Si algo
bueno tenemos los cubanos, es que nos hemos inventado una imagen, una realidad
que no existe, que no es verdad y que pienso, sólo responde a la realidad de
“amarnos” y “alimentarnos” a nosotros mismos. Si algo nos gusta y complace es
decirnos que somos buenos, que somos especiales y llegar a considerarnos por
encima y mejores que muchos, casi todos, los otros habitantes del planeta.
Hablamos de los cubanos, o sea, de nosotros, y tal parece que estamos hablando
de una creación divina, especial, espacial, única y eterna.
Algunos,
desde posiciones realmente ingenuas y amorosas, otros, desde la más descarada
demagogia, a veces sin el menos pudor, hablamos de nosotros mismos, los
cubanos, como una categoría inigualable, nunca antes vista, imposible de
repetirse en el futuro. Tanto pensamiento chovinista a nuestro alrededor, tanto
protagonismo real y falso, que cada uno de nosotros se ve mejor, más capaz, y
por qué no, más bello, que todo y todos los que nos rodean.
Si
hablamos de bailar, nadie baila como los cubanos. Si hablamos de comida, ningún
alimento es más rico que el cubano. Si hablamos de amistad, no existe esa
categoría si no está estudiada y analizada a través de lo que para el cubano
significa. La mejor playa, el mejor restaurante, el mejor ron, el mejor tabaco,
las mejores mujeres, el mejor sistema de salud, la mejor educación, todo es
cubano. Somos los mejores amantes, no se conoce el sexo y el amor, si no se ha
estado con un nacido en la isla caribeña. Somos los más políticos, los más
economistas, los más sociables, los más interesados en todas las causas nobles
y como si fuera poco, somos de todos los humanos, los que más amamos el pedazo
de tierra donde nacimos. No existe nadie como yo, no podría existir, porque soy
cubano, tal como dice el chiste lindo, los cubanos somos el pueblo escogido por
nosotros mismos.
Todo esto es mentira, es sólo una formulación inventada y alimentada por cada uno de nosotros a través de nuestra historia. He pensado y no encuentro un solo momento, ni incluso un singular hecho, donde todos estuviéramos de acuerdo. Actuamos, incluso bajo aparente concordancia, moviéndonos por una serie de motivaciones, primero que todo de índole personal, queriendo en no pocos casos, que sean consideradas como eje impulsor, como línea de proyección, como objetivos, del resto. Somos dados a imponer, por la simple razón de ser cubanos.
Si
hay alguien que ha sido criticado, con razón, dentro de nuestra última historia
es Fidel Castro y, si somos sinceros y nos miramos hacia adentro, aunque sea a
escondidas, todos tenemos un poquito de Fidelito dentro de nosotros. No creo que,
por seguirlo ciegamente en la mayoría de los casos, sino porque Fidelito fue
cubano, resumió en él a todos nuestros antepasados, españoles, africanos,
chinos, etc., y luego explotó, con gran conocimiento de causa y maestría, toda
esa mezcla, dejándonos marcados para toda la vida. Lo más especial
que tenemos los cubanos de hoy, es que nos consideramos especiales.
Máximo
Gómez, el General más grande de nuestras guerras libertadoras, que dedicó su
vida a tratar de independizarnos, nunca nos entendió del todo y eso que no
llegó a nuestros días, de haberlo logrado, hubiera pedido su renuncia
voluntariamente y como buen dominicano se hubiera dedicado a cantar bachata o
merengue. El Generalísimo, entre guerras, se dedicaba modestamente a cultivar
la tierra, repartir con su tropa los regalos que recibía y escogía humildemente
dormir en el piso, frente a un Maceo, el otro General importante pero cubano,
que paseaba como emigrante en los salones y ciudades del mundo, vistiendo sus
grados y uniformes, quien cargaba con personas encargadas de lavarle sus ropas y
lustrar sus botas y que, en su tiempo libre, gustaba de que alguien le leyera sobre
las epopeyas humanas de la antigüedad y frente al Viejo, escogía dormir en una
hamaca. Gómez no podía entendernos del todo, no era cubano.
Una
de las historias que ahora nos acompaña a los cubanos, al menos los que vivimos
en Estados Unidos, es la idea de los repatriados y
frente a ello, cada uno de nosotros tiene una interpretación diferente. Veamos
entonces primero que dicen los diccionarios sobre tal definición, es bueno
tener claro de lo que vamos a hablar y para eso, desde chico, aprendí que no
hay nada mejor que un diccionario.
Repatriado.
(a):
“Persona
que es devuelta a su patria”.
“Persona
que es devuelta a su patria por las autoridades del mismo país o de otro”.
