La
variante vuelve a ser la misma de estos últimos años, mención
al pasado histórico de Cuba, del cual ellos se nombran además dueños
exclusivos, de donde se toman pedazos a conveniencia y se elevan a categoría de
ley. Utilización desvergonzada de parte de las ideas y actuaciones de las figuras
históricas, tal como si cada cubano fuera familia de Martí o Maceo y peor, como
si lo que estuviera pasando hoy en la isla tuviera que ver con lo que aquellos
hicieron en el siglo XIX.
La primera idea
expresada en este artículo deja claro el por qué se ha tratado de imponer lo
del único partido en el ejercicio del poder, cuando declara, quizás el autor sin
percatarse del todo del peligro de su afirmación, que, de permitir otro
partido, a lo que él llama “dispersión de las fuerzas políticas de
izquierda”, sólo serviría para “pavimentar el camino hacia el
ejercicio del poder político público por parte de coaliciones de derecha”.
Esto resulta una evidente grosería, o sea, yo soy el dueño absoluto del juego,
yo pongo las reglas y además soy el dueño del bate y la pelota y lo que te pido
o te impongo, incluso cuando no estés de acuerdo, es que tú seas feliz.
Demuestra además un
miedo eterno, del que evidentemente también son “continuidad”. No confían en la
fuerza del partido comunista por mucho que la pregonen, por el contrario, temen
cada día que pueda aparecer públicamente ya no otras, sino una sola variante
que lo enfrente y derroque, al menos en el campo de las ideas.
La solución del partido
comunista en el poder es más que todo excluyente, primero porque parte de
desconocer la existencia, como en cualquier otra formación social, de un
pensamiento heterogéneo y segundo, porque no sólo no reconoce públicamente,
sino que subordina a la fuerza a cualquier otra forma de pensamiento,
exactamente igual que en cualquier otro gobierno totalitario, sea de la
tendencia que sea. Parece ser que, para los defensores de esta variante, todo
el mundo tiene que pensar igual sobre todos y cada uno de los aspectos de la
vida, de lo contrario los que piensan diferente, puedan manifestarse o no,
están llamados a vivir como eternos subordinados silenciosos. Los defensores de
esta variante están, no sólo apelado a determinado postulado político
ideológico, lo que sería hasta cierto punto entendible dentro de una sociedad
plural, sino que están desconociendo una de las características más importantes
que nos diferencian de los animales, o sea, la capacidad de pensamiento y
expresión, primero individual y luego como colectivo. Y repito, lo más
increíble de esto, que no por viejo significa que está bien, es que, sabiendo
que estás capacidades están limitadas, se pida a las personas que se muestren
felices.
La definición de
gobierno totalitario no gusta en Cuba. A pesar de las evidencias, ellos quieren
seguir hablando de democracia y proletariado feliz y peor, de un apoyo popular
que creo cada día existe menos de verdad, sin embargo, paralelamente por debajo
del telón, aunque cada día menos por debajo y más a la cara, imponen como única
posible variante, la permanencia del único partido comunista en el poder, variante
que según se reconoce en la constitución recién aprobada en 2019, no será
cambiado.
Creo haber escrito
sobre esto, pero siempre es bueno recordar. ¿Qué es entonces un gobierno
totalitario y la existencia de un partido único, sea cual sea, en una sociedad?
Si la definición más sencilla no se parece a lo que ha ocurrido en Cuba en estas
últimas décadas, el Sol no sale por el oriente y la tierra es plana.
Fácil de encontrar,
no hay que estudiar mucho, según Wikipedia, el totalitarismo, no se habla de socialismo,
ni de comunismo, es “las ideologías, los movimientos y los regímenes
políticos donde
la libertad está seriamente restringida y
el Estado ejerce todo el poder sin divisiones ni restricciones”.
Según la misma
fuente, los regímenes totalitarios se caracterizan por “un partido
político que
pretende ser o se comporta en la práctica como partido único y se funde con las instituciones del
Estado. Por lo general, estos regímenes exaltan
la figura de un personaje que tiene un poder ilimitado que alcanza todos
los ámbitos y se manifiesta a través de la autoridad ejercida jerárquicamente. Impulsan un movimiento de masas en el que se pretende encuadrar a
toda la sociedad (con el propósito de formar una persona nueva en una sociedad perfecta), y hacen uso intenso de la propaganda y de distintos mecanismos de control
social y de represión como la policía
secreta”.
