sábado, 20 de junio de 2020

"Che". La figura de las grandes contradicciones. (Primera Parte)


Holaaaaaaaaa Feliz Día de los Padres 2020. Mi colaborador, “El Terrible”, ahora en junio, me escribe desde Cuba. Lo conozco desde hace muchísimos años, confío en su opinión, no existe para mí, mejor periodista, ni analista, que pueda superar sus ideas. No se está inventando nada, sólo analiza y comenta lo que ve en la TV y claro, lo que está viviendo en carne propia. Podría hacerse un diario, para que luego los historiadores, interesados en reconstruir seriamente la historia, pudieran trabajar. Sus ideas, sin fanatismo, son, para mí, mucho más objetivas que las que paren cualquiera de los “analistas profesionales” de adentro y afuera de ese maravilloso y encantado lugar que se llama Cuba. “El Terrible”, a pesar de su apodo sacado de la aristocracia, es pueblo y está allí.
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“Estos son otros tiempos. Los jefes salen por la TV diciendo lo que hay que hacer y lo que no se puede hacer, pero la gente no cree en sus lemas y consignas. Salen con camisitas y relojitos a decirle al pueblo que resista y que venceremos. Estos son dirigentes improvisados e incapaces, muy demagogos y poco creíbles. Salvando las diferencias y sabiendo que este es otro momento histórico, yo he visto imágenes reales de la década de los 70, también muy compleja en lo económico para Cuba y en aquella zafra de los diez millones donde al terminar y no cumplirse ese objetivo a pesar del esfuerzo, salió nuestro líder histórico el artífice de aquella gesta diciendo: "Yo soy el culpable de que no se alcanzaran los diez millones". Se veían en la TV y en los noticieros de cine a los más altos dirigentes cortando caña y exteriorizando que era una tarea fácil y divertida. El mismísimo Fidel Castro se le veía cortando cañas, si es verdad, aunque sus guantes eran diferentes, el agua que tomaba estaba fría y le cambiaban la mocha por una afilada cada 15 minutos en los raticos que estuviera en esa actividad. Entonces esas imágenes de los jefes trabajando junto al pueblo impactaba en la gente que nunca había visto nada parecido con anterioridad en Cuba. Ahora los jefes quieren manejar al país desde lugares climatizados, por la TV y por Internet y eso no funciona así. La gente los oye, no sale para la calle con un cartel manifestándose, pero nadie cree en lo que dicen. Van al trabajo a resolver (robar) y se aíslan en su vida individual cada vez más. Ponen a Ramiro Valdez (comandante) por TV diciendo: "Hay que exigir que la gente viva de manera honrada como se vive en el socialismo". 
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“Busca Mesa Redonda de hoy con el Ministro de Comercio Exterior de Cuba (Malmierca), para que te enteres de cómo vamos a salir del hueco. Una ensarta de justificaciones, lamentos y retorica gastada que nadie se cree como la posibilidad de que los cuentapropistas exporten. Este tipo es un burócrata y mediocre que no se le ocurre nada que funcione de verdad. Él y todos los funcionarios de ese ministerio son unos inservibles, mentirosos, viciados que ahora vienen con “cantos de sirena” hacia el sector no estatal. Dice que no hay ninguna restricción para los cubanos que viven en el exterior que quieran invertir en su país. Dice que hay que darles un espacio a los proyectos de pequeñas inversiones. ¿Hasta cuándo seguiremos arando con los mismos bueyes?, ¿Ahora quién va a venir a invertir su dinero en un país como este con atraso y gran caducidad tecnológica? Si no han podido pagar las deudas que se acumulan durante años, si los empresarios se van sin poder cobrar, ¿quién quiere invertir su dinero en esta Cuba? Miles de especialistas en el tema económico con todas las categorías de masters y doctorados que no son capaces de arrancar la economía. El problema es sistémico y no se resuelve con ir a la TV a decir mentiras que nadie se cree. Este país está viciado e invariablemente castigado al fracaso y la miseria por el capricho de unos cuantos. Ninguno de los que han querido cambiar el curso de las cosas a base de caprichos y antojos pudieron lograrlo. Somos el país con los niños más sanos del mundo, los negros más libres, las mujeres más emancipadas y los viejos más longevos, pero no tenemos boniato, ni carne de cerdo. No funcionan los servicios, no se produce nada que se pueda exportar con vergüenza. Muchos jefes y artistas que no aportan nada. ¿De dónde van a salir las riquezas que nos permitan salir del subdesarrollo?
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Siempre resulta difícil evaluar un hecho o un proceso social. Si se hace en el momento que ocurre, se corre el riesgo, por la rapidez, la falta de información total o la predisposición, de sólo ver una parte del todo. Si se espera a que pase el tiempo y el hecho o proceso se haga lejano, se corre, quizás, menos riesgo cuando se tiene tiempo, pero se complican las fuentes, los participantes, la información se pierde o transforma, etc. Mi experiencia me dice que hoy es casi imposible, tal como se hizo en el medioevo, que una sola persona pueda abarcar todo.

Si, además, se trata de evaluar la actuación de un o los protagonistas, se puede llegar a la objetividad, claro, pero también se corre el riesgo de, en dependencia de la información que manejemos, terminar amando a la figura evaluada o, por el contrario, odiándola, perdiéndose en muchas ocasiones el análisis de lo positivo y lo negativo que tuvo. Muchas veces se termina sólo en amor u odio. Si por error la figura que se evalúa tiene o ha tomado características de dios, o sea, se ha hecho incuestionable, entonces no hay mucho que hacer, todo, exactamente todo lo que, por lo menos, sale a la luz, serán aquellos aspectos para reconocer en los dioses.

Cuesta trabajo romper esquemas, paradigmas, etc. Esos personajes, jamás se equivocaron, jamás cometieron errores, jamás se cansaron o rindieron frente a algo, menos fracasaron. A esas personas jamás le dolieron los dientes o tuvieron diarreas, no se enamoraron o se enamoraron de una sola persona y fueron fieles, fueron buenos padres, etc. En esa dirección es difícil y arriesgado decir que José Martí, el que tanto escribió para niños, no sabía nada de ellos, porque al propio, al suyo, lo vio muy pocas veces. Es difícil decir que el criollo José Antonio Bullones, el conocido por todos en Cuba como Pepe Antonio, el héroe que la villa de Guanabacoa necesitó tener, hizo muy poco frente a la toma de La Habana por los ingleses en 1762 y que el verdadero defensor de la ciudad, a los que incluso los propios ingleses rindieron homenaje con una tregua de 24 horas, fue Don Luis de Velazco, oficial español que defendió a Cuba que era española. Es difícil e incomprensible escuchar que el auto número uno en la organización del ataque al Cuartel Moncada, donde viajaban personas que conocían perfectamente la ciudad de Santiago de Cuba, no llegó a tiempo al ataque porque se perdió en la ciudad, en la misma ciudad donde uno camina tres o cuatro cuadras a la derecha o izquierda y siempre llega al cuartel. Siempre es difícil. Si mencionamos a Jesús Cristo, es casi imposible dejar de pensar en esa cara simétricamente perfecta, de rasgos finos, de pelo largo, lindo, peinado, casi lindo incluso después de una brutal golpiza y ser colgado en una cruz. Sería difícil pensar en un Jesús moreno, de pelo ensortijado y corto, medio feo, cabezón, etc.

Recuerdo dos libros adorables de mí juventud.

