Bueno, sólo una pregunta para la primera versión de la
repatriación, o sea, aquella obligada. ¿Qué va a hacer el gobierno cubano con
los repatriados obligados? Es fácil suponer que los que tengan familias o
amigos puedan regresar a sus lugares, pero hay muchos que no tienen nada en
Cuba, que salieron hace muchos años e incluso tienen en Estados Unidos a sus
esposas, hijos y padres. Si a los que están allí, que nunca se han ido a ningún
lugar, hoy es difícil garantizarles las vidas, o sea, casa, comida, trabajo,
etc., no imagino lo que pasará con los que llegan después de haber vivido varios
años en Estados Unidos, incluso en las cárceles norteamericanas. Sería fácil
llevarlos para el Combinado del Este, pero no los pueden poner presos de nuevo
por delitos que no han cometido en la isla. Gran problema tiene el gobierno,
con esa llamada “inserción” en la sociedad cubana de asesinos, traficantes de
drogas, estafadores antiguos de las calles en la YUMA. ¿Estos disgustados antes
allí, por eso vinieron; luego disgustados ahora aquí, por eso delinquieron y
ahora disgustados nuevamente allí, por haber regresado, se insertarán?, ¿Aceptarán
vivir en un albergue de por vida por no tener familia?, ¿Estarán felices con
trabajar honestamente y ganar 15 dólares al mes? Difícil de suponer.
Ahora pensemos en los que se han repatriado o
pretenden repatriarse voluntariamente. Para mí es toda una locura, pero incluso
como demencia puede tener y tiene, al menos, determinadas explicaciones.
Esa medida, la de la repatriación, ahora existe porque
el gobierno nos conoce bien, sabe que esto le va a funcionar, sabe que muchos
cubanos hemos descubierto siempre escapar y estar lejos de la candela, sabe que
existen miles de personas que apoyaran y se beneficiaran de esa “mágica”
solución. Los números ahora no son importantes, da igual que sean muchos miles
o un solo cubano, el objetivo de ambas partes está claro. No sé cómo ocurre,
pero ocurre. No sé cómo es que nos préstamos para el negocio, pero nos préstamos.
No sé cómo se nos olvidó, pero se nos olvidó. Los hechos demuestran que tenemos
poca memoria y lo que, a veces, llamamos reconciliación, perdón, etc., no es más
que un descarado oportunismo, tanto del gobierno, como del común ciudadano.
El gobierno cubano con un fácil cambio de legislación,
adornado del interés ahora amoroso por la familia cubana, pero en realidad
avalado secretamente por la necesidad de dólares norteamericanos, acepta y
estimula que, aquellas personas que no hayan cometido en el pasado delitos
contra el gobierno revolucionario y no sean actuales enemigos políticos, cosa hasta
cierto punto entendible porque son los mismos los que siguen en el poder y no
reclamen las propiedades que les fueron expropiadas, cosa entendible porque los
mismos en el poder no están dispuestos a devolver lo que hoy ocupan, o sea, sus
casas, sus palacetes, sus playas y cayos privados, las fábricas, etc., quieran
regresar a Cuba, puedan hacerlo.
La estrategia, aunque no pública, pues el gobierno
cubano no se siente obligado a reconocer nada, está declarando en silencio,
solapadamente, que los cubanos fuimos expatriados. Y es real, aunque el
gobierno no lo reconozca públicamente y a muchos de los cubanos oportunamente no
les interese recordar, cuando salías de Cuba de forma definitiva, no sólo te
quitaban todas tus propiedades materiales y te echaban arriba una gran carga emocional
que a muchos ha marcado para la vida, sino que te retiraban tu identidad, medida
por la cual dejabas prácticamente de ser cubano, dejabas de existir, dejabas de
tener un lugar para regresar, morir o ser enterrado y la categoría de cubano, sólo
te servía para demostrar un lugar o país de origen.
Te quitaban tu identidad oficial, te daban un pasaporte
con una salida definitiva y luego caías en la disyuntiva de tener que pedir
permiso para poder regresar de visita, luego de que los viajes de “turismo familiar”
se volvieron a restaurar a partir de 1979. Durante muchos años los cubanos fuimos
gusanos, vende patria, traidores, contrarrevolucionarios. Durante muchos años
todavía hasta hoy, no podemos disponer de Cuba como nuestra, y sin embargo hoy,
todo bien calculado, el gobierno posibilita repatriarse y lo mejor, muchos se
han repatriado.