Repatriación:
“Es el proceso y el resultado
de repatriar. Este verbo hace referencia a lograr que alguien o algo
regrese a su patria”
La definición, que significa
una acción, proviene del latín y se compone del prefijo “re” que es equivalente
a ir hacia atrás y el sustantivo patria, que significa, tierra paterna, donde
se nace o vive legalmente. La idea puede ser aplicada a cualquier cosa, humanos
vivos que fueron expulsados o se fueron voluntariamente o humanos muertos, o
sea cadáveres, más a los animales y cosas como obras de arte, propiedades
sustraídas, etc., e incluso en la actualidad se reconoce, habla y defiende, la
repatriación de capitales.
Por tanto, por mucho que nos
llame la atención, entendamos a no, no estamos hablando de algo nuevo, ni
desconocido. Esto de repatriar y de repatriados ocurre desde muchisísimos años
antes incluso de que se inventara la definición teórica.
Para los cubanos que vivimos
en Estados Unidos, ahora mismo estamos presenciando lo de repatriados en dos
direcciones o dos causas diferentes. La primera, a la cual sólo mencionaré aquí
por su claridad inobjetable, es la acción del gobierno norteamericano, previo
acuerdo con el gobierno cubano, de enviar o devolver a Cuba, o sea, repatriar,
a ciudadanos cubanos que, viviendo aquí ilegal o legalmente, han cometido y han
sido sancionados por delitos graves, crímenes, tráfico de droga, estafa a
intereses privados y públicos, etc., por los cuales están cumpliendo muchos
años de cárcel. La segunda, a la que llamaré aquí repatriados voluntarios,
sobre la que quiero escribir, es aquella donde ciudadanos cubanos, residentes o
ciudadanos en Estados Unidos, voluntariamente y repito voluntariamente, se
disponen a regresar a Cuba, para vivir permanentemente, cosa entendible e
incluso a no vivir, cosa poco entendible, sino sólo para disfrutar de las
ventajas que el gobierno cubano, hoy especialmente diseña para ellos.
En esta historia, creada para
los cubanos, por intereses, sobre todo políticos explícitos, desde las dos
costas, la norteamericana y la cubana, el gobierno de Cuba, modifica, con relativa
facilidad, sus leyes y decretos anteriores referidos a la inmigración y en
el 2012 estableció un nuevo procedimiento para la repatriación, apelando, una
vez más, a la teóricamente noble, pero en la realidad descarada idea de interés
por la unidad de la familia cubana. Ese amor, emanado del propio gobierno, a mi
entender, nunca ha existido. Conveniencia si, amor no.
Todos sabemos lo que han
significado estos últimos años con relación a la emigración cubana. Desde el
propio 1959 comenzó un éxodo que aún no ha parado, por el contrario, creo que
cada día que pasa, hay más cubanos que salen de la isla y hay otra buena cantidad
que está detenida, aunque con ganas y necesidades de salir, a la que las muchas
leyes de los otros países, principalmente Estados Unidos, tienen pausada, pero
no dormida. Esa motivación está siempre en alerta para, en la primera
oportunidad, escapar.
Es cierto y vale la pena
decir que, de todas estas personas que viven fuera de Cuba, que sumamos
millones, una parte fue expulsada o al menos presionada a emigrar, pero una
gran parte, creo yo que la mayor parte durante todos estos años, ha emigrado
voluntariamente. Motivados por miles de causas, quizás cada cubano tenga una
causa propia y diferente que puede ir desde la huida hasta el amor, desde el,
para mí, mal llamado “robo de cerebro”, porque más de las tres cuartas partes
de los que vivimos fuera hoy no tenemos cerebros para que nos lo roben, hasta
la más inofensiva inocencia y el más increíble desconocimiento.
Todos sabemos lo que cada una
de esas salidas significó, sin mencionar los actos de violencia, muchos de gran
violencia, cometidos de forma alentada, organizada y permitida, contra algunos
desde el propio 59, para los otros, siempre hubo acciones ofensivas, lascivas,
agresivas sin agresión aparente, desmoralizante, etc., porque la idea de
emigrar fue llevada y resuelta en el plano personal, cubano contra cubano.