Una vez en la universidad cayó en mis manos un librito, “Decadencia y caída de casi todo el mundo” del escritor norteamericano Will Cuppy. De esos libros que después uno se lee varias veces en la vida y lamenta no habérselo quedado desde la primera vez. En ese libro, que luego tiene una segunda parte, Cuppy, magistralmente, con una carga enorme de humor e ironía, describe, de forma muy seria, después de haber investigado más de 20 años, a aquellos personajes de la historia antigua, Roma, Grecia, Egipto, etc., que los historiadores nos mostraron sólo de un lado, o sea, del lado de la belleza o la valentía. Cuppy y repito, su obra es muy seria y documentada, nos habla de la verdad, de cómo tienen que haber sido, o sea, los feos, los bajitos y gordos, los orejones y cabezones y los ruines o locos que fueron todos aquellos personajes. Si quieren pasar un rato muy agradable, léanlo, no se olvidarán de mí.

Luego ya yo más maduro, descubrí a José Saramago gracias a un amigo mío y su “El Evangelio según Jesucristo”, novela que, siendo el autor un estudioso y conocedor de la religión católica, humaniza a Jesús con respeto. La obra es muy arriesgada, pienso que a las autoridades de la Iglesia Católica no le debe haber hecho mucha gracia. Saramago, también magistralmente, siguiendo la historia conocida a través de los evangelios canónigos, pero como nadie, humaniza toda la historia, desmintiendo la virginidad de María, hablando de sexo entre los protagonistas, relatando la relación amorosa entre Jesús y María Magdalena y sobre todo planteándonos a un hombre de carne y hueso, con virtudes y defectos, con posibilidades divinas y deseos terrenales, como cualquiera de nosotros. Recomiendo esta lectura, irónica, fuerte para las concepciones que pretenden no ser cambiadas, pero sobre todo muy disfrutable.

Recientemente se ha lanzado en Cuba, un libro cuyo centro es Ernesto Guevara de la Serna, “Che” y esto me ha hecho pensar mucho o más, sobre esa conocida figura de parte de nuestra última historia. El “Che” es de esas figuras enigmáticas, extranjero en Cuba, que por lo que hizo y no hizo, de la forma que hizo lo que hizo, su historia cargada de anécdotas fuera y dentro de Cuba, la forma desastrosa de su muerte, etc., tomó categoría de leyenda comparado con aquellos héroes descritos por Homero. El “Che” suma a su historia real y de ficción, la mayor cantidad de seguidores y fanáticos que se pueda coleccionar. Sus enemigos, los que lo acusan de todo lo malo, incluso de asesino, muchas cosas que no me quedan muy claras y sus amorosos seguidores, los que lo definen como experto guerrillero, el más honesto de los honestos, el más sacrificado trabajador, conocedor de medicina, economía, marxismo, etc., cosas que tampoco me quedan muy claras.

El recién lanzado libro, “Epistolario de un tiempo. Cartas de 1947-1967”, es un esfuerzo de dos investigadoras cubanas, apoyadas por la Editora Ocean Sur y el Centro de Estudios Che Guevara, que como lo dice su título recoge y muestra las cartas más emblemáticas que el Che escribiera a familiares y amigos, dentro de ellos a muchos dirigentes de la Revolución Cubana, enmarcadas en un período de 20 años, incluyendo su carta de despedida a Fidel Castro.

No conozco el libro, o sea, no lo he leído, quizás no lo pueda leer, pero es de suponer que lo que recoge es cierto e importante al menos para los seguidores, porque a la presentación, entre otros “conocidos”, asistió como apoyo y reconocimiento, Hilda Guevara March, la hija que ha heredado al Che totalmente, al menos para el público, tal como si el llamado “Guerrillero Heroico” no tuviera más descendencia.

Ella, médico y político de profesión, como su padre, aunque ahora se está cuestionando la carrera de medicina de Ernesto y la facultad donde dicen se graduó no ha podido mostrar al mundo los documentos originales de tal graduación, es la heredera además, de ese peculiar hablar de los argentinos, pienso yo heredado por genética, porque ni nació y vivó en Argentina, ni tuvo muchos amiguitos argentinos durante su infancia y juventud y en realidad a su propio padre, entre reuniones, escuelas y estudios de madrugada, trabajos voluntarios todos los fines de semana, intentos guerrilleros y muerte prematura, debe haber visto muy poquito, pero bueno cada cual puede escoger la forma en que quiere hablar, aunque con eso haga el ridículo.

