domingo, 20 de febrero de 2022

439.- Los cubanos somos correderos de carreras de velocidad, no de resistencia, entonces, ¿dónde está nuestro Gandhi cubano?

Eso de que la historia la escriben los vencedores, es más verdad que el carajo. No sólo es que la escriben, sino que la publican y como vencedores con todos los mecanismos a su disposición, impresión de todos los papeles, todos los medios de comunicación, bibliotecas, librerías, escuelas de todos los niveles de educación, más un enorme “colectivo” de censuradores furiosos y salvajes en lucha por méritos de incondicionalidad, la imponen. Los vencidos también escriben su historia, pero mientras los vencedores están en el poder, no significa nada o casi nada. La historia de los vencidos sirve, en un primer momento, sólo para amigos y familiares. La historia de los vencidos casi toda se pierde.

Si hay algo de lo que Cuba puede sentirse orgullosa es de la enorme lista de grandes pensadores: filósofos, teólogos, historiadores, desde siempre, o sea, desde casi los mismos inicios de la etapa colonial, que cuando en muchos otros lugares del mundo el hombre estaba aún en taparrabos tratando de “conquistar” el fuego para alumbrarse, calentarse y poder comer algo cocinado o frito, ya en Cuba teníamos muchos y muy buenos pensadores.

Sin embargo, nuestra historia y sus estudiosos que conocemos está hecha a conveniencia como a grandes saltos, algo así como: indios felices que cantaban y bailaban, llegada de los “malos” españoles, indios tristes, enfermos y muertos, entrada de los negros esclavos con sus religiones y tambores, un poco de azúcar, Céspedes y Agramonte, Maceo, Máximo Gómez, Martí. Aparición de los norteamericanos, “pseudo república”, corrupción, robo, Mella y Villena, obreros descontentos, aparición del joven Fidel, un poquito Frank País y Celia, Che y más poquito de Camilo y de ahí en adelante Fidel, Fidel y Fidel. Fin de la Historia. Todavía hoy para nuestro caso, se sigue haciendo lo que Fidel dijo que había que hacer, tal como recetas de cocina. “Dos de azúcar y una de café”. Resultado, potaje de frijoles colorados. Los vencedores hasta después de muertos siguen escribiendo las historias.

Así es el caso cubano, que no digo que sea único, ni excepcional, pero es el que me ataña. No sé cómo serán los ucranianos, tema de moda ahora mismo. Desde el primer día, los vencedores cambiaron todo, primero su participación, convirtiéndola en única, sus medidas, sus logros, todos exagerados y multiplicados, pero además toda la historia de Cuba desde el “choque de las dos culturas”. Si hay algo que será necesario hacer, es publicar todos los estudios que existen en secreto de muchos autores frustrados, desconocidos o peor, apartados, sólo conocidos por amigos y familiares, que tratan de organizar con verdades la historia de nuestro país.

Si algo resulta muy difícil de entender y al mismo tiempo hace grande a Orwell como escritor, es que en varias de sus obras, escritas a mediados finales de la década del 40 del siglo pasado, momentos donde creo que el escritor inglés no estaba muy claro de dónde quedaba Cuba geográficamente, fue capaz de escribir detalladamente un sólido guion, describiendo paso a paso, día a día, lo que luego otro protagonista, Fidel, en su revolución, a la cual primero llamó como le dio la gana, pero que muy rápido convirtió en comunista, tenía que hacer y sobre todo tenía que decir. Pudiera ser que el viejo refrán popular, ese de: “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago, fue inventado para él. 

La historia la escriben los vencedores y entonces se cambian vivos y muertos, se ponen a personas que no estaban, se quitan a personas que estuvieron y todos los hechos fueron únicamente ocurridos, para dar valor a los que encargaron que se escribieran. La historia a partir de ahí se divide en dos, los buenos, que, por supuesto fueron buenísimos y los malos, que más malos no pudieron ser. Los buenos nunca cometen errores, todas sus acciones son de éxitos y lo que no pueden lograr es por culpa de un enemigo que siempre existe, incluso cuando no existe o nadie lo ve, que es el responsable de los así y todo “pequeñísimos” fracasos.