Sin saber leer
mucho, entonces Cuba ha tenido y tiene, sobre todo, un estado totalitario,
sobre el que no hay que discutir mucho. Nada de democracia, incluso, nada de
aquella tan cuestionada dictadura del proletariado. El proletariado y las otras
clases sociales existentes, sólo han sido y son utilizadas como paraban, como
telón, como justificación para que un grupo mínimo y constante, acompañado de otro
grupo cambiante y de figuras de paso que lo apoyan, se aproveche para vivir
bien. Ese proletariado sólo es el destinatario de la gran propaganda, que no
por gusto, es una de las acciones más sólidas y estables en el totalitarismo,
propaganda que lleva a hacer creer y da por cierta una realidad que no existe.
Wikipedia, que no
habla de Cuba, cuando argumenta sobre el totalitarismo, también define:
·
Concentración de
poder en una sola persona o grupo muy reducido, usualmente un partido político
o movimiento, que puede incluso conducir al culto
a la personalidad del líder.
·
Justificación de
la actuación política mediante una doctrina global
que se manifiesta en todas las esferas de la actuación humana: economía, cultura, familia, religión.
·
Empleo sistemático
del terror,
por medio de una policía
secreta para
eliminar a la disidencia u oposición.
·
Uso de los campos
de concentración para aislar a la oposición y enemigos del régimen.
·
El totalitarismo
en cambio busca no solo acallar sino también extirpar las formas de pensamiento
opuestas, mediante el adoctrinamiento y la remodelación de las mentalidades culturales.
Tal como decía
aquel presentador cubano, “saque usted sus propias conclusiones”.
Volvamos entonces
al ridículo artículo de Granma, que no es la opinión de un periodista, sino que
ha sido publicada a su nombre, pero representa el sentir de los que han y
ocupan el poder, tanto del partido comunista, como del estado, que no es más
nada que su subordinado incondicional. Aquí se ratifica lo que todos sabemos,
el partido comunista es “el sistema de Partido único, como guía y
rector de la sociedad y el Estado”. Esto dicho con
palabras lindas puede confundir, en realidad el partido no es guía y rector,
sino que dirige y ordena directamente, todas y cada una de las decisiones.
Primero está el partido comunista, en la misma medida que todos los miembros del
gobierno pertenecen a él y entonces su subordinación es más que evidente. Se tiene
que ser revolucionario y comunista jurado y probado en Cuba y luego se podrá
desempeñar cualquier función.
En la actual propuesta de gobierno,
donde, según el periodista señala que, “En los últimos años, nuestro
modelo social y económico ha venido siendo objeto de una actualización, para
atemperarlo a los requerimientos de la época y del contexto geopolítico”, actualización
cosmética muy ligera, no ha cambiado para nada la estructura del verdadero
poder establecido desde 1959, no por gusto todavía hoy, Raúl Castro que declinó
su actividad como gobierno, sigue ostentando la condición de Primer Secretario
del PCC y mantiene su influencia directa en el aparato militar cubano el cual
dirigió por décadas. Es fácil de llevar a imágenes, el perro es el ejército y
las correas y el bozal son el partido, ambos están en la misma mano de Raúl.
Luego, volviendo
al más inescrupuloso argumento, vuelve el autor interesado en mantener su tesis
a José Martí, señalando que él, por aquellos entonces joven político conocedor
de la realidad cubana de finales del siglo XIX, “pensó en la necesidad
de fundar un Partido, que aglutinara y coordinara los esfuerzos de los
patriotas independentistas y guiara una Revolución que no se limitaría al éxito
militar”. Martí, que debe ser la figura histórica más mencionada
a conveniencia, cuyas ideas han sido cortadas, extraídas, extrapoladas de sus
contextos a puro interés, como en muchas ocasiones anteriores, vuelve a
retomarse en parte, sólo en parte.
