Todo comenzó con esta foto el 24 de
diciembre de 2021. En realidad, la idea de mudarnos a San Antonio nos venía
dando vueltas y más vueltas y por una razón u otra, a veces objetiva, otras subjetiva,
nos habíamos demorado.
Pero como todo llega en la vida, donde esa misma objetividad y subjetividad existe, pero uno dice: olvídate y métele, después de varios días de recogida, donde yo sigo teniendo las mismas cajas de cuando llegue a este país y mi mujer ha logrado acumular 10, 12 o más cajas que dicen: OJO, Frágil, Cristales, Cosas de Cocina, decidimos meterlo todo en un camión y volver a manejar 15 horas desde Lincoln, Nebraska, hasta San Antonio, Texas. Más o menos 900 millas, que son más o menos 1448.4 kilómetros, como desde Ciudad de la Habana hasta lo que debe quedar de la ciudad de Guantánamo.
Vivimos
en Lincoln, o sea, el llamado midwest, desde febrero del 2013 hasta diciembre
de 2021. Fue una muy buena experiencia.
Lincoln
es una ciudad muy suave, capital del estado de Nebraska, no es una enorme
ciudad, tampoco es un pequeño pueblo. Sus habitantes originales, son
descendientes de alemanes, irlandeses, holandeses, por lo que priman las
personas de ambos sexos de 6 pies y más, rubios o pelirrojos, de ojos azules,
verdes o las otras múltiples combinaciones dentro de lo que conocemos como ojos
claros. Por lo que era muy fácil de entender que nosotros eremos extranjeros, a
pasar de lo cual, puedo asegurar que jamás en todo ese tiempo, al menos yo personalmente,
sentí la más mínima agresión de ningún tipo.
Esto
es bueno, al ser casi todos descendientes de inmigrantes, están más preparados
para luchar o convivir con este tema. La otra población está compuesta por
mexicanos, africanos, asiáticos, ahora muchos árabes y por supuesto, los
emigrantes por excelencia, los pobladores de todos los lados, nosotros, los
cubanos, pero en realidad ninguna de estas nacionalidades tiene la suficiente
fuerza en número, ni en modo de vida, como para alterar el suave ritmo de los
pobladores norteamericanos de toda Nebraska.
Llegamos
en un invierno muy fuerte, vestidos con la mejor ropita que nos conseguimos o
compramos en Miami, o sea, ropita para el invierno de una región muy calurosa y
muy rápido nos dimos cuenta de que antes de comer, teníamos que comprarnos
verdaderas ropas para el frío.
En
todos estos años hemos pasado inviernos difíciles, nieve, hielo y sobre todo
temperaturas muy frías como, por ejemplo -20 grados F, lo que significa -28
grados C, o sea, muchos grados por debajo de cero, lo que ha sido igual, por
momentos, a un frío infernal.
No
obstante, Lincoln y todo su frío invierno, no nos mató, por el contrario, nos
permitió aprender, conocer de cerca a los norteamericanos, practicar nuestro
idioma, porque el español no funciona y pasear por esa región tan diferente.
Admiración
por el granjero, lo que para nosotros es el campesino. Nebraska y los estados
vecinos tienen millones y millones de acres cuadrados, todos, hasta el
milímetro, sembrados de maíz, soya y frijoles. La región es conocida como el
granero de los Estados Unidos. El resto de la tierra es dedicada al ganado
vacuno, porcino y avícola. Se come buena carne de res en Nebraska, pero creo
haber conocido que es mayor la producción de cerdos y pollos. Actividades
económicas que los convierte en estados ricos y fuertes económicamente y, sobre
todo, de esa riqueza llamada vieja, o sea, la que produce la tierra. Muy rápido
se descubre entre los pobladores, el orgullo de esos hombres y mujeres, también
jóvenes y niños que aman el campo, los animales, las granjas, etc. No les
importa New York, California. No les importa la bolsa o el turismo, no dependen
de ellos. Muchos nacen y mueren y no conocen el mar, sin embargo, saben que,
pase lo que pase, su trabajo creará riquezas.
Lincoln,
nos permitió sobrevivir o mejor, por qué no, vivir bien. Nuestra economía
creció y nos garantizó algunos lujos, antes no pensados. Nos permitió, además,
como en muchas otras ocasiones, ayudar a otros.
