Durante estos últimos meses,
a razón del Coronavirus, he visto la exacerbación de las críticas al gobierno
de los Estados Unidos y por supuesto a su presidente Donald Trump. Personas,
cubanos, desde los últimos rincones del mundo, incluso desde rincones que no
conocía y que no podía imaginar que existieran coterráneos, se han ensañado con
los números de los muertos aquí, los nombres y apellidos, si alcanzaban o no
los respiradores mecánicos, si el sistema de seguridad social en Estados Unidos
es el peor del mundo, si los médicos y científicos aquí estaban preparados y particularmente
si el presidente estaba matando a las personas, si le importaba más la economía
y el dinero que sus ciudadanos, si había mandado a tres o treinta imbéciles a
tomar cloro para resolver el tema virus, etc., etc., etc.
No contentos, cuando el
gobierno norteamericano aprobó una ayuda directa en dinero para cada ciudadano
y niño, incluyendo a los ilegales que puedan presentar alguna información real
de su existencia, hubo quienes dijeron, primero que era mentira, que no
enviarían nada, luego cuando enviaron el dinero, dijeron que no era tanta la
cantidad y que para poco serviría, luego cuando comprobaron que sirvió y que el
ciudadano que lo recibió, como yo, lo agradecía alegremente, entonces terminaron
diciendo que era una jugada política para garantizar votos, pues además Trump,
violando la tradición, había firmado personalmente el cheque y la carta que
luego llegó.
Críticas y más críticas,
de un grupo de personas que, por un lado, se nombran defensores de la solidaridad
humana, defensores de que el momento es de ayuda nacional e internacional,
pero, para mí, sin verdaderos conocimientos unos y otros muy bien
direccionados, esperan el mínimo detalle para mostrar su inconformidad con la
vida, pienso yo, porque incluso muchos no viven en los Estados Unidos, y más allá
de un tema de moda, poco les interesa lo que aquí adentro pase.
El eterno derecho a la libertad
de expresión y a su ejecución, bajo, también, el eterno derecho teórico de la democracia.
Sin embargo, en otras
ocasiones ya lo he dicho, veo en esas personas muy poca reacción crítica cuando
se refiere al problema Cuba, que debería ser, por ser cubanos, uno de los
principales intereses, por aquello de la “tierra que te vio nacer”. Al gobierno
de Cuba, lamentablemente protagónico en estos últimos tiempos de los mayores
desastres administrativos a los que se puedan aspirar, se le trata dulcemente,
en el caso de que se le llegue a tratar. Claro, no hay que ser muy inteligente
para darnos cuenta de que existe el miedo, porque todos sabemos que ese mismo
gobierno que no puede dar comida, ejerce una gran presión sobre sus hijos dentro
e incluso fuera de la isla, con lo que hace muy poco escuché definir como “terrorismo
científico” sobre lo cual próximamente escribiré.
En una de sus últimas
actuaciones, el gobierno de Cuba, a través de la figura del Ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, el
día 11 de mayo, expresó, entre otras medidas, que el gobierno había decidido
abrir cuentas bancarias en las diferentes provincias del país para recibir
donaciones de dinero, en pesos cubanos y/o moneda convertible, que pueden venir
incluso desde el exterior, para ayudar a producir los alimentos que luego se
les venderán al pueblo, incluyendo a los mismos que donaron.
Esto no es
nuevo en Cuba, lo que pasa es que se nos olvida. Recién triunfada la Revolución
en 1959, Fidel pidió al pueblo de Cuba que donara para apoyar al proceso.
Conozco muy bien la historia, la familia que vivía al lado de Martica, sobre la
cual he hablado como mí familia, el Doctor Martín Landa Bacallao y su esposa
Ada Tarrau, ya he escrito sobre ellos, fueron los abuelos de nuestros hermanos
Normita y Robertico, sin ser comunistas, porque nunca lo fueron, pero con un
gran sentimiento patriótico, o sea, de cubanía, y por qué no, algo de atracción
por el proceso que se gestaba, donaron parte de sus joyas y dinero en efectivo
para apoyar a la revolución después de triunfada. Joyas y dinero en efectivo.
Ellos siempre
repetían orgullosos la historia de la cual conservaban una calcomanía alegórica
al tema, puesta en la puerta de entrada de su casa como recuerdo. Martín y Ada,
que bien podrían ser encajados como burgueses antes del 59, donaron joyas y
dinero voluntariamente a cambio de nada, para ayudar a Fidel y en última
instancia, que según el marxismo es lo más importante, a Cuba. Como los abuelos
de mis amigos, seguro existieron otras muchas personas que, impresionadas o
enamoradas por el proyecto democrático que se planteaba, ayudaron a cambio de
nada o sólo de una calcomanía, hecho tan importante como el que había donado
para hacer la revolución o cogido las armas para derrocar a Batista.
Pipo Martín
y Mama Ada, no eran los tabaqueros de Tampa de Martí, lo que demuestra que con
la ayuda de los tabaqueros que existió, pero ha sido sublimada por la
historiografía postrevolucionaria, el Apóstol hubiera demorado 50 años en recoger
el dinero que necesitaba para su partido y revolución. Los abuelos de mis amigos
fueron de esos cubanos que, conociendo que podían haber vivido muy bien fuera
de Cuba, sobre todo en el por aquellos años demandante sur de la Florida, no
sólo se quedaron en Cuba, sino que colaboraron con su gobierno por el sentimiento
muy fuerte por aquellos años de patria.
Luego el
tiempo pasó y comenzaron los desastres. Nuevamente el gobierno necesitaba
dinero y entonces creó a finales de los ochenta lo que los cubanos debemos
recordar como lo que popularmente se conoció como “las casas del oro y la plata”.
Para aquellos años, ya no se podía pedir donaciones de gratis, había Cuba
pasado mucho como para que un sentimiento y una calcomanía motivara a los
cubanos a entregar parte de lo que le quedaba, que, por demás, ya comenzaba a
ser poco.
Desde el
propio principio de la revolución, los integrantes del gobierno, a veces
representando al gobierno, a veces representándose a ellos mismos, se
apoderaron no sólo de las casas de la burguesía nacional, por abandono o decomiso,
sino que se fueron repartiendo todo lo que había adentro. Existen historias de
las obras de arte, colecciones de pinturas, muebles, adornos, etc., que fueron
a parar algunas a los museos y otras a las casas de los jefes autorizados. Creo
que, menos la casa de Dulce Ma. Loynaz del Castillo, porque la poetisa demoró en
morir muchos años, más de los que el gobierno pensó y se agenció de que sus
bienes fueran administrados por familiares, otras casas y colecciones fueron literalmente
saqueadas y repartidas, ejemplo que yo conozca las propiedades de Emilio Roig,
Historiados de La Habana, la casa de Teté Bance, viuda del único hijo legítimo
de José Martí, más, se dice que muchas mansiones y palacetes de la burguesía cubana,
de la zona de Miramar, Nuevo Vedado, Siboney, etc., donde no por casualidad
fueron a parar las familias de los jefes.
No obstante,
esta repartición y recolección en museos, se sabía que a muchos cubanos les quedaban
obras de arte, colecciones de copas y platos, jarrones, muebles originales de
caoba y cedro, joyas y cadenas de oro y entonces, al maestro de todos los magos,
al “invicto”, se le ocurrió la idea “genial” de crear casas donde los cubanos podían
vender sus propiedades de valor metálico o artístico, a cambio de pacotillas, o
sea, grabadoras, equipos para las cocinas, ropas, incluso apartamentos y carros.
Es reconocido que estos productos siempre fueron difíciles de conseguir para la
familia cubana, entonces nos préstamos para el juego. Los cuadros fueron
bajados de las paredes, los jarrones sacados de sus lugares y todo el oro y la
plata que quedaba en las familias, o sea, cadenas, crucifijos, anillos, juego
de cubiertos, incluso las muelas, fueron llevadas a las tiendas, especialista
en los temas los valoraban, tazaban, entregaban un cupón con una cantidad de
dinero, o sea, un papel y con eso los cubanos nos dirigimos a las tiendas dispuestas
por el mismo gobierno para comprar lo que allí se vendía.
Fue popular
la comparación con lo que había ocurrido con los indígenas cubanos a la llegada
de los españoles, cuando decíamos que los indios entregaron el oro, al que no
le reconocían ningún valor y los inteligentes españoles colonizadores le daban
a cambio pedacitos de cristales o espejos. Eso que ocurrió en 1492 con los
cabrones colonizadores y los ingenuos indios, se repetía a finales de los 80,
por otros cabrones ahora “revolucionarios” y los nuevamente ingenuos indios.
Los cubanos entregamos el oro y la plata, cadenas, crucifijos, candelabros, etc.,
que por su valor metálico era mucho, pero, además, a decir de los propios tasadores,
por el arte era mucho más. Algunas de aquellas joyas fueron fundidas y otras
fueron vendidas como joya, los cuadros de pintores cubanos y extranjeros, los
muebles, etc., fueron importantísimos. Esto debe haber generado grandes
cantidades de dinero oficialmente, cosa que los cubanos, como siempre, nunca supimos
y como todo en Cuba, debe haber generado un enorme contrabando que debe haber
beneficiado a muchos particulares, empleado de aquellas tiendas, funcionarios y
jefes.
Ahora en
2020, frente a la enorme muestra de incapacidad del gobierno, sólo se les ocurre
una idea como ésta, pedir a los cubanos de a pie, a ese llamado pueblo, sobre
todo a ese cubano que se lo está llevando el Diablo dentro de Cuba, que se
anime a donar dinero para lograr que el gobierno produzca alimentos que luego
venderá bien caro.
Yo no sé si
esto es una broma, un chiste o es la manera que tiene el gobierno de decir
estamos trabajando, se nos están ocurriendo ideas. Es una locura u otra muestra
del mayor desprecio que se puede sentir por un pueblo, al pedirle que done dinero
para fabricarle lo que luego se le va a vender. Trump y el gobierno americano,
los malos, regalan dinero a cada ciudadano para que lo invierta en lo que
quiera, puede ser carne o cerveza, y el Partido Comunista y el gobierno de Cuba,
los buenos, piden donaciones al pueblo para fabricarle los alimentos que luego
les venderán. Como decía aquel muñequito de mi infancia, está película está al revés.
Adelanto
las comparaciones por todos conocidas. Es cierto que, frente a cualquier evento
catastrófico, pandemia, cualquier accidente geográfico, que ponga en riesgo a una
población determinada, incluso a animales y plantas, existen muchas personas
que donan dinero. Es conocido que deportistas millonarios, cantantes más
millonarios, artistas más y más millonarios, más hombres de empresas y
negocios, de sus bolsillos donan millones de dólares para apoyar una de estas
causas. Es conocido que se unen muchos artistas, músicos, hacen canciones, dan
conciertos y lo que se recaude es entregado lo mismo a África, que para Haití,
como ahora más recientemente para ayudar en investigaciones sobre el
Coronavirus, comprar aparatos médicos, suministro de materiales higiénicos,
etc. Podría yo ahora hacer una lista inmensa de esas intenciones personales,
que se valoran y agradecen y que sirven de ejemplo, para decir, ven, no todo
está perdido, existen personas de buena fe, pero coño, sonnnnnnnnnnnn millonariasssssssssssss.
Se están quitando 1 millón, pero tienen 300. Están dejando de ganar 5 millones,
pero tienen 450 y en el próximo disco con las próximas giras, ganaran otros 450
millones.
Pero, ¿A
quién se le puede ocurrir que el gobierno le pida al pueblo que done dinero con
un salario de 350 pesos cubanos, lo que significa 14 dólares al mes, cuando el
costo de la vida es de 3000 pesos cubanos?, ¿Cómo se puede anunciar que se
aspira a la donación de ese cubano, cuando más del 70% u 80% de lo que ese
cubano necesita y consume, tiene que “resolverlo” en el mercado negro?, ¿Cómo
pretender, una vez más, que los emigrados, familia de los que allí están adentro,
que ya envían dinero para garantizar la comida y las medicinas de sus
familiares, pero además pagan las recargas muy caras para mantener la
comunicación y a veces la comedura de mierda de sus familiares, comida,
medicinas y recargas que vende el propio gobierno muy caros, ahora envíen
dinero para facilitar que el gobierno produzca alimentos?
Podría funcionar,
claro, pero no como una donación voluntaria del pueblo, debería el partido
comunista exigir, por ejemplo, a Silvio Rodríguez, millonario, Mariela Castro,
millonaria, los hijos de Fidel Castro, millonarios, Gente de Zona, millonarios, a alguno que otros artistas menores
en dinero pero con cuentas en dólares, como los integrantes de Buena Fe, Hayla Ma Mompié, December Bueno, los
Van Van, los propios hijos del presidente Díaz Canel que dan giras internacionales
a países capitalistas, que cobran en efectivo y no pagan impuestos, a los
nietos de Fidel y Raúl que publican fotos viajando en yates, en excursiones en
Paris, Madrid, Londres, a los muchos funcionarios diplomáticos que cobran en
dólares en los países donde trabajan y que se buscan por fuera el dinero, a los
muchos agentes de la seguridad del estado que están infiltrados en todos los países
importantes del mundo, incluyendo por supuesto Estados Unidos, a los ministros
y generales que tienen cuentas en bancos fuera de Cuba. Debería el partido
comunista ahora llamar al valor patrio de esos 4 o 10 ex campesinos, hoy millonarios,
que tienen negocios autorizados con el gobierno, los dueños del ajo y la
cebolla en Cuba, los dueños de las grandes cochiqueras de puercos que reciben
pienso del gobierno, debería el gobierno llamar a los militares activos, a los policías,
a los miembros del ministerio del interior, la inteligencia, la
contrainteligencia, la contra de la contra inteligencia, tal como Fidel llamó a
Pipo Martín y Mama Ada a que donaran sus joyas.
Como se le
puede ocurrir, después de 60 años de mala administración, de inventos sin
resultados, de experimentos fallidos, de guerras en el exterior, etc., de que
ese pueblo se quite lo poco que tiene y done dinero. Fácil solución para el gobierno cubano, a lo que los argentinos llaman "plata dulce".
¿Es que se
mete un dólar en una máquina y mañana por el otro lado sale un litro de leche?,
¿Es que se meten 100 pesos cubanos en una máquina y mañana por el otro lado
salen gallinas y huevos? ¿Es que si se dona dinero la comida aparecerá mañana o
es que se comenzarán a sembrar los plátanos, que luego se caerán en Matanzas
por un ciclón que pasó por Oriente y nunca llegarán?, ¿Es que se pretender con
ese dinero sembrar yucas que luego el “bloqueo” no dejará crecer y obligará a
morirse dentro de la tierra?
Y en medio
de esto, que digo puede ser una broma del gobierno, de su Ministro de Planificación
y Economía, cuya acción es la más alejada del nombre de su cargo, que, a falta
de programas humorísticos en la TV, se quiere hacer el chistoso, la callada de
muchos cubanos, de aquellos mismos cubanos hiper críticos con Trump, con
Estados Unidos, con España, Inglaterra, etc. De aquellos mismos cubanos que
dicen estar preocupados porque en Estados Unidos se está pasando hambre y aumentan
no solo los muertos por el virus, sino los mega pobres que ahora no pueden acceder
a la comida o que en España las colas son inmensas y han colapsado los bancos
de comida que sirven para ayudar a los más necesitados y los inmigrantes.
¿Qué dicen
estos cubanos, defensores de las causas justas del mundo, cuyos posts inundan
las redes sociales?, ¿Se unirán desde afuera, desde sus confortables vidas, a
la idea de que los de adentro, muchos ya mantenidos y ayudados, donen dinero para
propiciar la producción de alimentos?, ¿Volveremos a ver jodidos junto a
nuestros indígenas, a nuestros tabaqueros de Tampa, a los cubanos que se
quitaron del cuello sus cadenas de oro y la ofrecieron a la recién triunfada la
revolución y a los cubanos que también quitándose sus cadenas de oro del cuello,
las entregaron a cambio de plásticos conformados o textiles, en las casas del
oro y la plata?
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