Es cierto que Martí fundó el Partido
Revolucionario Cubano en 1892, su partido, su herramienta y su arma para luchar
por organizar la próxima guerra necesaria, sólo para organizar. Era su partido
y el partido de aquellos que se quisieron sumar. Martí nunca excluyó a otros,
nunca dijo que esa era la única posición posible, nunca dijo estás conmigo o
estás contra mí, por el contrario, Martí, a sabiendas de la importancia de su
programa político para la organización de su revolución, en la que sin quitarle
el mando a los militares, se respetaran las ideas de la democracia, que él
mismo vivió en los Estados Unidos durante sus muchos años de exilio, nombra al
PRC como una necesidad para la independencia de Cuba de España, para luego, una
vez terminada la guerra y lograda la soberanía, construir una república “con
todos y para el bien de todos”.
¿Qué hubiera pasado después de la
victoria de los independentistas cubanos con Martí vivo? Nadie lo puede
asegurar, porque el mismo Martí se quedó en la parte linda de la historia, aquella
de para todos, con todos, la alegría, la prosperidad, la democracia, etc. La
idea fantástica de Martí de una república con todos y para el bien de todos,
por lo menos, estoy seguro, hubiera costado mucha sangre, tanta como la que se
derramó en las propias guerras.
El PRC fue la sabía herramienta de Martí
para organizar la revolución desde el punto de vista de las ideas, la ideología,
pero nada tuvo que ver con las operaciones militares de las cuales Martí sabía
muy poco, para no decir nada. Ese no era su papel, entonces no era una
herramienta para ejercer el poder, para administrar, para construir una
soberanía, un senado, un congreso, una constitución, unas leyes y una
organización económica para el funcionamiento futuro. Martí habla de todos,
imagino que conociera lo que eso significaba, imagino que estuviera incluyendo
a aquellos que no lo conocían o no lo soportaban y ese hubiera sido el primer problema.
Martí trató en tiempos de guerra y para la guerra de sumar, de que le
colaboraran, de que lo aceptaran, de lograr adeptos, para un solo fin, lograr
la independencia, todo lo demás que se le quiera adjudicar al Apóstol, es
mentira.
Máximo Gómez, por mucho la figura más
importante y grande de nuestras guerras
de independencia, el “Generalísimo”, “El Viejo”, la figura incluso a la que
Antonio Maceo, que no respetaba mucho, respetó, y que además fuera muy cercano
a Martí, al extremo no sólo de conocer sus ideas, sino de quererlo y respetarlo
como persona, tan pronto se consiguió la independencia y se proclamó la
república, siendo él la figura más señalada por todos para ser el primer
presidente, se quitó inteligentemente el problema de encima, dijo que él era militar,
que era diferente dirigir un ejército que dirigir un país y se acogió a su
condición de dominicano, diciendo que eso, o sea, la república naciente era un
problema de los cubanos.
Una vez más genial Gómez, se quitó de
arriba el gran problema de encausar a todas las fuerzas de la sociedad cubana, a
las que también conocía bien, se quitó de arriba la posible mancha en su
expediente de vida, murió en 1905 como lo que fue, un gran hombre
desinteresado. La idea de con todos y para el bien de todos, linda, estaba
plagada de piedras que diseñaban el camino hacia el infierno. Esa es una
posible verdad. Ni Martí, ni nadie hubiera salido 100% ileso de todo aquello.
Creo firmemente que, entre otras cosas, Martí, su imagen, sus postulados, sus
ideas de libertad, de democracia, de justicia, etc., etc., etc., se salvan con
su propia muerte en mayo de 1895.
Martí es una persona difícil de leer,
incómodo, y de ahí que sea más fácil sacar una frase, una idea, una oración y
utilizarla luego. En ese mismo discurso, de donde sale lo de con todos y para
todos, pronunciado en Tampa, Estados Unidos en noviembre de 1891, cuando
imagino Martí trataba de justificar su proyecto político y sumar seguidores, plantea
que “O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus
hijos, el habito de trabajar con sus manos y pensar por sí mismos, el ejercicio
integro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio integro de
los demás; la pasión, en fin, por el decoro del hombre,-o la república no vale
una lagrima de nuestras mujeres, ni una gota de sangre de nuestros bravos. Para
verdades trabajamos, y no para sueños. Para libertar a los cubanos trabajamos y
no para acorralarlos. ¡Para ajustar en la paz y en la equidad los intereses y
derechos de los habitantes leales de Cuba trabajamos”
Martí habla de los cubanos todos, de
cada uno de los hijos de Cuba y no de una parte de ellos. ¿Esto se les olvidó a
los que utilizan a Martí convenientemente y excluyen? Martí es claro, se
aspiraba a liberar a los cubanos, no a acorralarlos, a repudiarlos, a separarlos. Martí habla de la equidad de intereses y el derecho y reconoce la
importancia de cada cubano, esté donde esté, se dedique a lo que se dedique e
incluso tratando de fundar un partido político, jamás dijo que se estaba en el
partido o se dejaba de ser cubano, se formaba parte de su idea política o se
dejaba de servir a la patria. Martí jamás excluyó, por el contrario, siendo
bien fuerte de carácter, se mostró como la máxima representación de la
democracia y la participación.
