Eso de que la historia la escriben los vencedores, es más verdad que el carajo. No sólo es que la escriben, sino que la publican y como vencedores con todos los mecanismos a su disposición, impresión de todos los papeles, todos los medios de comunicación, bibliotecas, librerías, escuelas de todos los niveles de educación, más un enorme “colectivo” de censuradores furiosos y salvajes en lucha por méritos de incondicionalidad, la imponen. Los vencidos también escriben su historia, pero mientras los vencedores están en el poder, no significa nada o casi nada. La historia de los vencidos sirve, en un primer momento, sólo para amigos y familiares. La historia de los vencidos casi toda se pierde.
Si hay algo de lo que Cuba puede sentirse orgullosa es de la enorme lista
de grandes pensadores: filósofos, teólogos, historiadores, desde siempre, o
sea, desde casi los mismos inicios de la etapa colonial, que cuando en muchos
otros lugares del mundo el hombre estaba aún en taparrabos tratando de
“conquistar” el fuego para alumbrarse, calentarse y poder comer algo cocinado o
frito, ya en Cuba teníamos muchos y muy buenos pensadores.
Sin embargo, nuestra historia y sus estudiosos que conocemos está hecha
a conveniencia como a grandes saltos, algo así como: indios felices que
cantaban y bailaban, llegada de los “malos” españoles, indios tristes, enfermos
y muertos, entrada de los negros esclavos con sus religiones y tambores, un
poco de azúcar, Céspedes y Agramonte, Maceo, Máximo Gómez, Martí. Aparición de
los norteamericanos, “pseudo república”, corrupción, robo, Mella y Villena,
obreros descontentos, aparición del joven Fidel, un poquito Frank País y Celia,
Che y más poquito de Camilo y de ahí en adelante Fidel, Fidel y Fidel. Fin de
la Historia. Todavía hoy para nuestro caso, se sigue haciendo lo que Fidel dijo
que había que hacer, tal como recetas de cocina. “Dos de azúcar y una de café”.
Resultado, potaje de frijoles colorados. Los vencedores hasta después de
muertos siguen escribiendo las historias.
Así es el caso cubano, que no digo que sea único, ni excepcional, pero
es el que me ataña. No sé cómo serán los ucranianos, tema de moda ahora mismo.
Desde el primer día, los vencedores cambiaron todo, primero su participación,
convirtiéndola en única, sus medidas, sus logros, todos exagerados y
multiplicados, pero además toda la historia de Cuba desde el “choque de las dos
culturas”. Si hay algo que será necesario hacer, es publicar todos los estudios
que existen en secreto de muchos autores frustrados, desconocidos o peor,
apartados, sólo conocidos por amigos y familiares, que tratan de organizar con
verdades la historia de nuestro país.
Si algo resulta muy difícil de entender y al mismo tiempo hace grande a
Orwell como escritor, es que en varias de sus obras, escritas a mediados
finales de la década del 40 del siglo pasado, momentos donde creo que el
escritor inglés no estaba muy claro de dónde quedaba Cuba geográficamente, fue
capaz de escribir detalladamente un sólido guion, describiendo paso a paso, día
a día, lo que luego otro protagonista, Fidel, en su revolución, a la cual
primero llamó como le dio la gana, pero que muy rápido convirtió en comunista,
tenía que hacer y sobre todo tenía que decir. Pudiera ser que el viejo refrán
popular, ese de: “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago, fue inventado
para él.
La historia la escriben los vencedores y entonces se cambian vivos y muertos, se ponen a personas que no estaban, se quitan a personas que estuvieron y todos los hechos fueron únicamente ocurridos, para dar valor a los que encargaron que se escribieran. La historia a partir de ahí se divide en dos, los buenos, que, por supuesto fueron buenísimos y los malos, que más malos no pudieron ser. Los buenos nunca cometen errores, todas sus acciones son de éxitos y lo que no pueden lograr es por culpa de un enemigo que siempre existe, incluso cuando no existe o nadie lo ve, que es el responsable de los así y todo “pequeñísimos” fracasos.
Para los buenos no existen las derrotas, sólo son pequeñas escaramuzas
perdidas, corticos pasos hacia detrás, muy pequeñitos, que sólo existen para
permitir entonces las grandes “Victorias de batallas”. Siempre victorias con V
mayúscula
La lista de obras y autores prohibidos, apartados, desconocidos bajo
órdenes, es inmensa. La de los que se dedican a la historia patria más grande.
Cuando fui estudiante y luego trabajé como historiador, conocí de la obra de
Leví Marrero, destacado historiador, periodista, geógrafo, diplomático cubano.
