domingo, 8 de diciembre de 2019

El Terrible habla sobre los Repatriados.

Bueno, mi gran colaborador El Terrible, me comenta. Sus ideas, además de estar en la misma cuerda que las mías, por suerte, son para mí de un valor extraordinario, porque me sirven de termómetro, me sirven de referencia, además de que en muchas ocasiones me ilustran.

El recién tema de los repatriados, o sea, aquellos, que, según la definición más elemental, son personas que recuperan su patria, porque en algún momento la abandonaron o se la quitaron, es un asunto muy sensible, sobre todo para los que están en la isla.

Los cubanos de allí, y esta es una aclaración penosa pero necesaria, o sea, eso de allí, de aquí, de afuera y de adentro, etc., ven regresar a esas personas, los repatriados, unos, ya sabemos, obligados por haber cometido delitos graves en Estados Unidos y están viviendo lo de la llamada inserción en una sociedad en crisis, que más que evidente hoy, no puede resolver los problemas acumulados a los que están allí adentro, pero además ven regresar a los voluntarios, a los que declarando que no les interesa vivir en Cuba y mantienen su vida y estatus en los países donde radican, sólo pretenden aprovechar la coyuntura del actual momento coyuntural, reinscribirse y consumir lo poco que para el pueblo cubano en Cuba existe. La competencia, alentada por el gobierno actual, apelando al amor familiar, es de león a mono, que además de amarrado está endrogado.

Difícil de entender, porque ya dije, frente a la abundancia, frente a que sobra para regalar, pues que vayan los repatriados, los obligados y los voluntarios, pero, frente a la enorme escasez, frente a la imposibilidad de suministrar lo mínimo necesario, frente a la larga lista de necesidades y por qué no, las aspiraciones y esperanzas acumuladas, los repatriados, jamás podrían pasarle por arriba a los que allí están. Si ese gobierno ha estado durante seis décadas diciendo que defiende a los que se quedaron, a los que resistieron, a los que todavía están allí, debía darse, como dicen los reguetoneros, un “respetón” y no volver a cambiar dólares por dignidad.

El Terrible me sirve, porque es la opinión de alguien que está allí, que recoge en su andar la opinión y el sentir de los otros que están allí, sin que medie una cámara de televisión en una entrevista. El Terrible me sirve porque me transmite un sentimiento, que conozco es sincero, ayudándome con esto a entender lo que en realidad no vivo. El Terrible, al que reconozco como verdadero pueblo, no me habla desde una determinada posición ideológica, no forma parte del gobierno y menos está pagado por la CIA, ni por la “gusanera de Miami” como todavía, increíblemente, a muchos gusta llamar a parte de los que aquí viven. El Terrible, a diferencia del zar que le dio nombre, es pueblo de a pie.

Seamos sinceros, los cubanos, quizás no todos, nunca para nada es todo, pero si una gran mayoría, hemos explotado hasta la saciedad a la sociedad y autoridades norteamericana. Hemos, una vez más, actuado como el azadón o guataca, o sea, sólo para nosotros y entonces eso no sólo nos trae problemas en Cuba, sino que nos ha complicado la vida dentro de los propios Estados Unidos. Eso de que siempre fuimos bien vistos y recibidos, ha ido cambiando y la culpa, no toda quizás, pero si gran parte, es toda nuestra.
Durante muchos años tuvimos una condición especial con relación a las leyes norteamericanas. Condición que durante no pocos años fue seria y valorada, luego, con el paso de los años, esto cambió y la convertimos en uno de nuestros mejores negocios. Queremos vivir aquí y a la par disfrutar allí. Queremos beneficiarnos de las leyes norteamericanas, pero a la misma vez, seguir jugando con las cubanas, tratando de coger de ellas las mejores partes. Criticamos a Estados Unidos, pero no queremos regresar definitivamente a Cuba. Criticamos al gobierno de Cuba, pero nos vamos a pasear, rumbear, disfrutar de lo que allí existe. Terminamos viviendo aquí y allí sobre la mentira.

Cuando se conoce a emigrantes de otros países que viven aquí, se puede aprender sobre el trabajo que pasan muchos de ellos. Cruzan ilegales, demoran muchos años en obtener determinada legalidad o viven toda la vida escondidos por no poder obtener sus papeles. Muchos crean familias y entonces tienen hijos norteamericanos, pero siguen escondidos por miedo a que los descubran y puedan ser separados de sus familias por la deportación.

Trabajan sin papeles, por lo que los salarios y los beneficios son siempre menores a los que se puede aspirar cuando se está legal. Manejan sin licencia, no pueden entrar a un banco, por lo que todas sus gestiones son en efectivo y con ello jamás podrán aspirar a construir el famoso historial de crédito, tan importante para cualquier cosa en Estados Unidos.

Luchan y desde aquí ayudan a mantienen a sus familias que dejaron en sus países de origen, lo de la ayuda y las remesas no es, ni un descubrimiento cubano, ni una excepción nuestra. Ayudan y mantienen, pero muchos no pueden regresar a sus casas, ni tan siquiera de visita, por miedo a luego no poder volver a entrar. Se arriesgan constantemente a cruzar entre las dos fronteras entre coyotes humanos, desiertos, persecuciones policiales, hambre, sed y muerte. Se arriesgan a trabajar, pendientes de la noticia de que Inmigración viene a buscarlos para deportarlos. Andan escondidos y siempre corriendo, aunque se les vea cantando un corrido o tomando unas cervezas.

Luego, no sólo la hemos cagado, por decirlo de una forma muy cubana, sino que, además, criticamos, no entendemos y nos quejamos, muchas veces apelando a una sola idea que nos da ilusiones de que merecemos un trato especial y diferenciado, somos cubanos.

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Diciembre 6, 2019

De madre lo de los repatriados cubanos, pero es la realidad y hay que aceptarlo. 

Es verdad que los cubanos estamos confundidos pensando que somos mejores que el resto y en eso colaboró el proyecto desde sus comienzos porque nuestro líder histórico y creador decía, "el hombre nuevo solo necesita ideas para vivir", entonces como gran manipulador de masas se empeñó en subir la autoestima de los cubanos repitiéndonos sin parar que somos mejores, capaces de entregarlo todo a cambio de nada y que las ideas nos hacían superiores. 

Al final terminó confundiendo a mucha gente que acaban frustrados al darse cuenta de que todo fue un engaño y que los cubanos somos igual que cualquier otro pueblo y muy inferior a otros que sí demuestran al mundo sus capacidades. Nos falta mucho para ser únicos y nos deberíamos sentir como hormigas si nos comparamos con gente de otras culturas y con historia muy diferentes. 

Así vemos lo que pasa con los que son repatriados, son bienvenidos, reivindicados por el pueblo y por el gobierno, todo por cogerles algunos dólares que pueden traer. Las medidas van de un extremo a otro sin sentido, ni lógica. Los que bajo esa condición viven aquí, son reyes admirados y protegidos por todos, disfrutando de lo poco que por aquí queda. 

Yo recuerdo cuando todos, hasta los militantes del PCC, andaban con los dólares americanos en los bolsillos para poder comprar y el gobierno se olvidó de los que cumplían sanciones en las cárceles por esa razón, argumentando que era una medida de contingencia diseñada por nuestro gran líder. 

Entonces, ¿este es un país de locos o es un país de H.P. a los que no les interesa más que seguir su ritmo y están dispuestos a engañar y manipular a todos, todo el tiempo? La historia nos castigará y se las cobrará a las futuras generaciones de cubanos.

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