Claro, todos sabemos que cuando se publican las cartas de una figura de la magnitud, buena y/o mala, como el Che, los compiladores, muchas veces tienen a bien seleccionar los documentos y retirar aquellos que no son leíbles, aquellos donde las ideas escritas no favorecen, aquellos que, escritos con demasiada honestidad, enojo o dulzura, merecen ser resguardados para otros tiempos o la eternidad. Casi siempre se hace, tratando de mantener incólume a la figura que escribió, siempre que se quiere preservarla.

Cuba tiene muchos ejemplos del manejo de la verdadera historia, dos en diferentes épocas y con diferentes actores, a mi entender, muy ilustrativos.

El primero de ellos, es la retirada de las cuatro páginas del Diario de José Martí, donde el autor, supuestamente dio su versión de la entrevista privada en la finca “La Mejorana” y evaluó al General Antonio Maceo. Dicha acción, la de quitar las páginas, al parecer fue hecha por el Generalísimo Gómez, albacea de las propiedades de Martí después de su muerte. Quizás Gómez descubrió que aquello que Martí escribió para sí mismo, como todo en su diario, no favorecería a la unidad para la “guerra necesaria” de 1895. Quizás Gómez, conocedor de que Martí no era muy bien asumido por la totalidad de los guerreros, les ahorró y con ello le ahorró a Cuba, las valoraciones de Martí sobre uno de los hombres más importantes para la batalla. Martí y Maceo se salvaron para la historia y la unidad de los cubanos. Todos podemos opinar, pero lo que se dijeron y luego evaluó Martí, sólo lo supo Gómez y por desgracia para Cuba, también murió en 1905.

La segunda es la famosa y bien redactada obra que pasa a la vida pública como “La historia me absolverá”, la cual muchos cubanos piensan aún que es textualmente el discurso o alegato de autodefensa de Fidel Castro en el juicio a raíz de los asaltos a los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo, porque eso es lo que se ha hecho ver. Se nos olvida o desconocemos la verdad. En el momento del juicio de Fidel, que fue procesado solo, separado de sus compañeros, abogado, conociéndolo como lo conocemos, utilizó todo un discurso recargado y barroco, de ideas de atrás para adelante y viceversa, luego, después,  cómodamente en su celda, escribió el texto rodeado de libros, datos y la ayuda de alguno de sus compañeros, es probable que al sacarlo el texto clandestinamente de la prisión, otras personas, se comenta que sí, le hayan pasado la mano como a todo texto que se pretende publicar. Su autodefensa en vivo, sin notas y apuntes, fue una y la “Historia me Absolverá” es otra, los amantes la funden en una sola versión porque les da pie a magnificar al autor.

Siguiendo esta lógica, la revolución y luego su gobierno durante todos estos años, han manejado mucho a las figuras e ideas, quizás, no justificable, pero entendible como propia necesidad de esa revolución y su gobierno. Los que no estuvieron de acuerdo durante todos estos años, fueron sacados, fueron desapareciendo, nunca estuvieron o existieron. Con la técnica del “sfumato” creada y desarrollada sin igual por Da Vinci, fueron esfumados. Nunca más se volvió a hablar de ellos. A los que han sobrevivido, independientemente de raza, sexo, edad, responsabilidad, los une el sólido acuerdo y apoyo de todo y con todo. La revolución ha monopolizado la idea de que todos estaban convencidos y/o subordinados a cada uno de los pasos, de que todos estaban de acuerdo con todas las ideas, de que todos incondicionalmente apoyaron a Fidel en sus ideas buenas, en las malas y en las malísimas. Y esa es la relación que se ha querido traducir entre el Che, Cuba, los dirigentes cubanos y principalmente con Fidel.