Allí
dejamos a muchos buenos amigos cubanos, algunos que nos recibieron, a otros que
trajimos y ayudamos a instalarse, o conocimos sobre la marcha, pero, además, a
pesar de todos los pronósticos y teorías de las diferencias culturales entre
norteamericanos y el resto del mundo, dejamos allí muy buenos amigos “yumas”.
Amigos
que nos pidieron que no nos fuéramos, amigos que nos agradecieron por todo lo
que les habíamos enseñado con nuestras vidas, ideas, enseñanzas y modo de vida.
Amigos norteamericanos que se acostumbraron a nuestros abrazos y besos constantes,
a cualquier hora, cualquier día, a nuestras comidas, a nuestras formas de
compartir y hablar todos de todo como locos, a nuestros momentos de alegría y a
nuestros encabronamientos, lo que demuestra, a pesar de los prototipos que
nosotros mismos, los humanos, nos creamos, los seres humanos somos iguales
donde quiera, nos gusta el cariño, disfrutamos de una buena amistad y lo que no
conocíamos, cuando lo tenemos, nos gusta.
Lincoln
es una ciudad que enamora. Linda, organizada, de personas educadas y solidarias,
donde el dinero rinde, pero, como ya dije, nada es eterno y hay momentos en los
que hay que cambiar. Lincoln fue un libro bueno que se terminó de leer y se
guarda con agrado.
Jennifer,
Yordan y Mia, llevaban muchos años tratando de que tomáramos la decisión. Ellos
viven en San Antonio, Texas, desde que llegaron a Estados Unidos y pasaron,
también como nosotros los cuatro meses reglamentarios en Miami, tiempo para
muchos necesario para entender que Estados Unidos es más que una ciudad al sur
de la Florida.
Y,
compitiendo con aquello del “momento ideal”, diciembre de 2021, marcó el
despegue y sin pensar mucho en lo que tendríamos que enfrentar, nueva ciudad,
nuevo estado, búsqueda de nuevo lugar para vivir y trabajar, nuevos aspectos de
una cultura, etc., montamos y nos mudamos.
Entonces
ahora vivo en San Antonio, que viene siendo la cuarta ciudad grande del poderosísimo
estado de Texas, el más grande dentro del territorio continental, sólo
aventajado por Alaska, donde ya saben, hielo y más hielo.
En
Lincoln, Nebraska, ahora dejamos a Jonathan y Naty, quienes tuvieron que regresar
luego de las fiestas de fin y nuevo año, porque tienen cosas que terminar allí,
lo que hace que tengamos ahora que llamar a Lincoln todos los días y seguir
interesados por lo que allí pasa, nieve, frío, tráfico, trabajos, etc. Ellos
deben venir antes de mediado de año y entonces si tendremos el equipo completo
de este lado.
Entonces, primero, están todos invitados. Como siempre digo, todavía no he cambiado mucho y no hay que llamarme para visitarme o hacer planes para verme. Sigo, en algún pedazo de mi cabeza viviendo en Cuba, donde no había celulares, ni teléfonos públicos. Cuba, donde incluso tener un teléfono fijo en la casa seguía siendo un lujo y los amigos pasábamos a vernos. Si estabas compartíamos, sino estaba tu esposa, tu mamá, tu papá, etc., que también eran amigos. Si no había nadie, no importaba, la idea de pasar a verte era lo que primaba.
Segundo,
he pensado cambiar el nombre de mi blog, porque la idea de “Lincoln in” ha
dejado de funcionar y si pretendo escribir desde y sobre Texas, podría traer
confusiones, incluso a mí mismo. Siguiendo la tradición, debería ponerle Álamo,
porque aquí todo lleva ese nombre, pero me parece demasiado. Ya algún día
escribiré sobre ese lugar, su historia y entonces quizás se entienda el por qué
se repite tanto ese nombre, entonces para ser coherente y ubicarme primero y
luego ubicarlos, cambiaré el nombre de mi blog por otro más cercano, que ahora
mismo ni sé cuál podrá ser. A lo mejor, pondré un nombre provisional, para ver
si luego aparece otro más definitivo. Algo así bien sencillo, que me permita
seguir escribiendo, dejando ubicada mi silla y mi computadora sobre la
verdadera tierra donde está.
BSOS a TODOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario