aseguró que más del 45% de la cosecha de café se perdía en el camino de la loma al llano y por eso era imposible cumplir con las cuotas y planes. La cifra me alarmó y averigüé. “No podemos asegurar que la cifra sea la exacta”, fue la respuesta que recibí, “pero si sabemos que una gran parte de la producción se desvía al mercado negro”.

El productor, a veces sin zapatos apropiados, sin herramientas para trabajar y por momentos, sin haber cobrado en pesos cubanos la cosecha del año anterior, luego de leer o escuchar que su café se había exportado en dólares, se vengaba. Era cierto, en La Habana tomábamos el café oriental comprado en el mercado negro, que bajaba de las maneras más inimaginables desde las montañas. Recuerdo un gran escándalo donde de la Sierra Maestra bajaron un día una caja de muerto en hombros, para enterrar el cadáver en la ciudad. La caja no llevaba un cuerpo inerte, el operativo policial descubrió que venía llena de granos de café. Nada nuevo, en un pueblecito de Cuba que conozco bien, las vacas muertas que ingresaban en el mercado negro eran trasladadas dentro de la ambulancia del policlínico del pueblo. ¿No lo creen? Vayan y averigüen. Nunca duden de la creatividad del cubano. Cajas de muertos y ambulancias nos han ayudado a sobrevivir.

Recuerdo y me río de que, en las dos ocasiones que he viajado a Cuba hemos, aprovechando que viajamos tres personas, comprado 15 paquetes de café, para llevar cinco en cada uno de nuestros equipajes. Me río recordando las caras de los cajeros del super cuando han tenido que pasar 15 paquetes del mismo producto, cosa que aquí, deben suponer es poco frecuente. Orgullosamente puedo decir que al llegar a Cuba siempre pido que me cuelen un cafecito de los que allí tienen y toman, por pura solidaridad y locura y puedo decir, menos orgullosamente, que después de esa colada me niego a volver a tomarlo. Todo el que pasa por Villoldo 112 a vernos, se toma su cafecito de “afuera”, lo que el cubano de a pie valora tanto como a los dólares.

Hace unos pocos días, El Terrible me contó:

“Busca Mesa Redonda de ayer y de hoy donde hablan de la producción de café, coco y cacao en Cuba para que te rías un rato.
Alta demanda del Habano Cubano en el mundo, pero la producción es menor por año. Cuando no llueve, pues llueve mucho, pero no hay manera de que se recuperen los volúmenes de producción. Exportamos uno de los mejores cafés del mundo, (el Arábico), e importamos toneladas para el consumo interno. ¿Cuándo los cubanos fumaran Habano y tomaran buen café? Los vietnamitas producen el 20 % del café a nivel mundial, ahora de regreso en Cuba no para aprender si no para enseñarnos sobre cómo lograron en pocos años semejantes resultados. ¿Por qué en Cuba el socialismo, forma de organización y de "producción superior" no ha funcionado?, ¿Qué pasó que aquí no funciona esa manera de hacer las cosas?, ¿Por qué otros países avanzan con resultados tangibles a nivel mundial?, ¿Si pasaron 60 años y no hemos podido arrancar cuántos años necesitamos para salir del atraso y la mala administración? El gobierno se acomodó a echarle la culpa al bloqueo por comodidad y conveniencia de mantener su estatus”.

Muchos podrían pensar que todo es un invento de mi colaborador, pero recuerdo y les aseguro que hace exactamente 48 horas hablé con Cuba y mi familia allí, vale aclarar que nunca pide nada, que no esperan vivir exclusivamente de las ayudas que enviamos, que siempre declara que están bien y que ven las Mesas Redondas para mantenerse “informados” de las cosas que en Cuba ocurren o se planifican, me confiesan que no hay café ni en los centros espirituales, ni en el histórico y estable mercado negro. Lo que me hace pensar que, aunque son nobles y buenos en el espacio informativo de la televisión cubana, están algo desinformados y entonces para que no me engañen y no ser injusto en mis análisis, me encaminé a seguir la recomendación de El Terrible, o sea, “divertirme” un poco mirando la Mesa Redonda.

Entonces vi la Mesa Redonda y no sólo me divertí, sino que me divertí muchísimo. El espacio “informativo” de la TV cubana, tiene siempre un esquema muy fácil, independientemente del tema que se esté tratando.

