lunes, 15 de junio de 2020

Día de la Rebelión Culinaria.

Vivimos tiempos difíciles. Virus que mata a cientos de personas, incontrolable hasta ahora, manifestaciones que destruyen la estabilidad, marchas pacíficas que se transforman en violentas, problemas económicos reales, etc. No voy a escribir más sobre eso ahora, voy a escribir sobre comida, lo que resulta siempre complicado. Me niego a retratarme frente a platos de comidas donde ellos son los protagonistas o a mostrar el interior de los supermercados, porque muchos de mis amigos y familiares viven en Cuba, lugar donde el tema comida ahora mismo está complicadito, entonces ellos saben lo que como, no hace falta mostrárselo constantemente. ¿Para qué?

Vivo en Estados Unidos, donde no sólo tengo acceso a una inmensidad de comida incontable e inimaginable, sino, también, a una enorme variedad de ella. Además de los supermercados clásicos conocidos, existen en mi ciudad pequeños mercados regionales, árabes, mexicanos, africanos, chinos, vietnamitas, etc., lo que permite a cualquiera poder acceder a comidas típicas, dulces, frutas, especies especiales, tal como si se viviera en muchos de los países aquí representados.

Tengo la suerte y la inteligencia de vivir con una mujer que cocina bien. Ella ha heredado de su familia, madre y abuela, el amor por la cocina. Tiene la ventaja de poder cocinar rico para 2 personas y cocinar para 25 o 30 personas con la misma calidad, entonces, siento orgullo con decir que no necesito ir a un restaurante para comer rico, como comida de restaurante todos los días de mi vida.

Martica fue famosa en Cuba cuando ocupó el lugar de su mamá, cocinando todos los días y aquellos días de fiestas para 30 personas, incluso dentro de cada día del llamado “Período Especial”, cuando con un poco de sal, ajo y tomate, podía convertir una piedra en algo rico para comer y desear más. Famosa por los cubos de ensalada fría, las cazuelas de espaguetis, las decenas de torrejas o tamales, el congrí, llamado de los Dioses por el Chino, los postres, etc. Luego se hizo famosa en República Dominicana, incluso cocinando comida dominicana. Los cubanos amigos puntos fijos, los dominicanos vecinos, parecidos a nuestros orientales, no podían resistir y preguntaban por las ventanas, “vecina que estás cocinando” y por supuesto, llevaban su plato de comida, a veces cubana, pero a veces dominicana frente a la que morían. Ahora desde hace 8 años se ha hecho famosa en Estados Unidos. Cada vez que se habla de reunión, a Martica, que ha envejecido y se cansa más rápido, le toca cocinar, los jóvenes generalmente compran los dulces y las bebidas, lo que resulta obviamente más fácil. Ella la tiene fácil, si quiere sentirse querida, pues lleva a su trabajo un flan cubano, una panetela forrada con chocolate o un pastel de carne e inmediatamente pasa el primer lugar del pódium como trabajadora destacada del mes. Es muy sencilla y modesta, si hubiera querido escalar en la sociedad norteamericana, incluso en la política, adiós demócratas y republicanos, enamoraría a los votantes con comida.

A los norteamericanos, que no son muy duchos en platos especiales, porque su cultura culinaria va más a carne de res, papas, hamburguesas, jamón, etc., mueren y no pueden imaginar que eso que comen lo ha hecho una persona con sus manos. Están tan acostumbrados a la comida preelaborada, que dudan que algo no salga de una fábrica o venga de China. Siempre la misma pregunta, ¿Y eso lo hiciste tu?

Ahora estamos pasando por un momento ideal, casi a nivel de chef. Comida sana, keto, paleo y otros nombres extraños, por lo que abundan en nuestros días los estudios teórico – prácticos sobre comida que no hace daño, orgánica, libre de gluten, de químicos, de antibióticos, etc.

Somos pioneros y además promotores del cambio de grasa, ahora usamos aceite de coco o de aguacate, junto al de oliva que no se debe coger para freír pues cambia su “estructura molecular” convirtiéndose en malo. Toda una ciencia. Ya no usamos azúcar de caña, hemos introducido la de coco o una cosa llamada monk, que los chinos utilizan desde hace 9000 años, muchísima más dulce que cualquier azúcar y muchísimo menos dañina. Además, el coco para todos los dulces, pues lo fabrican con sabor a la fruta o sin sabor alguno. El coco también sirve para todo en la piel, por lo que Martica con el mismo que cocina se lo echa en las noches, tal como para jugar al “palo encebado”. No sé si será bueno o no, pero sale más barato que comprar cremas con nombres cómicos.

Lo de las especies ha llegado a planos insospechados, porque para nosotros los cubanos, ellas son limitadas en número por nuestra tradición. Entonces hemos incorporado a gran escala el curri, en todas sus variantes, porque según los indios no existe el curri como tal, sino una mezcla puntual de especies que se hace en cada región, el jengibre, el turmeric, la paprika, el yogourt. Abundan los postres con cualquier cosa menos con la harina de trigo, entonces un día comemos panetela hecha de harina de boniato, de yuca, de malanga con un nombre extraño, pero además panetelas de zanahorias, plátanos, adornadas con semillas que son puestas en agua el día antes para quitarles no sé qué. Hemos incorporado un polvo blanco, que viene de los huesos de las vacas, que es bueno para no sé cuántas cosas, a lo que yo llamo polvo de huesos de tigre para darle más emoción singapureña o tailandesa, eso me recuerda a Sandokan, el “Tigre de la Malasia”.