Nada de esto a mí me queda claro. Si somos reales y nos conocemos como cubanos, lo primero que me cuesta trabajo creer es que todos amaron al Che. La sola idea de aquel tipo de hablar extraño, de rudo carácter, poco chistoso y poco conocer de los chistes cubanos, aquel tipo que nadie sabía bien de dónde había salido, más aquel tipo trabajando y estudiando sin horas, que retaba a cualquiera a trabajos los domingos, que citaba a la gente a reuniones a las 3 de la mañana, que no tenía una querida pública, que no tomaba ron, que no se estaba robando las casas, los propiedades de la burguesía, etc., tiene que haberle caído gordo a muchos. Los que lo conocieron dicen que era un tren, que cuando estaba disgustado era capaz de aplastarte mientras caminaba por los pasillos, que no creía mucho de amigos y entonces, tengo yo que creer que todos lo querían. Seamos reales, lo primero que hacemos entre nosotros mismo es preguntar. ¿Y este tipo de dónde salió?

Lo segundo que siempre me llamó la atención fue la homogeneidad del pensamiento y entonces mucho ha averiguado sobre esto. He conversado con muchas personas que pelearon en la guerra revolucionaria, tuve incluso la inigualable “suerte” de tener a una de ellas por casi 10 años en la casa de mi madre y que bajaron incluso con grados militares ganados supongo yo por los méritos de las batallas, las pocas o muchas que hubo, pero batallas. Y entonces en todos los casos, me han confesado, no lo puedo probar en este escrito, no tengo los audios, ni los videos, pero me confesaron que desde la propia Sierra Maestra existieron muchas contradicciones entre el propio Che y Fidel. El primero, según dicen, conocedor de la teoría marxista y la realidad de Latinoamérica mucho más que el segundo, trataba de influir en el tema de las ideas, trataba de demostrar cómo había que hacerlo después del triunfo, existían discusiones sobre la llegada al poder y el establecimiento de un gobierno después y más allá de la guerra, cosa que el mayor por ciento de los combatientes, por su bajo nivel cultural y académico, no entendían. Me han confesado, personas incluso identificadas con la revolución, que el segundo, muy impositivo, siempre tenía su fórmula, ajena incluso a cualquier teoría o practica anterior.

No dudo que Fidel se enamorara del Che tan pronto lo conoció, como un tipo de deslumbramiento a primera vista. El “amigo”, a mi modo de ver, era dado a enamorarse de los hombres, en el mejor sentido de la palabra amor. Muchos son los casos de hombres que ocuparon importantes responsabilidades en Cuba, que fueron creados por sus propias manos, moldeados tal como se moldea una figura con barro. Quizás al ser Che argentino, más un tipo con algún nivel teórico capaz de debatir, Fidel siempre estuvo prendado con presencia.

Es posible, si miramos la vida de “nuestro gran líder”, no encontraremos muchos amigos de verdad cubanos, o sea, amigos para compartir, tomarse unos tragos, salir juntos, de confesiones, etc., sin embargo, además de Che, Fidel colecciona una gran cantidad de amigos-admiradores extranjeros con los que quizás se sentía más cómodo, pues no tenía que repartirles pan, medicamentos, apagones, restricciones, etc. Todos, contradictorio por la definición proletaria y en defensa de los oprimidos que tenía Fidel, eran multimillonarios. Su amistas con Maradona, argentino, fue no sólo famosa sino amorosa, con Oswaldo Guayasamín, ecuatoriano, quien le profesó amor apasionado del tipo juvenil, y, la más profunda, aquella de visitas de madrugadas cuando no se puede dormir, aquella de short y chancletas, de helados, con Gabriel García Márquez, colombiano, no sólo su amigo, sino su asesor, colaborador e intermediario para algunos temas con el exterior y, según dicen, para otros temas íntimos. Un tipo símbolo de la defensa de los más pobres, salvador de los más humildes, imagen de la sencillez y la no posesión material, que decide compartir su exclusiva amistad, no con un obrero, no con un negro, no con sus amigos de la infancia, no con cubanos, sino con los multimillonarios del mundo. ¿Contradictorio no?

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