Para los buenos no existen las derrotas, sólo son pequeñas escaramuzas perdidas, corticos pasos hacia detrás, muy pequeñitos, que sólo existen para permitir entonces las grandes “Victorias de batallas”. Siempre victorias con V mayúscula

La lista de obras y autores prohibidos, apartados, desconocidos bajo órdenes, es inmensa. La de los que se dedican a la historia patria más grande. Cuando fui estudiante y luego trabajé como historiador, conocí de la obra de Leví Marrero, destacado historiador, periodista, geógrafo, diplomático cubano. Leví fue el autor de una obra monumental, magistralmente escrita y documentada, que fue muy rápido censurada y ocultada, al bajarse el autor muy temprano del carro de la revolución. Esta obra, publicada en 15 tomos, “Cuba: Economía y Sociedad, 1492-1868”, tendría que ser de obligatorio conocimiento para todos los humanos nacidos en Cuba desde el mismo día de su nacimiento, más, sin embargo, no es así. La obra de Marrero se encuentra bajo la censura, llamada “bibliografía amarilla”, únicamente permitida a revisar para los autorizados, llamase grandes profesionales de la historia, políticos, diplomáticos, etc., que, sobre todo, sean garantía política ideológica, al menos en el momento de la consulta. Para yo poder consultarla en la Biblioteca Nacional, tuve que llevar una carta del mismísimo Eusebio Leal, donde declaraba casi que yo era él. Así y todo, la persona a cargo siempre me miró con recelo, algo así como lo que describe Umberto Eco en su gran novela “El nombre de la rosa”

Imagino que idéntico camino debe haber recorrido, la también super obra de Moreno Fraqinals, al que conocí personalmente, “El Ingenio”, de obligatoria consulta para conocer toda la etapa colonial cubana. Moreno Fraginals, profesional multi premiadísimo y homenajeado en Cuba y fuera de ella, más tarde, a mediados de los 90, también se bajó del carro de la revolución y se radicó en Miami y de seguro fue a parar a la lista de los que nunca existieron. Y esto es cómico y absurdo o absurdamente cómico, porque mientras trabajé como historiador, descubrí que muchos de los “famosos” que me rodeaban, imagino siga pasando, consultaba estas fuentes, sólo que al no tener que registrar la consulta oficial o simplemente por ética, muchas de las ideas que supuestamente aportaban, eran sacadas en silencio, tal como robadas en silencio, sobre todo de la obra de Levi Marrero.

No conocemos nuestra historia, entonces no podemos, ni podremos servirnos de ella. Los cristianos hablan de Jesús de Nazaret y su posición “respetable” de poner la otra mejilla, o sea, aquello de, no importa lo que me hagas, yo resistiré pacíficamente. Siempre que se habla de lucha pacífica, tal como si fuera nuestra familia, hablamos de Gandhi, el padre de la resistencia no violenta, la lucha no violenta o la desobediencia no violenta, para lograr un cambio político, social y cultural en determinada sociedad, ¿pero es que somos los cubanos cristianos todos o indios? No, no lo somos.

Por cierto, para los que mencionamos siempre a Gandhi y sus 16 huelgas de hambre, recordar que su vida pública política comenzó alrededor de 1893 cuando se trasladó a Sudáfrica y después de ser un personaje muy famoso y sobre todo querido por muchos fuera de la India y por millones y millones de indios, alcanzó su objetivo de lucha, o sea, terminar con el gobierno británico dentro de la India y unir a su pueblo en el año 1947. Poco después de su última huelga de hambre, cuando era ya muy viejito, fue asesinado a balazos por un extremista hindú. Gandhi, reconocido y llamado cariñosamente Bapu por los indios, que quiere decir padre, estuvo más de 50 años en la misma línea. ¿Dónde tenemos al Gandhi cubano?

Y con esto no estoy negando la idea de una determinada lucha civil pacífica, no estoy negando las marchas, las reuniones, las canciones, los carteles, los muros pintados, sólo que, en el caso cubano de hoy, se está luchando contra un enemigo, aunque nos duela, hasta hoy vencedor, que es fuerte y tiene todos los recursos y el poder para reprimir y que no sólo está envalentonado, sino que alardea de estarlo. Es como subir a un ring a boxear contra Stevenson y Mohamed Ali a la misma vez, que han declarado que nos van a liquidar y nosotros aparecernos con una pandereta española y cuando una de las dos bestias, o las dos, nos atacaran violentamente para arrasarnos, nosotros para defendernos, le tocáramos una dulce canción tradicional. Es como entrar a la jaula donde están muchos leones y leonas recién paridas, que llevan más de dos semanas sin comer y pensar que como llevamos puesto un perfume de marca no nos van a devorar porque reconocerán la calidad del olor.

¿Panderetas y perfumes de marca para el enemigo que ha declarado que nos va a arrasar? La verdadera lucha para derrocar a un gobierno sea cual sea, es algo más que una de aquellas peleas de boxeo que de forma muy cómica protagonizó Chaplin.

Foto que ha pasado a la historia sobre los sucesos de Tianamen y la llamada lucha pacífica. El chino civil podría también estar regresando del supermercado o ser un monje de Shaolin. Nunca se aclaró qué pasó con él. De seguro si la alta dirección del Partido Comunista Chino dio la orden, hoy esa persona esté muerta. Nada más fácil que pasarle por encima con un tanque de guerra a un chino de pueblo, eso no afectaría a las estadísticas de población.

No somos estudiosos de nuestra historia, entonces nos perdemos lo que podemos hacer como pueblo y sobre todo lo que no podemos hacer como pueblo, porque no nos viene con nuestra tradición, cultura, temperamento o alma como dijera mi amigo Ruso.

No nos viene y entonces no lo podemos improvisar. Veo las constantes llamadas a la lucha pacífica, creo que como una justificación para no hacer o no poder hacer más y eso está bien, sólo que para lograr esa lucha hay que conseguir que de once millones que somos dentro de Cuba, dos, tres, cinco o seis millones se lancen a la calle, dejen de trabajar todos los días, se sienten en el medio de las calles, etc. y permanezcan en las calles, sin comer, sin tomar agua por días, semanas y meses.

Recuerdo que ni en medio de la mayor efervescencia de la lucha de Fidel, con algunos combates en la montaña, con muertos en las ciudades, con presos y asesinados por las fuerzas batistianas, se llamó a una huelga general como apoyo. No se logró y no se logró, por unas nuevas razones, por otras viejas y repetidas, no importa ahora, pero lo de paralizar Cuba no tuvo efecto. ¿De qué vale que yo, desde mi computadora, en Texas ahora, me declare en guerra pacífica contra el gobierno de Cuba? Sencillamente de nada, el gobierno cubano se burlará de mí, como se ha burlado de miles y se está burlando de millones de personas todos los días.

Lo de la lucha pacífica o resistencia no violenta, no nos viene de cerca, no la conocemos. No estamos acostumbrados a ella, no tenemos un o dos Gandhi y entonces es fácil liquidar a los que aparecen como opositores. Los opositores mantienen una vida pública con dirección permanente, inscripción en una bodega y un carné de identidad, por lo que siempre, cuando la policía quiere, va y los recoge, tal como se recoge a un amigo para ir de paseo. Veo imágenes de las Damas de Blanco. Ellas salen valientemente a caminar, a menos de 20 metros las están esperando, cosa que ellas saben, las arrastran, las golpean, las meten violentamente dentro de carros o guaguas y el resto de los cubanos, que están presenciando la represión sólo filma con sus celulares. Bravas esas mujeres que aún salen a caminar, pero lamentablemente ellas caminan solas.