El moderador Randy, que sólo le falta un sombrero negro alto para ser un perfecto presentador de circo, pregunta:

_ ¿Especialista X, de qué color es el caballo blanco de Maceo?
El especialista que más que eso es un burócrata o “cuadro” de dirección, que en realidad sabe poco de lo que le manda a hablar y no quiere mirar a la cámara, me imagino que, por pena, responde siempre:

_ Bueno Randy, como dices, ratificando las palabras de nuestro Comandante en Jefe, que desarrolló este tema con gran virtud, el caballo de Maceo fue blanco. También como lo aclaró nuestro máximo líder, el blanco era blanco coco.

Entonces Randy, satisfecho, sonriendo, concluye:

_ Claro, no sólo las palabras de nuestro Comandante, sino el mismo Apóstol José Martí, en esa forma inigualable que tenía para definir los asuntos patrios, dejó claro que el caballo de Maceo fue blanco y no sólo, sino que era blanco coco.

Así se desarrollan los temas, ahora el café, ayer las elecciones, antes de ayer la constitución, los apagones, etc. Es una forma fácil, porque frente a cualquier problema, siempre hay soluciones a mano, los huracanes, la indisciplina laboral o social de una parte de los cubanos y por supuesto, el bloqueoooooooooooo.

Ahora el café. Vuelvo a repetir que, según información que tengo de hace 48 horas de fuentes fidedignas, en este justo momento existe un desabastecimiento de este producto en todas las vías de su comercialización. Demora en la entrega de las cuotas en las bodegas, casi desaparición total en las cadenas de tiendas en divisas e increíblemente gran dificultad para conseguirlo en el mercado negro. Frente a esto, cada especialista que participa, que sabe que no va a ser cuestionado por lo que diga, por lo que puede decir lo que le venga en ganas o lo que está pactado de ante mano, comienza por dictar un enorme rosario descriptivo de la cantidad de empresas, CPA, CAC, PUD, BHD, cooperativas, centros de acopios, laboratorios, direcciones municipales, provinciales, unidades empresariales de base, directores, subdirectores, especialistas, etc., cosa que no resuelve nada, pero ayuda a que el tiempo de la programación pase. Hay poco serio que decir, porque la realidad es aplastante, no hay café, entonces el tiempo se consume con descripciones absurdas que el pueblo interesado en informarse no le interesa, no entiende, no puede grabar y además jamás aclara el pollo del arroz con pollo del problema. La idea es primero que todo consumir el tiempo, con aparente importante información que no sirve para nada.

Luego vienen los números y ahí es donde se complica la cosa, para aquellos que quieran pensar, pues todos sabemos que, para ellos, son exactamente eso números, que podrían ser colores o flores. De ellos, en esta ocasión, el más impactante para mí, capaz de provocar un desmayo, es que, en boca de uno de los especialistas aparentemente serio, se está trabajando en un plan para el 2030. ¿Será esto posible? Pues sí, el Especialista X, un tipo que parece jamás haber entrado en un campo de café, dejó claro que se estaba trabajando fuertemente, con todos los elementos de la cadena haciendo un gran esfuerzo, todos los planes hechos sobre la consideración de todos los factores, para el año 2030.

Esto me parece, no sólo poco serio, sino loco. ¿Cómo es posible que los directivos de ese gobierno, que están asistiendo a un programa que pretende informar al pueblo sobre el desabastecimiento de un producto tan importante como el café, que el pueblo cubano está sufriendo su ausencia, tratando de pedir comprensión, tiempo y dar alguna esperanza, sean capaces de decir tal cosa, teniendo en cuenta que estamos sólo al comenzar el 2020? Los planes que se está haciendo son para el 2030000000000000.

Luego las producciones. Resulta ser que, según ellos mismo, por lo que la información no me la suministró la CIA, ni los enemigos del gobierno, en la década del 60, Cuba producía 60 000 toneladas de café y hoy en el 2019 se está tratando de llegar a las 9 000 toneladas, o sea, brutalmente casi 7 veces menos. Han pasado 60 años de producción planificada, de ciencia incorporada a la agricultura, de colaboraciones internacionales y en el 2019 sólo se logra producir, si es que la cifra es real, pues podría incluso ser menor, la honorable séptima parte de lo que se producía a principio de la revolución.

Claro es entendible, se desprende, aunque ellos tratan de soslayarlo, en la década del 60, el gobierno heredó todo lo que venía funcionando de los años 50. Campos bien cuidados, campesinos independientes motivados, precio bien pagado, personas menos graduadas en universidades, pero absolutos conocedores del arte del tratamiento del cafeto, que, sin tantos laboratorios, ni científicos, sin tantos masters, sin tanta inversión y colaboración extranjera, mantenían la tradición de varios siglos de producción cafetalera, quizás la tradición de sus padres, abuelos, tatarabuelos, etc. El café, además de producto comercial, era el orgullo del cubano.

Según el Especialista Y, repito no lo dijo la CIA, fue Fidel quien “incentivó”, todos sabemos que se encaprichó e impuso, la siembra del café Arábico, de más precio en el mercado internacional, pero más complicado para lograrlo, en detrimento del acostumbrado café Robusto, que tanto se sembraba en Cuba. Claro el primero iría dirigido al mercado exterior y el segundo, sabemos a dónde iría a parar.

Las producciones comenzaron a decaer paulatina y sistemáticamente, empezaron las regulaciones para el consumo nacional, donde cada día se dio menos café y de más mala calidad bajo la falsa explicación socialista de que era para garantizar que a cada cubano le llegara la misma cantidad en el mismo momento. Luego las producciones de Arábico también sufrieron, no llegaron a estabilizarse y Cuba desde hace muchísimos años no puede tan siquiera cumplir con sus compromisos internacionales que ya tiene firmado, por lo que resulta imposible entonces abrir nuevos mercados, así que aquello de exportar mucho café y por esa vía ingresar muchos dólares a la economía del país, fue otro de los más sonados fracasos hasta hoy. La demanda existe, los clientes con dinero para comprar van todos los días a Cuba, los interesados en negocios cafetaleros llenan los hoteles en espera de sus turnos para reunirse con los ejecutivos y directivos de las empresas productoras y exportadoras cubanas, el mundo grita por el café cubano, pero, Cuba, en realidad no tiene café y por lo que vemos demorará mucho en tenerlo.

Recuerdo que en aquellos años que dije, trabajé como asesor de una empresa exportadora de café, nos dimos a la tarea de crear toda una campaña de marketing internacional para la exportación del producto cubano, como materia prima, o sea, al Cuba no poder competir con el café envasado, tiene que exportarlo a granel, o sea verde, para que otros países lo tuesten, lo envasen y los venda en sus mercados, por lo que el precio es siempre menor. Aquello significó muchas horas de trabajo de buró, muchas reuniones y discusiones con un equipo extremadamente incapaz. Muchos especialistas viajando por las ferias comerciales del mundo para conocer tendencias, marcas, empaques, etc. Discusiones y más discusiones y cuando logramos terminar la parte comercial y de marketing con pronósticos de ventas, recomendaciones para diseños de empaques donde apareciera algo de nuestra imagen, logotipos, etc., apareció el encargado de las mezclas y conocedor exacto de las producciones y declaró que no había café ni para empezar. La idea revolucionaria para salvar todo aquel trabajo fue pedirle al cliente francés que montara todo aquello para su mercado, sin haberle pagado, o sea, enviado el café que se le debía del contrato anterior y sin tener café para enviarle para un nuevo contrato. Obvio el querido cliente francés, respondió en español, nooooooooooooooo. Fin del cuento.

Es claro, Fidel tenía razón, no lo descubrió él, el café ha sido y es un producto muy demandando, se pagan muy buenos precios por una buena calidad. Existen países como Italia y Francia, el más importante mercado Japón, que pagan muy bien la tonelada del producto, pero para eso, querido Fidel, lo primero que hay que tener es café, mucho café. La idea y los números en papeles son lindos, as estrategias de marketing son fantásticas, los proyectos en el aire mejor, lo de aparecerse en un programa de TV y hablar de planes y proyectos, incluso lo de planificar para el 2030 es entendible en la Cuba de hoy, pero la realidad ha sido y es totalmente otra.

Según la International Coffee Organization, los mayores productores de café del mundo son Brasil, seguido por Viet Nam y Colombia y sorprendentemente aparecen dentro de los primeros productores mundiales varios países africanos y de Centroamérica, países pobres, sin tantos universitarios, sin tantos laboratorios, sin tantos científicos, sin tanta teoría del proletariado. El café cubano, introducido en la parte oriental de la isla por los franceses en el siglo XVIII, que luego se extendió a muchos otros territorios del país y que durante siglos fue una de las primeras fuentes de ganancias para la economía, primero colonial y luego republicana, orgullo de los cubanos, hoy prácticamente no existe. Se está tratando, una vez más dentro de estos últimos 60 años, de recuperar una producción, que jamás aspira a llegar a las cifras históricas. Se vuelve a tratar, se aspira a llegar, se está planificando, se está desarrollando, años tras años, décadas tras décadas, viejos y nuevos directivos, viejos y nuevos científicos y al final, nada, sólo se ha logrado menos café.

Es precisamente ahí donde aparece el gran conflicto y tomemos de ejemplo, no al monstruo de la economía suramericana Brasil, sino a Viet Nam, segundo productor de café del mundo, productor el sólo de la quinta parte del café que se vende y consume en el planeta. Además, Viet Nam nos viene mejor porque su estructura política administrativa es muy parecida a la cubana, al menos en su planteamiento socialista general.

¿Cómo es posible que Viet Nam, después de pasar cinco guerras, de donde la última, donde participó activamente Estados Unidos, que probó todas las armas químicas que tenía inventada, más las que sometía a pruebas, de donde la mitad de la población fue afectada, de donde más de la mitad de la tierra existente fue no sólo afectada, sino arrasada, para el presente y el futuro por muchos años, de donde la economía después de varios años de guerra quedó totalmente destruida, de donde la agricultura, principal fuente de riquezas del pueblo vietnamita quedó imposibilitada de crecer por muchos años, de donde los vietnamitas suelen generalmente ser un pueblo de baja estatura y poco peso corporal, que si los comparamos nada más conmigo yo puedo representar, como mínimo, a dos de ellos y si traigo a mi hijo Jonathan y mi yerno Yordan, podemos sumar casi lo mismo que un pueblo entero, hoy, entre otros renglones económicos de alta producción, productividad y calidad, Viet Nam puede producir la quinta parte del café que se produce en el planeta Tierra?, ¿Serán especiales, estarán ayudados por fuerzas de trabajo extraterrestres, el socialismo y el partido comunista vietnamitas estarán compuestos por super héroes?  

Pues sí, los vietnamitas, sin tanto bombo y platillo como nos damos los cubanos, han demostrado ser especiales y más, demuestran sin quererlo, el fracaso del proyecto cubano. Ahora no sólo porque son los segundos productores de café en el mundo y su producción inunda los mercados ingleses, franceses y alemanes, sino porque les sobra tiempo, recursos y deseos para, nada más y nada menos, que enseñar a Cuba a cultivar café. Son especiales porque los franceses lo introdujeron en suelo vietnamita en el siglo XIX, o sea, mucho después de que lo llevaron a Cuba, pero no fue hasta la 1950 que los vietnamitas tomaron conciencia del producto, en el mismo momento en que Cuba producía muchas decenas de miles de toneladas anualmente y para colmo, luego de la destrucción total por la guerra, cosa que Cuba no conoce, se han colado, por orden y estrategia de un partido comunista parecido al que dirige Cuba, en uno de los principales productores del mundo.

El café, por aquello de que “todos los negros tomamos café” es un producto especial para el cubano y a la misma vez, como se puede ver, un ejemplo más del fracaso del proyecto de gobierno, que cogió una producción en más de 60 000 toneladas y luego de 6 décadas de trabajo, está luchando “fuertemente” por producir 9 000 toneladas. Las plantas han sufrido, las semillas buenas han escaseado, las plantas producen menos frutos, los bichos y plagas atacan como las naves en Star Wars, el campesino, explotado antes del 59 para el cual se hizo una revolución socialista, ahora está desestimulado, sin herramientas, sin ropas para trabajar, sin tierras para sembrar, tierras que según los propios especialistas frente a las cámaras de TV, han sido abandonadas para irse a la ciudad a dedicarse a otras actividades económicas más productoras de dinero, porque los precios a los que se les ha pagado su café durante todos estos años, lejos de incrementarse han ido disminuyendo, trabajadores a los que se les debe incluso su dinero en moneda nacional, luego de haber exportado en dólares su café. Fracaso porque se impuso e implementó la producción de un café desconocido sólo para la exportación, sólo para extranjeros, que nunca llegó a desarrollarse, en detrimento del café que los cubanos conocíamos y producíamos para nosotros mismos. Fracaso porque los “cuadros de dirección” jamás entran a un campo de café y pocos a lo mejor saben de su cultivo y sólo se reúne para diseñar estrategias frente a proyectores de imágenes y resúmenes en papel. Fracaso, no porque lo diga yo, no porque lo diga la CIA, ni la gusanera de Miami, sencillamente fracaso porque en la realidad, a pesar de todos los inconvenientes que la dirección cubana maneja como exclusivos para Cuba, ejemplo, la sequía o la mucha lluvia, el bloqueo que fabrica y envía los bichos especialmente para las montañas cubanas, la realidad ha sido y es una, irrefutable, inocultable, injustificable, no hay café.  

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