De
Martí y la interpretación de su partido, todo ocurrido a finales del XIX en contexto
totalmente diferente al actual, el autor como muchos otros, destacado Fidel, olvidando
la historia, pasa al Moncada, el triunfo de la revolución en 1959 y un país
asediado durante estos 60 años. Fácil, ¿verdad? Y establece la tesis de que el
partido comunista es la única opción porque, “En la actualidad, persiste
la necesidad de esa unidad de acción política, en un escenario complejo donde
no faltan falsos profetas que propugnan un retroceso a modelos de clientelismo
político y cacicazgos locales”.
Este
periodista ve la nación cubana como el programa humorístico San Nicolás del
Peladero y pretende convencer de que los cubanos, excepto los comunistas, sólo
sabemos de clientelismos y cacicazgos y que somos un fracaso por anticipado.
Con excepción de los comunistas, nadie está preparado para ejercer una idea,
para desarrollar un proyecto. Somos tan incapaces muchos, que sólo lo que
lograríamos en 2020 es regresar al 1902. Es tan irrespetuoso que su único
argumento es excluyente, mediante el cual, los cubanos todos, no podemos
aspirar a nada, ni somos capaces de hacer nada por nosotros mismos, sin la
asesoría del “sabio y bueno” partido comunista. No sólo hay una ausencia de argumentos
reales, sino que se es irrespetuoso, pues pretende desconocer los 60 años del
mismo partido en el poder, con casi los mismos pocos protagonistas y los pocos
logros estables y sólidos que hoy exhiben. El autor, sus jefes y asesores, sus seguidores
pretenden, bajo una justificación absurda, prorrogar de por vida una actuación fracasada,
con el miedo de que nada podríamos hacer diferente.
Igual
que a Martí, cuando se quiere aparentar sensibilidad, se utiliza la palabra “pueblo”,
ese pueblo que en Cuba hoy nadie sabe quién es y a qué se refiere. Ese pueblo
que se divide y unas veces es héroe y otra es cobarde, unas veces es
políticamente definido y otras está confundido, lumpen, vago, desorganizado e
irrespetuoso. El mismo pueblo que es gusano y enemigo y que luego es hermano
emigrado. Ese pueblo que está en prisión por delitos absurdos, que está en las
esquinas tomando alcohol sin trabajar, que está tratando de escapar dentro del
turismo o firmas extranjeras, que vive como prostitutas o proxenetas, de ese
pueblo o una parte de él que hoy vive en solares, chozas, sin agua potable, sin
electricidad, mendigando comida, de ese pueblo que hoy es rico, con restaurantes
y hoteles, fincas, carros, casas, provenientes de cualquier parte menos del
salario que se paga por 8 horas de trabajo revolucionario, de ese pueblo que se
mantiene estudiando y trabaja y trabaja por salarios de 20 dólares al mes o se
ha jubilado y depende de … Dios y/o los santos.
El
joven abogado periodista cubano, tal como una ley irrevocable por los siglos de
los siglos, tal como si hablara de la ley de la gravedad o la fuerza centrífuga,
asegura que “el sistema de partido único es el que defiende la idea de
someter la ideología de un sistema político a un solo orden de intereses: los
intereses del pueblo. Y el Partido, como vanguardia organizada de ese pueblo,
no solo debe interpretar y dilucidar esos intereses (…), sino que debe
proyectar estrategias que coadyuven al aparato estatal a tomar decisiones
acordes con esos intereses”. Nada que comentar, sólo que esto es un
descaro mayor. Tendremos que esperar a que el joven se canse, sea atropellado
por el mismo partido que él defiende, que llegue a Estados Unidos o a Europa,
para que entonces nos cuente la verdad de lo que piensa.
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