Estas acciones han
significado, por ejemplo, pública y humillantemente, someter a un inventario,
donde registraban y quitaban, no lo que la revolución había dado gratuitamente,
cosa que hubiera sido hasta cierto punto entendible como respuesta
revolucionaria, sino todas las posesiones, aquellas que fueron construidas con
el trabajo o heredadas de los papás y abuelos, hasta las más íntimas, todo lo
que se tenía dentro de la casa una vez que se presentaba la salida, lo que iba
desde platos, cucharas y vasos, los toma corriente e interruptores de las
paredes y pomos de las puertas, más todos los muebles de todos tipos, los
nuevos y los viejos, los de verdad hasta la más mala silla plástica, más todos
los equipos electrodomésticos y juguetes de los niños, más los porta retratos,
más obviamente la casa con tanques y motores de agua incluidos y el automóvil
que podías tener. Sólo escapaba de ese salvaje inventario, las flores que están
en las matas del jardín, porque si las flores estaban en plantas que estaban en
macetas, pues también eran inventariadas.
Inventarios que, no pocos
alimentaron las casas de los cubanos “autorizados” a inventariar, sirvieron
como estrategias de aquellos vecinos, que, en nombre de la misma revolución, se
burlaron, odiaron, envidiaron, se vengaron. Te vas, claro, pero te lo vamos a
quitar todo. Te vamos a humillar hasta el último día entrando a tu casa
triunfantes, amenazándote de que, si falta una cuchara o un tornillo, no te
podrías ir. Te vas, pero llevarás contigo, con tus padres y peor, con tus
niños, el dolor de irte con la cabeza baja, porque los que quedamos te la vamos
a aplicar hasta que el avión despegue sus ruedas, para que no se te olvide.
¿Nos has hecho algo?, ¿Has puesto bombas, has matado a alguien, has robado lo
que el pueblo tenía? No, pero disfrutamos con la llamada y justificada
respuesta popular y la venganza orientada por aquellos que nos dirigen.
Nos duele lo que hemos o han
pasado algunos de los nuestros, claro está, pero más nos tendría que doler que
el gobierno cubano siempre nos ha adelantado y conocido. Siempre ha jugado con
todos nosotros, incluso con los que se consideran más inteligentes y cabrones.
Nos tiene que doler que para cada paso que damos o pensamos dar, el gobierno
esté preparado y tenga unos contrapasos que nos hacen retroceder. Nos tendría
que doler todas las maniobras prediseñadas, preparadas y por supuesto
ejecutadas sin oposición y sin censura, para salirse con sus objetivos. No
busquemos más causas, ya nada más por ese dolor, ese gobierno debería dejar de
existir.
No funcionan muchas cosas en
Cuba hoy, incluso aquellas conquistas o logros que el gobierno exhibe son
inmensamente cuestionables, pero si algo hay que reconocerle a los que dirigen
públicamente o por detrás ese país, es qué saben cada paso que los cubanos
vamos a dar y, sobre todo, exactamente cómo los cubanos vamos a reaccionar. Han
sido y son genios, para la maldad, pero genios. Manejan, descaradamente, pero
manejan a los llamados cubanos de aquí y a los llamados cubanos de allá, muchas
veces a su antojo y no pocas veces salen triunfantes, para ellos, pero
triunfantes.
Todas y cada una de las
acciones para perpetuarse en el poder están milimétricamente estudiadas y
ejecutadas a la perfección, cada cara tonta que sale sonriendo frente a las
cámaras de televisión tiene detrás un equipo sólidamente preparado y entrenado.
Cada cubano está vendido, y quizás, como pasaba al Generalísimo Gómez, cada
cubano, además de su propia e individual lucha, lleva por dentro algo difícil
de comprender por él mismo.
Estas cosas pueden quedar
demostradas precisamente a partir de la repatriación de los cubanos. Sobre la
primera forma, nada que decir. Cubanos que cometieron delitos graves en Estados
Unidos, por acuerdo firmados entre ambos países, son y serán devueltos a Cuba.
Lo que Cuba haga con ellos, es un problema de los cubanos, Aquí, ni el
gobierno, ni el pueblo norteamericano los quiere, porque al final el pueblo
tiene que pagar para mantenerlos y ya bastante tenemos con los que nos tocan.
¿Son compatriotas, son coterráneos, son cubanos? Si, pero, son delincuentes,
nada justifica el crimen o el tráfico de drogas.
Ahora, lo poco entendible,
por lo menos para mí, es la segunda forma, creo que, a largo plazo la más
importante, que es precisamente la repatriación voluntaria de miles de cubanos.
Repatriación extraña, porque la mayor parte de los acogidos, o sea, los
repatriados no se quedan a vivir en Cuba, por lo que, una vez más, el gobierno
cubano se burla de las definiciones académicas y nos dice a todos, no importa
lo que digan, yo los conozco a todos ustedes y sé cómo van a actuar, conozco
que siempre quieren estar en el lado frío de la tortilla.
Esto,
ahora se los cuento.
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