Veo, como ya escribí, a madres desesperadas porque sus hijos, sobre todo, los menores de edad están presos, algunos sancionados por ridículas causas a 15 o más años de privación de libertad, pero, ¿dónde están los padres, los familiares, los vecinos que los vieron crecer, los amigos, los brothers, las jevitas, los aseres, los ecobios, de esos jóvenes que hasta hace poco jugaban dominó juntos, se iban al Latinoamericano o de parranda al Vedado? ¿Dónde están?

Esa es Cuba. Si estudiáramos nuestra historia conoceríamos que es fácil reunirnos, pero muy difícil ponernos de acuerdo. Prima en nosotros el regionalismo, el caudillismo, el revanchismo, el que yo soy más que tú, la vigilancia, la delación, el miedo y peor, el terror. Siempre han primado esas diferencias, como en cualquier grupo grande humano, sólo que para nuestro caso el proceso revolucionario mantenido por muchas décadas logró enfermarnos. Revisemos algunos ejemplos de los más conocidos en nuestras guerras libertarias y comprobaremos de dónde salimos los que hoy estamos. 

Martí, el organizador, le da la orden a Maceo de salir en una expedición para Cuba. Maceo para molestarlo, le pide más dinero. Martí lo quita de jefe de la expedición y nombra a Flor Crombet. Maceo viene, nada más y nada menos como subordinado sancionado e imagino muy disgustado. ¿Maceo amaba a Martí?, Flor muere en el desembarco, tiros por la espalda. Maceo asume el mando. ¿Mató Maceo a Flor?, ¿Por qué Gómez, después de estar luchando 30 años por la independencia de Cuba y ser sin dudas el vivo que mayores y más méritos acumuló, renunció a la propuesta de presidente para 1902?, ¿Complejo por su origen dominicano o sabía lo que le venía para arriba tratando de poner de acuerdo a los cubanos?

Mella, un líder medio narcisista, detenido por Machado, el 5 de diciembre de 1925, comenzó una huelga de hambre, que en realidad duro muy pocos días, sus compañeros del partido comunista y de lucha, al parecer que no lo entendían mucho, lo acusaron de individualista, indisci­plinado, de tener nexos personales con la burguesía, de oportunismo táctico y falta de firme sentimiento de solidaridad, al final lo separaron de toda actividad pública, separación durante dos años del Partido, reconvención privada y pública. ¿Lo querían?

Después de firmada la Carta de México, donde se acordó que el llano, la lucha clandestina, apoyaría a la Sierra Maestra, la lucha armada, un grupo de jóvenes, entre ellos los hermanos Gutiérrez Menoyo y José Antonio Echeverria, atacan al palacio presidencia tratando de asesinar a Batista sin previa consulta y autorización del máximo jefe Fidel. ¿Golpe de estado a los luchadores revolucionarios de las montañas?, ¿Qué hubiera pasado si la acción hubiera tenido éxito?, ¿Le hubieran entregado por las buenas el poder a Fidel? 

Frank, uno de los más grandes, es asesinado por la policía de Batista, que apenas lo conocía. ¿El operativo montado exactamente en la cuadra donde se escondía, se debió a una llamada telefónica, poco justificada, que hizo Vilma Espín, cuando todos sabían que las líneas estaban tomadas?, ¿Le convino a Fidel Castro la muerte de Frank a pesar del mensaje amoroso que emitió cuando lo mataron, porque de esa forma pasó a controlar el movimiento en la ciudad que hasta ese momento no controlaba? 

¿Cómo es que Hubert Matos, comandante guapo de la sierra, que entró en La Habana en el mismo tanque de guerra que Fidel, donde se supone venían sus más cercanos, fue acusado de traición y puesto en cárcel por 20 años?, ¿Lo quería mucho el comandante en jefe?, ¿Qué pasó con Camilo? Apareció el Titanic y ni rastros del avión donde el Héroe de Yaguajay dicen se trasladaba, Ni una goma, ni una mancha de combustible o aceite, ni el sombrero. ¿Utilizó y engañó Fidel a algunos de sus compañeros de lucha?

¿Todos los campesinos del Escambray apoyaron a los llamados “bandidos”, muchos de ellos antiguos valientes luchadores de la guerra revolucionaria, a tal punto de merecer ser fusilados o sacados de sus tierras y reconcentrados a miles de kilómetros de sus orígenes?, ¿Se fue el Che a Bolivia porque era un internacionalista empedernido?, ¿Cómo es que en un momento determinado La Habana suspendió las comunicaciones con el grupo de guerrilleros?

¿El Héroe de la República de Cuba, el general Ochoa fue un delincuente que mereció ser fusilado o estuvo pagando un pacto de caballeros?, ¿Fidel, el libertador, el gran jefe, el único e insustituible, el padre de todos los cubanos era tan honesto, sencillo, arriesgado, desprendido, solidario, etc., tal como él mismo y sus acólitos lo presentaron?

Esa es nuestra historia, llena de estos hechos y otros miles que están ocultos o no han sido contados. Llena de esas historias de los vencidos que sólo se conocen por familia y muy cercanos amigos.

Alguien me dijo un día que, entre otras cosas, los europeos tumbaron el comunismo sin tirar un tiro, porque son personas rígidas y muy disciplinadas, que conocen de hambre y miseria, de guerras y muertos, de frío. ¿Somos los cubanos así?

Otra persona me dijo un día que, desde el punto de vista político, nosotros los cubanos no tenemos una formación nada fuerte, aunque pueda parecer lo contrario. Que somos un pueblo todavía medio primitivo, que la revolución intentó madurarnos con “carburo” como decía una de mis abuelas y nos hizo creer que éramos los mejores. Que aún nos encontramos en un primitivismo recolector-cazador tal que, venimos caminando, vemos un mango, nos subimos a la mata para cogerlo y comérnoslo, seguimos caminando, vemos una mata de tabaco, enrollamos una hoja y nos la fumamos, vamos a un río y con un palo engarzamos un pez para luego comerlo. Y al final del día nos parece que estamos bien.

La lucha escogida, o sea, la no violenta, no nos viene de cerca, porque no tenemos la paciencia debida para soportar años. Somos un pueblo de sangre caliente formados para correr carreras de 100 metros planos, pero cuando la idea es correr en una carrera de 800 metros o peor, participar en una marcha de 50 kilómetros, a la mitad del camino preferimos sacar una pandereta y cantar una conga. No conocemos mucho nuestra historia y entonces no podemos maximizar nuestras ventajas y reconocer nuestras debilidades.

La última revolución cubana, muchos de sus protagonistas aún están vivos y aún ocupan cargos dentro del desgobierno, no triunfaron con panderetas, sino que asaltaron armerías, pusieron bombas o petardos, mataron a batistianos, se alzaron en las montañas, inundaron las ciudades de seguidores dispuestos a actuar, matar y morir, quemaron cañaverales, tumbaron tendidos eléctricos, descarrilaron trenes, se agenciaron un apoyo, sobre todo económico, de la mediana y pequeña burguesía dentro de Cuba, se agenciaron un apoyo desde el exterior, incluso permitieron los sembrados de mariguana de los campesinos cubanos en la mitad de la Sierra Maestra, por lo que en aquel momento no se trató de la ética pregonada, sino todo fue a conveniencia. Un día tomaron el poder y al otro día y al otro año, fueron pasando la cuchilla a ras del suelo donde, el que tuvo que perder, perdió. ¿Cuán larga será la lista de los vencidos?

En el caso cubano, la resistencia que plantea derrocar al gobierno con panderetas es complicada y larga, porque entre otras cosas, es muy probable que nuestro enemigo sea también el dueño de las panderetas.

 






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