Con la aceptación de lo que ellos llaman repatriación,
si nos apegamos a la definición del diccionario, término que para mí está mal
utilizado, no sólo están reconociendo que a muchos le quitaron la patria, sino que,
sin pedir perdón por lo hecho, sin reconocer lo que hicieron, se lavan las manos
y ahora dicen, _ bueno, lo que pasó, pasó y ahora pueden regresar, calladitos,
tranquilos tal como si no hubiera pasado nada. El gobierno confía porque,
repito, nos conoce, sabe que la nueva disposición encontrará aceptación. El
gobierno necesita dólares norteamericanos, hace un llamado amoroso a la
familia, da el derecho, todavía condicionado, a la repatriación e
inmediatamente consigue que, cubanos que realmente no están de acuerdo con el
gobierno cubano, ni les importa apoyarlo, se sumen y participen.
¿Qué derecho tiene el que se repatría?
- Todo el repatriado tiene los mismos derechos que la Constitución de la República reconoce para los cubanos. (leer Constitución)
- Derechos Civiles reconocidos en el Código Civil, como sobre la propiedad, hereditarios, propietarios, de compra venta de inmuebles, autos, etc.
- Laborales, sólo pueden solicitar licencias como cuentapropistas en negocios no estatales o incorporarse a otras actividades productivas.
- Derechos migratorios como los de otros cubanos, o sea, viajar y regresar antes de 24 meses como residentes permanentes.
Traduzcamos toda esta parafernalia teórica en la
realidad práctica, resulta más fácil hablarnos en cubano. Es más que evidente que el gobierno, como dije,
necesita dólares norteamericanos, las últimas medidas tomadas así lo aseguran,
por lo que estimula como una de ellas, ahora la llamada repatriación y, sin más,
se vuelve a hacer el loco.
Pensemos. Un repatriado puede comprar casas, carros y
establecer negocios de los llamados por cuenta propia, o sea, restaurantes,
cafeterías, pequeños hoteles, etc., cosas que muchos, la mayoría de los cubanos
que viven y trabajan allí, que luchan todos los días para sobrevivir y de paso
ayudan a sobrevivir al gobierno, no pueden ni tan siquiera pensar en hacer. Linda
idea, pero, ¿se verifica el dinero, se establecen controles bancarios, el repatriado
tiene que presentar documentos oficiales de la procedencia del capital? Pues
no, sólo se aclara que el repatriado puede invertir y es ahí donde está la
trampa del gobierno tramposo. Toda inversión en Cuba es cash, o sea, en dinero
efectivo por la mano. Toda inversión en Cuba tiene inevitable vínculo con el mercado
negro. El gobierno estimula la repatriación, incluso la posible inversión, a
sabiendas, porque si lo sé yo, lo tienen que saber ellos, que los que están
invirtiendo en Cuba, poniendo el dinero a funcionar, no son los viejitos jubilados
que después de 40 años de trabajo aquí, buscan mantener una vejez en paz. Eso
no lo cree nadie.
De más está decir, lo que es obvio, muchas de estas
acciones de inversión en Cuba, pueden salir del más que sancionado, lavado de
dinero. No sé cómo una persona que aquí no ha logrado sobrevivir, puede llevar
dinero en efectivo a Cuba para inaugurar un restaurante o hacer de una casa un
hotel privado. No sé cómo una persona que vive de ayuda del gobierno norteamericano
puede comprar, a los precios de la Cuba actual, una casa en Santa María, Boca
Ciega o Guanabo, para no hablar de Varadero.
Viví años en República Dominicana, conozco lo que
significa el lavado de dinero y el poder de la droga y un gobierno aparentemente
ciego, que se hace el tonto y que al final vive de esas acciones. En cada
esquina de ese país, al menos en la ciudad de Santo Domingo, existe un vendedor
de autos, o sea, empresas cuyo objeto social es vender automóviles, incluidos Ferraris,
Lamborghinis, Porches, Hummers, etc., literalmente en cada esquina y que no le
venden un auto a nadie, muchas veces se los venden entre ellos mismos y es sólo
un movimiento de papeles. Conozco que, en cada cuadra de esa ciudad, a veces
varios en la misma cuadra, se construyen modernos edificios, a los que los
dominicanos llaman torres, que luego de inaugurarse se mantienen vacíos, no se
le renta o vende un apartamento a nadie y el gobierno dominicano aparentemente
ciego, se hace el tonto y al final vive de esa acción. Existen una explosión de
restaurantes, muchos de mucho lujo, donde sólo comen los capos reconocidos de
la droga, porque las personas con dinero hoy temen sentarse en ellos y el gobierno
aparentemente ciego, se hace el tonto y al final vive de esa acción. República
Dominicana, lamentablemente, ha parado en eso y el gobierno de Cuba, por qué
no. ¿Se estarán haciendo los ciegos, los tontos para pretender vivir? Tendríamos
una vez más que revisar el caso Ochoa y los hermanos Tony y Patricio.
Queda aclarado que los repatriados pueden trabajar en
el mercado llamado de cuenta propistas, pero, ¿un médico podría volver a
trabajar en un hospital, un historiador podría volver al museo donde trabajó
hasta que salió del país, se le permite a un maestro de primaria o secundaria volver
a enseñar?, ¿La repatriación es total, ciento por ciento, con todos los
derechos de un ciudadano común? Creo que no. Sólo se habla de comprar casas,
hacer restaurantes, pero, ¿y el investigador, el ingeniero, el periodista, o
sencillamente el laboratorista, el actor, el piloto o sobre cargo de aviones,
el capitán de barco, el tornero, el carpintero, etc., podrán regresar del todo?
Ahora pensemos en los que repatrian y en cuáles pueden
ser sus motivaciones o explicaciones, incluso reales, más allá del negocio
fácil.
- Existen cubanos aquí que no se adaptan y sufren. Aquí hay que hablar inglés, por lo menos cuatro o cinco palabras. Hace frío en muchas ciudades. Los plátanos y la carne de puerco “no saben como los plátanos y puercos cubanos”. Cambiamos al presidente cada 4 años. Los norteamericanos son “unos pesados, mal educados y racistas, que no quieren a los emigrantes”. El rock, el góspel, el hip hop y el country son músicas de mierda, en comparación con los boleros, la salsa y el punto guajiro cubanos. No se adaptan porque, nadie celebra el 10 de octubre como fecha patria y a los americanos no les interesa comer congrí y yuca con mojo. Al final prefieren comer de la bodeguita que administraba Armando y algo que se resuelva en el mercado negro, lo necesario es tener algunos dolaritos guardados para sobrevivir.
- Muchos cubanos se sienten frustrados porque el logro del “sueño americano” se les ha complicado en el tiempo y aquello que les dijeron sus padrinos de religión o les salió en las cartas se demora mucho, o sea, aquella única idea de vida de tener el automóvil del año, el último celular atómico, el televisor más grande del mercado, ese que no cabe en una habitación normal, la casa con parrillada y piscina en el patio y paralelamente el tener que vivir en un cuarto en el patio, anexo a una casa de familia, es demasiado peso para los hombros. Claro, en Cuba, viviendo en la casa de papi o abuelo y montando el viejo Chevrolet que tenían en la casa, se estaba mejor, se cogía menos lucha.
- Para otros el tema trabajo se convierte en un problema, porque nunca pensaron que sería así. Nunca se vieron trabajando 10, 12 horas diarias, a veces, por un salario que para vivir solo no alcanza. Nunca pensaron en las palabras producción y productividad y pensaron que todo era tan fácil como llegar y cagarse en la madre del dueño o jefe. “Aquí hay que trabajar mucho”, es la primera idea que se escucha en muchas personas, después obviamente que se comen la primera hamburguesa. Se les olvido, no pensaron o desconocían, que no importa que seas médico, abogado, mecánico, chofer, constructor, maestro, etc., la palabra en Estados Unidos es producir. No importa el calor o el frío, la sequía o la lluvia, los tornados, huracanes, temblores, incendios, etc., la palabra es producir. Los norteamericanos, cosa que nos cuesta trabajo entender incluso, desde muy jóvenes, tiene una idea principal que luego condiciona toda su vida, es trabajar. Las personas no estudian para trabajar y las personas estudian para trabajar. Entonces es mejor regresar “si al final pintando uñas en la sala de la casa de mami yo vivía mejor”, “revendiendo el ron de tío yo tenía mi dinerito” o sencillamente “con lo que me mandaban “de afuera” vivía allí como un rey”.
- “Esto es abusivo, hay que pagar los hospitales y las medicinas son carísimas”, son los lamentos de muchos, acompañados de ideas como, “imagínate, la muchachita nieta de Lola, que se graduó de médico, me atendía en mi casa, me traía los medicamentos gratis de su hospital y si yo lo necesitaba, ella misma me sacaba el turno y me llevaba con un médico que era su amigo”. Extrañamos, por extrañar, el sistema de salud cubano, que tantas veces criticamos por su falta de gestión. Llegamos a valorar a la nieta de Lola, nuestra vecina, que haciendo derroche de humanidad, nos “resolvía” los medicamentos por la izquierda.