Leví fue el autor de una obra monumental, magistralmente escrita y documentada,
que fue muy rápido censurada y ocultada, al bajarse el autor muy temprano del
carro de la revolución. Esta obra, publicada en 15 tomos, “Cuba: Economía y
Sociedad, 1492-1868”, tendría que ser de obligatorio conocimiento para todos
los humanos nacidos en Cuba desde el mismo día de su nacimiento, más, sin
embargo, no es así. La obra de Marrero se encuentra bajo la censura, llamada
“bibliografía amarilla”, únicamente permitida a revisar para los autorizados,
llamase grandes profesionales de la historia, políticos, diplomáticos, etc.,
que, sobre todo, sean garantía política ideológica, al menos en el momento de
la consulta. Para yo poder consultarla en la Biblioteca Nacional, tuve que
llevar una carta del mismísimo Eusebio Leal, donde declaraba casi que yo era
él. Así y todo, la persona a cargo siempre me miró con recelo, algo así como lo
que describe Umberto Eco en su gran novela “El nombre de la rosa”
Imagino que idéntico camino debe haber recorrido, la también super obra
de Moreno Fraqinals, al que conocí personalmente, “El Ingenio”, de obligatoria
consulta para conocer toda la etapa colonial cubana. Moreno Fraginals,
profesional multi premiadísimo y homenajeado en Cuba y fuera de ella, más
tarde, a mediados de los 90, también se bajó del carro de la revolución y se
radicó en Miami y de seguro fue a parar a la lista de los que nunca existieron.
Y esto es cómico y absurdo o absurdamente cómico, porque mientras trabajé como
historiador, descubrí que muchos de los “famosos” que me rodeaban, imagino siga
pasando, consultaba estas fuentes, sólo que al no tener que registrar la
consulta oficial o simplemente por ética, muchas de las ideas que supuestamente
aportaban, eran sacadas en silencio, tal como robadas en silencio, sobre todo
de la obra de Levi Marrero.
No conocemos nuestra historia, entonces no podemos, ni podremos
servirnos de ella. Los cristianos hablan de Jesús de Nazaret y su posición
“respetable” de poner la otra mejilla, o sea, aquello de, no importa lo que me
hagas, yo resistiré pacíficamente. Siempre que se habla de lucha pacífica, tal como
si fuera nuestra familia, hablamos de Gandhi, el padre de la resistencia no
violenta, la lucha no violenta o la desobediencia no violenta, para lograr un
cambio político, social y cultural en determinada sociedad, ¿pero es que somos
los cubanos cristianos todos o indios? No, no lo somos.
Por cierto, para los que mencionamos siempre a Gandhi y sus 16 huelgas
de hambre, recordar que su vida pública política comenzó alrededor de 1893
cuando se trasladó a Sudáfrica y después de ser un personaje muy famoso y sobre
todo querido por muchos fuera de la India y por millones y millones de indios,
alcanzó su objetivo de lucha, o sea, terminar con el gobierno británico dentro
de la India y unir a su pueblo en el año 1947. Poco después de su última huelga
de hambre, cuando era ya muy viejito, fue asesinado a balazos por un extremista
hindú. Gandhi, reconocido y llamado cariñosamente Bapu por los indios, que
quiere decir padre, estuvo más de 50 años en la misma línea. ¿Dónde tenemos al
Gandhi cubano?
Y con esto no estoy negando la idea de una determinada lucha civil
pacífica, no estoy negando las marchas, las reuniones, las canciones, los
carteles, los muros pintados, sólo que, en el caso cubano de hoy, se está
luchando contra un enemigo, aunque nos duela, hasta hoy vencedor, que es fuerte
y tiene todos los recursos y el poder para reprimir y que no sólo está
envalentonado, sino que alardea de estarlo. Es como subir a un ring a boxear
contra Stevenson y Mohamed Ali a la misma vez, que han declarado que nos van a
liquidar y nosotros aparecernos con una pandereta española y cuando una de las
dos bestias, o las dos, nos atacaran violentamente para arrasarnos, nosotros
para defendernos, le tocáramos una dulce canción tradicional. Es como entrar a
la jaula donde están muchos leones y leonas recién paridas, que llevan más de
dos semanas sin comer y pensar que como llevamos puesto un perfume de marca no
nos van a devorar porque reconocerán la calidad del olor.
¿Panderetas y perfumes de marca para el
enemigo que ha declarado que nos va a arrasar? La verdadera lucha para derrocar
a un gobierno sea cual sea, es algo más que una de aquellas peleas de boxeo que
de forma muy cómica protagonizó Chaplin.
No somos estudiosos de nuestra historia, entonces nos perdemos lo que podemos hacer como pueblo y sobre todo lo que no podemos hacer como pueblo, porque no nos viene con nuestra tradición, cultura, temperamento o alma como dijera mi amigo Ruso.
No nos viene y entonces no lo podemos improvisar. Veo las constantes
llamadas a la lucha pacífica, creo que como una justificación para no hacer o
no poder hacer más y eso está bien, sólo que para lograr esa lucha hay que
conseguir que de once millones que somos dentro de Cuba, dos, tres, cinco o
seis millones se lancen a la calle, dejen de trabajar todos los días, se
sienten en el medio de las calles, etc. y permanezcan en las calles, sin comer,
sin tomar agua por días, semanas y meses.
Recuerdo que ni en medio de la mayor efervescencia de la lucha de Fidel,
con algunos combates en la montaña, con muertos en las ciudades, con presos y
asesinados por las fuerzas batistianas, se llamó a una huelga general como
apoyo. No se logró y no se logró, por unas nuevas razones, por otras viejas y
repetidas, no importa ahora, pero lo de paralizar Cuba no tuvo efecto. ¿De qué
vale que yo, desde mi computadora, en Texas ahora, me declare en guerra
pacífica contra el gobierno de Cuba? Sencillamente de nada, el gobierno cubano
se burlará de mí, como se ha burlado de miles y se está burlando de millones de
personas todos los días.
Lo de la lucha pacífica o resistencia no violenta, no nos viene de
cerca, no la conocemos. No estamos acostumbrados a ella, no tenemos un o dos Gandhi
y entonces es fácil liquidar a los que aparecen como opositores. Los opositores
mantienen una vida pública con dirección permanente, inscripción en una bodega
y un carné de identidad, por lo que siempre, cuando la policía quiere, va y los
recoge, tal como se recoge a un amigo para ir de paseo. Veo imágenes de las Damas
de Blanco. Ellas salen valientemente a caminar, a menos de 20 metros las están
esperando, cosa que ellas saben, las arrastran, las golpean, las meten
violentamente dentro de carros o guaguas y el resto de los cubanos, que están
presenciando la represión sólo filma con sus celulares. Bravas esas mujeres que
aún salen a caminar, pero lamentablemente ellas caminan solas.
Veo, como ya escribí, a madres desesperadas
porque sus hijos, sobre todo, los menores de edad están presos, algunos
sancionados por ridículas causas a 15 o más años de privación de libertad, pero,
¿dónde están los padres, los familiares, los vecinos que los vieron crecer, los
amigos, los brothers, las jevitas, los aseres, los ecobios, de esos jóvenes que
hasta hace poco jugaban dominó juntos, se iban al Latinoamericano o de parranda
al Vedado? ¿Dónde están?
Esa es Cuba. Si estudiáramos nuestra historia conoceríamos que es fácil
reunirnos, pero muy difícil ponernos de acuerdo. Prima en nosotros el
regionalismo, el caudillismo, el revanchismo, el que yo soy más que tú, la
vigilancia, la delación, el miedo y peor, el terror. Siempre han primado esas
diferencias, como en cualquier grupo grande humano, sólo que para nuestro caso el
proceso revolucionario mantenido por muchas décadas logró enfermarnos.
Revisemos algunos ejemplos de los más conocidos en nuestras guerras libertarias
y comprobaremos de dónde salimos los que hoy estamos.
Martí, el organizador, le da la orden a Maceo de salir en una expedición
para Cuba. Maceo para molestarlo, le pide más dinero. Martí lo quita de jefe de
la expedición y nombra a Flor Crombet. Maceo viene, nada más y nada menos como
subordinado sancionado e imagino muy disgustado. ¿Maceo amaba a Martí?, Flor
muere en el desembarco, tiros por la espalda. Maceo asume el mando. ¿Mató Maceo
a Flor?, ¿Por qué Gómez, después de estar luchando 30 años por la independencia
de Cuba y ser sin dudas el vivo que mayores y más méritos acumuló, renunció a
la propuesta de presidente para 1902?, ¿Complejo por su origen dominicano o
sabía lo que le venía para arriba tratando de poner de acuerdo a los cubanos?
Mella, un líder medio narcisista, detenido por Machado, el 5 de
diciembre de 1925, comenzó una huelga de hambre, que en realidad duro muy pocos
días, sus compañeros del partido comunista y de lucha, al parecer que no lo
entendían mucho, lo acusaron de individualista,
indisciplinado, de tener nexos personales con la burguesía, de oportunismo
táctico y falta de firme sentimiento de solidaridad, al final lo separaron de
toda actividad pública, separación durante dos años del Partido, reconvención
privada y pública. ¿Lo
querían?
Después de firmada la Carta de México,
donde se acordó que el llano, la lucha clandestina, apoyaría a la Sierra
Maestra, la lucha armada, un grupo de jóvenes, entre ellos los hermanos
Gutiérrez Menoyo y José Antonio Echeverria, atacan al palacio presidencia
tratando de asesinar a Batista sin previa consulta y autorización del máximo
jefe Fidel. ¿Golpe de estado a los luchadores revolucionarios de las montañas?,
¿Qué hubiera pasado si la acción hubiera tenido éxito?, ¿Le hubieran entregado
por las buenas el poder a Fidel?
Frank, uno de los más grandes, es
asesinado por la policía de Batista, que apenas lo conocía. ¿El operativo
montado exactamente en la cuadra donde se escondía, se debió a una llamada
telefónica, poco justificada, que hizo Vilma Espín, cuando todos sabían que las
líneas estaban tomadas?, ¿Le convino a Fidel Castro la muerte de Frank a pesar
del mensaje amoroso que emitió cuando lo mataron, porque de esa forma pasó a
controlar el movimiento en la ciudad que hasta ese momento no controlaba?
¿Cómo es que Hubert Matos, comandante
guapo de la sierra, que entró en La Habana en el mismo tanque de guerra que
Fidel, donde se supone venían sus más cercanos, fue acusado de traición y
puesto en cárcel por 20 años?, ¿Lo quería mucho el comandante en jefe?, ¿Qué
pasó con Camilo? Apareció el Titanic y ni rastros del avión donde el Héroe de
Yaguajay dicen se trasladaba, Ni una goma, ni una mancha de combustible o
aceite, ni el sombrero. ¿Utilizó y engañó Fidel a algunos de sus compañeros de
lucha?
¿Todos los campesinos del Escambray
apoyaron a los llamados “bandidos”, muchos de ellos antiguos valientes
luchadores de la guerra revolucionaria, a tal punto de merecer ser fusilados o
sacados de sus tierras y reconcentrados a miles de kilómetros de sus orígenes?,
¿Se fue el Che a Bolivia porque era un internacionalista empedernido?, ¿Cómo es
que en un momento determinado La Habana suspendió las comunicaciones con el
grupo de guerrilleros?
¿El Héroe de la República de Cuba, el
general Ochoa fue un delincuente que mereció ser fusilado o estuvo pagando un
pacto de caballeros?, ¿Fidel, el libertador, el gran jefe, el único e
insustituible, el padre de todos los cubanos era tan honesto, sencillo,
arriesgado, desprendido, solidario, etc., tal como él mismo y sus acólitos lo
presentaron?
Alguien me dijo un día que, entre
otras cosas, los europeos tumbaron el comunismo sin tirar un tiro, porque son
personas rígidas y muy disciplinadas, que conocen de hambre y miseria, de
guerras y muertos, de frío. ¿Somos los cubanos así?
Otra persona me dijo un día que,
desde el punto de vista político, nosotros los cubanos no tenemos una formación
nada fuerte, aunque pueda parecer lo contrario. Que somos un pueblo todavía
medio primitivo, que la revolución intentó madurarnos con “carburo” como decía
una de mis abuelas y nos hizo creer que éramos los mejores. Que aún nos
encontramos en un primitivismo recolector-cazador tal que, venimos caminando,
vemos un mango, nos subimos a la mata para cogerlo y comérnoslo, seguimos
caminando, vemos una mata de tabaco, enrollamos una hoja y nos la fumamos,
vamos a un río y con un palo engarzamos un pez para luego comerlo. Y al final
del día nos parece que estamos bien.
La lucha escogida, o sea, la no
violenta, no nos viene de cerca, porque no tenemos la paciencia debida para
soportar años. Somos un pueblo de sangre caliente formados para correr carreras
de 100 metros planos, pero cuando la idea es correr en una carrera de 800
metros o peor, participar en una marcha de 50 kilómetros, a la mitad del camino
preferimos sacar una pandereta y cantar una conga. No conocemos mucho nuestra
historia y entonces no podemos maximizar nuestras ventajas y reconocer nuestras
debilidades.
La última revolución cubana, muchos
de sus protagonistas aún están vivos y aún ocupan cargos dentro del
desgobierno, no triunfaron con panderetas, sino que asaltaron armerías,
pusieron bombas o petardos, mataron a batistianos, se alzaron en las montañas,
inundaron las ciudades de seguidores dispuestos a actuar, matar y morir,
quemaron cañaverales, tumbaron tendidos eléctricos, descarrilaron trenes, se
agenciaron un apoyo, sobre todo económico, de la mediana y pequeña burguesía
dentro de Cuba, se agenciaron un apoyo desde el exterior, incluso permitieron
los sembrados de mariguana de los campesinos cubanos en la mitad de la Sierra
Maestra, por lo que en aquel momento no se trató de la ética pregonada, sino todo
fue a conveniencia. Un día tomaron el poder y al otro día y al otro año, fueron
pasando la cuchilla a ras del suelo donde, el que tuvo que perder, perdió.
¿Cuán larga será la lista de los vencidos?
En el caso cubano, la resistencia que
plantea derrocar al gobierno con panderetas es complicada y larga, porque entre
otras cosas, es muy probable que nuestro enemigo sea también el dueño de las
panderetas.
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