viernes, 6 de diciembre de 2019

Repatriados. ¿Verdad o Mentira?, ¿Necesidad o Negocio? (Parte I)

Si algo bueno tenemos los cubanos, es que nos hemos inventado una imagen, una realidad que no existe, que no es verdad y que pienso, sólo responde a la realidad de “amarnos” y “alimentarnos” a nosotros mismos. Si algo nos gusta y complace es decirnos que somos buenos, que somos especiales y llegar a considerarnos por encima y mejores que muchos, casi todos, los otros habitantes del planeta. Hablamos de los cubanos, o sea, de nosotros, y tal parece que estamos hablando de una creación divina, especial, espacial, única y eterna.

Algunos, desde posiciones realmente ingenuas y amorosas, otros, desde la más descarada demagogia, a veces sin el menos pudor, hablamos de nosotros mismos, los cubanos, como una categoría inigualable, nunca antes vista, imposible de repetirse en el futuro. Tanto pensamiento chovinista a nuestro alrededor, tanto protagonismo real y falso, que cada uno de nosotros se ve mejor, más capaz, y por qué no, más bello, que todo y todos los que nos rodean.

Si hablamos de bailar, nadie baila como los cubanos. Si hablamos de comida, ningún alimento es más rico que el cubano. Si hablamos de amistad, no existe esa categoría si no está estudiada y analizada a través de lo que para el cubano significa. La mejor playa, el mejor restaurante, el mejor ron, el mejor tabaco, las mejores mujeres, el mejor sistema de salud, la mejor educación, todo es cubano. Somos los mejores amantes, no se conoce el sexo y el amor, si no se ha estado con un nacido en la isla caribeña. Somos los más políticos, los más economistas, los más sociables, los más interesados en todas las causas nobles y como si fuera poco, somos de todos los humanos, los que más amamos el pedazo de tierra donde nacimos. No existe nadie como yo, no podría existir, porque soy cubano, tal como dice el chiste lindo, los cubanos somos el pueblo escogido por nosotros mismos.

Todo esto es mentira, es sólo una formulación inventada y alimentada por cada uno de nosotros a través de nuestra historia. He pensado y no encuentro un solo momento, ni incluso un singular hecho, donde todos estuviéramos de acuerdo. Actuamos, incluso bajo aparente concordancia, moviéndonos por una serie de motivaciones, primero que todo de índole personal, queriendo en no pocos casos, que sean consideradas como eje impulsor, como línea de proyección, como objetivos, del resto. Somos dados a imponer, por la simple razón de ser cubanos.

Si hay alguien que ha sido criticado, con razón, dentro de nuestra última historia es Fidel Castro y, si somos sinceros y nos miramos hacia adentro, aunque sea a escondidas, todos tenemos un poquito de Fidelito dentro de nosotros. No creo que, por seguirlo ciegamente en la mayoría de los casos, sino porque Fidelito fue cubano, resumió en él a todos nuestros antepasados, españoles, africanos, chinos, etc., y luego explotó, con gran conocimiento de causa y maestría, toda esa mezcla, dejándonos marcados para toda la vida.  Lo más especial que tenemos los cubanos de hoy, es que nos consideramos especiales.

Máximo Gómez, el General más grande de nuestras guerras libertadoras, que dedicó su vida a tratar de independizarnos, nunca nos entendió del todo y eso que no llegó a nuestros días, de haberlo logrado, hubiera pedido su renuncia voluntariamente y como buen dominicano se hubiera dedicado a cantar bachata o merengue. El Generalísimo, entre guerras, se dedicaba modestamente a cultivar la tierra, repartir con su tropa los regalos que recibía y escogía humildemente dormir en el piso, frente a un Maceo, el otro General importante pero cubano, que paseaba como emigrante en los salones y ciudades del mundo, vistiendo sus grados y uniformes, quien cargaba con personas encargadas de lavarle sus ropas y lustrar sus botas y que, en su tiempo libre, gustaba de que alguien le leyera sobre las epopeyas humanas de la antigüedad y frente al Viejo, escogía dormir en una hamaca. Gómez no podía entendernos del todo, no era cubano.

Una de las historias que ahora nos acompaña a los cubanos, al menos los que vivimos en Estados Unidos, es la idea de los repatriados y frente a ello, cada uno de nosotros tiene una interpretación diferente. Veamos entonces primero que dicen los diccionarios sobre tal definición, es bueno tener claro de lo que vamos a hablar y para eso, desde chico, aprendí que no hay nada mejor que un diccionario.

Repatriado. (a):
“Persona que es devuelta a su patria”.
“Persona que es devuelta a su patria por las autoridades del mismo país o de otro”.
Repatriación:
“Es el proceso y el resultado de repatriar. Este verbo hace referencia a lograr que alguien o algo regrese a su patria”

La definición, que significa una acción, proviene del latín y se compone del prefijo “re” que es equivalente a ir hacia atrás y el sustantivo patria, que significa, tierra paterna, donde se nace o vive legalmente. La idea puede ser aplicada a cualquier cosa, humanos vivos que fueron expulsados o se fueron voluntariamente o humanos muertos, o sea cadáveres, más a los animales y cosas como obras de arte, propiedades sustraídas, etc., e incluso en la actualidad se reconoce, habla y defiende, la repatriación de capitales.

Por tanto, por mucho que nos llame la atención, entendamos a no, no estamos hablando de algo nuevo, ni desconocido. Esto de repatriar y de repatriados ocurre desde muchisísimos años antes incluso de que se inventara la definición teórica.

Para los cubanos que vivimos en Estados Unidos, ahora mismo estamos presenciando lo de repatriados en dos direcciones o dos causas diferentes. La primera, a la cual sólo mencionaré aquí por su claridad inobjetable, es la acción del gobierno norteamericano, previo acuerdo con el gobierno cubano, de enviar o devolver a Cuba, o sea, repatriar, a ciudadanos cubanos que, viviendo aquí ilegal o legalmente, han cometido y han sido sancionados por delitos graves, crímenes, tráfico de droga, estafa a intereses privados y públicos, etc., por los cuales están cumpliendo muchos años de cárcel. La segunda, a la que llamaré aquí repatriados voluntarios, sobre la que quiero escribir, es aquella donde ciudadanos cubanos, residentes o ciudadanos en Estados Unidos, voluntariamente y repito voluntariamente, se disponen a regresar a Cuba, para vivir permanentemente, cosa entendible e incluso a no vivir, cosa poco entendible, sino sólo para disfrutar de las ventajas que el gobierno cubano, hoy especialmente diseña para ellos.

En esta historia, creada para los cubanos, por intereses, sobre todo políticos explícitos, desde las dos costas, la norteamericana y la cubana, el gobierno de Cuba, modifica, con relativa facilidad, sus leyes y decretos anteriores referidos a la inmigración y en el 2012 estableció un nuevo procedimiento para la repatriación, apelando, una vez más, a la teóricamente noble, pero en la realidad descarada idea de interés por la unidad de la familia cubana. Ese amor, emanado del propio gobierno, a mi entender, nunca ha existido. Conveniencia si, amor no.

Todos sabemos lo que han significado estos últimos años con relación a la emigración cubana. Desde el propio 1959 comenzó un éxodo que aún no ha parado, por el contrario, creo que cada día que pasa, hay más cubanos que salen de la isla y hay otra buena cantidad que está detenida, aunque con ganas y necesidades de salir, a la que las muchas leyes de los otros países, principalmente Estados Unidos, tienen pausada, pero no dormida. Esa motivación está siempre en alerta para, en la primera oportunidad, escapar.

Es cierto y vale la pena decir que, de todas estas personas que viven fuera de Cuba, que sumamos millones, una parte fue expulsada o al menos presionada a emigrar, pero una gran parte, creo yo que la mayor parte durante todos estos años, ha emigrado voluntariamente. Motivados por miles de causas, quizás cada cubano tenga una causa propia y diferente que puede ir desde la huida hasta el amor, desde el, para mí, mal llamado “robo de cerebro”, porque más de las tres cuartas partes de los que vivimos fuera hoy no tenemos cerebros para que nos lo roben, hasta la más inofensiva inocencia y el más increíble desconocimiento.

Todos sabemos lo que cada una de esas salidas significó, sin mencionar los actos de violencia, muchos de gran violencia, cometidos de forma alentada, organizada y permitida, contra algunos desde el propio 59, para los otros, siempre hubo acciones ofensivas, lascivas, agresivas sin agresión aparente, desmoralizante, etc., porque la idea de emigrar fue llevada y resuelta en el plano personal, cubano contra cubano.

Estas acciones han significado, por ejemplo, pública y humillantemente, someter a un inventario, donde registraban y quitaban, no lo que la revolución había dado gratuitamente, cosa que hubiera sido hasta cierto punto entendible como respuesta revolucionaria, sino todas las posesiones, aquellas que fueron construidas con el trabajo o heredadas de los papás y abuelos, hasta las más íntimas, todo lo que se tenía dentro de la casa una vez que se presentaba la salida, lo que iba desde platos, cucharas y vasos, los toma corriente e interruptores de las paredes y pomos de las puertas, más todos los muebles de todos tipos, los nuevos y los viejos, los de verdad hasta la más mala silla plástica, más todos los equipos electrodomésticos y juguetes de los niños, más los porta retratos, más obviamente la casa con tanques y motores de agua incluidos y el automóvil que podías tener. Sólo escapaba de ese salvaje inventario, las flores que están en las matas del jardín, porque si las flores estaban en plantas que estaban en macetas, pues también eran inventariadas.

Inventarios que, no pocos alimentaron las casas de los cubanos “autorizados” a inventariar, sirvieron como estrategias de aquellos vecinos, que, en nombre de la misma revolución, se burlaron, odiaron, envidiaron, se vengaron. Te vas, claro, pero te lo vamos a quitar todo. Te vamos a humillar hasta el último día entrando a tu casa triunfantes, amenazándote de que, si falta una cuchara o un tornillo, no te podrías ir. Te vas, pero llevarás contigo, con tus padres y peor, con tus niños, el dolor de irte con la cabeza baja, porque los que quedamos te la vamos a aplicar hasta que el avión despegue sus ruedas, para que no se te olvide. ¿Nos has hecho algo?, ¿Has puesto bombas, has matado a alguien, has robado lo que el pueblo tenía? No, pero disfrutamos con la llamada y justificada respuesta popular y la venganza orientada por aquellos que nos dirigen.

Nos duele lo que hemos o han pasado algunos de los nuestros, claro está, pero más nos tendría que doler que el gobierno cubano siempre nos ha adelantado y conocido. Siempre ha jugado con todos nosotros, incluso con los que se consideran más inteligentes y cabrones. Nos tiene que doler que para cada paso que damos o pensamos dar, el gobierno esté preparado y tenga unos contrapasos que nos hacen retroceder. Nos tendría que doler todas las maniobras prediseñadas, preparadas y por supuesto ejecutadas sin oposición y sin censura, para salirse con sus objetivos. No busquemos más causas, ya nada más por ese dolor, ese gobierno debería dejar de existir.

No funcionan muchas cosas en Cuba hoy, incluso aquellas conquistas o logros que el gobierno exhibe son inmensamente cuestionables, pero si algo hay que reconocerle a los que dirigen públicamente o por detrás ese país, es qué saben cada paso que los cubanos vamos a dar y, sobre todo, exactamente cómo los cubanos vamos a reaccionar. Han sido y son genios, para la maldad, pero genios. Manejan, descaradamente, pero manejan a los llamados cubanos de aquí y a los llamados cubanos de allá, muchas veces a su antojo y no pocas veces salen triunfantes, para ellos, pero triunfantes. 

Todas y cada una de las acciones para perpetuarse en el poder están milimétricamente estudiadas y ejecutadas a la perfección, cada cara tonta que sale sonriendo frente a las cámaras de televisión tiene detrás un equipo sólidamente preparado y entrenado. Cada cubano está vendido, y quizás, como pasaba al Generalísimo Gómez, cada cubano, además de su propia e individual lucha, lleva por dentro algo difícil de comprender por él mismo.

Estas cosas pueden quedar demostradas precisamente a partir de la repatriación de los cubanos. Sobre la primera forma, nada que decir. Cubanos que cometieron delitos graves en Estados Unidos, por acuerdo firmados entre ambos países, son y serán devueltos a Cuba. Lo que Cuba haga con ellos, es un problema de los cubanos, Aquí, ni el gobierno, ni el pueblo norteamericano los quiere, porque al final el pueblo tiene que pagar para mantenerlos y ya bastante tenemos con los que nos tocan. ¿Son compatriotas, son coterráneos, son cubanos? Si, pero, son delincuentes, nada justifica el crimen o el tráfico de drogas.

Ahora, lo poco entendible, por lo menos para mí, es la segunda forma, creo que, a largo plazo la más importante, que es precisamente la repatriación voluntaria de miles de cubanos. Repatriación extraña, porque la mayor parte de los acogidos, o sea, los repatriados no se quedan a vivir en Cuba, por lo que, una vez más, el gobierno cubano se burla de las definiciones académicas y nos dice a todos, no importa lo que digan, yo los conozco a todos ustedes y sé cómo van a actuar, conozco que siempre quieren estar en el lado frío de la tortilla.

Esto, ahora se los cuento.






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