- Y para colmo están los que han convertido lo de repatriación en una acción oportunista, porque, en definitiva, “si el gobierno es oportunista, por qué no lo voy a ser yo” y pretenden, contradictoriamente para mi modo de ver, regresar para no regresar. Se acogen a la definición de repatriación, pero no quieren en realidad que les devuelvan una patria. Se adaptan a la medida, sólo para seguir viviendo en el lado frío de la tortilla. Y con esos son los que no me identifico. Creo en el que extraña los plátanos, el que prefiere pintar uñas, e incluso el que piensa en poner un timbiriche para vender café y batidos, porque al final esos, malo o bueno, se van a vivir a Cuba, pero a los que se repatrían colaborando con el gobierno para seguir viviendo y trabajando en Estados Unidos no los entiendo, no puedo estar de acuerdo con ellos, porque el hecho de que un gobierno sea un descarado, no me obliga a mí a vivir en el descaro.
Esos repatriados de nuevo tipo, no quieren quedarse a
vivir en Cuba, no regresan a su país de origen para disfrutarlo, no añoran lo
de la llevada y traída patria, sólo pretenden seguir viviendo bien. Pobre Martí
y su dolor por el regreso a su patria. Pobre incluso Fidel el que se fue a
México, se compró un yate y engatuso a unos amigos para regresar y además de
liberar a Cuba de Batista, quedarse a vivir en ella eternamente, incluso ahora
dentro de una piedra.
Viven en Estados Unidos, disfrutan de las ventajas de
ser ciudadanos o residentes legales, que, sí existen, no se dejen engañar. Están
aquí labrando su camino y trabajando para su vejez, pero se van a Cuba a operarse
y atenderse de gratis, por no pagar aquí lo que tienen que pagar. Comen bien, montan
en confortables automóviles, viajan a otros países tranquilamente por poseer un
pasaporte o residencia norteamericanos, son libres para ser republicanos o demócratas,
e incluso poder criticar a su alrededor lo que les dé la gana, asisten a las
fiestas de los domingos en las casas de amigos, se dan sus bañitos en las
piscinas de sus casas o la de los cercanos, toman buenas cervecitas, incluso las
importadas, de forma sistemática. Sus hijos y nietos estudian en buenas
escuelas, peor, viven de la ayuda que, en muchos casos sin haber hecho mucho,
reciben del gobierno norteamericano, cogen todo los beneficios de estar aquí, incluyendo
todo lo gratis que se consigue, pero se van a Cuba a verse en un hospital de
gratis, cogen la ración mensual de la bodega, que no consumen, pero dejan a su
familia o revenden, visitan los hoteles, playas, paladares, que antes no podían
visitar, alquilan carros, pagan putas y sobre todo viven de paseo con mucho
menos de la mitad de lo que aquí les costaría vivir.
Aquí critican al socialismo o al menos la parte de él
que los dañó, siguen suspirando cuando van a un super mercado o tienda por
departamento, entonces viajan a Cuba y allí critican al capitalismo que los
explota. Van a “disfrutar” a su Cuba, por lo que no se meten en nada, son
incapaces de criticar nada y siguen hablando en voz baja, pero no se quieren
quedar allí definitivamente. ¿Quién los entiende?
Ahora, cómo entender que el gobierno con tal de
obtener dólares, envolviendo su actuar en miel, conoce y estimula que los
repatriados que no viven en Cuba, obtengan la poca, mala, limitada, pero única cuota
de la bodega o peor, se atienda de gratis en los limitados, ineficientes,
inoperantes y destruíos hospitales cubanos, donde hoy, una aspirina es un
tremendo logro. Creo que cada acción tomada es peor que la anterior, que sólo
demuestra la desesperación, el miedo o terror, el estarse agarrando de un clavo
no caliente, sino calientísimo.
¿Qué es lo que pasa en realidad? Bueno, es algo que
todo el mundo sabe y que no nos queda más remedio que entender y que el gobierno
maneja a su conveniencia haciéndose el ciego. Los repatriados voluntarios que
no viven, ni pretenden vivir en Cuba, disfrutan de los mismos derechos de todos
los cubanos, pero cuando uno de ellos llega a un hospital, como siempre viene
con un regalo en moneda, cash o en especie, le pasa por arriba a los cubanos
que no se han ido nunca. Los médicos cubanos necesitados, porque todos sabemos
que no viven exactamente de su salario, se van consiguiendo sus pacientes
repatriados, esos que van a Cuba exclusivamente a atenderse en hospitales y priorizan,
nadie tiene que decírmelo porque lo conozco bien, a esos personajes por encima
de los que no pueden regalar nada. La defensa es permitida.
El gobierno tiene que saber, porque lo sabe todo hasta
el color de las medias que se calzan, que si existen millones de aspirinas,
nada tiene que ver que se le entreguen de gratis a un repatriado que no viven
en Cuba. No pasaría nada. Pero cuando sólo existe una aspirina, la única
aspirina, a quién se le debe dar, a mi madre que trabaja en Cuba y para Cuba
desde que tiene 17 años y aún a sus 76 sigue trabajando, pero que no puede ir
al médico con un regalo de dólares o en dólares o a un repatriado que no viven
en Cuba, que era de los llamados gusanos, que nunca estudió, ni trabajó allí y
que se fue porque se ganó el bombo hace 25 años, por lo que disfrutó del imperio
durante todos estos malos años de la realidad cubana y hoy se ha acogido a esa
categoría, no porque ame a Cuba y su gobierno, no porque se ha declarado confundido
antes y hoy es defensor de la idea socialista, sino para no pagar aquí donde
vive y seguir viviendo de la variante “gratuidad”.
Mi madre, obviamente, ni por mucha ayuda que tenga en
Cuba, puede competir con un repatriado voluntario que vive, trabaja y disfruta
diariamente de los Estados Unidos. Mi madre tiene que seguir visitando a pie
los hospitales por no poder rentar un auto de lujo, tiene que seguir haciendo
la cola o sacando su turno que muchas veces demora meses, tiene que esperar pacientemente
porque le pasen por delante a todos los amigos y ahora a todos los repatriados
y tiene que rezar para que las pocas aspirinas que existen lleguen a ella. Y
eso, cómo no lo va a saber el gobierno, si lo sé yo. La misión del gobierno no
es hacerse el ciego a conveniencia y dejar que el tiempo o Dios arregle el
problema, la función del gobierno es saber y sobre todo y por encima de todo,
ser justo, al menos con aquella que le dedicaron apasionadamente su vida.
No es nada nuevo, y aunque parezca mentira, podemos
los cubanos estar, no de acuerdo, pero si acostumbrados. Estuvimos muchos años
sin poder entrar en “nuestros” hoteles. Vivimos muchos años, sin poder entrar
en “nuestras” tiendas. Nos acostumbramos a ver a los gusanos regresar como mariposas
con dólares y restregarnos que estaban bien, que no habían muerto, que ahora
disfrutaban de los privilegios que el pueblo trabajador no podía ni soñar con
disfrutar. Vivimos viendo a los hijos de los dirigentes ostentar, poseer,
disfrutar, alardear, de las cosas que los hijos de los trabajadores no sólo no
tenían, sino que muchas veces ni conocían de su existencia. Nos adaptamos e
incluso muchos justificamos, que pararan la cola de un restaurante o cafetería
para meternos por delante a una guagua llena de turistas, quienes quizás
apenados, sonreían cuando nos pasaban por el lado y nos contemplaban, quizás asombrados,
mientras alguien les servía un mojito, un bistec o una copa de helado. Ahora,
una vez más en silencio, soportamos que cada repatriado que no vive en Cuba se
lleve un paquetico de café, si ya sé mal café, pero el único café y que tenga
derecho a el mismo pan, si ya sé un mal pan, pero para muchos el único pan y
para colmo, no haga filas, no saque turnos, lo pasen por arriba, reciba la
sonrisa agradable del médico que está obstinado y que para colmo de males, se
lleve la única aspirina que quedaba.
Es complicado, les dejo algunas preguntas para terminar,
porque no quisiera agregar una tercera y larga parte.
¿Cómo entender, cómo compartir o al menos congeniar
con este tipo de actuaciones?, ¿Será que para ser bueno como cubano, tenemos
que aceptar y verlo todo bien?, ¿Será que sólo somos un puñado de personas, los
que vemos que esto es un descaro?, ¿Será bueno que nos devuelvan una patria a
cambio de tener que aceptar las maniobras incoherentes de su gobierno?, ¿Obtener
una patria es sólo tener derecho a comprar en una bodega, comprar un carro o
una casa y poder poner un negocio de venta de churros?, ¿Sería entendible que,
ahora, una vez más, los que están afuera, los que se fueron por no estar de
acuerdo, por no querer pasar trabajo, por no comulgar con el comunismo, ahora
tengan más beneficios reales que los que han dedicado su vida al gobierno?, ¿Cómo
puede competir, en la realidad cubana no en la teoría, un cubano de a pie, un
trabajador común, con un repatriado que vive y trabaja todos los días en Estados
Unidos, frente a la puerta de un hospital o una tienda en divisas?, ¿No tocaría
un poquito más de pan o un poquito más de café, si el gobierno deja de, cada
vez que se le ocurre o conviene, repartir la miseria?, ¿Hasta cuándo?
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