Lo de las cremas es inigualable. Entonces, se levanta, se pone el delantal y empieza a mezclar cosas que antes no comíamos, como coliflor, brócoli, hongos, espinacas y muchos polvos que vienen en pomitos capitalistas. Las cremas ricas, a veces traen un color poco acostumbrado para nuestra cultura, digamos verde. Le pregunto y por qué no hacemos una cremita de queso. No, mucha harina mala, es su respuesta. JAJAJA.

A veces comemos comida con sabor a india, otras árabes, otras chinas antiguas y otras con sabor a Mediterráneo. A veces comemos comidas con sabor a cualquier parte del planeta no muy bien definida. Sigo siendo a pesar de mi edad, el mejor probador de comida que existe porque me gusta conocer, entonces Martica la tiene fácil, porque soy el mejor ratón blanco de laboratorio que se puede conseguir para las pruebas y experimentos. Ella viene con una cuchara en la mano, me la mete en la boca, a veces hirviendo y me mira fijamente, a los pocos segundos, si no me puse verde o azul, es que está bueno.

Entonces ayer, yo que ya dije que soy un buen y disciplinado ratón de laboratorio, pero tampoco soy tan manso, dándome cuenta, a raíz de los acontecimientos, que un poco de violencia de vez en cuando no viene mal, dije, nada de comida sana, nada de comida india, aunque los indios duren 115 años, volvamos a la comida insana, llena de grasa, con toda la cantidad de gluten que sea posible.

Me levanté y me compré la barra de pan blanco, o sea, con gluten, más grande que había en el supermercado y me dispuse a fabricarme un sándwich especial, o como diría mi madre santiaguera, un emparedado.

Según un día me enseñaron mis hijos, sándwich, es de esas definiciones como taxi, que se entienden en cualquier idioma en cualquier parte del mundo. Sus orígenes se remontan al siglo XVIII, donde el inglés John Montagu, IV Conde de Sándwich, que, aunque no fue su inventor, lo popularizó porque gustaba de comer sin ensuciarse los dedos mientras jugaba cartas. Cuentan que en 1762 el conde estuvo veinticuatro horas seguidas en una mesa de juego y ordenó durante todo ese tiempo que le dieran un poco de carne, metida en dos rebanadas de pan de molde cuadradas, forma debida al molde de las latas que se utilizaban para fabricar el pan por aquellos años, para poder comer con una mano y seguir jugando con la otra. De ahí, en honor a este personaje, esas dos rebanadas de pan con, primero carne, luego con muchas más cosas, adquirió el nombre del conde. El emparedado se hizo muy famoso muy rápido en toda Inglaterra y pasó después al resto del mundo, después de haber brincado a los Estados Unidos.

He visto, en este tema de compartir con Martica sus estudios y experimentos, muchos programas de TV de cocina. Competencias, historias de los chefs, programas didácticos, etc., y me ha llamado mucho la atención, lo del “Sándwich Cubano”, famoso en muchas ciudades importantes en los Estados Unidos, como New York, San Francisco, Los Ángeles, Miami y el resto de Florida. Me llama la atención, sobre todo, porque nosotros, los cubanos, por muchas generaciones ya, no lo conocemos y no lo tenemos dentro de nuestras experiencias culinarias dentro de la isla. Si se piensa en un “Cubano” como se le llama, podría pensarse en que nosotros lo comemos todos los días, tal como los ingleses con sus sándwich. Error.


Pero como existe y es cubano, el “Cubano” me vino bien para demostrar mi violencia y sublevación culinaria. Ya dije me compré un pan muy grande con enorme cantidad de gluten, lo calenté y le eché la inigualable mantequilla, por dentro y por fuera y la venenosa mayonesa hecha con aceite de soya, palma y canola, según Martica veneno. En mi intento por sublevarme me busqué la mayonesa más mala. Entonces aprovechando que habíamos asado una piernita de puerco que había quedado inmejorable, le saqué unos bistecs, nada finitos y los calenté en un sartén. Si tiene un pedazo de carne de puerco que le ha sobrado del día anterior, no la eche a la basura, ella de por sí sola, al día siguiente está mejor, si la logra meter en un pan, se acordará de mí y de hasta el Conde Sándwich.

Entonces como buen planificador, me compré un queso y jamón para la ocasión, que no tenían nada que ver con esos productos que compramos para comer planificadamente durante la semana. Nada de comer planificadamente. Metí todo aquello por capas dentro del pan de flauta ya caliente, lo volví a poner unos minutos en la plancha para que el queso cogiera su camino y se hizo la magia. ¿Qué sabrán los indios, los griegos, los árabes, lo que es comer?

Para complemento, como el limón es importante y según el presidente cubano Díaz Canel, la limonada es la base de todo, me preparé un jarro de limonada con azúcar blanca, si con aquella azúcar que desde el siglo XV Cuba produce y consume, sin matar inmediatamente a sus pobladores. La azúcar blanca que no es de coco, ni monk de China, es de caña. Y me senté a comer, casi primero dedico una oración o rezo en honor a la ocasión. Era algo así como para llorar.

Martica a mi lado con su porción, que es justo reconocer que fue menor que la mía en cuanto a cantidad de pan, lo de adentro reforzado. Entonces yo la miré y le pregunté: _ ¿Dime? Ella, zampándose el pan a niveles no ingleses, sino vikingos, con dedos chupados incluidos, me mira, sonríe a carcajadas y me dice:  _ Bueno, un día es un día. JAJAJAJA.

Los paleos, keto y todos aquellos que llevan restricciones con la comida diaria, se parecen a los comunistas, cada vez que les da la gana, cambian la historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario